EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Una parte muy sólida del movimiento de
resistencia, integrado por cerca de 15 mil compañeros del SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS ha reiniciado sus
movilizaciones en aras de encontrar la prometida reinserción laboral ofrecida
por el actual gobierno, desde abril de 2013. Lamentablemente, y a casi un año
de aquella promesa no ha sucedido absolutamente nada, lo que definitivamente ofende
a cualquier persona o trabajador los cuales fincaron sus esperanzas en esa
nueva expresión de gobierno. En medio de esas circunstancias, una batalla
interna sigue degradando la imagen del propio S.M.E. como puede observarse en el siguiente desplegado:
La Jornada, D.F., del 10 de
febrero de 2014, p. 42
Al día siguiente de su publicación,
evidentemente hubo reacciones hacia el mismo:
La Jornada, D.F., del 11 de
febrero de 2014, p. 2.
Los tiempos que corren demandan una justa
revisión sobre el significado que hoy día tiene el Sindicato Mexicano de Electricistas,
precisamente cuando la misma institución se encuentra a unos meses de
conmemorar el centenario de su creación. Hasta ahora, no he encontrado un
empeño, ni de sus dirigentes, pero tampoco de otros estudiosos en acercarse a
realizar un análisis a fondo. Considero que, de dicho ejercicio habrán de salir
infinidad de conclusiones, mismas que tendrán que ser sopesadas para estimar
qué futuro se pretende para el propio S.M.E. Por años fue un referente, modelo
de sindicalismo combativo. Al interior del mismo se percibía la carga
ideológica que lo hizo posible y vigente en un país cuyos dirigentes respetaron
sus principios. Con el tiempo, y como toda unidad orgánica, que lo es, se
vinieron presentando descomposición y fractura de sus principales columnas,
tanto con la presencia de algunos dirigentes que no se comprometieron con la
causa, como con las propias ideologías y principios que perdieron esencia. Eso hay
que reconocerlo. El golpe de octubre de 2009 no fue casual para el propio
S.M.E., independientemente de la artera e infeliz decisión que consumaron los
tristemente célebres Calderón, Lozano, Georgina Keseel y otros, al amparo de un
cúmulo de mentiras que vino a ser la “tapadera” con la que pretendieron
acusarnos de irresponsables (como trabajadores), o de que la empresa ya no era
viable por sus excesos presupuestales. Pero el verdadero fondo del asunto tuvo
que ver con la preparación del camino para consolidar los intereses habidos con
la consolidación de la reforma energética, y de la que ahora son, en
particular, los propios trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad el
próximo blanco de ataque del gobierno en turno o del que siga… a menos que el
pueblo decida un cambio de ruta en una opción política distinta e incluso
honesta. Preferiríamos políticos correctos que corruptos.
En fin, que la moneda está en el aire, y es
el momento de revalorar la trayectoria histórica de esta institución ejemplar. Me
refiero, no podía ser de otra forma que al Sindicato Mexicano de Electricistas.
El próximo 14 de diciembre, al llegar a sus 100 años de existencia, esperamos contar
para entonces con una nueva visión de su impronta. Que así sea.
20 de febrero de
2014.
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