LA LUZ y LA FUERZA DE UNA FOTOGRAFÍA. IMÁGENES HISTÓRICAS PUBLICADAS EN EL
BLOG: LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.
POR:
JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Col. del autor.
Mejor conocido como el día de Nuestra Señora de la luz, era uno de los más esperados
durante la semana, o la quincena, según fuese el caso o la época.
Largas
listas en las que no necesariamente se podían escuchar estos versos, que dan
forma a la oración de Nuestra Señora de la Luz:
Madre y señora, tú
eres luz que disipas la sombra del engaño;
tú eres la dulzura que deleita al corazón
y eres la poderosa madre en quien espero y confío.
tú eres la dulzura que deleita al corazón
y eres la poderosa madre en quien espero y confío.
Aleja de mi todo
peligro; guárdame, señora,
y en estos ocho días recíbeme por tuyo;
yo volveré, señora, a tus santísimos pies;
yo daré a mi corazón la dicha de saludarte,
y yo renovaré el amor que desde hoy te ofrezco.
y en estos ocho días recíbeme por tuyo;
yo volveré, señora, a tus santísimos pies;
yo daré a mi corazón la dicha de saludarte,
y yo renovaré el amor que desde hoy te ofrezco.
Ángeles de la patria
celestial, alabad por mi
a la madre santísima de la luz;
Dios y Señor de la majestad y grandeza,
pues sólo vos sabéis lo que es María,
ensalzadla y engrandecedla y tú,
madre y señora, admite mi corazón;
las necesidades que tiene tú lo sabes; remédialas;
derrama el bálsamo suavísimo de tu amor;
haz que en todas mis acciones te llame madre de la luz;
alúmbrame, compadécete de mi, y no permitas
que sea presa del demonio; y haz que,
pues te portas como mi madre, yo me porte
como tu hijo. Amén.
a la madre santísima de la luz;
Dios y Señor de la majestad y grandeza,
pues sólo vos sabéis lo que es María,
ensalzadla y engrandecedla y tú,
madre y señora, admite mi corazón;
las necesidades que tiene tú lo sabes; remédialas;
derrama el bálsamo suavísimo de tu amor;
haz que en todas mis acciones te llame madre de la luz;
alúmbrame, compadécete de mi, y no permitas
que sea presa del demonio; y haz que,
pues te portas como mi madre, yo me porte
como tu hijo. Amén.
…sino algo más de rompe y rasga.
Y es
que en esas tremendas filas o “colas” se forjaba la ilusión de cobrar la raya
respectiva, con la que los trabajadores tendrían razón suficiente para llegar a
casa y garantizar el sustento, la educación y otros aspectos en beneficio de
los suyos. Otros, quizá más relajados, tendrían en ese sueldo la posibilidad de
poder pagar una deuda, o una “letra” de la deuda que se echaron encima. Algunos
más, sólo pensaban la forma en que lo “quemarían” yéndose a la cantina o
pulquería, con los amigotes hasta perderse de borrachos y no saber del o los susodichos
hasta pasados varios días.
Todos
ellos fueron quienes en los primeros días de las grandes obras en Necaxa, allá
por los años que van de 1903 a 1910, se entregaron en las jornadas sin más
herramienta que sus manos, cuando todavía los ideales de la Seguridad e Higiene
estaban previstos, por lo que en muchas ocasiones, cargaban las piedras en
mecapales, cual tamemes desde los sitios más inhóspitos, hasta depositarlos en
donde se concentrara el cascajo. Esos indios zacapoaxtlas mostraron capacidades
que deben haber asombrado a los “Jefes” de la obra.
La fotografía
que acompaña estos párrafos, deja ver que en la planta de Necaxa, y desde un
principio, se establecieron diversas instalaciones propias de una obra en
proceso. No podía faltar la bodega, el comedor, los amplios patios para colocar
los materiales a intemperie y la administración, sitio que se aprecia al fondo,
y donde desde temprana hora se aparecía el “pagador” para cumplir con la
sacrosanta misión de pagar los salarios correspondientes.
¡Cómo extrañamos este momento!
Dile al
tiempo que vuelva…
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