martes, 14 de febrero de 2017

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Desconozco si existe el término “homicidio intelectual”, pero en la práctica lo viene aplicando en forma contundente el propio estado. La víctima: el Archivo General de la Nación Mexicana (AGNM, por sus siglas). Si aun así no queda claro, comparto a continuación la nota publicada el 7 de febrero de 2017 en La Jornada:

La Jornada, martes 7 de febrero de 2017. Política, p. 11.

   En los últimos meses, la Ley Federal de Archivos ha sido blanco de innumerables comentarios, sugerencias, pero sobre todo de críticas, debido a que, de aplicarse se convertirá no en una defensa legítima de la memoria histórica en este país y sus instituciones, pues se corre el peligro de que siendo un instrumento jurídico, este quede a expensas de la Secretaría de Gobernación (SEGOB, por sus siglas) y con ello se garantice más que la protección, el riesgo sobre las fuentes debido a un manejo discrecional e intolerante que podría condenar a la baja o descarte de información de gran valor, entre cuyos rubros se encuentran por ejemplo, fondos como los de la “Guerra sucia” y expedientes personales destinados ya a la investigación luego de cumplir periodos naturales de guarda.
   Incluso en estos momentos, y derivado del reportaje que acompaña estas notas, es preocupante el destino que guarda el fondo “Luz y Fuerza del Centro” que originalmente llegó a la “Galería 8” y de cuyo paradero no se tiene una clara idea, sobre todo debido a la movilización y desplazamiento de fondos al nuevo edificio. Pero el hecho de que propios empleados del AGNM al preguntárseles sobre dicho fondo para su respectiva consulta, no sepan en estos momentos sobre su ubicación física. Así de graves están las cosas en el entrañable AGN.
   Además el abandono que la propia SEGOB tiene sobre una de sus dependencias deja ver que las razones y fundamentos culturales o intelectuales no están entre sus prioridades. Por ende SEGOB podría ser llamada a declarar si se consuma el denominado aquí “homicidio intelectual”.
   Hace ya varios sexenios que esta razón sensible, la cultura y todos sus derivados, entre los que se encuentran los propios archivos se haya en el cementerio de los olvidos, pero sabiendo que es una obligación, la ignoran, la desprecian al punto de que los archivos, en concreto, son letra muerta. En lo personal conozco muchos de ellos, públicos y privados y los hay en ambos conceptos que son auténticos modelos, pues se aplican los recursos pertinentes y su personal posee los conocimientos para realizar las funciones debidamente. En contraste, existen “archivos” en sitios no idóneos, sin la infraestructura elemental, y en buena medida su personal está allí no en los mejores términos sino porque se aplican criterios adversos como el castigo, la nula capacitación o por el hecho de que los archivos mismos son la “Siberia de las instituciones”.
   En un caso así se debe tener un criterio muy sensible, abierto, en combinación incluso de sentido común. Pero ante la ausencia de estos valores elementales, el que puede considerarse “cerebro del organismo” (empresa, secretaría de estado, oficinas administrativas y otros) están “como ausentes” (Pablo Neruda –dixit-).
   Cuando la política o los políticos están de por medio, la cosa no tendría el mejor de los resultados. Pero si no queda otro remedio pues son quienes deciden la autorización de muchos instrumentos legales, lo que conviene es un acercamiento urgente con los expertos que son quienes ahora mismo no han dejado de levantar la voz…, pero parecen no escucharlos. Hoy todavía estamos a tiempo de evitar equivocaciones o desaciertos que incluso podrían ser irreversibles. Y los legisladores en este caso, ya en la Cámara de Diputados, ya en la de Senadores, deberán cobrar conciencia de este capítulo. De no hacerlo –ya lo saben-, se les cobrará factura, además de que puede ser imperdonable lo que ahora, pueda ser motivo de una sensata y equilibrada decisión y no como suele ocurrir con esas apresuradas votaciones solo por salir del paso.
   Señores legisladores: en sus manos queda esa decisión la que también, para su debida y correcta marcha se necesita el aspecto presupuestal idóneo, y no migajas, pero también desprecio.

   ¡Queremos viva la memoria en los archivos!

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