sábado, 28 de diciembre de 2013

LA PARTICIPACIÓN DE LOS INGENIEROS EN LUZ y FUERZA DEL CENTRO DE 1903 Y HASTA NUESTROS DÍAS.

PERFILES DE LUZ, O GALERÍA DE PERSONAJES.
  
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Capítulo I


Con mi afecto entrañable y solidario.

FREDERICK STARK PEARSON

Compañeros:

   Como recordarán, en la edición del Boletín Informativo de la Representación de Ingenieros (noviembre de 2007-abril de 2009), comenzamos hace relativamente poco a dar un panorama sobre la notable presencia de ingenieros y técnicos que han pasado por las diversas etapas de lo que hoy día es Luz y Fuerza del Centro, y donde uno de los referentes que ha marcado sus destinos es y ha sido precisamente el Sindicato Mexicano de Electricistas. En una combinación de conocimiento, justicia y derechos, me parece oportuno que hagamos el recuento de quienes han sido los personajes más representativos en el ámbito que nos corresponde, así como de las obras donde han participado, destacando también, y en la medida de lo posible, el factor técnico que es también algo que nos compete.
   Considerado como el pionero de la industria eléctrica en México durante los últimos años del Porfiriato y los inicios de la Revolución, Frederick Stark Pearson fue el fundador de The Mexican Light and Power Company, Limited. Nació el 8 de julio de 1861 en Lowell, Massachusetts y murió en el ataque que sufrió el vapor Lusitania, el 7 de mayo de 1915, durante la primera Guerra Mundial. Por diversas razones se le ha confundido con Weetman Dickinson Pearson, personaje que por otro lado jugó un papel como responsable de la organización de la Compañía Mexicana de Petróleo “El Águila” así como de la compra o arrendamiento de terrenos ubicados sobre todo en torno al Golfo de México.

   Pero el también conocido como lord Cowdray nunca estuvo entre los principales accionistas de la Mexican Light and Power Company, ni formó parte de la junta de directores de esta empresa; tampoco participó en el grupo de promotores de la misma, y no fue de los contratistas que tuvieron a su cargo el diseño y construcción de las obras inmensas del complejo hidroeléctrico de Necaxa y de sus redes de transmisión. Por el contrario, Frederick Stark Pearson sí tuvo una destacada y decisiva participación en todos esos ámbitos de la mencionada empresa.
   Pearson se graduó como ingeniero electricista en 1886 y pronto se colocó en empresas tales como West End Street Railroad (como jefe de ingenieros). Asimismo también colaboró para la Metropolitan Street Railway, en Nueva York. El vínculo que muy pronto tendría nuestro personaje con México se dio gracias al hecho de que, Henry W. Whitney, gerente de la Metropolitan Street Railway, mostró preocupación por conseguir un carbón más barato, por lo cual comisiona a Pearson para formar una empresa colectiva –la Dominion Coal Company- en las minas de la isla de Cabo Breton, en Nueva Escocia, Canadá, por lo que Frederick aprovechó para contactarse con algunos miembros de la elite empresarial de Canadá, la cual le pidió asesoría técnica en forma sucesiva para la electrificación de los servicios eléctricos de Halifax, Montreal, Saint John, Toronto y Winnipeg.

   Sus primeros logros pudieron materializarse en Brasil, donde fundó la Río de Janeiro Tramway, Light and Power Co., de la que fue videpresidente. Dicho proyecto se extendió en interés hasta lugares tan alejados como la ciudad de Barcelona, a la que arribará en 1911.

   De ese modo, y con la visión empresarial en firme, Pearson involucró a administradores de empresas, aseguradores, corredores de bolsa, ingenieros y técnicos, así como grandes masas de capital de origen canadiense, belga, alemán y, sobre todo, británico, que se orientaron hacia México, país que se vio beneficiado con la creación de empresas tipo holding, asi mismo denominadas Mexican Light and Power Co., la Mexico Tramways Co. y la Mexico North Estern Railway Co.
   Tuvo a su servicio un auténtico bufete de técnicos, denominado Pearson Engineering Company con sede en Nueva York, donde no todo, desde luego salía a pedir de boca, pues se presentaron algunos imprevistos.
   Su presencia en el país, y concretamente en el futuro complejo hidroeléctrico de Necaxa se va a dar desde el 25 de enero de 1904. Como sabemos, el 24 de marzo de 1903 y en acuerdo con la Société du Necaxa, se firmó el contrato-concesión con la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización e Industria, para el aprovechamiento como fuerza motriz de las aguas de los ríos Tenango, Necaxa y Catepuxtla en Huauchinango, Puebla, con lo que se dio inicio a las obras de la planta hidroeléctrica Necaxa. El compromiso principal fue generar 11,190 Kw en un plazo no mayor a cuatro años.
   The Mexican Light and Power Company, Limited, procedió a comprar las pequeñas compañias que suministraban de energía eléctrica a la Ciudad de México y sus alrededores, como la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica (The Mexican Gas and Electric Light Company, Limited), la Compañía Mexicana de Electricidad, S. A., y la Compañía Explotadora de las Fuerzas Hidroeléctricas de San Ildefonso, S.A. A diferencia de la Societé du Necaxa (Mexique), esta compañía canadiense inició rápidamente las obras y para finales de 1905 ya se encontraba generando energía eléctrica para la Ciudad de México.[1] El nombramiento de ingeniero inspector para recibir las obras hidroeléctricas de Necaxa, fue asignado en 1906 al ingeniero Rafael Ramos Arizpe, quien supervisó las obras y emitió un dictamen favorable, terminó por afirmar que la compañía estaba en condiciones de producir 15 000 HP según se había estipulado en el artículo tercero de la concesión, un año después estaría en condiciones de producir el doble.[2]
   Obtenida la concesión para atender las necesidades de iluminación de la capital del país, la Mexican Light and Power Company siguió creciendo y a los tres años de existencia había absorbido a las tres empresas que se dedicaban a actividades similares en su zona de operaciones,[3] mientras construía su planta de Necaxa con seis unidades y una capacidad instalada de 31 500 kW.
   Otros datos de interés:
Fue la Societé Internationale d´Energie Hidroelectrique (Sidro), propietaria de la Canadian and General Fiance Company, la que creó en 1903 la Mexican Light and Power Company, Limited (Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A.). Uno de los accionistas de dicha sociedad fue el ingeniero electricista Fred Stark Pearson (1861-1915), quien tuvo importante experiencia en la inversión y explotación de minas en la República Mexicana. La nueva empresa buscaría tres objetivos inmediatos:
a)Convertir a la Mexican Light en cesionaria de la Societé du Necaxa, pues ésta tenía la concesión para utilizar las aguas de la cuenca de Necaxa para usos industriales dentro del estado de Puebla de la República Mexicana.
b)Aprovechar en gran escala los recursos hidráulicos de la cuenca de Necaxa para generar energía eléctrica y suministrarla al centro minero de El Oro y transmitir el sobrante a la Ciudad de México.
c)Lograr ayuda financiera del gobierno de Canadá para concretar lo anterior.
   Esos objetivos se logran en 1903 cuando según la Ley del Parlamento de Canadá, capítulo 153.3 Eduardo VII autoriza la creación de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza en calidad de cesionaria de la Societé du Necaxa y el 24 de marzo del mismo año el gobierno porfirista otorga la concesión para que dicha compañía aprovecha como fuerza motriz –y como ya sabemos- las aguas de los ríos Tenango, Necaxa y Catepuxtla en el Distrito de Huauchinango en el estado de Puebla. La Compañía Mexicana de Luz y Fuerza se obligó por su parte a producir en un plazo de diez años un total de 30 mil caballos de fuerza (22,080 kW) en una o más estaciones generadoras, de ahí que se le denominara Compañía Mexicana de Luz y Fuerza. Resulta interesante observar que en dicho contrato-concesión el destino de la transmisión, distribución y venta de la energía eléctrica sobrante quedaba a elección del concesionario.[4]

Capítulo II

   No conforme con lo que se había configurado, Pearson siguió adquiriendo o arrendando empresas ya existentes. También amplió su capacidad con el fin de elevar la escala de operación y así responder satisfactoriamente a la creciente demanda de energía. En sí, el proyecto hidroeléctrico de Necaxa, incluía además el hecho de construir una central generadora a 153 kilómetros de la Ciudad de México, en plena sierra norte de Puebla. Ello, por tanto implicó la construcción de cinco presas de amplias dimensiones, una de las cuales fue la segunda más grande del mundo en aquel entonces, por lo que hubo de construir un complicado y costoso sistema de túneles y canales a través de macizos y acantilados; a su vez, abrir caminos y tender vías de ferrocarril, con el propósito de transportar las treinta y cinco mil toneladas de maquinaria y dos mil toneladas de alambre de cobre, material con el que se montaría la línea de transmisión más larga del mundo de aquellos días.
   Por cierto, vale la pena mencionar que, para poder realizar una obra de las magnitudes de las de Necaxa, técnicamente debieron visualizarse estos aspectos:

Clasificación de plantas hidroeléctricas

Por la posición de la casa de máquinas respecto a la cortina, las plantas hidroeléctricas
pueden ser:
1) hidroeléctricas de río
2) hidroeléctricas con casa de máquinas junto a la cortina
3) hidroeléctricas con derivación. Son aquellas en donde la casa de máquinas se encuentra considerablemente alejada de la obra de toma en el vaso. Las derivaciones suelen tener longitudes de decenas de kilómetros. Las hidroelétricas con derivación se construyen en lugares montañosos, en donde, cuando se aleja la casa de máquinas con respecto al vaso, se obtiene un incremeneto notable en la alatura aprovechable por la planta. En esta forma se incremente la potencia y la energía de la planta. Las plantas de derivación no pueden tener potencias muy grandes a pesar de que su altura puede alcanzar 1 600 metros o más.

Y que entre sus obras principales se consideran:

1) Obra de retención, presa o dique. Para formar un embalse se requiere construir una cortina. Una presa debe de ser de menor extensión y mayor profundidad.
2) Obra de toma. Se encarga de captar el agua del embalse y canalizarla hacia la derivación o directamente a la tubería de presión de la turbina.
3) Obra de derivación. Su función es conducir el agua hasta el lugar donde se instalará la casa de máquinas, de tal manera que se tenga un incremento substancial de la altura. La longitud de las derivaciones pueden ser de decenas de kilómetros.
4) Obra puesta a presión. La puesta a presión del agua se realiza en el vaso (presa) cuando la derivación es a presión y cuando la derivación es abierta al final de ella se construye una presa de regulación diaria que alimenta las turbinas a presión.
5) Tubería de presión de la turbina o tubería de la turbina. Todas las plantas hidroeléctricas modernas trabajan en el agua a presión, ya que de lo contrario la eficiencia resulta muy baja.
6) Casa de máquinas. Es el edificio que alberga al equipo básico (Turbinas y generadores) y al equipo auxiliar, o sea, todos los dispositivos indispensables para que el equipo básico pueda funcionar adecuadamente.
Obra de desfogue. El desfogue es la conducción del agua que sale de la turbina hasta el lugar de descarga. Puede ser túnel, canal o simplemente no existir en ciertos tipos de planta.

   El sistema hidroeléctrico de Necaxa fue la base de la Mexican Ligth and Power, mismo que comenzó a construirse en 1903 y se concluyó en 1910. Era un gran proyecto de complejidad técnica, que incluía varias cortinas (la más alta de 58 metros y del tipo de enrocamiento por 430 m de largo) y veintiséis túneles para aprovechar de mejor manera varias caídas de agua con un total de mil metros en menos de seis kilómetros que conectaban los ríos y corrientes que surtían las presas. Llegó a ocupar más de 7 mil trabajadores y se transportaron 35 mil toneladas de maquinarias y materiales. Hubo que construir líneas de ferrocarril de 23 millas de longitud y carreteras para el traslado de maquinaria de ese volumen de carga.
   Las obras consistían en cinco embalses artificiales con una capacidad de 171 millones de metros cúbicos. En 1910 los generadores tenían la capacidad de 100 000 caballos de fuerza; la energía era enviada a través de 320 kilómetros de líneas hacia la Ciudad de México y, de manera preponderante, a las minas de Oro.

   La formación del sistema hidroeléctrico de Necaxa fue conformado a partir de la combinación de múltiples elementos; su contexto ‘natural’ fue una de las regiones más ásperas e inaccesibles de la sierra oriental. Pero también contaba con un ramaje de ríos que producían caídas naturales en una región ubicada entre los principales mercados de energía.
   En este apartado haremos el seguimiento de las diferentes etapas de la construcción de la central hidroeléctrica de Necaxa correspondiente al periodo de 1895 a 1906. Para ello se utilizó como fuente principal una serie de informes y correspondencia establecida entre la Secretaría de Fomento y la Sociedad de Necaxa, en la primera etapa, posteriormente, a partir de 1903 con la Mexican Ligth and Power Company. Todos los trabajos allí fueron muestra de la aplicación del gran reto frente a la naturaleza, así como de la innovación tecnológica que puso a los hombres de aquel tiempo frente a una nueva realidad.
   Varios fueron los alardes técnicos que se aplicaron en aquel entonces, con lo que se tuvo la posibilidad de tender una de las líneas de transmisión de grandes dimensiones, respecto a este asunto, nos dice Laura L. González Gutiérrez[5]:

las líneas de transmisión comprendían una doble fila central de Necaxa a México de 156 kilómetros y de ésta ciudad al Oro de 122 kilómetros o sea un total de 278 kilómetros. Para las líneas de transmisión se emplearon tres mil torres de acero, llevando cada una tres circuitos de alambre de cobre, entre Necaxa y México, y una línea de dos alambres entre México y el Oro. El alambre de cobre empleado es torcido con capacidad de 6 000 voltíos las líneas desde México hasta el Oro Transmitiendo 40 000 caballos de fuerza con una pérdida no menor de 8% y desde el Oro 10 000 caballos de fuerza con 5% de pérdida. Según se calculaba a 84 000 voltíos, estas líneas transmitirían dos veces más fuerza con la misma pérdida. Para aumentar hasta este voltaje sin peligro todos los aisladores se adaptaron del tipo “Río Type” Esta línea suspendida se concebía como “la más larga que jamás se haya emprendido desde una sola planta de fuerza” 35. Es decir daba inicio el surgimiento de la industria eléctrica en nuestro país.

   Entre el equipo adquirido, estaba varias turbinas hidráulicas de la casa Escher Wyss, de Zurich, seis generadores de corriente alterna de 6250 kW cada uno, de la marca Siemens-Schuckertwerke, de Alemania, así como varios transformadores General Electric, de fabricación norteamericana. Dicha adquisición se realizó a través de la Pearson Engineering Company, bajo la coordinación de W. P. Plummer, aunque diseño y dirección de la obra estuvieron bajo la supervisión de Pearson, quien se apoyó de otros tantos ingenieros que procedían de la misma institución en la que él había obtenido el título de Ingeniero en 1886: la Tufts College. Vale la pena enterarnos que el Ingeniero residente fue Walter Diem; el puesto de Ingeniero Superintendente de Construcción fue ocupado tanto por Hugh L. Cooper como por Albert Carr. El Ingeniero Electrcistas fue F. S. Hyde; el encargado de la obra hidráulica, concretamente de la presa de Tezcapa, fue el ingeniero James D. Schuyler, quien años más tarde fue elegido por el presidente de los Estados Unidos, W. H. Taft para el viaje de inspección que este realizó por el Canal de Panamá, el cual se construía por entonces.

   Entre todo aquel conjunto de técnicos extranjeros, tuvieron a bien participar otros tantos profesionales mexicanos, encabezados, como ya se dijo en su momento, por el Ingeniero Rafael Ramos Arizpe, quien en 1906 dictaminó que la compañía estaba en condiciones de producir 15 000 HP, e incluso se adelantó a pronosticar que para un año más tarde dicha producción se duplicaría sin ningún problema. Además de Ramos Arizpe, también colaboraron los siguientes ingenieros mexicanos en la obra de Necaxa:

Federico Trigueros Glennie
Adolfo Díaz Rugama
Gabriel M. Oropesa
Carlos S. Chávez Solano
Eduardo Martínez Baca
Guillermo Beltrán y Puga
Andrés Aldasoro, y
Javier Díaz Lombardo, de quienes nos ocuparemos en los siguientes capítulos.

Capítulo III

ESCUELAS Y MATERIAS PARA LOS PROFESIONALES.

   Como apuntábamos en el capítulo anterior, fueron nueve los ingenieros de nacionalidad mexicana que estuvieron cerca por primera vez en el proyecto de la hidroeléctrica de Necaxa, una obra originalmente detentada, controlada y supervisada por empresarios, accionistas e ingenieros extranjeros. Este grupo de nacionales, se constituyó por las siguientes personas:

Rafael Ramos Arizpe
Federico Trigueros Glennie
Adolfo Díaz Rugama
Gabriel M. Oropesa
Carlos S. Chávez Solano
Eduardo Martínez Baca
Guillermo Beltrán y Puga
Andrés Aldasoro, y
Javier Díaz Lombardo.

   Sin embargo, hoy no entenderíamos perfectamente esa participación, si para ello no mencionamos el hecho de que la mayoría de ellos fueron egresados de la Escuela Nacional de Ingenieros, misma que, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX llegó a ofrecer en sus planes de estudios siete distintas profesiones, a saber: Ingeniero de Minas y Metalurgista, Ensayador y Apartador de Metales, Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo, Ingeniero Geógrafo, Ingeniero Industrial (o mecánico), Ingeniero Civil e Ingeniero Electricista. Esta última carrera era la que más cursos de electricidad impartía, de ahí que parezca importante conocer cómo estaban integrados los planes de estudio, referente que podría servirnos para comparar lo que ha avanzado en estos tiempos el panorama de formación profesional en las instituciones educativas de alto nivel.
   A finales del siglo XIX, el estudiantado quedaba sujeto a las siguientes materias:
Primer año.-
Potencial eléctrico, capacidad eléctrica, condensadores, aparatos de medida electro-estática, máquinas eléctricas, pila eléctrica, corrientes eléctricas, termo-electricidad, magnetismo, magnetismo terrestre, electro-magnetismo, acciones electro-magnéticas, imantación por las corrientes, inducción, galvanómetro, determinación del ohm, máquinas de corriente constante, máquinas de corriente continuas, máquinas de corrientes alternativas, alumbrado eléctrico, galvanoplastia, telegrafía eléctrica, electricidad atmosférica, líneas eléctricas, conductores, canalizaciones eléctricas, telegrafía y telefonía, teoría de la transmisión de señales, aplicaciones de la electricidad a la ingeniería civil.
   En tanto que para el segundo año lo que estudiaban eran los siguientes temas o materias:
Alumbrado eléctrico, transporte eléctrico de la fuerza, tracción eléctrica, electrometalurgia y aplicaciones industriales diversas. Además de los cursos de electricidad tenían que acreditar los de matemáticas, de mecánica analítica y aplicada, y algunas veces estudiaban temas de termodinámica y óptica. En cuanto a la literatura de soporte, se encontraban “clásicos” como Leçons sur lélectricité de Eric Gerard, y Electricite Industrieélle de D. Monier.
   Aprovecho para comentar que buena parte de estos valiosos datos los cuales he venido compartiendo con ustedes, están tomados de un importante texto elaborado tanto por E. A. Martínez Miranda y M. de la Paz Ramos Lara que trabajaron el tema: “La física y la formación de los ingenieros mexicanos que colaboraron en el magno proyecto hidroeléctrico de Necaxa”, publicado en la Revista Mexicana de Física de junio de 2005 (p. 37-44) así como por la que apareció en la Revista de la Universidad Nº 545 de junio de 1996, en cuyo contenido (p. 35-39), Ernesto Godoy Dárdano escribió el interesante ensayo: “Un ingeniero y su imperio: Frederick Stark Pearson”.

   En la continuación de estas notas es preciso recalcar que la mayor parte de los ingenieros que colaboraron en las obras fueron egresados de la ya conocida Escuela Nacional de Ingenieros, los cuales procedían de carreras tales como: Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo; Ingeniero Geógrafo; Ingeniero de Caminos, Puertos y Canales (o civil); e Ingeniero de Minas. Tanto Martínez Mirada y M. de la Paz Ramos en “La física y la formación de los ingenieros mexicanos…”, texto ya citado, indican que ninguna de estas profesiones tenía como curso obligatorio el de electricidad.
   Por eso es que nuestros autores se cuestionan ¿qué cursos de física acreditaron los ingenieros mexicanos que inspeccionaron las obras hidroeléctricas de Necaxa? En realidad, las materias más demandadas eran, por otro lado mecánica analítica, estática y dinámica, aplicaciones en hidráulica y diversos tipos de máquinas (como las de vapor).
   También sabemos con toda precisión que en 1903, la Mexican Light and Power Company, Limited contrató al ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo mexicano Federico Trigueros Glennie (1872-1933), quien egresó de la conocida escuela en 1902. En Necaxa fue colaborador de los ingenieros residentes Fritz Walti y Walter Diem. Ahora bien, y sin menospreciar a los otros profesionales que también se adhirieron al proyecto de la hidroeléctrica, sólo Rafael Ramos Arizpe tuvo una formación en el extranjeros que lo llevó a convertirse en Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo y telegrafista, cuyo título obtuvo en 1885.

Nota: Hasta aquí fue posible llegar en el presente empeño. Eran los aciagos días en que el decreto de extinción estaba a punto de pulverizar a Luz y Fuerza del Centro. Fueron materiales preparados para el Boletín Informativo de la Representación de Ingenieros.



[1] “Bodas de Plata de la Cia. Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A.”, Electra. El Magazine de Luz y Fuerza y Tranvías (México, Año III, Nº 35, junio de 1928).
[2] Archivo Histórico del Agua (AHA, por sus siglas), Fondo Aprovechamientos Superficiales, caja 4191, exp. 56584, fs. 2-16.
[3] Compañía Mexicana de Electricidad, Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica y Compañía Explotadora de las Fuerzas Eléctricas de San Ildefonso.
[4] Campos Aragón, Leticia: La electricidad en la Ciudad de México y área conurbada. México, Siglo veintiuno editores. 422 p. Ils., fots., cuadros, maps. (Economía y demografía)., p. 108-9.
[5] Laura L. González Gutiérrez: “La hidroelectrificación en México. El caso de Necaxa, 1895-1906”. México, Universidad Autónoma Metropolitana, División de Ciencias Sociales y Humanidades. Licenciatura en Historia, 2003. Edición digital. 91 p., 77.

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