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viernes, 26 de febrero de 2016

UN MUNDO DE SUPERVIVENCIA.

EDITORIAL

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Contemplar un atardecer como los que en estos días se vienen presentando en la ciudad de México, pueden tener un fondo romántico. Sn embargo, los matices del medio ambiente están cargados de un paisaje nebuloso, de precontingencia ambiental. Este no es sino otro caso más en el que la añeja contaminación se suma a los efectos del cambio climático, por lo que la alerta de un comportamiento riesgoso para la salud, es algo latente y con lo que convivimos en forma irremediable e irreversible también, salvo que actuemos en consecuencia, pensando a favor de la naturaleza en todos sus sentidos.
   Creo que hemos llegado al punto donde estamos adaptándonos a un mundo de supervivencia. La resequedad en el ambiente, la falta de lluvias en ciertas regiones y el exceso en otras dejan ver que además, debemos configurar nuestra cultura de ahorro en el agua, el uso eficiente de los recursos naturales y de aquellos que pasan por procesos de aprovechamiento, como es el caso de la energía eléctrica. Se sucede sin descanso la desmesura en el crecimiento urbano, pérdida de extensiones antes dominadas por selvas, tierras de cultivo, manglares, arrecifes y otros espacios que dan lugar a la desertificación, al uso indebido del suelo pero sobre todo a una insaciable reacción de constructoras que levantan edificios corporativos, hoteles, edificios para casa-habitación, mientras las áreas verdes desaparecen para ser sustituidas por un tono gris que a su vez demanda también nuevos servicios que se suman a los ya de por sí instalados y que también presentan un ritmo que no puede afectarse, puesto que para ello y como ciudadanos, hacemos los respectivos pagos para que no surja el caos.
   En un mundo de supervivencia también se experimenta todo aquello relacionado con la pérdida de una cultura laboral, y donde las “conquistas sindicales” que se están esfumando sin forma posible de recuperación, hacen de la clase trabajadora una víctima perfecta que intenta defender, casi en medio de la nada, lo poco que puede para no perder su fuente de trabajo e ingreso, dos razones que hacen crecer en forma exponencial la explotación irracional del trabajador.
   Precisamente hace unos días, la Dra. Anna Ribera Carbó ofreció una interesante plática cuyo tema fue la huelga de 1916, capítulo importantísimo donde los obreros de hace un siglo, demandaron justicia en sus derechos como trabajadores. Aquel ejemplo hoy sería imposible, pues se han perdido las columnas vertebrales que permiten a todo quien se contrata para desarrollar una actividad con retribución monetaria, a gozar de otros derechos y prestaciones. Los contratos colectivos que crean derechos y obligaciones ya no existen, las pensiones son de muerte, las “afores” un albur. Los “contratos” que solo generan la figura de “outsorcing” y la subcontratación son ya común denominador, con lo que se pisotean vilmente los derechos de una nueva clase obrera sometida, que no tiene asideros posibles, lo que hace de su condición un punto vulnerable por donde quiera vérsele.
   Pero además, el estado o la iniciativa privada dejan ver que están absolutamente plegados a las líneas que impone el neoliberalismo cuya fuerza es incontenible, insaciable.
   El caso más reciente en el que el derrumbe de otro sector de la clase obrera ya estaba visto como cosa anunciada, se da a partir de esta noticia, que luego se convirtió en un desmentido, en un “recular” de la propia dirigencia del SUTERM que nos deja a todos con un amargo sabor de boca.


El SUTERM venía siendo un ente en estado vegetativo. Ese “disfrute” con un contrato blanco, hizo de dirigencia y base trabajadora un cómplice perfecto, un convidado de piedra más en los asuntos estratégicos. Incluso recordamos su silencio cómplice justo cuando se declaró la extinción a Luz y Fuerza del Centro, el 11 de octubre de 2009. Esperábamos algún gesto solidario, que no lo hubo en su momento ni más adelante.
   Y ante el contenido de esa nota, resulta que en forma sospechosa, la propia dirigencia del SUTERM da un paso atrás en su postura, lo que levanta sospecha, la de un evidente condicionamiento. Y peor aún, de una amenaza que haya puesto sobre la mesa la propia dirección de CFE, la que a su vez, y así lo sospecho, no tuvo otro camino que cumplir órdenes del estado. Y claro, siendo tan evidente que la Reforma Energética y sus leyes secundarias no son más que el camino impuesto por el neoliberalismo mayor, pues sólo se tiene como resultado una clase obrera desechable, sujeta a los caprichos de ese gigante que hoy no es otra cosa que un Frankestein fuera de control.
   Duele tanto abuso, tanta explotación impuesta hacia un trabajador indefenso. Duele que el patrimonio nacional y las otrora empresas estratégicas como PEMEX y CFE están sujetas a las más flagrantes violaciones y abusos, porque prácticamente ya nada es nuestro, le pertenece a otros que en aras del disfrute económico obtenido a su favor, dejan a un país como México manejado a su antojo. Hasta hoy, y luego de episodios como los encabezados por Lázaro Cárdenas o Adolfo López Mateos (expropiación petrolera y nacionalización de la industria eléctrica) no ha habido presidente que cumpla con su misión en forma honesta, nacionalista (sin tintes demagógicos) y cabal. El país se desmorona, persiste el desaliento y no sabemos cuándo habrá prosperidad que declarar.


26 de febrero de 2015.

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