POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Portada del N° 6, correspondiente al mes de junio de 1928.
Sobre un fondo anaranjado intenso, y encerrada
en un círculo perfecto, aparece la composición de una mujer que no se detiene
del poste con bandola, sino que ha subido hasta la punta del mismo con alguna “manea”
o “pretal”. Además, el dibujante logró que su mano izquierda se atenazara de la
cruceta, mientras que con la mano derecha, la trabajadora empuña unas pinzas de
electricista, con las cuales realiza el entorchado en uno de los tres aisladores
tipo alfiler que forman el remate del poste de distribución. Con un juego de
sombras, siendo la del rostro aquella que destaca notoriamente, José Amaro da
énfasis al género femenino. Lamentablemente no logró su cometido, pues tanto la
cara como parte del cuerpo caen en la desproporción. Al igual que Amaro,
también fueron autores de portadas en ese primer año otros viejos compañeros
como Luis David, Vicente Rivera Melo, y Eugenio Romero, “todos ellos modestos
aficionados que dedican los pocos instantes que su trabajo les deja libres al
sublime arte, compitiendo dignamente con los que de él hacen una profesión”.
Buena parte del contenido en este número fue
dedicado a un asunto primordial de suyo. Me refiero al Convenio que con los
años derivaría en el primer Contrato Colectivo de Trabajo. En este “borrador”
se tuvieron las primeras muestras de aquellos afanes por contar con un
clausulado justo, que defendiera al trabajador, el cual asumía, desde su
contratación misma “derechos y obligaciones” y aquí, el conjunto de
disposiciones parece ser el modelo más que digno para garantizar al obrero un
ambiente laboral donde la corresponsabilidad entre la empresa y el sindicato
velen en el “arreglo de las diferencias personales o individuales que a cada
uno de ellos afecten”. Los grandes temas que se abordan son el de Vacantes,
Cambios de empleos, Trabajos temporales, Duración del trabajo, Días de descanso
y días festivos, Permisos, Útiles que se proporcionarán a los empleados y
obreros, Ayuda a los empleados y obreros para su instrucción, Proveeduría,
Antigüedad, Préstamos, Accidentes de Trabajo, Enfermedades y accidentes fuera
del trabajo, Jubilaciones, Comisión Mixta y la Duración del Convenio.
Todo lo anterior, propuesto en un documento
de 53 artículos, el cual quedó sometido a revisión por parte de la Empresa, la
cual respondió en una primera etapa, con argumentos que no correspondían ni con
la realidad, pero tampoco con filosofía y madurez como habría sido de esperar
por parte del “patrón”, lo cual representaba un primer gran problema, pues ello
implicaría el esfuerzo de redoblar la propuesta originalmente planteada
buscando codificar y decodificar cada uno de sus párrafos hasta lograr que cada
una de aquellas partes ofreciera y alcanzara el equilibrio deseable. Por tal
motivo, la “Editorial” fue dedicada a tan relevante circunstancia, y con ello
dejar muestra de uno de los primeros textos que manifiestan por un lado la
postura combativa del Sindicato, y por otro el discurso que va a prevalecer en
las páginas de la publicación, el cual todavía se mantiene bastante “terso”, si
lo comparamos con los de otras épocas en que adquiere elevadas dosis de justo
reclamo.
En ASPECTOS,
Delfino Revilla, entonces Secretario del Trabajo hace un severo cuestionamiento
a la presencia descarada de la usura, misma que cayó como una epidemia para
causar daño, en algunos casos irreversible de trabajadores que, por alguna
causa caían en las redes de aquel inveterado sistema de cobranza por parte de
prestamistas desconsiderados. Lamentablemente aquello se enquistó por años y
fue imposible evitarlo, pues nunca falta necesidades e imprevistos que desgraciadamente
vienen a “salvar” ese tipo de personajes con la consiguiente e imperdonable sangría
nada más llegado el día de la raya.
En la sección denominada “Información
Científica”, se aborda el tema sobre “El rayo artificial”, lo que supone la
enorme posibilidad de llevar este tipo de fenómeno natural de alta tensión al
mismísimo laboratorio, con objeto de conocer valores que puedan ser
susceptibles de ser calculados o medidos.
La curiosa página de “Sincronizando en falso”,
deletreada por Armando Mitote no es
otra cosa que un diálogo sostenido entre dos trabajadores que “chismean” de lo
lindo los más recientes acontecimientos habidos con ciertos personajes a
quienes ventilan a más no poder, exhibiendo en algunos casos sus impericias,
debilidades y hasta cierta condición que termina poniéndolos como “lazo de
cochino”, expresión que usamos con frecuencia en México para referirnos a o a
las personas que pasaron por una severa prueba de críticas y desacreditación.
Pareciéndose más a un relato corto que a un
cuento, La Tierra de promisión (añoranzas
y esperanzas), sección a cargo de Ego,
deja ver la perspectiva o balance de un hombre que ha alcanzado la madurez como
ser humano, pero que en el fondo encuentra una razón profundamente poderosa
para sentirse “iluminado”. He aquí su afirmación:
“¿Será la tormenta que inquietó mis sueños?
Sí, es ella, la misma, pero al fin la tengo en mis manos, obediente, y a un
mandato de mi amada, surge de repente con su haz de luces a mi encuentro. La conozco
bien, es la ELECTRICIDAD con su cauda de promesas y de luz, que sale a
recibirme, ufana, invitándome, graciosa, a descansar”.
Tiempos aquellos en que los adelantos que
recoge y hace suyos este concepto de la modernidad, es justo por aquellos años
un tema que interesa, fascina, como fue el caso entre los “estridentistas”, que
apenas un año atrás alcanzaron a darle a “Estridentópolis” un significado que
no prosperó, pero cuya idea era concebir la ciudad del futuro, y donde uno de
los principales componentes era la electricidad, convertida, transformada en
diversas expresiones que impulsó una época en la que estaban dadas las
condiciones para alcanzar el progreso.
En páginas centrales, comenzó a forjarse la
que después sería una sección imprescindible: “Gráficas mundiales”, que daban
cuenta de diversos aspectos, como reportaje visual de tantos asuntos como
fuesen notables uno como el otro.
Tras una convocatoria en algún número
anterior, esta tuvo eco y se materializó en la donación de varios libros por
parte de trabajadores como Vicente Aburto, Carlos Padilla, Rosendo Esquivel,
Samuel Gutiérrez, Juan Parra y G. A. Orihuela, quienes legaron a la Biblioteca
diversos títulos que fueron a enriquecer su acervo.
Una famosa narración de las ya célebres “Leyendas
históricas” de Heriberto Frías, pasó a enriquecer varias páginas de esta
edición hemerográfica, lo cual deja ver que por muchos años se mantuvo la buena
decisión de incluir, lo mismo cuentos, leyendas, pequeñas novelas y poemas,
obra e inspiración de grandes plumas de la literatura mexicana que oscila entre
el modernismo o el vanguardismo, como también es el caso de la publicación del
célebre poema A Gloria, inspiración
del recientemente fallecido poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón, a quien se
dedica la página respectiva “In memoriam”. Y luego el cuento, hablando de
cuentos, como el que escribió Enrique Kistemaeckers dándole el título “El
brillante robado”, siguiendo en buena medida, los patrones que impuso por aquel
entonces, y ya lo había afirmado en reseñas anteriores, el modelo de Revista de Revistas.
Infaltables noticias deportivas, la página
festiva donde abundan pequeños chistes y caricaturas y hasta la inserción de un
curioso poema que, dada su composición y estructura no dudo en incluir a
continuación:
NOR MELITÓN Y ÑA
CLETA
Procedentes de la
Antigua
y ya cercanos a
Puebla,
cabalgan nor Melitón
y su comadre ña
Cleta.
Dícele ella: -“Por
aquí
del guachinango en la
tierra
y como son tan
robones
temo, Melitón,, nos
vean”.
-¿Y qué nos pueden
hacer?
No seajté mala pareja
ni medrentosa: si
vienen
tengo una lata, ñá
Cleta,
que rute sola”… Y en
esto
y como si algo
temieran
ñá cleta y nor
Melitón
miran para una
eminencia
en la que estaban
sentados
dos charros con
escopetas.
Y ñor Melitón le
dice:
-Oigajté en lejanaj
tierras
vale máj meter talón…
Y al punto los dos
caballos
partieron a la
carrera,
cual relámpagos
pasando
ñor Melitón y ña
Cleta.
JOSÉ M. ESTEVA.
Tal poema, de profundo sabor campirano,
recoge las evidencias del que seguramente fue un camino plagado de bandidos, al
puro estilo de las narraciones que Manuel Payno dejó en sus “Bandidos de Río
Frío”. El lenguaje, literal y coloquial al mismo tiempo tiene la entonación que
dos pacíficos pobladores reflejan entre el temor de andar por esos caminos de
Dios y la posibilidad de escapatoria frente al peligro que imponen “dos charros
con escopetas”.
Junto a este agradable testimonio, cierra
nuestra publicación con las “Notas Cinematográficas” que bien podrían darle a
Ángel Miquel[1]
nuevas evidencias sobre los diversos significados que estaba cobrando la relevancia
de dicha expresión de las artes.
[1] Me refiero al trabajo
que Ángel Miguel ha visto publicado: Disolvencias.
Literatura, cine y radio en México (1900-1950). México, Fondo de Cultura
Económica, 2005. 207 p. (Colección
Popular, 448).
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