LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA y
SUS AUTORES INVITADOS.
SELECCIÓN DE: JOSÉ FRANCISCO COELLO
UGALDE.
El presente texto, fue localizado en el
portal de internet
Para nuestra comunidad, es
urgente seguir localizando un tipo de información que permita hacernos
entender, de manera clara e imparcial los acontecimientos que constituyeron una
buena parte de la historia de la electricidad en este país durante el siglo XX.
De otra forma, será imposible seguir teniendo apenas unas cuantas referencias
que no nos sirven de gran cosa, pero que causan reacciones que lindan con el
dogmatismo y se crean paradigmas que deben superarse, siempre y cuando estas
figuras queden integradas en todo aquel esfuerzo por replantearse el pasado, en
aras de entender con mejores propósitos un presente que comienza a ser rebasado
por un futuro lleno de incertidumbres, sobre todo ahora que se ha dejado al
país en manos del destino más incierto en términos de la aprobación de la
Reforma Energética y sus Leyes Secundarias. Con la extinción de Luz y Fuerza
del Centro ese bloque neoliberal dio el primer gran paso para controlar la
infraestructura eléctrica de este país, que sólo administra otra empresa
también en riesgo de desaparecer. Me refiero a Comisión Federal de
Electricidad. Ojalá que las siguientes reflexiones, nos permitan conocer un
poco más, y así entender en qué medida se articuló o desarticuló la industria
eléctrica en México.
D. Bahen [1]
FRENTE DE TRABAJADORES DE LA ENERGIA
energia@fte-energia.org
FRENTE DE TRABAJADORES DE LA ENERGIA
energia@fte-energia.org
RESUMEN: La nacionalización eléctrica fue una propuesta de los electricistas que representa un histórico triunfo para la nación. El sector más consciente de los trabajadores sacó dos conclusiones acertadas: unidad sindical e integración industrial, mismas que se llevaron a la práctica. La nacionalización se interrumpió, incluso, se ha revertido hacia un proceso desnacionalizador. Las banderas de los electricistas democráticos, sin embargo, siguen vigentes.
1- Introducción
A diferencia de la expropiación petrolera, cuando las masas mexicanas
irrumpieron en las calles en apoyo solidario, en el caso de la nacionalización
eléctrica no hubo manifestaciones populares. Eso no quiere decir que la medida
careciera de apoyo popular. De hecho, la experiencia negativa derivada del mal
servicio que proporcionaban las empresas eléctricas extranjeras, hacía que
hubiera un clamor entre la población para que la situación cambiara.
La demanda de la nacionalización estaba presente, también, entre varios
sectores progresistas. Pero fueron los electricistas, especialmente en el
interior del país, los que impulsaron la nacionalización. Cuando ésta se
anunció los electricistas fueron los primeros en saludar el acontecimiento y
apoyarlo. En contraste, sectores de la izquierda y la derecha criticaron la decisión
con débiles pero malévolos argumentos
Desde el primer momento, se manifestó una gran incomprensión sobre la
nacionalización eléctrica. En algunos sectores, incluso obreros, la situación
continuó y se prolongó hasta el presente.
Pero fue, precisamente, el sector electricista más avanzado el que comprendió cabalmente su significado y alcances de la nacionalización sacando las conclusiones acertadas ante la misma. Las conclusiones no fueron declarativas sino prácticas y oportunas. Esas conclusiones, la unidad sindical y la integración industrial, permitieron que la nacionalización se hiciera realidad. Mucho se avanzó en la reorganización del trabajo eléctrico, especialmente, con la unificación de frecuencia y la interconexión del Sistema Eléctrico Nacional. En materia sindical también se avanzó si bien no totalmente.
Pero fue, precisamente, el sector electricista más avanzado el que comprendió cabalmente su significado y alcances de la nacionalización sacando las conclusiones acertadas ante la misma. Las conclusiones no fueron declarativas sino prácticas y oportunas. Esas conclusiones, la unidad sindical y la integración industrial, permitieron que la nacionalización se hiciera realidad. Mucho se avanzó en la reorganización del trabajo eléctrico, especialmente, con la unificación de frecuencia y la interconexión del Sistema Eléctrico Nacional. En materia sindical también se avanzó si bien no totalmente.
Después, sin la presencia de los electricistas democráticos, mismos que
fuimos reprimidos política y militarmente por el Estado, la situación tomó un
giro radical. La nacionalización no solamente se interrumpió sino se revirtió
pervirtiéndola. A partir de las reformas regresivas a la Ley del Servicio
Público de Energía Eléctrica, se inició un proceso de privatización eléctrica
furtiva. Más de 300 transnacionales, filiales, prestanombres y socios, tienen
en propiedad privada más del 50% de la capacidad de generación eléctrica total
a nivel nacional.
Hoy, en el 50 aniversario de la nacionalización eléctrica, los trabajadores y la nación nos encontramos ante un serio proceso de desnacionalización energética, incluidos todos los energéticos primarios, sean renovables o no renovables, así como la energía eléctrica.
Hoy, en el 50 aniversario de la nacionalización eléctrica, los trabajadores y la nación nos encontramos ante un serio proceso de desnacionalización energética, incluidos todos los energéticos primarios, sean renovables o no renovables, así como la energía eléctrica.
Grandes retos y desafíos enfrentamos como nación. En materia eléctrica,
el FTE de México propone levantar la bandera de la re-nacionalización en un
“comenzar de nuevo” de la insurgencia obrera. Esta propuesta, en las nuevas
condiciones, tiene como base las grandes discusiones de los electricistas
nacionalizadores.
En este 50 aniversario, consideramos conveniente hacer un examen de los
momentos inmediatamente anteriores, y posteriores, a la nacionalización. Esto
lo estimamos pertinente para hacer una reflexión de conjunto y, así como en su
momento se sacaron conclusiones acertadas, aprendamos de la experiencia y
proyectemos acciones tácticas y estratégicas correctas, en el contexto de las
actuales condiciones de la lucha de clases.
El FTE de México reconoce y valora ampliamente las aportaciones de los
electricistas nacionalizadores. Esa lucha debe estudiarse pues la incomprensión
sigue en medio de una severa ofensiva del capital.
¡Discutamos entre todos las implicaciones de la nacionalización
eléctrica y tomemos acciones consecuentes! He allí una de las grandes tareas
políticas del momento.
La formación de la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y
Comunicaciones Eléctricas (FNTICE) significó un decisivo paso para la
insurgencia obrera
2- En marcha la insurgencia obrera
2.1 Avances, retrocesos y crisis
Los electricistas de provincias se unifican. Es 1952. Setenta sindicatos
se integran en la Federación Nacional de Trabajadores Electricistas de la
República Mexicana, la FNTICE, resultado de la fusión de la Federación Nacional
de Trabajadores de la Industria Eléctrica y la Federación Mexicana de
Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas. La insurgencia obrera
mexicana reiniciaba la marcha.
Se llama insurgencia al movimiento de los trabajadores que se propone
recuperar y reorganizar democráticamente al movimiento obrero de México.
Después de la gran movilización obrera y popular de los años 1930’s, en el
medio sindical se había impuesto el charrismo sindical. La desnaturalización
del movimiento sindical se remonta a 1912, con la Casa del Obrero Mundial,
siguió a partir de 1918-29 con la sujeción del sindicalismo al Estado y se
oficializó con la corporativización al Estado posterior a los 30’s.
Los electricistas reanudaron la lucha enarbolando la bandera de la
democracia sindical, que se extendía en otros sectores obreros. En 1952, la
FNTICE y el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se unieron a través de la
Confederación Nacional de Electricistas (CNE) de la República Mexicana.
“Luchamos por la nacionalización de la industria eléctrica” fue la manta
principal en la marcha del 1º de mayo de 1952. Ese día quedó constancia pública
de una relevante iniciativa. La nacionalización fue propuesta de los
electricistas.
En 1955, la CNE se transformó en Confederación Mexicana de Electricistas
(CME). El 1º de mayo de ese año, la CME hizo público un importante manifiesto
proclamando el ideario del gremio electricista unificado.
Años después, en la misma década, la Revolución Cubana conmovió al
mundo. El 1º de enero de 1959, las columnas guerrilleras de Fidel Castro,
Camilo Cienfuegos y Che Guevara entraron triunfantes en La Habana. Desde
Latinoamérica una nueva situación se anunciaba con amplias repercusiones
políticas.
La insurgencia obrera avanzaba en los sectores industriales. Demetrio
Vallejo, encabezando a grandes contingentes de ferrocarrileros había ganado las
elecciones sindicales nacionales, en una lucha que contó con el apoyo de los
electricistas.
En 1958 los ferrocarrileros estallaron la huelga nacional y triunfaron.
Al siguiente año, volvieron a intentarlo y fracasaron. El impulso de corrientes
internas radicalizadas llevó al enfrentamiento con el Estado en condiciones
desiguales. Vinieron, entonces, días aciagos.
Una severa represión política y militar llevó al encarcelamiento de la
dirigencia y de miles de trabajadores. La huelga llevó a posiciones encontradas
entre el sindicalismo, desde quienes negaron la solidaridad a los
ferrocarrileros hasta quienes los apoyaron pero con serias críticas a la
conducción política, especialmente, a Valentín Campa.
Pasaban los meses y no había solución equitativa y duradera al
conflicto. Esas huelgas conmovieron a la nación pero la insurgencia obrera
había sufrido una derrota. El fracaso de los ferroviarios puso en crisis a todo
el movimiento de insurgencia obrera.
“La crisis del movimiento sindical deriva de su falta de programa, se
debe a la ausencia de una concepción clara sobre los intereses generales y
duraderos que corresponde a los trabajadores defender y afirmar: comprender la
naturaleza de sus derechos y saber conjugarlos con aquellos que son inherentes
al bienestar de todos los mexicanos es cuestión inaplazable. La ignorancia como
la confusión son los mayores estorbos” (Ramírez 1959).
Los electricistas volvieron a sacar conclusiones correctas planteando la
necesidad de un programa de lucha que sea la guía para orientar correctamente
las acciones.
2.2 En el medio obrero bulle la insurgencia
A esos momentos, la izquierda mexicana ya era políticamente inexiste. En
varios sectores se ponía a debate la Revolución Mexicana. Se criticaba al
agrarismo como recurso político, se hablaba de conspiración contra el ejido, y
la industrialización se ponía en cuestión debido a la intervención creciente
del capital extranjero. Al mismo tiempo, se planteaban perspectivas hacia una
integración de la economía nacional llamando a la unidad y a la conciencia.
En el medio sindical se desarrollaba una fuerte crítica al charrismo
sindical, fenómeno que se afianzaba cada vez más y se decía que, no obstante
tantos vicios, la clase obrera estaba despertando de su letargo.
En el sindicato petrolero, Pedro Vivanco comandaba al charrismo en el
sector mientras los petroleros luchaban, con altas y bajas, por reconquistar a
su sindicato. Los telefonistas habían sido metidos a la Confederación de
Trabajadores de México (CTM), representada por Fidel Velázquez, mediante un
arreglo con Ayala Ramírez a cambio de una diputación. Pronto, este charro cayó.
Con el argumento de que los comunistas tratan de apoderarse del Sindicato de
Trabajadores del Radio, la CTM impuso a Rafael Camacho quien había sido
destituido por un movimiento depurador.
En Gómez Palacio, Durango, los dirigentes locales del Sindicato Nacional
de Electricistas, Similares y Conexos de la República Mexicana (SNESCRM),
capitaneado por Francisco Pérez Ríos, fueron acusados de malversar fondos
sindicales y vender puestos de trabajo. Eso, sin embargo no preocupaba a Paco:
era diputado, “el presidente es mi amigo y me apoya”, decía. Pero los
trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya pensaban en un
movimiento depurador tomando ejemplo de los telefonistas.
A través de la revista Solidaridad, los electricistas de la FNTICE
tenían un “Mirador obrero internacional” y seguían los acontecimientos en otras
partes del mundo.
2.3 Llamado a la autocrítica
La situación de los ferrocarrileros seguía agravándose. Se decía que
“los hechos de abril estaban en espera de un examen objetivo y completo”. Al
mismo tiempo se llamaba a la solidaridad. “Si es cierto que es indispensable analizar
los hechos y consecuencias producidos en torno del conflicto ferroviario porque
se impone hacer un análisis de responsabilidades, y más importante que esto es
encontrar los elementos que permitan forjar un claro programa para la
insurgencia obrera, también es indiscutible que los ferroviarios se encuentran
en condiciones extraordinariamente difíciles y en situación que reclama la
ayuda que no se puede negar sin faltar a los deberes que la solidaridad obrera
impone” (Solidaridad 1959a).
Los electricistas de la FNTICE habían ayudado a los ferrocarrileros a democratizar su sindicato. Con motivo de la huelga de 1959, hubo diferencias tácticas que siendo correctas no fueron suficientemente discutidas. No obstante, la FNTICE jamás negó la solidaridad, hecho que sí ocurrió en otros sectores.
Los electricistas de la FNTICE habían ayudado a los ferrocarrileros a democratizar su sindicato. Con motivo de la huelga de 1959, hubo diferencias tácticas que siendo correctas no fueron suficientemente discutidas. No obstante, la FNTICE jamás negó la solidaridad, hecho que sí ocurrió en otros sectores.
“Si urgente es poner en claro la actuación de una dirección sindical
que, conforme a nuestro punto de vista, incurrió en tremendas aberraciones
tácticas, singular urgencia tiene también tender la mano a los ferroviarios
que, dígase lo que se quiera, son dignos de un mejor destino y merecedores,
como los más del honor y del reconocimiento, y desde luego de la ayuda resuelta
de la clase obrera mexicana”.
2.4. Efervescencia en el gremio electricista
Desde diversos sectores tanto patronales como obreros nuevamente se
hablaba de reformas a la Ley Federal del Trabajo (LFT). Los electricistas
reconocían que la legislación necesitaba cambios pero las propuestas del
gobierno estaban encaminadas a suprimir derechos y fortalecer a las Juntas de
Conciliación y Arbitraje.
El 27 de junio, en Ciudad Camargo, se realizó la IV Convención General
Ordinaria del Sindicato de Trabajadores de la Industria Eléctrica de Chihuahua.
En Veracruz, Tampico, Monterrey, Aguascalientes, Durango, Mazatlán, Zacatecas,
San Luis Potosí, Monclova, Sabinas y Piedras Negras, se hacían festejos por los
aniversarios de los Sindicatos de Trabajadores de la Industria Eléctrica en
esos lugares.
En varios lugares había conflictos con las empresas debido a violaciones
contractuales. Tales eran los casos de las organizaciones federadas en el
centro del país con la Compañía Eléctrica Mexicana del Centro, S.A.; lo
sindicatos de Puebla, Veracruz y Orizaba con la Compañía Eléctrica Mexicana del
Sureste, S.A.; el Sindicato de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones
Eléctricas de Occidente con la Nueva Compañía Eléctrica Chapala, S.A.; los
Sindicatos de trabajadores de la Industria Eléctrica en Hidalgo con la Compañía
de Transmisión Eléctrica de Potencia del Estado de Hidalgo; el Sindicato de
Trabajadores de la Industria Eléctrica en Oaxaca con la Compañía Eléctrica de
Oaxaca, S.A.; el Sindicato de Trabajadores de la Industria Eléctrica en
Acapulco con la Compañía Eléctrica de Guerrero, S.A.; y, el Sindicato de Trabajadores
de la Industria Eléctrica de Durango con la Compañía Eléctrica Nacional, S.A.
Al mismo tiempo, en las organizaciones federadas se estudiaban las
reformas a los estatutos sindicales, tendientes a uniformar los aspectos
organizativos, incorporando la revocación de mandato a los representantes
sindicales.
En el H. SME se realizaron elecciones sindicales. Luis Aguilar Palomino
fue electo secretario general.
2.5 Combate al charrismo sindical
La crítica de los electricistas a la CTM era implacable. En Solidaridad
se escribió: “La gloriosa CTM viene a ser el puntal que sostiene al andamiaje
obrero patronal de las empresas técnica, comercial y socialmente más atrasadas
en todo el país. Constituye un gigantesco lastre para el progreso de México.
Permite el nivel de vida infrahumana para millones de compatriotas. Limita la
capacidad de consumo de otros muchos y con ello reduce el mercado para los
productos de la industria nacional” (Franco 1959a).
De manera específica se cuestionaba acremente a Fidel Velázquez,
secretario general de la CTM y, en ese momento, vicepresidente de la
Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), hoy
Confederación Sindical Internacional (CIS), cuyo brazo latinoamericano era la
Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), hoy Confederación
Sindical de las Américas (CSA), responsables de la destrucción del movimiento
sindical mexicano. La CIOSL promovía una política abiertamente anticomunista,
siguiendo la tradición de la American Federation Labor (AFL), después AFLO-CIO.
Detrás de la CIOSL estaba la Central de Inteligencia Americana (CIA), que desde
las oficinas que tenía en la propia CTM, infiltró a los sindicatos, los desvió
y pervirtió, hasta la fecha.
“Ya es tiempo de que pongamos un hasta aquí... la CTM almacena toda la
inercia retrógrada del movimiento sindical”, se resumía.
2.6 Necesidad de un Programa
La insurgencia obrera avanzaba en el Sindicato de Trabajadores de la
Industria Cinematográfica, el Sindicato de Trabajadores de la Industria Panificadora,
en el Sindicato Petrolero, en el Sindicato del Radio, en el Sindicato de
Electricistas Federales y el Sindicato de Músicos. En todos los casos se
manifestaba el descontento contra los charros sindicales.
Los electricistas de la FNTICE insistían en la necesidad “de que cuente
la insurgencia obrera con un programa porque, sin duda, ello equivale a definir
los objetivos de la clase elevándolos a la categoría de postulados conscientes
de los trabajadores. No basta con que los trabajadores se levanten contra la
corrupción y el sindicalismo podrido, es menester que vean en esa lucha, así
como en la democracia sindical, solamente medios tendientes a más elevadas
finalidades” (Solidaridad 1959b)”.
Se decía que, en muchos sentidos, la insurgencia obrera era un
movimiento espontáneo de los trabajadores, “lo impulsan o simplemente lo agitan
sectores y tendencias diversas y hasta contradictorias”. Se explicaba que “los
sectores de la izquierda no acaban de entender la situación que vive el país,
ya que es evidente que no encuentran rutas ni objetivos concretos”.
Se hablaba de una aguda crisis de dirección. “El movimiento de la insurgencia obrera no puede continuar como un movimiento espontáneo, ya que los fracasos o las desviaciones pueden retrasar el indispensable cambio de cosas en el movimiento sindical. Resulta necesario, por ello, en la necesidad de dotar a la insurgencia obrera de un programa y una dirección consecuente, ya que en este aspecto se advierten las principales deficiencias”.
Se hablaba de una aguda crisis de dirección. “El movimiento de la insurgencia obrera no puede continuar como un movimiento espontáneo, ya que los fracasos o las desviaciones pueden retrasar el indispensable cambio de cosas en el movimiento sindical. Resulta necesario, por ello, en la necesidad de dotar a la insurgencia obrera de un programa y una dirección consecuente, ya que en este aspecto se advierten las principales deficiencias”.
2.7 Llamados a la unidad
En noviembre de 1959, el SME se dirigió a todas las organizaciones
obreras del país proponiendo un plan de acción que incluía, entre otros
aspectos, los siguientes:
1- Firma de pactos de solidaridad entre sindicatos y agrupaciones de
sindicatos –federaciones y confederaciones- para luchar por: a) El respeto
absoluto del derecho de asociación y del derecho de huelga, b) Por la libertad
de las organizaciones obreras a elegir a sus dirigentes, c) Por el respeto y
mejoramiento de los contratos colectivos de trabajo, d) por un aumento general
de salarios ...,
2- Por la creación permanente de comités de solidaridad y ayuda
mutua...,
4- por el sistema de voto secreto y directo para elegir a los
dirigentes,
5- Por un intercambio permanente y recíproco ... sobre experiencias y
diferentes tácticas.
7- En los problemas de carácter intergremial de cualquier organización,
el SME se abstendrá de intervenir.
Por su parte, la FNTICE planteó un programa para la insurgencia obrera.
El plan mínimo de acción incluía:
1- Lucha y denuncia pública contra los charros sindicales,
2- apoyo efectivo e incondicional a los movimientos de huelga legales,
3-Por la creación de organismos sindicales de técnicos de todas las
especialidades necesarias para la investigación permanente de las posibilidades
de desarrollo de cada fábrica, planta o centro de trabajo,
4- Creación de comités sindicales de distrito y de barrio para la lucha
contra la vida cara, y otras reivindicaciones sobre educación, salud, servicios
municipales, transporte y vivienda, así como
10- apoyo efectivo y creación de comités para organizar a los
trabajadores no sindicalizados.
Este fue un claro esbozo de un programa para la insurgencia obrera en el
que insistía la FNTICE en una sistemática discusión y explicación. “Para actuar
constructivamente, la clase asalariada tiene antes que todo estructurarse a sí
misma. Si ha de actuar de por sí, ...primero tiene que existir socialmente
hablando... En otros países cuentan los trabajadores con partidos políticos
propios. En México NO LOS HAY...” (Franco 1959b). Consecuentemente, es
necesario defender al sindicato y la lucha contra su enemigo irreconciliable:
el charrismo.
El 1º de noviembre, la FNTICE convocó a su VII Asamblea Nacional a
realizarse a partir del 5 de diciembre. El temario a tratar se refirió a: 1-
Revisiones contractuales, 2- Problemas de la industria eléctrica, 3-
Insurgencia obrera y reestructuración del movimiento sindical.
Para el 10 de diciembre, la CME convocó también a su IV Congreso
Nacional. La importancia de estos dos congresos radica en que los electricistas
representaban al sector que más se caracterizaba en la lucha por la
democratización sindical y la unidad combativa.
2.8. Discusiones de fondo
El año 1960 empezó con las amenazas de estrangulamiento económico y
terror del imperialismo al pueblo de Cuba para que renunciara a su proceso
revolucionario. La respuesta cubana estaba en las calles, en la reforma
agraria, en las medidas económicas y en las leyes revolucionarias.
A principios de 1960, el SNE realizó un congreso nacional. Paco Pérez
fue reelecto secretario general. El congreso no fue tal porque ninguno de los
delegados fue electo por los trabajadores. Su importancia quedó reducida a un
acto de simulación.
Muy diferentes habían sido los congresos de la FNTICE y de la CME. En el
primero se hizo una amplia reflexión respecto de la insurgencia obrera y, en
particular, de la industria eléctrica. Se reiteró en la importancia de realizar
un Congreso Nacional de Electricidad, en el cual todos los interesados
aportaran y discutieran sus puntos de vista para adoptar conjuntamente una
política nacional en materia eléctrica. También se consideró que la CFE
necesitaba de una profunda reorganización. En el segundo, la FNTICE presentó un
examen crítico y autocrítico de la CME. Este congreso eligió un nuevo comité
nacional resultando secretario general Luís Aguilar Palomino, del SME.
La principal crítica era que las ideas no se correspondían con las
acciones. Uno de los aspectos fue el relacionado con los problemas esenciales
de la industria eléctrica, que se seguían ignorando. La CME no tenía criterio
sobre la legislación eléctrica, ni sobre las tarifas o las inversiones públicas
y privadas.
Se decía que la existencia y desarrollo de la CFE representaba un problema
esencial que no era estudiado. La CFE contaba a ese momento con más de la mitad
de la capacidad eléctrica instalada en el país y su ritmo de desarrollo
superaba a todas las empresas privadas juntas.
También se discutieron los problemas de la insurgencia obrera destacando
la falta de un programa. La derrota de los ferrocarrileros llevaba a la
conclusión, como necesidad apremiante, de abanderar a la insurgencia obrera con
un programa.
3. Nacionalización eléctrica
3.1 Se anuncia la nacionalización
Electricistas del SME y telefonistas plantearon la revisión a sus
contratos colectivos con la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. y
Teléfonos de México, S.A., respectivamente. Ambas organizaciones sindicales
firmaron un Pacto de Solidaridad y Ayuda Mutua. En ambos casos, se emplazó a
huelga para el 6 de abril de 1960. Los sindicatos de la FNTICE también
plantearon la revisión contractual en la mayoría de las empresas eléctricas del
país. La FNTICE proponía reestructurar a todos los CCTs de acuerdo con un
índice único. No obstante las pretensiones negativas de la empresa, la revisión
del SME concluyó satisfactoriamente, los telefonistas se fueron a la huelga y
la FNTICE hizo reconsideraciones.
El 27 de abril, “el gobierno de la República anunció la adquisición de
las compañías afiliadas a la Impulsora de Empresas Eléctricas que había sido
concretada el 21 anterior. Este hecho provocó las más encontradas opiniones. En
tanto los trabajadores y los sectores progresistas en general saludaron la
medida con júbilo, declarando que “se ha dado un paso importante en el camino
de la nacionalización eléctrica, porque con la adquisición de las nuevas
empresas la nación extiende su dominio sobre las tres cuartas partes de la
capacidad eléctrica instalada y, porque particularmente quedan solo como
empresas privadas importantes la Compañía de Luz y Fuerza Motriz, S.A.; la
Compañía de Tranvías, Luz y Fuerza de Monterrey, S.A.; la Industria Eléctrica
Mexicana de Mexicali; y la Compañía Eléctrica de Sinaloa, S.A.”.
“Algunos sectores de la iniciativa privada atacaron la compra de las
empresas porque constituía, según dijeron, un acto socializante y de negativa
intervención del Estado en la economía; pero aprovecharon la oportunidad para
pedir su participación en todas las empresas que constituyen el patrimonio
nacional”.
La CME emitió enseguida un Manifiesto que, entre otros aspectos,
señalaba:
“El gobierno de la República resolvió adquirir los bienes de las
compañías que en México operaba la American & Foreign Power Co. Inc., las
que tenían a cargo el suministro de energía eléctrica en 17 estados de la
República. Este acto tiene alta significación por cuanto representa la
continuación de una saludable política nacional, tendiente a lograr el control
mexicano de las fuentes energéticas que sustentan el progreso de México”.
“La nacionalización de las empresas mencionadas, sumada a la Comisión
Federal de Electricidad y a otras empresas eléctricas propiedad del Estado,
pone bajo el control de la nación mexicana las tres cuartas partes de la
industria eléctrica nacional; así se ha definido la política de México en
materia eléctrica y no cabe sino esperar que se planifique y se integre a la
brevedad posible, un sistema eléctrico que corresponda a las necesidades del
país y que siente robustas bases para electrificar integralmente a la
República, a fin de que todos los mexicanos podamos disfrutar de los beneficios
de la electricidad y sustentar nuestro acelerado desarrollo económico, contando
con suficiente energía, al costo más bajo posible”.
“En las condiciones impostergables de nuestro desenvolvimiento, la
nacionalización de la industria eléctrica está justificada plenamente, porque
no solo la reclama el más elevado interés nacional, sino que lo impone
ineludiblemente el necesario progreso del país. Desde luego que la
nacionalización de la industria eléctrica debe complementarse con el manejo
técnica y económicamente adecuado, a fin de que la industria nacionalizada sea
altamente eficiente, y por tanto, decisiva para el impulso progresista de
México.
“Los trabajadores electricistas saludamos con entusiasmo la decisión del
gobierno de la República y ofrecemos nuestra franca colaboración para
fortalecer y desarrollar a la industria eléctrica nacionalizada, porque estamos
seguros de que contribuimos al progreso de México” (Solidaridad 1960a).
3.2 Respuesta de la FNTICE
La compra de las compañías dependientes de la antigua Impulsora de
Empresas Eléctricas por parte del gobierno federal, trajo aparejada la
necesidad de examinar la cuestión de las revisiones contractuales pactadas con
la FNTICE.
“La cuestión de revisar los contratos colectivos de trabajo cedió el
paso al problema de garantizar la titularidad de los propios contratos
colectivos. Mantener las relaciones laborales ya establecida imponía, por una
parte, que se cumplieran los requisitos legales de la revisión contractual ...;
por otra parte, era preciso dar oportunidad al gobierno federal para conocer a
fondo las relaciones laborales en las empresas adquiridas, o sea, que había que
aplazar el estudio a fondo de los contratos” (Solidaridad 1960b).
La FNTICE realizó una Tercera Asamblea Nacional Extraordinaria
comprendiendo que, en efecto, era preciso modificar los lineamientos
adoptándolos ajustándolos a las nuevas condiciones. También era evidente “la
necesidad de proceder a la restructuración de la industria eléctrica”.
Para ello, la FNTICE hizo una caracterización precisa de la situación.
“La participación de la iniciativa privada en la propia industria
suscita problemas derivados especialmente de la contradicción que existe entre
el carácter multiplicador de la actividad económica de la electricidad y los
propósitos de lucro de la iniciativa privada. Interesa al progreso de la
nación, en efecto, que se satisfaga oportuna y eficientemente la creciente
demanda de servicios eléctricos (Solidaridad 1960c).
“En los hechos se ha constatado hasta la saciedad, que las empresas
privadas no han sido capaces de corresponder a los incrementos de la demanda, y
no solo eso, sino que a la deficiencia de la oferta hay que agregar que el
régimen de concesiones otorga exclusividades que excluyen toda competencia en
las zonas concesionadas, inclusive la intervención del Estado a través de la
Comisión Federal de Electricidad, lo que se traduce en serios estorbos para el
desarrollo económico y social.
“La operación de las empresas privadas en la industria eléctrica tiene
un alto sentido negativo, especialmente cuando se trata de empresas extranjeras
que no participan en los propósitos de progreso nacional, sino al contrario. El
uso y abuso de los equipos e instalaciones, el encarecimiento constante de los
servicios, la escasez crónica de servicios eléctricos en las zonas
concesionadas a las empresas privadas, las limitaciones de la inversión a pesar
del otorgamiento de facilidades y garantías injustificadas, etc., demuestran lo
indeseable de la intervención privada en la industria eléctrica en la forma
conocida.
“Los decisivos pasos que ha dado el país para nacionalizar la industria
eléctrica, por lo demás, están resolviendo en la práctica cuestiones que
todavía son objeto de discusión entre aquellos sectores que se aferran a las
viejas y caducas ideas de liberalismo económico, o que se prestan para
especulaciones demagógicas, propias para encubrir prácticas de chantaje
político”.
“La nacionalización de la industria eléctrica, como en su hora la
nacionalización de la industria petrolera, constituyen cuestiones que comprometen
a todos los mexicanos. Necesitamos estudiar y resolver los problemas que
plantea la reestructuración de la industria eléctrica.
“En las condiciones actuales, procede planear en términos integrales y a partir de la virtual nacionalización de la industria, la estructuración que permita el máximo aprovechamiento de nuestros recursos conforme a principios técnicos y económicos inobjetables. La industria eléctrica nacional no solamente debe responder a los incrementos de la demanda en las zonas electrificadas, sino que debe ampliar su radio de acción a todo el país, a fin de que los mexicanos podamos disfrutar de sus beneficios y aprovechar la electricidad para elevar nuestros niveles generales de vida.
“En las condiciones actuales, procede planear en términos integrales y a partir de la virtual nacionalización de la industria, la estructuración que permita el máximo aprovechamiento de nuestros recursos conforme a principios técnicos y económicos inobjetables. La industria eléctrica nacional no solamente debe responder a los incrementos de la demanda en las zonas electrificadas, sino que debe ampliar su radio de acción a todo el país, a fin de que los mexicanos podamos disfrutar de sus beneficios y aprovechar la electricidad para elevar nuestros niveles generales de vida.
“La restructuración de la industria eléctrica impone hacer una revisión
profunda de la legislación relativa, ya que no se trata de regular intereses
privados sino de sentar las bases que garanticen el desarrollo y salud de la
industria eléctrica. Una nueva ley de la industria eléctrica debe contemplar
con claridad y precisión el carácter de la propia industria y ajustar su
desarrollo de acuerdo con las necesidades de progreso nacional.
“La integración de un sistema eléctrico nacional plantea cuestiones
económicas, sociales y técnicas que deben abordarse y resolverse con un
criterio minuciosamente nacional.
“Uno de los problemas esenciales que debe encontrar adecuada solución
para integrar un sistema nacional de electrificación, es el problema obrero”.
A ese momento, existían tres sindicatos, a saber: el Sindicato Mexicano
de Electricistas, integrado por trabajadores al servicio de la Compañía
Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. y Subsidiarias; el Sindicato Nacional de
Electricistas, Similares y Conexos de la R.M. que agrupaba a trabajadores de la
Comisión Federal de Electricidad; y la FNTICE que representaba a los
trabajadores electricistas de la mayoría de los sistemas eléctricos del
interior de la República, independientes de la CMLFM y de la CFE.
Numéricamente, las tres organizaciones eran aproximadamente equivalentes.
“El primer paso para la solución del problema obrero sería, por
consiguiente, lograr la equiparación de todos los contratos colectivos de
trabajo con la finalidad de estructurar un contrato único para la industria
eléctrica”.
El problema propiamente sindical se enfocaría, en lo inmediato, mediante
la formación de una central de trabajadores de la industria eléctrica, en la
perspectiva de formar una sola organización de los electricistas del país.
Esas conclusiones de la III Asamblea Nacional de la FNTICE tendrían
amplias repercusiones que llevaron a los electricistas de provincia a proceder
en consecuencia.
3.3 Reformas constitucionales
El 1º de septiembre de 1960, con motivo del informe presidencial, Adolfo
López Mateos anunció a la nación la decisión del gobierno, que había comprado
las acciones de las empresas extranjeras, de dar el trascendental paso de
nacionalizar a la industria eléctrica.
El 27 de septiembre, el Congreso de la Unión aprobó una adición al
contendido del párrafo sexto del artículo 27 constitucional, en materia
eléctrica (Decreto 1960):
“CORRESPONDE EXCLUSIVAMENTE A LA NACION GENERAR, CONDUCIR, TRANSFORMAR, DISTRIBUIR Y ABASTECER ENERGIA ELECTRICA QUE TENGA POR OBJETO LA PRESTACION DE SERVICIO PUBLICO. EN ESTA MATERIA NO SE OTORGARAN CONCESIONES A LOS PARTICULARES Y LA NACION APROVECHARA LOS BIENES Y RECURSOS NATURALES QUE SE REQUIERAN PARA DICHOS FINES”.
Este párrafo representó el rescate para la nación de su patrimonio
eléctrico. El dominio de la nación de funciones constitucionales que
posteriormente fueron definidas como estratégicas, e implican al conjunto de
actividades que constituyen al proceso de trabajo eléctrico.
En principio, se rescató la propiedad que de ser privada pasó a ser
estatal. Esta primera medida es fundamental, si bien faltaba complementarse con
una adecuada política eléctrica y la integración del proceso de trabajo.
3.4 Significado de la nacionalización
El mismo 27 de septiembre de 1960, la FNTICE abordó la nacionalización
eléctrica y algunos de sus problemas, dando respuesta a las críticas y
afirmando la propuesta de los electricistas.
“La nacionalización de la industria eléctrica es un hecho trascendental en la vida de México. Su gran importancia, sin embargo, no ha sido suficientemente advertida o bien su verdadero significado se ha pretendido tergiversar o minimizar” (Solidaridad 1960d).
“La nacionalización de la industria eléctrica es un hecho trascendental en la vida de México. Su gran importancia, sin embargo, no ha sido suficientemente advertida o bien su verdadero significado se ha pretendido tergiversar o minimizar” (Solidaridad 1960d).
“En rigor, la nacionalización de la industria eléctrica era una demanda
permanente de los sectores más conscientes de la nación. La escasez crónica de
electricidad y el precio cada vez más caro del servicio hacían ver claramente
que los intereses de las empresas eléctricas privadas estaban en contradicción
con los intereses nacionales que demandaban la satisfacción de las necesidades
energéticas relativas. Ocupadas de modo principal en buscar satisfacer sus
propósitos de lucro, aprovechaban cualquier oportunidad para elevar sus
tarifas, mantenían una sobreexplotación de sus equipos y sistemas,
multiplicando en fin todas las formas para aumentar sus ganancias. La conducta
inalterable de las empresas confirmaba a cada paso que una industria como la
eléctrica no puede ser sino de propiedad nacional”.
Para poner término a una situación contraria a los intereses de la nación, el gobierno de Adolfo López Mateos, resolvió nacionalizar la industria eléctrica.
Para poner término a una situación contraria a los intereses de la nación, el gobierno de Adolfo López Mateos, resolvió nacionalizar la industria eléctrica.
“La respuesta popular, sin embargo, no ha sido proporcional a la
importancia que corresponde a una reivindicación nacional de una industria
fundamental para asegurar el progreso del país”. No obstante, decía al FNTICE,
eso no debe confundirse con la no aprobación del pueblo a la medida.
A diferencia de la nacionalización petrolera, “la nacionalización de la
industria eléctrica se realiza de acuerdo con otros métodos. NO la precede
ninguna disputa nacional o internacional. Con cuidadosa reserva, por el
contrario, se negocia la compra de los bienes o de las acciones de las
`principales empresas... Y se anuncia, primero, la compra de los bienes de las
empresas dependientes de la American and Foreign Power y meses después, la adquisición
de la mayoría de las acciones de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz”.
Luego, López Mateos anunció en su informe presidencial del 1º de septiembre que
la industria eléctrica se había nacionalizado.
“Muchos consideran la medida como algo simplemente natural. Otros la
critican porque atacan `la creciente intervención del Estado en la economía;
también dejan oír su voz los que estiman que fue un error nacionalizar la
industria eléctrica porque hubiera sido mejor dedicar los recursos empleados en
la compra de las empresas para impulsar la electrificación. Y claro, desde
bando tan distinguido, no faltó quien reclamara en términos iracundos que se
permitiera la participación de la iniciativa privada en las empresas
eléctricas”.
“Desde otro bando y por razones aparentemente diferentes, también se han
lanzado en contra de la nacionalización. Con un desconocimiento total de los
antecedentes e ignorando olímpicamente la realidad, reprueban los
procedimientos seguidos y llegan al grado de invertir los términos de la
cuestión porque definen el método como lo principal y como secundario o
accesorio el objeto. El gobierno, afirman, en lugar de comprar, simplemente
debió expropiar, o bien reivindicar mediante la simple extinción de las
concesiones. La nacionalización no tiene mérito ninguno, porque se pagó a las
empresas mucho más de lo que valían efectivamente sus bienes”.
La FNTICE señaló que, “la importancia intrínseca de la nacionalización
supera con creces el valor específico del procedimiento” no sin reconocer como
atractiva la posibilidad de ajustar cuentas con las empresas extranjeras. Pero,
en todo caso, no debían ignorarse los procedimientos del imperialismo ni
desconocerse lo que se llama relación de fuerzas.
La FNTICE defendía la intervención del Estado en el control de las
industrias básicas `pero había un postulado muy importante: “La propiedad
nacional no es sino la propiedad social. En las actuales condiciones esta
verdad necesita definición y confirmación”.
“Se pretende que los bienes de la nación son esencialmente del gobierno,
y así ocurre que los funcionarios son una especie de dueños de esos bienes en
la medida que ocupan algún cargo, condición y creencia que muchas veces les
permite aprovechar la propiedad social para su propio beneficio”.
Obviamente, las nacionalizaciones ocurren en el marco del capitalismo
bajo el control del Estado capitalista. Pero tienen alta importancia para las
transiciones y representan un avance, que puede ser significativo o momentáneo
dependiendo de las fuerzas sociales que sostengan al proceso nacionalizador. En
tal sentido, el rescate de la propiedad de los medios básicos de la producción
es fundamental, si bien, insuficiente. La propiedad es de la nación no del
Estado y menos de los gobiernos. Eso es aún así considerando que la nación está
dividida en clases sociales pues, los trabajadores y sectores populares
explotados somos mayoría.
Para la FNTICE, “la nacionalización de la industria eléctrica plantea nuevas tareas e impone altas responsabilidades. Se trata, en lo general, de que esta industria, en tanto propiedad nacional, cumpla verdaderamente las funciones inherentes a la propiedad social”.
Para la FNTICE, “la nacionalización de la industria eléctrica plantea nuevas tareas e impone altas responsabilidades. Se trata, en lo general, de que esta industria, en tanto propiedad nacional, cumpla verdaderamente las funciones inherentes a la propiedad social”.
Esto planteaba la necesidad de una Política Eléctrica Independiente. La
FNTICE decía: “La nación necesita, por tanto, definir una nueva política en
materia eléctrica”, de manera que, “al definirse una nueva política nacional en
materia eléctrica, se conjugue su naturaleza propiamente económica con aquella
función de servicio social que tiene la electricidad”.
Esto implicaba, necesariamente, la integración del proceso de trabajo
eléctrico. Las consecuencias debían reflejarse en una adecuada estructura de
tarifas y una operación eficiente con los costos más bajos posibles. Por ello,
insistía la FNTICE, es necesario reestructurar a la industria eléctrica.
CONTINUARÁ.
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