martes, 20 de mayo de 2014

POEMAS DE FERNANDO CELADA, “EL CANTOR DEL PROLETARIADO”.

LUZ… A LOS POETAS. FUERZA… A LOS POETAS.

SELECCIÓN DE: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

EN LA FRAGUA

Bajo una atmósfera ardiente
de asfixiante reverbero,
ceñido el mandil de cuero
y en actitud colosal,
saca el hierro enrojecido
el cíclope de la hornaza
y lo forja y lo adelgaza
con el martillo triunfal.

Al firme golpe del mazo,
brota una lluvia de chispas
que como rojas avispas
zumban en sordo rumor,
y es una música heroica
la que da el yunque de acero,
cuando descarga el herrero
su golpe de forjador.

Y dice el hierro: “Soy gloria,
soy resistencia, soy vida,
y tu mano encallecida
me ablanda con tu vigor.
Hace de mí lo que quiere
la idea que en tu mente late:
espada para el combate
y arado para el alcor.

Muchas veces me has forjado
para instrumento de lidia,
y muchas para perfidia
me convertiste en puñal;
otras, hiciste eslabones
con el poder de mis venas,
para forjar las cadenas
de la esclavitud fatal.

Hoy que también eres libre,
no me ablandes como entonces
para convertirme en bronces
que causen la destrucción.
Ya el extranjero insolente
con la patria no trafica:
¡No me hagas yelmo, ni pica,
ni machete, ni cañón!

Hazme estatua duradera
que de tus héroes sea gloria;
buril que alcance victoria
en las luchas del Taller;
barreno que abra los montes
y forme el túnel espeso,
para que pase el progreso
que al mundo ha de conmover.

Hazme arado, riel, martillo,
alambre, locomotora;
hazme una fuerza creadora
de progreso universal.
¡Soy el hierro: dame formas
con tu yunque y con tu maza;
que me oprima tu tenaza
con su fuerza colosal!

Pero si la Patria sufre
alguna extraña perfidia
y se aprestan a la lidia
sus hijos, con dignidad,
enciende pronto la fragua,
apresta el yunque y golpea;
fórjame arma de pelea,
arma de la libertad.

Convierte el arada en plea
vibradora y acerada,
el barreno en firme espada
y el pedestal en cañón!
Y no descanses, herrero;
forja y retuerce sin calma…
¡Convierte en martillo tu alma
y en yunque tu corazón!

EN LA FÁBRICA

Abriéndose en hileras de urdimbre complicada,
se agitan los telares con musical rumor,
y van entretejiendo la fibra delicada
que ha de cubrir al pobre lo mismo que al señor.

Como cordajes breves de límpidas alburas,
los hilos a millares sacuden su tensión,
y el fabricante cuida y enlaza las roturas
que causan en las hebras las motas de algodón.

Los hilos que recorren aquella rueca breve,
se enlazan a otros hilos de forma transversal,
como si fueran copos de escarmenada nieve
entrelazando el seco ramaje de un rosal.

Los carreteles crujen repletos con su trama
que hilan y desenredan los peines a la vez;
y todo aquel cordaje sutil se desparrama
sobre los bastidores de hilada tirantez.

Giran vertiginosos carretes y redinas,
que cantan al trabajo sublime y redentor
y restiran los tórculos las leves muselinas
que ya con forma artística se enredan al tambor.

Cruje la maquinaria con ecos soberanos
y sobre la grandeza de aquel gigante altar,
levanta el pueblo noble con su millón de manos,
las hostias con que vuelve solícito a su hogar.

¡Oh lucha de los pobres!... ¡Oh batalla del arte!
Tu vigor es progreso, tu progreso es altar:
cada fábrica abierta, para ti es un baluarte,
cada obrero un soldado, cada triunfo un telar.

Mientras que cantan gloria tus altas chimeneas
y escarmenados se unen tus copos de algodón,
identifico mi alma con tus mismas ideas
y con tus mismas ansias lleno mi corazón.

MARTILLOS Y YUNQUES

Tienen como una orquesta maravillosa
el yunque y el martillo su diapasón,
y forman una música cadenciosa
aplastando los hierros junto al fogón.

De su cordaje férreo la escala en coro,
sube, como el incienso sobre el altar,
envuelta en un enjambre de chispas de oro
que las fraguas arrojan al resollar.

Los colosales ecos de aquella orquesta
arrullan al herrero, que como un dios,
sobre la lira yunque, rimando asesta
violentos martillazos de dos en dos.

¿Qué forjarán?... ¿El hierro para los bravos
que luchan por el triunfo de la igualdad,
o la triste cadena de los esclavos
que en sus prisiones lloran su libertad?

¿Forjarán los cañones para la guerra,
o el riel para el grandioso ferrocarril;
o el provechoso arado para la tierra,
o la reja del antro protervo y vil?

Herrero: ya no aceres hierro que mate…
Si junto al yunque luchas firme y tenaz,
no forjes instrumentos para el combate,
forja bronces eternos para la paz! 

Fernando Celada, poeta y autor de estos versos que hoy vienen a rememorarlo.


LUX. La revista de los trabajadores. Año XVIII, Números 11 y 12. Noviembre y diciembre de 1945, p. 45. Colección: “Fátima Alvarado”.

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