jueves, 28 de febrero de 2013

CARTA AL LIC. ENRIQUE PEÑA NIETO.

EDITORIAL

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Lic. Enrique Peña Nieto
Presidente Constitucional de los
Estados Unidos Mexicanos.

Señor:

   Me permito enviarle esta carta, en espera de no distraerlo de sus importantes actividades. Sin embargo, el contenido de la misma reúne, aflicciones y esperanzas; empeños y anhelos que los trabajadores electricistas no perdemos, aún cuando intentaron despojarnos de nuestra dignidad, que es lo que nos queda para defender con un puño cerrado y muy en alto, nuestras vidas.

   México tiene para nosotros, muchos significados. Su historia, su cultura, su pasado, presente y futuro que no son poca cosa. Sin embargo, cuando tiene que hablarse de sus instituciones, sus leyes, sus funcionarios, en buena medida el desencanto nos rebasa. Como en todo, hay excepciones, aunque son las menos.
   Quienes cumplimos una función específica en Luz y Fuerza del Centro, sentimos no sólo el enorme peso de responsabilidad laboral, sino sabíamos que trabajábamos para una institución histórica y estratégica también. Que lo hacíamos con un espíritu compartido, aquel que brotaba de todas las aspiraciones planteadas por el Sindicato Mexicano de Electricistas y ese era el escenario. En lo cotidiano, cohabitaban empresa y sindicato con todas sus virtudes y sus vicios, situación que pervive en sinnúmero de situaciones como esta en el resto del país.
   Sin embargo, el 9 de octubre de 2009 fuimos víctimas de un auténtico golpe de estado, de un despojo en el que 45 mil trabajadores perdimos, de la noche a la mañana nuestro empleo, la fuente de nuestros ingresos. Recuperarlo se ha convertido para la gran mayoría en una pesadilla.
   Pero eso no es todo. El impacto fragmentó a toda la comunidad de electricistas, generando conflictos inexplicables y discrepancias nunca antes vistas y así, entre liquidados y quienes se sostienen en la resistencia, se ahondaron aún más sus diferencias.
   El gobierno anterior, de triste memoria no solo para nosotros, sino para muchos mexicanos, dejó una profunda huella de desaliento, aunada a la de unos índices de desempleo, miles de víctimas en la guerra contra el narcotráfico, un absurdo manejo de los presupuestos federales en el rubro de cultura y salud entre muchas otras “joyas” del desacierto. Y si extinguir Luz y Fuerza del Centro era ir por la infraestructura de la fibra óptica (también conocida como oscura) o el “triple play” para entregarlo a los grandes capitales, dos formas de cierre a sus aspiraciones son las de que presidente, secretario de trabajo y de energía plantearon para consumar sus propósitos: ahorcar el presupuesto de Luz y Fuerza del Centro y luego argumentar que no era eficiente en su administración y el etiquetado de irresponsabilidad por parte de sus trabajadores.
   La toma y control de sus instalaciones no solo se gestó con la presencia de la Policía Federal sino de la tropa, del ejército lo que a decir de quienes lo vieron, se desataron en una rapiña sin nombre.
   Y así como la Comisión Federal de Electricidad tomó control de muchas de las instalaciones consideradas como estratégicas, así también la Comisión Federal de Electricidad ha mostrado un desdén por todo cuanto resulte de los significados históricos o espirituales que legó Luz y Fuerza del Centro. A la Comisión Federal de Electricidad no le interesa Luz y Fuerza del Centro.
   Pero esto no es todo. Se les ha negado a los 16,599 trabajadores en resistencia su posibilidad de reinserción laboral, luego de la indignante resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de hace unos días, lo cual vino a convertirse en el derrumbe de una esperanza… no de la dignidad… no de la vida.
   Por fortuna, han sido liberados los presos (presos de conciencia, presos políticos) que, con cargos de terrorismo estuvieron más de dos años en la cárcel. Liberados con un “usted perdone…” porque no hubo nada que achacarles hasta en tanto la Comisión Federal de Electricidad y el particular que denunciaron en un principio, se desistieron al final.
  Y luego, en el recuento de los daños, el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes como liquidador, en el proceso que atiende consciente o inconscientemente desde octubre de 2009, está borrando la memoria de Luz y Fuerza del Centro. A mí, en lo personal me gustaría que respondieran entre otras preguntas a las tres siguientes:
¿Qué ha pasado con todo el patrimonio documental, histórico, estético, cinematográfico o de arqueología industrial que generó esta empresa de 1903 a 2009?
¿Intentarán borrarlo o mediante los recursos legales o institucionales que son vigentes en pro de tan incuantificable patrimonio que se genera en un país o una institución como esta, hay condiciones de que se salve porque así lo establece la ley?
¿Qué está pasando con todas nuestras pertenencias? Hace tres años y casi cinco meses que no sabemos nada de su paradero.
   Este complejo nudo de acontecimientos nos ha dejado a toda la comunidad de electricistas con una carga de sentimientos encontrados, de sensaciones que tocan las fibras más sensibles, con un resentimiento inevitable. Y es que nadie desea en este momento que lo despojen de uno de sus tesoros más preciado: el trabajo remunerado.
   Por tanto, considero como lícita nuestra expresión. Que la libertad sea lo último de donde asirnos, parece ser lo más valorado. Y si la libertad comprende la de libre expresión, aquí está uno más de los sentires, el nuestro, resultado de una ofensa, de un atentado de lesa humanidad.
   Hace unos días, leía con verdadera atención el siguiente mensaje:

Reflexiones sobre el SME

   El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha arreciado movilizaciones, con la firme convicción de lograr la reinserción de los más de 17 mil trabajadores a la CFE bajo la figura de patrón sustituto, después de que el gobierno calderonista y la actuación de un secretario del Trabajo porril dieron con tropelías la desaparición de Luz y Fuerza del Centro, para traficar con la fibra oscura y abrir la generación de la energía eléctrica al capital extranjero y de lograr la dispersión y la división de un sindicato que actuaba bajo la corriente del sindicalismo revolucionario.
   Otra opción sería la creación de una empresa paraestatal aprovechando la mano de obra y experiencia de los trabajadores electricistas. Cuando parece que se resuelve el conflicto, la derecha de dentro y fuera del gobierno sale de manera desesperada cerrando la disposición de una salida favorable, con la clara intención del golpear al sindicato. Lo inaudito es la violación de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que les había otorgado el derecho de la sustitución patronal. La cruzada del SME por la defensa del derecho al trabajo se conjunta con la lucha contra el neoliberalismo y las implicaciones desfavorables hacia las mayorías del pueblo mexicano. Al agotarse la vía legal queda la política y es donde las organizaciones sociales, políticas y sindicales debieran unificarse bajo objetivos concretos, dándose todo el apoyo y colaboración de clase para frenar de una vez por todas las políticas antiobreras del FMI y Banco Mundial.

Luis Langarica Arreola[1]

   Si en el tiempo que resta a su gestión se manifiesta como partícipe directo, y si además es posible encontrar capacidad y solidaridad para curar esta profunda herida, esa honda ofensa, la patria, los mexicanos y sobre todo, los trabajadores lo agradeceremos. Ya lo decía al principio: México es un gran país. Demostremos además que somos grandes mexicanos.

   Déjenos demostrar que somos trabajadores responsables.


Atentamente


José Francisco Coello Ugalde
Maestro en Historia y
Trabajador de la todavía en la memoria
Luz y Fuerza del Centro.


[1] Disponible febrero 28, 2013 en: http://www.jornada.unam.mx/2013/02/26/correo

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