jueves, 28 de febrero de 2013

CARTA AL LIC. ENRIQUE PEÑA NIETO.

EDITORIAL

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Lic. Enrique Peña Nieto
Presidente Constitucional de los
Estados Unidos Mexicanos.

Señor:

   Me permito enviarle esta carta, en espera de no distraerlo de sus importantes actividades. Sin embargo, el contenido de la misma reúne, aflicciones y esperanzas; empeños y anhelos que los trabajadores electricistas no perdemos, aún cuando intentaron despojarnos de nuestra dignidad, que es lo que nos queda para defender con un puño cerrado y muy en alto, nuestras vidas.

   México tiene para nosotros, muchos significados. Su historia, su cultura, su pasado, presente y futuro que no son poca cosa. Sin embargo, cuando tiene que hablarse de sus instituciones, sus leyes, sus funcionarios, en buena medida el desencanto nos rebasa. Como en todo, hay excepciones, aunque son las menos.
   Quienes cumplimos una función específica en Luz y Fuerza del Centro, sentimos no sólo el enorme peso de responsabilidad laboral, sino sabíamos que trabajábamos para una institución histórica y estratégica también. Que lo hacíamos con un espíritu compartido, aquel que brotaba de todas las aspiraciones planteadas por el Sindicato Mexicano de Electricistas y ese era el escenario. En lo cotidiano, cohabitaban empresa y sindicato con todas sus virtudes y sus vicios, situación que pervive en sinnúmero de situaciones como esta en el resto del país.
   Sin embargo, el 9 de octubre de 2009 fuimos víctimas de un auténtico golpe de estado, de un despojo en el que 45 mil trabajadores perdimos, de la noche a la mañana nuestro empleo, la fuente de nuestros ingresos. Recuperarlo se ha convertido para la gran mayoría en una pesadilla.
   Pero eso no es todo. El impacto fragmentó a toda la comunidad de electricistas, generando conflictos inexplicables y discrepancias nunca antes vistas y así, entre liquidados y quienes se sostienen en la resistencia, se ahondaron aún más sus diferencias.
   El gobierno anterior, de triste memoria no solo para nosotros, sino para muchos mexicanos, dejó una profunda huella de desaliento, aunada a la de unos índices de desempleo, miles de víctimas en la guerra contra el narcotráfico, un absurdo manejo de los presupuestos federales en el rubro de cultura y salud entre muchas otras “joyas” del desacierto. Y si extinguir Luz y Fuerza del Centro era ir por la infraestructura de la fibra óptica (también conocida como oscura) o el “triple play” para entregarlo a los grandes capitales, dos formas de cierre a sus aspiraciones son las de que presidente, secretario de trabajo y de energía plantearon para consumar sus propósitos: ahorcar el presupuesto de Luz y Fuerza del Centro y luego argumentar que no era eficiente en su administración y el etiquetado de irresponsabilidad por parte de sus trabajadores.
   La toma y control de sus instalaciones no solo se gestó con la presencia de la Policía Federal sino de la tropa, del ejército lo que a decir de quienes lo vieron, se desataron en una rapiña sin nombre.
   Y así como la Comisión Federal de Electricidad tomó control de muchas de las instalaciones consideradas como estratégicas, así también la Comisión Federal de Electricidad ha mostrado un desdén por todo cuanto resulte de los significados históricos o espirituales que legó Luz y Fuerza del Centro. A la Comisión Federal de Electricidad no le interesa Luz y Fuerza del Centro.
   Pero esto no es todo. Se les ha negado a los 16,599 trabajadores en resistencia su posibilidad de reinserción laboral, luego de la indignante resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de hace unos días, lo cual vino a convertirse en el derrumbe de una esperanza… no de la dignidad… no de la vida.
   Por fortuna, han sido liberados los presos (presos de conciencia, presos políticos) que, con cargos de terrorismo estuvieron más de dos años en la cárcel. Liberados con un “usted perdone…” porque no hubo nada que achacarles hasta en tanto la Comisión Federal de Electricidad y el particular que denunciaron en un principio, se desistieron al final.
  Y luego, en el recuento de los daños, el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes como liquidador, en el proceso que atiende consciente o inconscientemente desde octubre de 2009, está borrando la memoria de Luz y Fuerza del Centro. A mí, en lo personal me gustaría que respondieran entre otras preguntas a las tres siguientes:
¿Qué ha pasado con todo el patrimonio documental, histórico, estético, cinematográfico o de arqueología industrial que generó esta empresa de 1903 a 2009?
¿Intentarán borrarlo o mediante los recursos legales o institucionales que son vigentes en pro de tan incuantificable patrimonio que se genera en un país o una institución como esta, hay condiciones de que se salve porque así lo establece la ley?
¿Qué está pasando con todas nuestras pertenencias? Hace tres años y casi cinco meses que no sabemos nada de su paradero.
   Este complejo nudo de acontecimientos nos ha dejado a toda la comunidad de electricistas con una carga de sentimientos encontrados, de sensaciones que tocan las fibras más sensibles, con un resentimiento inevitable. Y es que nadie desea en este momento que lo despojen de uno de sus tesoros más preciado: el trabajo remunerado.
   Por tanto, considero como lícita nuestra expresión. Que la libertad sea lo último de donde asirnos, parece ser lo más valorado. Y si la libertad comprende la de libre expresión, aquí está uno más de los sentires, el nuestro, resultado de una ofensa, de un atentado de lesa humanidad.
   Hace unos días, leía con verdadera atención el siguiente mensaje:

Reflexiones sobre el SME

   El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha arreciado movilizaciones, con la firme convicción de lograr la reinserción de los más de 17 mil trabajadores a la CFE bajo la figura de patrón sustituto, después de que el gobierno calderonista y la actuación de un secretario del Trabajo porril dieron con tropelías la desaparición de Luz y Fuerza del Centro, para traficar con la fibra oscura y abrir la generación de la energía eléctrica al capital extranjero y de lograr la dispersión y la división de un sindicato que actuaba bajo la corriente del sindicalismo revolucionario.
   Otra opción sería la creación de una empresa paraestatal aprovechando la mano de obra y experiencia de los trabajadores electricistas. Cuando parece que se resuelve el conflicto, la derecha de dentro y fuera del gobierno sale de manera desesperada cerrando la disposición de una salida favorable, con la clara intención del golpear al sindicato. Lo inaudito es la violación de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que les había otorgado el derecho de la sustitución patronal. La cruzada del SME por la defensa del derecho al trabajo se conjunta con la lucha contra el neoliberalismo y las implicaciones desfavorables hacia las mayorías del pueblo mexicano. Al agotarse la vía legal queda la política y es donde las organizaciones sociales, políticas y sindicales debieran unificarse bajo objetivos concretos, dándose todo el apoyo y colaboración de clase para frenar de una vez por todas las políticas antiobreras del FMI y Banco Mundial.

Luis Langarica Arreola[1]

   Si en el tiempo que resta a su gestión se manifiesta como partícipe directo, y si además es posible encontrar capacidad y solidaridad para curar esta profunda herida, esa honda ofensa, la patria, los mexicanos y sobre todo, los trabajadores lo agradeceremos. Ya lo decía al principio: México es un gran país. Demostremos además que somos grandes mexicanos.

   Déjenos demostrar que somos trabajadores responsables.


Atentamente


José Francisco Coello Ugalde
Maestro en Historia y
Trabajador de la todavía en la memoria
Luz y Fuerza del Centro.


[1] Disponible febrero 28, 2013 en: http://www.jornada.unam.mx/2013/02/26/correo

martes, 26 de febrero de 2013

LA LUZ y LA FUERZA DE UNA FOTOGRAFÍA. SECCIÓN DE IMÁGENES HISTÓRICAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

¡A toda máquina!, parece decirnos el vigor de esta unidad de 1500 KVA de generación, ubicada al interior de la majestuosa instalación de la planta ELBA, en el estado de Hidalgo. La imagen, se encuentra fechada el 11 de noviembre de 1910, apenas unos días antes de que se desatara el movimiento revolucionario. Para entonces, la infraestructura de la Mexican Light & Power Company Limited se encontraba en plenitud de facultades y funcionando en excelente estado de salud. (Col. del autor).

UN DÍA COMO HOY… 26 DE FEBRERO…

EFEMÉRIDES.  
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

1896: El Dr. Arnold Vaquie envía carta a la Secretaría de Fomento donde solicita autorización para la ampliación de los proyectos, tomando en cuenta la opinión del Ing. Contri del 21 de junio de 1895, donde era necesario tomar el agua en el río de Tenango antes de su reunión con el río de Necaxa y de la formación de la caída, pues de esta forma se conseguía concentrar toda la fuerza en el lugar proyectado para las instalaciones. De ese modo, se justifica que antes de las obras encabezadas por Pearson, Vaquié ya había realizado algunas en el mismo sitio.

1933: Concesión otorgada a la Compañía Mexicana Meridional de Fuerza para construir la planta Nº 3 del Conjunto de La Alameda, en Chalma, estado de México.

Col. del autor.

sábado, 23 de febrero de 2013

UN DÍA COMO HOY… 24 DE FEBRERO…

EFEMÉRIDES.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Día de la Bandera Nacional. Nuestro lábaro es uno de los símbolos patrios y representa a todas las generaciones de mexicanos. Si el escudo nacional en tanto símbolo aparece con el nacimiento de la Ciudad de México–Tenochtitlan, la bandera nacional surge con el nacimiento de México como país independiente. El 24 de febrero de 1821, al consumarse la guerra de Independencia y después de suscribir con Guerrero el Plan de Iguala, Iturbide mandó elaborar de común acuerdo una bandera que simbolizara los ideales insurgentes y los anhelos de los habitantes de la nueva nación. Sus colores y significado fueron: el verde, la religión; el blanco, la independencia, y el rojo, la unión. Aunque en un principio sus franjas fueron diagonales y con una estrella en medio de cada una, evolucionó como los sistemas de gobierno. En 1824, los colores patrios fueron usados de manera vertical. Se adoptó el escudo al centro en la franja blanca, color que simbolizaba la independencia. Este concepto representa la existencia de un país libre, independiente y soberano.

1958: En atención a que, con motivo de la supresión de la vía del Ferrocarril de Necaxa a Beristáin y del Garitón a la Mesa, prácticamente quedaron suprimidos los trabajos de mantenimiento del Ferrocarril del Departamento Necaxa, por lo que el personal de la Sección Ferrocarril siguió prestando sus servicios dentro de la planta.


La Revista LyF, año II Nº 26, del 1º de octubre de 1956, ya daba cuenta del suceso que dos años más tarde se consumaría con la desaparición del Ferrocarril del Departamento de Necaxa.

2009: Concluyen los trabajos de electrificación en 37 comunidades del estado de México, concretamente relacionadas con el H. Ayuntamiento de Ecatepec de Morelos. Entre otras:
Luis Donaldo Colosio, secciones 1, 2 y 3, San Francisco de Asís y Ejidos de San Andrés, Golondrinas, Playa Golondrinas, Independencia y Ampliación Progreso Guadalupe Victoria, etc.
   “Mas de 22 mil familias del municipio ahora cuentan con el servicio de energía eléctrica en sus hogares, después de 15 años que Luz y Fuerza del Centro no atendiera las demandas de la población”.
   Por lo tanto, el Gobierno Municipal y las comunidades pagaron 129.3 millones de pesos a la Paraestatal por los trabajos de electrificación.
INVERSIÓN. Gobierno de Ecatepec: 69.3 millones de pesos;
Las comunidades: 59.9 millones decesos.

viernes, 22 de febrero de 2013

TRABAJADORES DE LUZ y FUERZA ANTE LA COYOLXAUHQUI.

PERFILES DE LUZ O GALERÍA DE PERSONAJES.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

HOMENAJE A LOS COMPAÑEROS DE OBRAS CIVILES DE DISTRIBUCIÓN A LOS 35 AÑOS DEL ENCUENTRO DE LA COYOLXAUHQUI CON TRABAJADORES DE LA COMPAÑÍA DE LUZ Y FUERZA EN FEBRERO DE 1978.

ESTA ES UNA INVESTIGACIÓN ESPECIAL PREPARADA EN SU MOMENTO POR PERSONAL DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE LUZ y FUERZA DEL CENTRO. HOY, MÁS QUE NUNCA, UN MERECIDO HOMENAJE A NUESTROS COMPAÑEROS.

   Transcurre la segunda quincena del mes de febrero de 1978. En el Departamento de Obras Civiles de Distribución, Sector Centro, ubicado en la calle de Miguel Negrete Nº 11, colonia 10 de mayo, en el entonces centro de la ciudad de México, fue emitida la instrucción de realizar ciertas labores, que comenzaron la noche del 20 de febrero de ese año. Ya en horas de la madrugada del 21 de febrero, y precisamente a las 3:30 a.m., avanzaban las obras de excavación para construir un pozo de sondeo donde se instalaría un transformador para retroalimentar a la zona del Centro, exactamente en la esquina de Guatemala y Argentina.[1] Como en los cuentos de hadas, y a la luz de la luna, los compañeros Mario Alberto Espejel Pérez y Jorge Valverde Ledezma, integrantes de la “Cuadrilla 303” de la entonces Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A. (y sus asociadas) en liquidación, golpeaban a pico y pala el piso, a muy corta distancia de, donde por conocimiento general, se sabía que estaban los restos del templo mayor… cuando de repente, y aquí la recreación más exacta del diálogo sostenido entre Espejel Pérez y Valverde Ledezma:
-¡Hey, mira!, ya no puedo seguir –le dice Mario Alberto a Jorge-, topé con algo muy duro,  es como una piedra.
Y responde Jorge Valverde:
¡A ver, óoorale! ¿Qué es?
De Nuevo  comenta Mario Alberto: Ya te dije que es como una piedra.
Jorge:  Síguele dando…
Mario Alberto: …que ya no, que es una piedra y tiene cositas…

  Detalle del penacho, primer segmento del monolito con el que se encontraron los elementos de la Cuadrilla 303.

Jorge: ¡Pues entonces hazle como quieras!
   Estas fueron, más o menos las primeras palabras que cruzaron en aquel momento los compañeros de la entonces Compañía de Luz y Fuerza y Fuerza del Centro, en liquidación (en adelante CLyFC), palabras que fueron confirmadas días más tarde, tanto al Ing. Orlando Gutiérrez, Supervisor de la obra, como al Dr. Raúl Martín Arana Álvarez, quien estaba en ese momento de guardia, en el Departamento de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (en adelante INAH).
   De nuevo, tanto Jorge como Mario Alberto, decidieron limpiar un poco la piedra con unas cuñas de madera, objeto que estaba enterrado aproximadamente a 2 metros de profundidad del suelo. Al retirar un poco el lodo que estaba formado por la humedad de la tierra, se dieron cuenta de que era algo importante y extraño, se observaban a simple vista en la parte descubierta de dicha “piedra” unas plumas, lo que indicaba que eran parte de un penacho. Por la mañana del 21, los dos trabajadores, dieron aviso al Ing. Orlando Gutiérrez, quien a su vez acudió al sitio, ordenando lo cubrieran muy bien, y dejando indicado que él daría aviso al jefe, probablemente se trate de los ingenieros Ignacio Díaz Moreno o Jaime Castillo Velázquez.


  Diferentes momentos de la intervención realizada por integrantes de Salvamento Arqueológico del INAH, así como del Colegio de Arqueología de la misma institución. Con el paso de los días, las visitas se intensificaron. En la tercera fotografía aparece el ArqueólogoEduardo Matos Moctezuma, quien tomó las riendas del proyecto “Templo Mayor”. El mencionado arqueólogo Matos Moctezuma da una explicación a Gastón García Cantú y a Ángel García Cook.

   Efectivamente, pusieron unas tablas para que los autos circularan sin ningún problema por encima del pozo, lo cual ocultó por unos días más el secreto que guardaba dicho lugar, así que nadie podía darse cuenta de lo que había ahí.
   Por su parte, el Ing. Orlando Gutiérrez se dio a la tarea de avisar al INAH ya que por las características que le habían descrito los trabajadores, para él se trataba de algo importante sin saber qué valor real tendría. Sin embargo, nadie sabía informarle bien a que oficina debía acudir. Tras varias llamadas le dijeron que se comunicara a las oficinas de Salvamento Arqueológico y seguramente ahí le dirían que hacer.
   El llamó, tomaron el reporte y por la tarde acudieron tres arqueólogos, encargados de salvamento quienes fueron a inspeccionar la zona. Al llegar notaron que todo estaba en completo orden, los autos circulaban sin problema y no se veía movimiento alguno, por lo que  regresaron y reportaron que no era nada. E incluso, dijeron que se trataba de una “falsa alarma”.
   Esa noche los compañeros de la cuadrilla tenían instrucciones claras de no mover nada, que siguieran limpiando un poco más dicha piedra y volvieran a tapar. Al día siguiente, 23 de febrero, El Ing. Orlando Gutiérrez volvió a comunicarse con una señorita que le contestó en la oficina de Salvamento Arqueológico, le dijo que no había nadie, que “mejor se diera una vuelta en la tarde, porque no había quien le atendiera”. Paciente el ingeniero, llamó una vez más y por fortuna quien le contestó fue el Arqueólogo Raúl Martín Arana Álvarez que por casualidad estaba ahí. El ingeniero comentó que quedaron de ir a supervisar la obra y no había tenido respuesta a lo cual el Arqlgo. Arana le dijo que en ese momento estaba leyendo el reporte y que mencionaba que “no se encontró nada”. El Ing. Orlando le mencionó que tenían que ir de noche ya que la cuadrilla laboraba de las 23 p.m. a las 5 a.m. aproximadamente, debido al hecho de que hasta entonces, era una calle transitada por autos.
   Arana le dijo: ¿Está seguro de que se trata de algo importante? ¡Sí!, fue la respuesta inmediata del Ingeniero. “Entonces yo me comprometo a ir en la noche”, actitud contundente y decidida del arqueólogo.

  El Arqueólogo Raúl Martín Arana Álvarez, primer testigo presencial en el descubrimiento de la Coyolxauhqui, y quien atendió el llamado del personal de la CLyFC. A la derecha una fotografía actual.

   Aproximadamente a las 23:00 hrs. Arana Álvarez arribó al lugar, donde ya los trabajadores habían acordonado la zona y tenían descubierta la piedra, él se acercó y…
…Con un profundo silencio y a la luz de una curiosa luna llena, brillante a cual más, tuvo a su vista un maravilloso descubrimiento, y bastaron esas “plumas” (primera evidencia observada por personal de la CLyFC) para darse cuenta de la majestuosidad que tenía enfrente. Con la piel erizada, un nudo en la garganta y un vacío en su interior, cuando solo creía estar escuchando al Ing. Orlando Gutiérrez, regresó en sí después no de un par de minutos -¡sí de quince!-, como nos lo confiesa. Por fin, el arqueólogo le dijo: ¡Por favor, espéreme aquí, voy rápido por mi jefe (en ese entonces era el Dr. Ángel García Cook). Arana, al llegar en horas muy avanzadas de la noche, encontró despierto a García Cook, indicándole que estaban ante un hecho inusitado. García Cook insistió en preguntar si efectivamente se trataba de algo importante, a lo que el maestro Arana le respondió: ¡No sabe lo que se acaba de descubrir…!
   Ambos se dirigieron al lugar de los hechos[2], en tanto que la preocupación por parte del Ing. Orlando era evidente, por el hecho de una pregunta básica que hizo al Mtro. Arana, en el sentido de cuándo podrían seguir con la obra, a lo cual el propio Arana, sonriendo le contestó: ¡Jamás vuelven a tocar esta piedra, su obra aquí terminó, y ahora se queda esto en manos de la oficina de salvamento! Efectivamente, por órdenes de García Cook, dichos trabajos iniciaron la mañana del 23 de febrero mismo y hasta que concluyeron, el 15 de abril siguiente. De inmediato dio las gracias a todos los integrantes de la Cuadrilla 303, los despidió y se puso en marcha la investigación, misma que fue posible con ayuda de estudiantes del Colegio de Arqueología, quienes se dieron a la tarea de plantearse o cuestionarse sobre el personaje o la mitología que se encontraba tallada en aquel gran monolito recién descubierto, por lo que fue así que pudieron revelar que ese “personaje” en realidad era una mujer, además, decapitada y cuya leyenda, explica que se trataba de la Coyolxauhqui, diosa lunar que resurgió de la tierra haciendo honor a su posición, y a la luz de la luna brillante decidió salir.

  El Arqueólogo Ángel García Cook, y una imagen de la Coyolxauhqui, recién salida de un afortunado “baño”. Como se observa, fueron restañadas sus heridas hasta donde la medida de las posibilidades en la restauración lo permitieron.

   La leyenda como tal cuenta lo siguiente:
   Se dice que Coatlicue[3] se encontraba un día barriendo su templo en lo alto del cerro de Coatepec,[4] cuando cayó del cielo una bolita de plumas de colibrí. Tales plumas las guardó en su pecho, pero jamás imaginó que de aquella circunstancia quedaría encinta. Ese hecho misterioso, ofendió a sus 400 hijas, mejor conocidas como Centzon Huitznahua[5] que, influidas por Coyolxauhqui, decidieron darle muerte a su madre.
   Por su parte, Huitzilopochtli, dios del Sol,[6] desde el vientre de Coatlicue toma la decisión de defender a su madre.

 En nuevos descubrimientos, como el de Tlaltecuhtli, las cuadrillas de Luz y Fuerza del Centro siguen  paso a paso, los procedimientos “quirúrgicos” que realiza el INAH para la recuperación de piezas muy importantes en el “Templo Mayor”.

   Cuando la luna y las estrellas estaban a punto de asesinarla, nacio el Sol Huitzilopochtli, quien preparado para la guerra y armado con una serpiente de fuego llamada Xiuhcoatl, decapitó con esta a Coyolxauhqui, arrojándola desde lo alto del cerro. Al ir cayendo en cada giro se fue desmembrando, hasta quedar mutilada de brazos y piernas. Diversas manchas de de sangre quedaron como testimonio que pudieron observarse a la luz de las investigaciones de los arqueólogos que identificaron plenamente a la Coyolxauhqui.
   El monolito al que nos referimos fue ubicado en un espacio del Templo Mayor hacia 1480. Desde entonces, junto con otros, como el de Coatlicue, la piedra del sol o calendario azteca, tuvieron la fortuna de permanecer a una altura que permitió, luego de la destrucción de la ciudad de México-Tenochtitlan (13 de agosto de 1521); y más tarde la construcción de la primitiva ciudad de México, que los españoles se dotaran de materiales en piedra para la cimentación y los muros de sus primeros edificios. Así que los monolitos ya citados, poco a poco se fueron enterrando con dichos residuos, lo que permitió que hayan sido rescatados en muy buenas condiciones. Pero, ¿por qué aparece una severa fractura justo al centro de la piedra tallada de la Coyolxauhqui?



En aquella época, la revista Lux apuntaba lo siguiente: Es encomiable, desde luego, el hecho de que nuestros compañeros, al percatarse de la naturaleza del monolito, hayan procedido con esmerado cuidado para no dar margen a que por una mala maniobra, se pudiera causar daño a la pieza de cuyo hallazgo, se derivara que hasta el 22 de marzo, se tuvieran ubicados 170 elementos mayores que vinieron a enriquecer el vasto patrimonio cultural de nuestro pueblo.
   Diversas teorías y hasta rumores han corrido al respecto. Sin embargo el argumento más sólido nos fue confirmado por el Arqlgo. Raúl Martín Arana Álvarez, primer personaje que tuvo contacto con esta maravillosa evidencia del pasado prehispánico. Nos contaba que, por el hecho de encontrarse en un espacio fangoso, por lo que, al paso de los siglos, la pieza, se fue hundiendo. Debido al peso de las nuevas construcciones, y a la ligereza que adquiría la Antigua ciudad de México-Tenochtitlan, fue que dicha pieza emergió, al emerger, fue cuando se presentó la fractura que actualmente sigue siendo visible.

 Equipo que intervino en los trabajos de Salvamento Arqueológico bajo las órdenes de Ángel García Cook. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: primera fila: Kanamaye León, Huzitzilin León, Marco A. Martínez; segunda fila: Felipe Solís (quien identificó a la diosa), Carmen Chacón, Gerardo Cepeda, Raúl Arana, Maximiliano León, Carlos Salas, Evedith Araizaga, Elena Talavera, el trabajador Mario de la Torres. Abajo: Rafael Domínguez, Guillermo Ahuja, Arturo Chaires, José Francisco Hinojosa, Santiago Analco, Román López, trabajador Rodolfo Franco y Samuel Mata.

   A raíz de todo este recuento, fue que se puso en marcha el ambicioso proyecto hoy conocido como “Templo Mayor”. Afortunadamente, la colaboración de Luz y Fuerza del Centro en estos trabajos ha cobrado varios rescates más, debido al hecho de que estas dos instituciones pudieron establecer lazos de comunicación para dar aviso, inmediatamente después de que LyFC, y al realizar actividades relacionadas con el mantenimiento o la expansión, encuentren evidencia arqueológica, misma que de inmediato es reportada al Instituto Nacional de Antropología e Historia, y canalizada al área de Salvamento Arqueológico.


Con el descubrimiento de la Coyolxauhqui, se puso en marcha el ambicioso proyecto del “Templo Mayor”. A raíz de esa oportunidad, hemos tenido forma de conocer el pasado prehispánico y las siguientes etapas históricas, gracias también, al importante desempeño de arqueólogos, antropólogos y otros investigadores.
   La experiencia que dejó el descubrimiento de la Coyolxauhqui, quizá la de mayor dimensión, permitió que se pusiera en marcha el ambicioso proyecto del “Templo Mayor”, mismo que hasta el día de hoy sigue dando cara un área tan específica en la empresa, como es el Departamento de Obras civiles de Distribución, lo que no se reduce a este caso específico. En las diversas labores realizadas, sobre todo en el perímetro “Uno” del actual Centro Histórico, permanentemente son descubiertas diversas evidencias del pasado prehispánico o periodo colonial, lo cual significa el hecho de que tanto Luz y Fuerza del Centro, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia, hayan establecido un convenio en el que luego de que personal de Luz y Fuerza localice cualquier tipo de pieza atribuible a razones arqueológicas, tiene como obligación dar aviso al Instituto Nacional de Antropología e Historia, institución que de manera oficial interviene en estos casos. Concretamente su área de Salvamento Arqueológico.

 El Presidente José López Portillo recibe explicaciones del prof. José Luis Lorenzo y de Raúl Arana, el 28 de febrero de 1978. Esta fue la primera visita oficial que recibía la diosa.

   Hoy día, la evidencia de diversos hallazgos sigue estando presente. Sabemos que nuestros compañeros seguirán cumpliendo no solo con sus tareas. También, han cobrado conciencia sobre todos los significados del patrimonio histórico con el que, en cualquier momento, pueden encontrarse.

 
 Visitantes distinguidos como los reyes de España o María Félix, eran motivo de recepciones y explicaciones eruditas por parte de los responsables en el Nuevo espacio, que vino a reafirmar su nombre con todo orgullo: Templo Mayor.

   Finalmente, queremos hacer un reconocimiento a los integrantes de la “Cuadrilla 303” que participó en aquel hecho histórico. Dicha cuadrilla, perteneció al Departamento de Obras Civiles de Distribución, sector Centro, ubicado entonces en la calle de Miguel Negrete Nº 11, Colonia 10 de mayo, centro de la ciudad de México, estuvo integrada en su totalidad por los siguientes trabajadores:


    Con este pequeño reportaje, la revista Lux de marzo-abril de 1978 dejaba evidencia sobre el reciente descubrimiento del monolito, y donde los compañeros de Obras Civiles de Distribución, jugaron un papel preponderante.

Ricardo Pérez Gómez, Edgar Nervis Páramo, Mario Alberto Espejel Pérez, Pablo Aldana Montiel, Fernando Guzmán González, Juan Roldán Lozano, Daniel González Núñez, Omar Labastida López, Alejandro López Garrido, Román Hernández Hernández, Herón Camerino Morales Martínez, José Refugio Jiménez Cardeño, Juan Nava Varela, Samuel Fabián Romero Valderrama, Porfirio Trejo Colín, Armando López López, Víctor Manuel Márquez Hernández, Rogelio Olivares Sotero, Gustavo Mayoral Borja y Rubén Olvera Solís.
   A todos ellos, nuestro reconocimiento, por haber participado en tan histórica ocasión.

Reconocimiento que fue entregado al C. Jesús Navarrete Méndez, quien en esa época ostentaba el puesto de “peón”.

CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS

Agradecemos infinitamente el apoyo e información ofrecidos por el Arqueólogo Raúl Martín Arana Álvarez, maestro de generaciones, e integrante activo en el INAH.
De igual forma a Claudia Durán, responsable del Archivo Histórico de la revista Lux.
Colaboramos en la redacción y preparación de textos: Ángeles León Aguilar y quien esto escribe.

Octubre de 2009


NOTA:

Si desea entrar en contacto con el autor de estos trabajos de investigación, recopilaciones, y demás asuntos relacionados con la reconstrucción de la historia de Luz y Fuerza del Centro, o simplemente conocer su obra, con gusto lo remito a la "liga" en que aparecen sus datos curriculares:


En la cejilla "Acerca del autor", se encuentran todo mi perfil profesional, así como un archivo PDF que reúne toda mi obra, publicada desde 1987 y hasta nuestros días.

Muchas gracias.


[1] En esta zona del centro de la ciudad, las redes de los diferentes servicios son subterráneas (red automática en alta tensión, baja tensión, red privada de la Presidencia, teléfonos, etc.) y se tuvo necesidad de construir “pozos” para alojar los transformadores que suministraban el fluido eléctrico a los diferentes circuitos.
[2] Durante el trayecto, fue García Cook quien avisó a su jefe, el entonces Director del INAH, Gastón García Cantú, el que, a su vez, también dio aviso al Lic. José López Portillo de la trascendencia del asunto en altas horas de aquella noche.
[3] Coatlicue: Divinidad azteca, su nombre en nahuatl significaba “la de la falda de serpientes” Diosa terrestre de la vida y la muerte, tambien conocida con los nombres de Tonantzin (nuestra verdadera madre) y Teteoinan (madre de los dioses). Representada con una falda de serpientes y un collar de corazones que fueron arrancados de las víctimas de los sacrificios, con garras afiladas en las manos y los pies, diosa sedienta de sacrificios humanos, de ahí quizá, la figura que adquirió, en su momento,  el monolito de la Coyolxauhqui.
[4] Coatepec Harinas, Méx., Coatepec, Pue., Ver. En el cerro de las serpientes. Coa-tepe-c. De cóatl, serpiente, tépetl, cerro, -c, part. Locativa-.
[5] Centzon Huitznahua: Representando a las estrellas, todos ellos de origen mexica.
Cuenta la leyenda que Coatlicue se encontraba barriendo su templo en lo alto del cerro de Coatepec, cuando una bolita de plumas que cayo del cielo que guardo en su pecho y quedo embarazada. Ese hecho misterioso ofendio a sus hijos Centzon Huitznahua que influidos por Coyolxauhqui decidieron matar a su madre.
[6] Huitzilopochtli: “Colibri surdo” Dios de la guerra y el sol, patrono de los mexicas.

miércoles, 20 de febrero de 2013

DE CAUDILLOS Y JEFES REVOLUCIONARIOS…

LÍNEAS DE TRANSMISIÓN… O LÍNEA DEL TIEMPO

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
  
   Ya establecido el orden dentro de los gobiernos de los presidentes Obregón y Calles, los volúmenes de inversión en la industria tomaron un nuevo cauce ascendente que duró hasta la gran depresión de 1929.

   La supresión de impuestos a la importación de equipo para las empresas y la centralización del control eléctrico por las empresas, características que conformaron el gobierno del General Porfirio Díaz, en los períodos 1920-1924 y 1924-1928, fueron cambiando lentamente. La generación de energía que, según la Constitución General de la República de 1857, facultaba a los estados y territorios para promoverla y realizarla, en los gobiernos del General Álvaro Obregón y del General Plutarco Elías Calles, fue perdiendo vigencia dando así cabida a una forma de centralización dirigda por la federación en las tareas eléctricas.

   En 1927 se indicó la necesidad de que la nación tuviera derecho sobre los recursos hidráulicos, hecho que forzosamente afectaría a la larga a las empresas eléctricas, pues todavía en esta época continuaba la política de concesiones.

   La relevancia de la actividad en la industria eléctrica de 1920 a 1929 se desprende de las siguientes consideraciones: el producto nacional bruto se acrecentó en un 20%, la actividad industrial aumentó un 33%, la capacidad de energía eléctrica instalada se triplicó, la generación de energía se duplicó. En 1928 la minería y la industria siderúrgica consumían el 33% de la capacidad de la industria eléctrica, el 20% otras industrias y el resto se aplicaba al alumbrado público, servicios residenciales y a usuarios en general.

   En el año de 1922 fue creada la Comisión Nacional de Fuerza Motriz, que intentó la reglamentación de la industria eléctrica y trató de regular los planes eléctricos buscando la unidad en los aprovechamientos de los recursos energéticos; otra función de la citada Comisión era vigilar las tarifas y resolver las diferencias entre los conflictos de empresas y consumidores. La labor de la Comisión Nacional de Fuerza Motriz fue sólo un intento por controlar la industria eléctrica nacional.

   1925 significó un parteaguas en el devenir de la nación. El gobierno del Presidente Elías Calles dividió el México revolucionario de guerras intestinas, del México revolucionario dentro de los marcos institucionales. Durante su gobierno se crearon las formas del Estado mexicano moderno. Sus métodos político-económicos crearon la era del institucionalismo, lo que forzosamente afectó a la propiedad extranjera. En el exterior, el Presidente Calles fue considerado un rabioso radical; la verdad es que fue un notable estadista.

   El 30 de abril de 1926 se expidió el código nacional eléctrico. Se extendió un control federal sobre la industria en lo referente a generación y distribución, el gobierno tomó el mando sobre las concesiones y se reglamentó la técnica de operación de la industria. Algunas de estas medidas prosperaron, pero la mayoría de ellas no tuvieron éxito debido a que las empresas hicieron valer el derecho de sus concesiones.

   La tensión entre consumidores y empresas continuaba, la relación de tarifas entre los consumidores mexicanos y las fuerzas industriales era francamente dispareja, esto es explicable en razón de que con frecuencia los dueños de la industria eléctrica tenían relaciones sumamente estrechas con la minería, la siderúrgica y la industria en general. Los usuarios nacionales estaban en condiciones muy desfavorables y las protestas por este estado de cosas se sucedían cada día con mayor insistencia. En 1921 se registró el primer movimiento contra las empresas, y fue organizado por los consumidores de energía eléctrica de la rama textil.

   La gran crisis económica de 1929 afectó en forma considerable a la industria eléctrica. El producto nacional bruto descendió notablemente, asimismo el conflicto entre técnicos mexicanos y consumidores con el sector empresarial se agudizó.

   En 1932 bajaron las tarifas para pequeños consumidores, pero la energía eléctrica continuaba bajo el control de las fuerzas encargadas de la producción industrial. La intervención estatal, aunque mínima, cada vez se acentuaba más y se dejaba sentir en el campo eléctrico nacional.

   Un hecho que conviene destacar porque constituye un antecedente histórico valioso, fue el que realizó la Confederación Nacional Defensora de los Servicios Públicos en 1933, al pedir la nacionalización de la industria eléctrica. Por esta época tomaron auge las tesis del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Franklin D. Roosevelt en su política de “ver hacia delante”. América Latina resintió saludablemente este nuevo trato. Contra la imposición monopolista de las oligarquías empresariales, se presentó la comprensión hacia el desarrollo libre de las fuerzas productivas de las naciones latinoamericanas. Los pueblos de América Latina tuvieron en el Presidente Roosevelt a un reformador que entendió la imperiosa necesidad que los asistía para organizar planes de desarrollo que encauzaran la producción y fundamentalmente que dieran cumplimiento a las demandas populares.

   Así las cosas, en 1933 el gobierno de México fue autorizado por el H. Congreso de la Unión para promover la creación Federal de Electricidad, organismo del poder público que nació institucionalmente en 1937.

   La escena de 1937 fincaba la reforma agraria con impulsos renovados y los planes nacionales se efectuaban con incesante empeño. En fin, la administración del Presidente Lázaro Cárdenas robusteció la economía nacional, colocando pilares sólidos para el futuro desarrollo económico social de la nación; en estas tareas siempre se dio el más decidido apoyo a los núcleos populares. Lo que se ha denominado la “Epopeya del Petróleo” y su repercusión, la reafirmación de una política internacional que mantenía inviolable la soberanía del país y que al mismo tiempo proponía la libre autodeterminación de los pueblos; todo ello constituyó un capítulo estelar en la historia de los gobiernos revolucionarios de México.

   La ley de 1938 limitó las concesiones eléctricas a plazos máximos y no renovables y determinó que los proyectos eléctricos y su financiamiento deberían estar aprobados por el gobierno. Este año se unificaron los sistemas contables de las empresas para facilitar los controles fiscales, se fijaron tarifas eléctricas por períodos no mayores de cinco años y se estableció la Comisión Nacional de Tarifas.

   De 1939 a 1945, período de la gran guerra mundial, la industria eléctrica nacional reflejó las dificultades del momento por el que se atravesaba. Sin embargo, se continuó en la tarea de construcción de plantas. Por esta época, en 1940, el gobierno adquirió la Compañía Eléctrica de Chapala, la que fue manejada bajo sistema de sociedad anónima.

   El gobierno reiteraba con frecuencia a las empresas la necesidad de planificar racionalmente el crecimiento de la industria para bien del país. Esta requisitoria siempre tuvo como respuesta el renovado afán de lucro empresarial y ningún intento por comprometerse con los intereses de México.

   Los programas de electrificación que efectuó la Comisión Federal de Electriciad de 1945 a 1950 fueron desplazando a las empresas privadas. La American and Foreign Power y la mexican Light and Power Co., principales consorcios eléctricos extranjeros que había en el país, fueron poco a poco superados por la acción vigorosa de la Comisión Federal de Electricidad.

   En 1945 la Mexican Light and Power Co., y la American and Foreign Power Co., contaban con el 60 por ciento de la capacidad de generación, la Federal de Electricidad con el 5 por ciento y el resto lo tenían otras industrias. En 1960 la Comisión Federal de Electricidad contaba con el 40 por ciento de la capacidad de generación en el país, las empresas extranjeras con el 33 por ciento y otras empresas con el 27 por ciento restante.

   De 1945 a 1960, se efectuaron inversiones en la industria eléctrica por 7,500 millones de pesos, de los cuales 5,000 millones correspondieron a la Federal de Electricidad y 2,500 millones a los dos grandes consorcios y otras empresas. De lo anterior podemos deducir el magnífico impulso que la Federal de Electricidad realizó desde su creación hasta 1960.

   En abril de 1960 se inició el proceso de nacionalización de la industria a través de la compra de las empresas por el gobierno de México. Cincuenta y dos millones de dólares por el control sobre el 90 por ciento de las acciones de la Mexican Light and Power Co., 78 millones de dólares para saldar los pasivos de esta empresa, y 70 millones de dólares por la adquisición de la American and Foreign Power Co., constituyeron los caracteres de compra de las empresas por el gobierno. Las empresas, por su parte, se comprometieron a realizar inversiones en México.

   Este acto de vital trascendencia nacional culminó en septiembre de 1960 y reflejó una particular afirmación en el robustecimiento de la conciencia nacional; tierra en 1910, petróleo en 1938, electriciad en 1960.

   De 1960 a la fecha, la industria eléctrica ha consolidado su estructura, y en 1965 inició los planes adecuados para llevar a cabo su vertebral integración. Los avances en materia de electrificación rural se han sentido con verdadero impacto en la nación, en virtud de que la Comisión Federal de Electricidad ha llevado y lleva a cabo los planes más concientes en materia de electrificación rural. La integración de la industria ha sido obra del esfuerzo de sus trabajadores y ha hecho posible que la luz llegue al campo mexicano.

   La electrificación rural en México manifiesta progresos acelerados, que son producto del correcto aprovechamiento de los recursos de la industria por el sector institucional, el que ha promovido programas de extensión en la obra de electrificar las comunidades rurales para beneficio de quienes las habitan.

   Para la eficaz realización de este capítulo, la Federal de Electricidad ha venido coordinando sus esfuerzos con los de los gobiernos de los estados y los habitantes beneficiados. Las Divisiones de Operación a través de sus dependencias señaladas, que disponen para el desarrollo de su fin de un patrimonio específico, realizan convenios con los gobiernos de los estados y con los particulares beneficiados por las obras que se realizan, en los que la Comisión Federal de Electricidad otorga su aportación y la complementa con la de los gobiernos estatales y los habitantes beneficiados. Estos centro de trabajo operan en todas las entidades del país.

   Ya nacionalizada la industria, su integración ha constituido una tarea de igual o mayor importancia que la propia nacionalización. En esta labor, la electrificación rural ha tenido trascendente importancia.

   Las empresas afiliadas estaban bajo la tutela de Industrial Electrica Mexicana, empresa estatal que había venido trabajando en forma de relativa independencia. Las instalaciones que el gobierno de la República compró a la American and Foreign Co., en 1960, dentro de los procesos de nacionalización de la industria, fueron incorporadas al patrimonio de la Comisión Federal de Electricidad.

   Promover y efectuar tareas eléctricas son requerimientos actuales; por ello, es imperiosa la necesidad de incrementar los procesos de construcción y distribución de energía eléctrica en el ámbito nacional.

   México, la Comisión Federal de Electricidad y sus programas integrales, van hacia delante recorriendo un camino cuyo final aún está distante, pero el que algún día alcanzaremos.