EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE
Víspera de la conmemoración del centenario
del Sindicato Mexicano de Electricistas, hecho que ocurrirá el día 14 de
diciembre, genera desde hace varios días una interesante reacción mediática,
sobre todo la que genera opinión por parte de editorialistas los cuales, desde
sus trincheras, plumas y pensamientos están contemplando los significados y
acumulaciones históricas donde el SME se convierte en el principal protagonista.
Navegando por la red, ya se encuentran desde
hace varios días, materiales de hermosa referencia, de crítica alusión al
recorrido que ha alcanzado, hasta este 2014 un sindicato materialmente herido
de muerte, luego de la extinción de Luz y Fuerza del Centro en octubre de 2009.
En ese maridaje, empresa-sindicato es a ella –la empresa-, a la que un gobierno
neoliberal encabezado por Felipe Calderón acabó con un decreto que puso en la
calle a 44 mil trabajadores y en condición insegura a 20 jubilados. Él, que es
el Sindicato, ha mostrado desde entonces una actitud férrea, honesta y cabal
por defender causas que ya se corresponden directamente con aquellos tiempos en
que su Contrato Colectivo de Trabajo era y fue modelo de los mejores documentos
que garantizan la vida laboral en todos sus aspectos, tanto para el trabajador
activo como para el jubilado, sino que ahora tiene que ver con la reinserción
laboral, la que demandan 15,603 obreros electricistas unidos en un frente común
conocido ampliamente como la “Resistencia”.
Frente a ese fenómeno de injusticia, era necesario
demostrar con una serie de argumentos el atentando del que fuimos blanco todos
los trabajadores de Luz y Fuerza del
Centro, y del que poco a poco se ha venido demostrando la bajeza con que
fue articulado desde las esferas del poder. Ante un hecho tan contundente y
definitivo, del cual se respiraba la fetidez del negocio que, al amparo de esa
lamentable medida estructuraba el gobierno para establecer, con los grandes
consorcios el uso de la infraestructura mejor conocida como “triple play”, no
hubo más remedio que tomar dos tremendas decisiones: o liquidarse o mantenerse
en la “resistencia”. Tal circunstancia generó, al interior de la comunidad
electricista un efecto reactivo, donde siendo notoria una sólida “unidad” esta
misma quedó desmembrada, e incluso se crearon comportamientos de auténtico y endurecido
rechazo entre liquidados y “resistencia”, al punto de generarse odios y
diferencias como nunca las habíamos percibido.
El SME se encuentra a unos días de llegar a
sus 100 años de existencia. Lo hace en unas condiciones que seguramente sus
propios fundadores no habrían imaginado, pues era un auténtico misterio saber
si un ente orgánico como este singular sindicato se mantendría vigente en la
vida social, política, ideológica y económica de un país que se fue
transformando. Ese propio sindicato que al interior del mismo también se
producían infinidad de cambios y mutaciones, beneficios, mejoras y sensibles
retrasos, que los tuvo. Entre todo ese conjunto de comportamientos, leo con
satisfacción al menos tres colaboraciones, una que apareció en una página
denominada “La Izquierda socialista. Vocero marxista de los trabajadores y la
juventud”, bajo el título: SME: Ecos del centenario. El nacimiento de la
leyenda. (Véase: http://www.laizquierdasocialista.org/node/3329).
Otros dos textos, invaluables para estos momentos son los que han salido
publicados en La Jornada, tanto el
sábado 6 como hoy, miércoles 10 de diciembre de 2014. Uno y otro, escritos por
personajes muy cercanos al SME: El abogado Héctor de la Cueva José Antonio
Almazán G., quien jugó un papel importantísimo en el sindicato y sigue, hoy a
distancia, pero tan cerca, el paso, el ritmo de todos sus avatares. Ambos, son
acompañantes de honor en la presente colaboración.
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