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miércoles, 15 de mayo de 2013

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Acostumbrados en estos tiempos a un nuevo discurso de la modernidad, esta abarca aspectos que se podrían considerar como “suicidas”. Y es que una de las últimas noticias que ha proporcionado el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, por sus siglas) deja a cualquiera “congelado”: Tres de cada 5 empleos en el país, en la economía informal.[1] La noticia además, viene acompañada de una gráfica que es el frío reflejo de la situación que viven muchas sociedades, en particular la nuestra, sometida a los dictados que esa “modernidad” encuentra en voceros como el Fondo Monetario Internacional o los gobiernos neoliberales que ya se ve, son capaces de plegarse a tan perversos dictados.

   México no ha sido la excepción en ese sentido –sigue diciéndonos el contenido de esta nota-, que “Dentro del universo de trabajadores sin acceso a ningún tipo de seguridad social, 13.7 millones conformaron específicamente la ocupación en el sector informal, cifra que significó un aumento de 0.2 por ciento anual y constituyó 28.7 por ciento del total de ocupados (Tasa de Ocupación en el Sector informal). Adicionalmente, 2.1 millones de personas se desempeñaron en el servicio doméstico remunerado, 5.8 millones pertenecen al ámbito agropecuario y otros 6.6 millones a las empresas, gobierno e instituciones”.

   Todo parece indicar que este es el escenario que buscaban o pretendían los gobernantes, desde aquellos terribles sexenios de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, hasta estos últimos dos, el de Vicente Fox y Felipe Calderón, convencidos de una consigna fatal: la de terminar con la clase trabajadora y ponerla en manos de los nuevos sistemas-eje de la cosa laboral: el autsoursing,[2] y otros métodos que hoy avala la nueva Ley Federal del Trabajo.

   Tres días después, en el mismo diario, otra nota deja al descubierto el oscuro panorama del trato que reciben quienes tienen, hoy día que contratarse bajo estos métodos. Patricia Muñoz Ríos dice en su nota: “La reforma laboral ha multiplicado la subcontratación y el outsourcing, pues los empresarios mexicanos están abusando de estas figuras; además ha incrementado el despido de personal antiguo y suprimido el pago de salarios caídos en los conflictos obreros; está destruyendo el sistema de protección social, y no ha creado empleos como se prometió”.[3]

   En estos tiempos que corren, se veía venir un escenario como este, lleno de desencantos, capaces de afectar la vida laboral de cualquier trabajador dispuesto a entregar su mano de obra en cuanto asunto tenga que ver con su legítima supervivencia, que no es solo pensar en la manutención, sino en aquellos otros privilegios o derechos que se contemplan como los de la seguridad social, un buen salario, compensaciones. De todo lo anterior, y a la vuelta de los años, la justa jubilación y no un deterioro de sus aspiraciones en los últimos años de la vida.

   Qué tristeza, que coraje dan todo este tipo de acontecimientos los que, sumados a hechos tan injustos como los de la extinción de Luz y Fuerza del Centro, misma que bajo el procedimiento de un improcedente decreto, sus propósitos nos lanzaron a la calle a cerca de 45 mil trabajadores, dejando en condición vulnerable a otro importante número de jubilados. Y todo esto ¿para qué? Si de la siguiente etapa, que era previsible en todo sentido, con el “patrón sustituto”, ni la CFE como “empresa de clase mundial”, ni su sindicato, del que hasta el momento no se ha pronunciado de manera firme y honesta al respecto, no se ha tenido una respuesta clara.

   A más de tres años y medio de aquel atentado a nuestra dignidad como trabajadores, ahora vienen a sumarse en forma descontrolada todos estos otros síntomas en donde no se aprecia ningún sistema de justicia, ni tampoco la seguridad jurídica para los trabajadores.

   En ese sentido, la reportera del diario aquí consultado sigue apuntando:

   “La reforma (laboral) fue un instrumento orientado únicamente a abaratar la fuente de trabajo y el despido, y no resolvió problemas de fondo como la necesidad de contar con esquemas de contratación colectiva que favorezcan la concertación y el desarrollo productivo, una nueva política salarial o la transición a un sistema de justicia laboral que lleve a la desaparición de las juntas de conciliación y arbitraje.

   “En cambio, las mínimas reglas que se fijaron para regular la subcontratación y el outsourcing, además de que han sido ignoradas por los empresarios, estos las han utilizado para abusar de las formas de contratación. Incluso, las llamadas de empresas de servicios que subcontratan a ciento por ciento de su personal, crecieron como hongos y están destruyendo totalmente el sistema de protección social”.[4]

   Si este gobierno no va a ser capaz de encontrar el equilibrio en el tiempo que resta de su gestión, créanme que estaremos ante un malestar imposible de controlar. No alcanzaremos, a mi parecer las situaciones extremas que hoy se viven en España, por ejemplo, pero el malestar social irá en aumento.

   Señores del gobierno: Hagan su trabajo, pero piensen en el trabajo de los demás.

 

15 de mayo de 2013.

NOTA:
 
Si desea entrar en contacto con el autor de estos trabajos de investigación, recopilaciones, y demás asuntos relacionados con la reconstrucción de la historia de Luz y Fuerza del Centro, o simplemente conocer su obra, con gusto lo remito a la "liga" en que aparecen sus datos curriculares: 

 

En la cejilla "Acerca del autor", se encuentran todo mi perfil profesional, así como un archivo PDF que reúne toda mi obra, publicada desde 1987 y hasta nuestros días.
 

Muchas gracias.


[1] La Jornada,D.F., del sábado 11 de mayo de 2013, sección ECONOMÍA, p. 24.
La subcontratación, externalización o tercerización (del inglés outsourcing) es el proceso económico en el cual una empresa mueve o destina los recursos orientados a cumplir ciertas tareas hacia una empresa externa por medio de un contrato. Esto se da especialmente en el caso de la subcontratación de empresas especializadas. Para ello, pueden contratar sólo al personal, caso en el cual los recursos los aportará el cliente (instalaciones, hardware y software), o contratar tanto el personal como los recursos. Por ejemplo, una compañía dedicada a las demoliciones puede subcontratar a una empresa dedicada a la evacuación de residuos para la tarea de deshacerse de los escombros de las unidades demolidas, o una empresa de transporte de bienes puede subcontratar a una empresa especializada en la identificación o empaquetación.
[3] La Jornada, D.F., del martes 14 de mayo de 2013, sección POLÍTICA, p. 15. “Abusan empresarios de la subcontratación prevista en la reforma laboral: análisis”.
[4] Op. Cit.

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