POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Pareciera que la sola circunstancia del tema
fuese suficiente para ahuyentarme de mis propósitos por acercarme a la
explicación de la misma. Y así es. Vuelvo a la carga en el entendido de “aplicarme”
cada vez más sobre los significados y misterios que pone de por medio la
interpretación y explicación de lo que fue, es y ha sido el SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS.
El asunto no es fácil, por donde quiera
mirársele y para acceder a sus complejos territorios hay que hacerlo con sumo
cuidado, evitando caer en la tentación de cualquier suspicacia, fascinación o
coqueteo que nos desvíen de sus propósitos originales. Hacerlo en este caso
concreto, supone elaborar una “hoja de ruta” muy especial, debido a que no sólo
recibió duros golpes “arriba” y “abajo”, sino que se sometió al más tremendo de
ellos en octubre de 2009, cuando el estado decide extinguir al patrón con quien
tiene convenida una de las esencias más anheladas por la clase obrera: la
materia de trabajo. Cuando es extinta Luz
y Fuerza del Centro –empresa en la que trabajamos los 45 mil despedidos en
aquel entonces, más el resto de un grupo cercano a los 20 mil jubilados-, la
primer pregunta de las muchas que luego se plantearían fue: ¿Qué hará el S.M.E.
para resolver tamaño conflicto, si es un sindicato que no tendrá, en la
contraparte nada más que hacer, si no existe el patrón?
Y de ahí en adelante, el torrente de otras
tantas cuestiones se sucedió y ha seguido sucediéndose, en el afán de que
encontremos diversas respuestas y explicaciones al posicionamiento del S.M.E.
ya no solo en ese capítulo difícil de reponer (irreversible, si se entiende
mejor), sino de todo lo que se había construido atrás, de 2009 mismo apuntando
hacia sus mismos orígenes, en diciembre de 1914.
En efecto, toda la culpa no le corresponde
ni al S.M.E. ni tampoco a Luz y Fuerza del Centro. Se concentraron en estas
épocas diversos factores que detonaron en la peor de las pesadillas que es esa
fantasiosa ilusión de la Reforma Energética, de la cual, y en términos de
absoluta falta de respeto se comienzan a dar escenarios sobre la que será la “puesta
en marcha” real, misma que, si bien nos va, ocurrirá hasta el 2018 o comienzos
del 2019. Es decir, cuando varios gobiernos, tecnócratas, de derecha y ahora el
de un nuevo P.R.I. que ya no se corresponde con la realidad del país, sino la
de un propio partido que debe recuperar credibilidad en la teoría; no en la
práctica. Todos ellos procesaron la receta venida desde lo más fino y oscuro de
esa capacidad del poder, plantada en la modernidad, en el neoliberalismo y en
el mandato de los países poderosos que han establecido sus condiciones, mismas
que han procurado exterminar –aquí y allá-, a un conjunto valioso de
trabajadores, a plantillas de trabajo completas. A empresas que desaparece, y
lo que queda de ellas pasan a formar parte de otro conjunto hecho a la “medida”
de las nuevas conveniencias. Y eso ya ha pasado en forma por demás contundente
en nuestro propio país, al grado de que quien quiera encontrar un trabajo,
encontrará en el “outsourcing” y las recientes modalidades que apuestan a no
favorecer al trabajador, el medio eficaz para obtener a cambio, y con muchas
horas laborables, un ingreso que no corresponde a la realidad. Encontrarán también
que para poder ser admitidos en un trabajo, los límites de edad caen como una
losa, y esto ocurre tanto para mujeres como para hombres. Si aquel que aspira a
un trabajo digno, porque además ostenta, con el deber cumplido, los máximos
estudios, y me refiero en este caso concreto al “Doctorado”, no podrá pasar de
cierta edad pues ya no servirá para los fines establecidos por ese mandato “maldito”
que pone lo mismo, al estudiante con puntos de preparación intelectual
envidiables, en circunstancias similares a aquel que apenas ha terminado cierto
nivel de educación. Y esto lo planteo no con el propósito de comparar, sino decir
que para uno o para otro, las condiciones de y para el trabajo son injustas,
limitadas. Lo tomas o lo dejas, esa es la cuestión.
Con trasfondos de esa naturaleza es como
debemos comenzar a valorar el significado y el papel que jugó en su momento un
S.M.E. vigoroso, fuerte, contestatario, rebelde, autónomo, capaz de encabezar
el liderazgo intelectual entre sus agremiados y permearlo en otros ámbitos
sindicales, para ser y convertirse en el referente que ostentó durante muchos
años. Hoy, los conserva, los mantiene pero ya bajo otras realidades. Hoy se
enfrenta a una nueva revisión capaz de permitirnos entender porqué el propio
S.M.E. cayó en conflicto, y si se corrompieron sus estructuras internas, porqué
causa. Cuándo empezó la verdadera decadencia del Sindicato y dónde estuvieron
las fallas, pero también porqué razón no se aplicaron los correctivos a tiempo.
Hay que explicarnos porqué hoy día el S.M.E. se ha vuelto un abrevadero de
esperanzas, a más de cuatro años de que se suscitó el conflicto, y afloran las
utopías de su pervivencias. Allí está el famoso grupo de la “Resistencia” (a
quien respeto en lo más profundo, aunque no comparta sus ideales), aferrado
como a un hierro ardiendo, en espera de una solución que simple y sencillamente
no lo hay… y no sabemos si la habrá.
Esa composición orgánica que fue modelo a
seguir, ¿dónde quedó?
¿A causa de qué razones se produjo la
fractura fatal del S.M.E. hasta convertirlo en tres unidades perfectamente
definidas en la actualidad, incluyendo las facciones independientes que
surgieron tras la pulverización de Luz y Fuerza del Centro?
Todo esto y aún más, tiene explicación. Es cosa
de que con reposo y más razón que pasión, demos paso a los argumentos más
creíbles para entender ese estado de cosas.
CONTINUARÁ.
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