jueves, 30 de octubre de 2014

SEVERIANO RODRÍGUEZ e IGNACIO QUINTANA ALCÁNTARA.

PERFILES DE LUZ, O GALERÍA DE PERSONAJES. RESEÑAS PUBLICADAS EN EL BLOG: LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

LOS ABUELITOS DE LA FAMILIA: SEVERIANO RODRÍGUEZ e IGNACIO QUINTANA ALCÁNTARA.

   En la Revista LyF, año VI, N° 60, del 1° de agosto de 1959, p. 11-13 se publicó un interesante reportaje en el que dos viejos trabajadores cuentan sus historias y lo hacen con un sabor que vale la pena recuperar con toda su esencia.

   Vienen a continuación las impresiones de dos trabajadores que cumplen 25 años de haber sido jubilados por nuestra Compañía, habiendo conquistado el cariño de todo el personal, ya que son los “abuelitos” de la familia LyF. Se trata de los señores Ignacio Quintana Alcántara y Severiano Rodríguez.
   Don Ignacio Quintana de 85 años de edad, se jubiló el 2 de agosto de 1934, después de haber prestado sus servicios en la Compañía de Luz durante 34 años. Actualmente vive con su hija Esperanza, la mayor de los cinco hijos habidos en su matrimonio.


   La historia de don Ignacio, relatada por él mismo, se inicia en el año de 1900, cuando ingresó a la Compañía de Luz como Ayudante de Instalador, con un sueldo de 50 centavos diarios. Pocos años después, ascendió a instalador y posteriormente ocupó hasta su jubilación, el cargo de Sobrestante del Departamento de Cables Subterráneos.
   Durante la época que pasó dentro de la Empresa, don Ignacio fue actor de numerosas anécdotas, entre las cuales destaca, la que le aconteció en el año de 1932 cuando se encontraba arreglando una interrupción en un cable de alta tensión, junto con su cuadrilla. Antes de iniciar la reparación, le informaron de la Estación de Nonoalco que la corriente había sido cortada, por lo que confiadamente empezó a arreglar la línea. De repente, al juntar las dos puntas del cable, sintió un fuerte choque que lo hizo volar varios metros, al mismo tiempo que escuchaba una fuerte detonación. Se había producido un corto circuito en el cable que manejaba y que conducía 6,000 voltios. Por un verdadero milagro salió con vida de este accidente que le originó serias quemaduras en la cara y en el cuerpo. Con gran sentido del humor don Ignacio comenta que este “toquecito” le sirvió mucho, pues ahora luce piel nueva. Después de su jubilación, nuestro entrevistado trabajó durante varios años en un taller eléctrico de su propiedad, en donde componía motores. Sin embargo a últimas fechas y a consecuencia de un mal que le aqueja en las rodillas, ha preferido dejar este tipo de actividades y dedicarse a descansar.
   Antes de terminar, agradeció sinceramente la atención de la Compañía, por haber recordado esta fecha memorable, ya que no muchas personas pueden presumir de cumplir 25 años de jubilados y gozar de tan excelente salud como la de don Ignacio.
   El segundo de nuestros entrevistados es el señor Severiano Rodríguez, a quien visitamos en su casa, acompañado de su esposa y dos de sus hijos.


   Nos recibió amable y sonriente, relatándonos que cuenta 80 años de edad y que ingresó a la Compañía de Luz en el año de 1902, cuando la Empresa tenía sus oficinas en San Lázaro. Su primer puesto fue de Ayudante de Instalador, con un sueldo de 75 centavos diarios y que años después, ascendió a Instalador en el Departamento de Conexiones.
   En 1914, plena época de la Revolución, don Severiano pasó al Departamento de Medidores, como tomador de lecturas.
   Un buen día, cuando se encontraba trabajando en el pueblo de Tizapán, se topó sorpresivamente con un grupo de Zapatistas, quienes inmediatamente lo apresaron. Sin ninguna averiguación, los soldados pedían a gritos a su jefe superior que lo fusilaran. Don Severiano afirma que nunca olvidará ese momento, porque todavía suenan en sus oídos las palabras de: “¡québrelo mi jefe, que es Carrancista, québrelo!” casi muerto de miedo, don Severiano trató de explicarles durante más de una hora, que él no era guerrillero de ningún bando. En eso estaba, cuando llegaron los Carrancistas iniciando un terrible tiroteo. Al verse atacados por sorpresa, los Zapatistas se olvidaron del prisionero, cosa que éste aprovechó para escapar y salvarse de la muerte en un hilo.

   Esta es una de las muchas anécdotas que componen la vida del simpático don Severiano, quien posteriormente fue cambiado al Departamento de Pruebas de Medidores, en donde prestó sus servicios hasta su jubilación. Se ha casado dos veces, la primera en 1902 y la segunda en 1921. De sus dos matrimonios, viven actualmente nueve hijos, quince nietos y siete bisnietos. El segundo de sus hijos, Leodegario, tiene ya 25 años de trabajar en la Compañía de Luz y seguramente con el tiempo llegará a obtener una jubilación tan meritoria como la que alcanzó su padre, don Severiano.

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