LA PUBLICIDAD DE LUZ y FUERZA A TRAVÉS DEL TIEMPO.
POR:
JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
En nuestra
empresa, Luz y Fuerza del Centro, supimos durante mucho tiempo que uno de los
elementos con los que se trabajaba permanentemente era la electricidad. Corriente
y voltaje tendrían que haberse manejado con el suficiente respeto, puesto que
los valores de tensión eran tan elevados, que ponían en riesgo la vida del
trabajador, siempre y cuando este cometiera un error o sobrepasara sus límites
de habilidad, soportados en un alarde de capacidad con la que no contaba
expresamente. O simple y sencillamente si alguna circunstancia fuera de la “Bitácora”
pudiese generar el accidente. Por muchos años, los índices de accidentes
ocasionados por descargas eléctricas, mismas que provocaban, entre otros daños
la fibrilación ventricular y quemaduras por donde atravesaba esa corriente el
cuerpo del trabajador, traían por consecuencia la incapacidad permanente y hasta
la pérdida de algún miembro importante. De ahí que tanto la empresa como el
Sindicato pusieran atención relevante en un apartado que poco a poco se
consolidó con la creación de diversas comisiones de Seguridad e Higiene que
tuvieron, entre sus propósitos más destacados sensibilizar al personal para
evitar accidentes. Sobre todo entre las cuadrillas de trabajadores que tendrían
que enfrentar en alta o baja tensión las posibles descargas (en el entendido de
que con la “licencia” y autorización de librar el circuito a atender, no
significaba que este quedara del todo fuera de servicio, pues por sus líneas
seguían circulando corrientes que podían seguir poniendo en peligro a los “linieros”).
La famosa
“plática de los cinco minutos” fue todo un experimento en casi todos los
centros de trabajo en donde el personal tendría que realizar permanentemente
actividades de este tipo. Dicha plática funcionó muy bien, pues ponía en
alerta, desde el Ingeniero residente responsable, pasando por el sobrestante y
todos los demás integrantes, que creaban verdaderas alianzas con objeto de
realizar auténticas cirugías en las redes de baja o alta tensión, siendo estas
últimas donde la ejecución de complejas labores, ameritaba siempre extender
nuestros respetos a quienes subían hasta lo más alto de las torres de las
líneas de transmisión (donde circulan valores de 85 mil, 230 mil y hasta 400
mil voltios). Ya estando en los copetes, su labor era la de realizar cambios en
las cadenas de aisladores, en las “pistolas”, cambio de cable, tanto de
aluminio como el hilo piloto, y otros alardes. Del mismo modo, también en baja
tensión (con valores que oscilan entre los 13.2 y los 23 Kv). Del mismo modo,
revisión de crucetas, cambio de aisladores, elaboración de “by-pass”, cambio de
cuchillas y otras circunstancias. Y no se diga de aquellas otras maniobras en
los pozos, en donde también se encuentran los cables subterráneos, los
transformadores sumergibles. En fin, que con una visión bastante general de las
cosas, y con apenas una vaga idea sobre aquellas labores de extrema ejecución,
era importante evitar lo inevitable.
Por tal
motivo, me parece oportuno traer hasta aquí el tipo de publicidad que se
manejaba, por lo menos durante el año de 1945, siendo LUX. La revista de los trabajadores el vehículo de transmisión de
dichas campañas. Es mi deseo transmitir desde aquí un sentido reconocimiento a
todos quienes de una u otra forma realizaron estas labores, contando para ello
con los enormes índices de riesgo que eso suponía, pues todos ellos se
enfrentaban ni más ni menos que a la “yerba”, expresión coloquial con la que
entre nosotros, los electricistas llamábamos o denominábamos así, con el
consabido respeto al voltaje y a la corriente.
Los ejemplos
seleccionados, corresponden a los números de enero, febrero, marzo y mayo de
1945. Col. “Fátima Alvarado”.
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