martes, 25 de junio de 2013

ACCIONISTAS MEXICANOS DE LA COMPAÑÍA DE LUZ.

LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA. LÍNEAS DE TRANSMISIÓN… O LÍNEA DEL TIEMPO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
  
   Si hay que ir entendiendo algunos comportamientos previos a la transición que luego se concretó con la “nacionalización” de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A., ocurrida en septiembre de 1960, es preciso conocer ciertos capítulos previos como el que será motivo en la presente entrega.

ACCIONISTAS MEXICANOS DE LA COMPAÑÍA DE LUZ.

   Mediante la publicación oportuna que hicieron los diarios, un grupo importante de instituciones financieras de la capital hizo formal invitación a los inversionistas mexicanos para suscribir Certificados de Participación de Crédito Bursátil, S.A. afiliado al Banco Nacional de México, S.A., emisión respaldada con acciones preferentes y bonos de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A., y con un monto de $12,000.000.00 M.N. y Dls. 1,350,000.00.

   El anuncio de esta oferta, la primera en su género en nuestro medio destinada especialmente a los inversionistas mexicanos, fue una noticia muy favorablemente comentada en los círculos bancarios y bien recibida por el público.
   También fueron favorables los comentarios de la prensa mexicana, sobre el préstamos que la Société Financière de Transports et d´Entreprises Industrielles (Sofina) concedió a la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz por un millón de dólares, a efecto de que la colocación en México de los valores de la Compañía de Luz no significase salida de divisas del país. En la misma forma, se comentó el hecho de que el grupo de Bancos Internacionales, que en diciembre pasado había otorgado a la Compañía un crédito por tres millones de dólares, le concediera un crédito adicional por un millón de dólares, que incluyendo el crédito otorgado por Sofina, asciende ahora a cinco millones de dólares. Con estas sumas, la Compañía ha adquirido de la Comisión Federal de Electricidad el resto de la emisión de sus bonos hipotecarios en dólares, logrando con ello una economía por concepto de intereses.
   Por esta razón, el Sr. William H. Draper Jr., Presidente del Consejo de la Compañía, en su informe que rindió en la Junta Anual de Accionistas celebrada en la ciudad de Toronto, Canadá, dijo:
   “Hoy, gracias a la comprensión y cooperación del Gobierno de México; a la mejoría general en la economía mexicana y a la correspondiente mayor demanda de energía eléctrica, así como a la dedicación y esfuerzo del Presidente y Gerente General Ing. Gustave Maryssael, y de todos nuestros empleados y trabajadores en México y en Toronto, es para mí un placer informar que se ha logrado un adelanto importante en la recuperación financiera de nuestra Compañía y que vemos el futuro con confianza”.
   “Nuestra situación es más favorable, comparada con la del año pasado y la mejor posición de otras empresas de servicios públicos, son buen augurio para el futuro de las inversiones de capital privado en México”.
   La emisión de valores a que aludimos, corresponde sólo a una pequeña parte de los capitales que nuestra empresa requiere para la ejecución de sus programas de ampliación y mejoramiento. Sin embargo, todos los que colaboramos cotidianamente en nuestra Institución, debemos sentirnos satisfechos y optimistas ya que este primer paso tiende a ofrecer al inversionista mexicano, grande, mediano y pequeño, la oportunidad de ser accionista de la Empresa, al lado de los accionistas extranjeros que por muchos años han tenido confianza en su inversión y consecuentemente en el progreso del país.[1]

Entre otros aspectos del crecimiento de la empresa, estaba el de ampliar sus servicios, prestados desde un gran edificio, el que luego se convertiría en el entrañable edificio “Verónica”. Col. del autor.

   Hasta aquí con el texto. Ahora bien, la lectura del mismo deja entrever un mensaje que proviene desde la más clara posición establecida por la empresa, al grado de permitírsenos conocer las condiciones de riesgo financiero en que se mantuvo la misma durante por lo menos, los años que van de 1950 a 1955, al grado de que tuvo que disponer de recursos inyectados desde el extranjero, con la nueva opción de que tal operación estaba abierta a la inversión mexicana, primera forma con la que el financiamiento nacional se dejaba ver como forma de cooperación, aspecto que incluso alcanza a la Comisión Federal de Electricidad misma, que entonces participó en forma por demás concreta, al punto de destinar “bonos hipotecarios en dólares, logrando con ello una economía por concepto de intereses” que le era conveniente a la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. en esos momentos de apuro.
   Los nuevos proyectos de expansión y crecimiento a que estaba sometida la propia Compañía no permitían un estado de reposo. ¡Todo lo contrario! Este síntoma fue una clara muestra de su capacidad, incluso en los momentos previos a la nacionalización, aunque era de esperarse un estado depresivo en su economía, lo que fue señal clara de una urgente intervención del estado, misma que se concretó en septiembre de 1960, como ya quedó dicho al principio de las presentes reflexiones.



[1] Revista LyF, Año I, N° 12, agosto 1° de 1955, p. 2 y 3.

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