CENTROS DE TRABAJO EN
LUZ y FUERZA. ORÍGENES y DESARROLLO.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
La siguiente experiencia fue vivida por el
Sr. Héctor de la Garza, a la sazón, colaborador de la Revista LyF en 1959, cuando precisamente enfrentó una situación “en
carne propia” de asuntos relacionados con la Compañía de Luz y Fuerza Motriz,
S.A., para la que por entonces trabajaba.
Hace unos días –comienza apuntando de la
Garza-, mi esposa me avisó que aparentemente sin ningún motivo, el consumo de
luz en nuestra casa de la colonia del Valle había aumentado en forma apreciable
según pudo comprobar con el último recibo de pago. Lo primero que se me ocurrió
fue enviar una carta a la Sucursal “Valle” de la Compañía de Luz, suplicando
que un experto revisara nuestro medidor de corriente.
Al siguiente día, un técnico de la sucursal
atendía nuestra petición. Una vez que examinó la instalación eléctrica y el
medidor, informó a la persona que se encontraba en la casa, -mi esposa y yo
estábamos en esos momentos de visita con unos amigos-, que uno de los alambres
ocultos de la instalación debía encontrarse en mal estado, provocando la fuga
de corriente que hacía trabajar el medidor aún cuando estuviesen apagados todos
los focos y aparatos eléctricos que teníamos en uso. Más tarde, un funcionario
de la Sucursal “Valle”, tuvo la atención de investigar el número de teléfono en
mi oficina. Me explicó, en breves palabras, el resultado de mi petición y la
necesidad de revisar detenidamente la instalación eléctrica de mi casa, para
eliminar el consumo extra que registraba el medidor.
Al relatar este pequeño incidente, que no
tiene mayor importancia, lo hago con el propósito de explicar la magnífica
impresión que me causó la atención especial que me brindaron en la sucursal de
la Compañía de Luz. No hace mucho tiempo era común observar grandes
aglomeraciones e incidentes molestos en el edificio de Gante, cuando la Empresa
despachaba desde ese lugar todos los asuntos relacionados con la contratación
de nuevos servicios o recibía quejas por deficiencias en el suministro de
energía eléctrica. Inclusive los empleados que tenían a su cargo la atención
del público, se veían imposibilitados para atender cortésmente a los usuarios,
por la falta de espacio y de un sistema adecuado.
Las sucursales, en mi opinión, han venido a
solucionar este grave problema de atención personal, tan necesaria para el buen
prestigio de una empresa. En la actualidad, a través de estas oficinas, el
público recibe algo que es muy importante en la vida moderna: servicio y
atención personal; con ello el consumidor siente la satisfacción natural de
saber que se le escucha y que inclusive se le conoce por su nombre y apellido.
La Compañía de Luz acaba de inaugurar
recientemente su sucursal N° 28 ubicada en Santa María la Ribera N° 9, con la
cual completa un programa que inició hace dos años con el fin de descentralizar
este servicio público que era tan difícil atender adecuadamente desde un solo
edificio. Las sucursales son producto obligado del crecimiento demográfico de
la Metrópoli. Las nuevas colonias que continuamente nacen dentro del área
capitalina, requieren de los servicios necesarios, tales como vías de comunicación,
drenajes, alumbrado público, mercados e iglesias, así como sucursales de bancos,
telégrafos y Compañía de Luz, para evitarles a sus habitantes la molestia de
recorrer grandes distancias.
Así como la Compañía de Luz se ha preocupado
en este aspecto otras instituciones como los bancos más importantes, las
cadenas de cines, correos, telégrafos y otros servicios, han abierto también
sucursales en distintas zonas de la Metrópoli, con el fin de ofrecer una mayor
comodidad a los usuarios.
Revista
LyF, Año VI, N° 55, Marzo 1° de 1959, p. 10-11.
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