EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Disponible
en internet julio 28, 2016 en:
Desde luego que Enrique Ochoa Reza debe una
explicación no solo a la humillante posición que ha asumido ahora que es el
actual dirigente del PRI, sino por el hecho de que dejó al garete una empresa
con índices históricos en términos financieros a la baja, e incluso con números
rojos como nunca antes se había registrado. Eso sólo sucede en México.
Quizá en un país civilizado, donde podría
privar una democracia ejemplar y con clara conciencia de sus leyes, personajes
como él deberían estar respondiendo a la justicia, pero les queda la
tranquilidad de gozar de privilegios y canonjías como pocos, lo que se traduce
en una impunidad insultante.
Todo esto y más quedó comprobado con el
penoso “perdón” que exhibió al actual presidente de México hace unos días con
motivo del escándalo de la “casa blanca”, pues si desde la figura relevante del
primer mandatario mexicano puede haber estas desafortunadas circunstancias, ya
nos podemos imaginar cuánto puede suceder con subalternos o dirigentes.
Calificar a ese 5.8% de jubilados en la
C.F.E. como “pasivo laboral” lo obliga no solo a renunciar a su puesto actual,
sino a pedir una disculpa pública. Funcionarios de esa índole no deberían estar
al frente de instituciones que merecerían otra clase de mexicanos comprometidos
con el país, con los trabajadores, con la mejora de la economía y su poder
adquisitivo, con la educación y no con imposiciones como pretenden en aras de
impulsar como sea la reforma educativa. Ya vimos lo que ha sucedido con la
reforma energética y sus leyes secundarias. Han mandado al matadero a empresas
estratégicas como PEMEX o C.F.E. Ya debilitadas estas, se ponen ante lo que de
ellas queda los consorcios extranjeros que vienen a apoderarse del patrimonio nacional,
la mayoría de ellas con plantilla de trabajadores propia, lo que también genera
un gran predicamento a la clase laboral de este país que tendrá que seguir luchando
por hacerse de una fuente de ingreso digna.
El estado consiguió, allá por octubre de
2009 quitarse de en medio a un auténtico dolor de cabeza: los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, adscritos la
mayoría de ellos al Sindicato Mexicano
de Electricistas, una de las instituciones de mayor fuerza hasta entonces. En
ese sentido, cumplían órdenes para dejar libre el camino que iba a tomar, en
ese caso la Reforma Energética. Hoy día, todos estos esquemas aceptados por el
gobierno han eliminado a los sindicatos o está por hacerlo. No sabemos qué
quedará de México, un México del que desde hace muchos años no se le tiene
garantizado un destino apropiado, correcto, firme. Está visto que una buena
parte de esos funcionarios no quieren al país
28 de julio de 2016.
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