jueves, 5 de diciembre de 2013

A 100 AÑOS DE LA CREACIÓN DEL S.M.E. (1914-2014).

EL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS. A 100 AÑOS DE SU FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN. (1914-2014). (PARTE II)

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Para tener una primera idea de las cosas, me valgo en esta ocasión de algunos párrafos de la tesis de licenciatura[1] de Gabriela Nava Lozano que, entre su contenido aborda la creación del Sindicato Mexicano de Electricistas, en los siguientes términos:

   El sindicalismo electricista ha vivido, sin la menor duda, momentos de particular importancia en el desarrollo de México. En cada uno de los tres grupos de empresas eléctricas se organizaron asociaciones de trabajadores con el fin de plantear los contratos colectivos de trabajo que regirían las relaciones laborales entre los trabajadores y las empresas respectivas. El primero que se creó fue el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) el 14 de diciembre de 1914. Una resistencia de los electricistas al dominio y sometimiento de los representantes patronales extranjeros fue su eje predominante de lucha durante sus primeros meses de existencia. Estos primeros meses están en la etapa más sólida de la Revolución Mexicana, la guerra civil en pleno, y la lucha por el poder político.
   La defensa de la clase social obrera emerge con la conciencia solidaria, bajo esquemas democráticos y ante el reto evidente de obtener de los empresarios una forma elemental de negociación para mejorar las relaciones sociales de producción y de mejoramiento de las condiciones de vida. Además del Sindicato Nacional de Electricistas y Similares de la República Mexicana, para 1937 se creaba la Comisión Federal de Electricidad, que obviamente se constituyó para los trabajadores de dicha empresa.
   Las organizaciones sindicales son diferentes entre sí. El SME hizo su primera aparición espectacular con la huelga decretada el 31 de julio de 1916, encabezada por su entonces Secretario General, Ernesto Velasco. A partir de dicha huelga, el SME contó con un sentido de lucha y capacidad de organización, ya que este sindicato mantiene una amplia democracia que se manifiesta en sus asambleas generales y departamentales, además de contar con la participación de sus trabajadores que tienen derecho a participar con voz y voto, es decir tienen la prerrogativa de decidir sobre las alternativas que los afecten ya sea por las condiciones del proceso de trabajo, en las prestaciones, en cuestiones económicas o salariales, y sobre todo en la selección de sus representantes sindicales tanto generales como departamentales.
   El sindicalismo electricista surge como una nueva forma de organización obrera, asume rasgos de conciencia de clase formalizada bajo la práctica sindical misma. Define sus objetivos elementales en ese contexto, con esos debates y construye socialmente formas, procedimientos y experiencias. Como se menciona, sus propuestas y soluciones surgen de las asambleas (por lo que) este sindicato representa en la historia de México una versión interesante de sindicalismo independiente.[2]
  
En la azotea de este emblemático edificio, la subestación “La Nana”, se forjaron las primeras reuniones con un carácter eminentemente rebelde, contestatario y porqué no decirlo, hasta revolucionario, componentes que dieron forma al Sindicato Mexicano de Electricistas, de conformidad con aquel ritmo de convulsión bajo el cual se encontraba sometido nuestro país por entonces. La imagen fue tomada en 1909. Col. del autor.

   Las ideas que hasta aquí se plantean, establecen un modelo ideal de sindicalismo, mismo que se ejerció y sigue ejerciéndose, aunque dista de no alcanzar las metas y objetivos que deben haberse trazado infinidad de dirigentes, sobre todo por el hecho de que una institución de tamañas dimensiones acumula demasiados intereses, mismos que pasaron por procesos que terminaron alterando el principio de unos anhelos que no siempre se materializaron como parte de las aspiraciones de un frente común de trabajadores, cosa que no es ni fue privativa en el SME. Tal “patología” sucede en otros sindicatos, con cuadros de comportamiento muy similares. Y es que el SME, desde su creación funcionó desde sus orígenes con un estilo particular, partiendo del hecho de que su dinámica operó y sigue operando como sigue: Encontramos un fuerte caudillismo,[3] entreverado con fuertes síntomas de paternalismo,[4] clientelismo[5] y corporativismo.[6]
   Tal institución, cuyos orígenes se remontan al año de 1914 la convierten en uno de los sindicatos más longevos e influyentes en el medio de la cultura obrera mexicana. Mantiene, hasta nuestros días un permanente diálogo, pero también una lucha con su eterno enemigo: la empresa. A veces, ambas partes encuentran el equilibrio, pero otras tantas se distancian marcadamente en desacuerdos que generan –las más de las veces-, las “pérdidas no técnicas”. Una vieja sentencia parece funcionar de maravilla en estas circunstancias: “La empresa hace como que medio me paga, y yo hago como que medio trabajo”. De ahí que el equilibrio en el funcionamiento del sistema lleve las porciones correctas de lo empresarial como de lo sindical. De ahí que para que esto funcione en sus más difíciles y complicadas entrañas, es que se necesita aplicar el “sistema Luz y Fuerza”, situación en apariencia sencilla, pero que necesita un ingrediente de sentido común que produce los resultados apetecidos.
   El SME es por tanto un componente combativo que actúa de la siguiente manera: Según la postura que tome su dirigencia, es postura que respeta invariablemente la base trabajadora, aunque existan por otro lado fuertes escisiones que van vulnerando las formas de ser y de pensar al interior de sus filas. Allí están las más recientes declaraciones del recientemente reelegido Secretario General, Martín Esparza, quien ha dicho:

(que es preciso) conservar la unidad para defender la Ley Federal del Trabajo y evitar la privatización del sector, pues no han desaparecido las presiones externas para tratar de debilitar a la organización.

   Y esta otra que es aún más atrevida:

Somos plurales, aunque estamos identificados más con los partidos de izquierda.[7]

   Entre aquellos aspectos que han marcado profundamente su espíritu encontramos lo relacionado con la nacionalización de la industria eléctrica, así como el fenómeno de la privatización,[8] o el reproche permanente sobre las limitaciones en el presupuesto,[9] entre otros tantos.

   Las anteriores, son una serie de reflexiones que quedaron planteadas en mi ponencia: “106 años de manejo permanente de la electricidad en Luz y Fuerza del Centro (1903-2009)”, presentada en el Tercer Simposio Internacional de Tecnohistoria “Akira Yoshimura” el 4 de septiembre de 2009. Sede Dirección de Estudios Históricos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Mesa 9 Tecnohistoria ¿nacional o nacionalista?

CONTINUARÁ.



[1] Gabriela Nava Lozano: “Luz y Fuerza del Centro: Impacto en el área laboral-sindical ante las perspectiva de la privatización del sector eléctrico en México. 1982-2002. México, Universidad Nacional Autónoma de México. Escuela Nacional de Estudios Profesionales “Acatlán”. Seminario taller extracurricular que para obtener el título de Licenciada en Economía presenta (…), 2004. 136 p. Planos, cuadros, grafcs.
[2] Op. Cit., p. 14-15.
[3] Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE, por sus siglas): Hombre que, como cabeza, guía y manda la gente de guerra. Además: Hombre que dirige algún gremio, comunidad o cuerpo.
[4] DRAE: Tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias en la familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo; políticas, laborales, etc.
[5] DRAE: Sistema de protección y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes se acogen  a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios.
[6] DRAE: Doctrina política y social que propugna la intervención del Estado en la solución de los conflictos de orden laboral, mediante la creación de corporaciones profesionales que agrupen a trabajadores y empresarios. Además: En un grupo o sector profesional, tendencia abusiva a la solidaridad interna y a la defensa de los intereses del cuerpo.
[7] La Jornada, año 25, Nº 8961, del lunes 27 de julio de 2009, p. 14. Aún no desaparecen las “presiones” para debilitar al SME, advierte Esparza Flores.
   Además: El País, domingo 26 de julio de 2009, p. 23. Carlos Fuentes: “Partido por tres”. Para el autor de Aura la opinión que le merece la izquierda después de las elecciones intermedias de 2009 es como sigue:
   “¿Podrá la izquierda entender el cambio? El mero 12,5% del voto el 5 de julio confirma el grave descenso de sus fortalezas. Dividida, pulverizada, presa de bizantinas discusiones internas, la izquierda mexicana confirma su anacronismo, sobre todo a la luz de la experiencia socialdemócrata (…)
   “Pero pensar en una próxima renovación de la izquierda es ilusorio: la fragmentación es grande, la unidad minúscula, la anacronía evidente. Y, sin embargo, el país requiere, ante el cuadro descrito, una izquierda responsable, moderna, propositiva, y no sólo rabiosa, demagógica o desmayada.
   “Digo “moderna” y pienso en la formación partidista de un centro-izquierda socialdemócrata y de un centro-derecha demócratacristiano. Ésta es la regla lógica y sería el partidismo para el siglo XXI. Deja que los extremos se manifiesten en los extremos, pero que las posiciones centrales las ocupen la seriedad política, sujeta a la ley y a la alternancia”.
[8] Op. Cit.
[9] Ibidem. Este año, dijo (Martín Esparza), se otorgó menos de 50 por ciento del presupuesto que se presentó, y eso pasa cada año, por eso “el deterioro de la infraestructura. Calculamos que anualmente deben canalizarse 10 mil millones de pesos para mejorar la calidad del servicio, pero en este año sólo se otorgaron 3 mil millones de pesos, precisó.

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