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miércoles, 8 de junio de 2016

HOY, 9 DE JUNIO ES DÍA INTERNACIONAL DE LOS ARCHIVOS.

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Antes de todo, comparto con ustedes este pequeño mensaje.

Estimado Francisco:

   Antes que nada, deseo goces de cabal salud. Te felicito por la extraordinaria labor de rescate de nuestra historia. El SME y LyFC tienen historias paralelas, pues nacieron casi al mismo tiempo: el nacimiento de la Mexican Light (hoy LyFC), formalmente en 1905, dio nacimiento al SME, en 1914; sin embargo, los trabajadores ya estaban en las entrañas de la empresa desde que, en 1903, comenzó su construcción. Desde entonces han crecido juntos. LyFC no sería sin el SME y viceversa.
   Como lo marca la historia del movimiento obrero en el mundo, los trabajadores formaron sindicatos para defenderse de los patrones abusivos; sin embargo, tengo la impresión de que el SME y lo que hoy es LyFC se "llevaron bien" y marcharon muchos años en armonía "por acuerdo entre las partes".
   No niego que su relación se inscribió dentro de lo que se llama "lucha de clases" -principalmente los primeros años y en especial durante la Huelga de 1936- prácticamente hasta 1960, año de la nacionalización de la industria eléctrica. A partir de entonces, hubo la conciencia -en ambas partes- de desarrollar una empresa "del pueblo y para el pueblo", permitiendo incluso la formación de cuadros técnicos y el desarrollo de tecnología propia, situación que el Gobierno neoliberal rompió brutalmente en 2009, terminando abruptamente con ese "acuerdo entre las partes".
Sin más. Un abrazo. César Torroella.
Ciudad de México, 29 de mayo de 2016.

   Lo anterior tiene un sentido entrañable muy especial, sobre todo hoy, 9 de junio en que se celebra el día de los archivos.
   Quisiera apuntar que el propósito de recuperar los archivos de Luz y Fuerza del Centro sigue firme, sobre todo ahora que han transcurrido varios años de la extinción. Habrá que saber los tiempos y plazos que se establecieron para su guarda respectiva, y entonces mantenernos pendientes, con objeto de que el procedimiento que siga, sea el correcto.
   La víspera, en los medios digitales, y precisamente en el portal de La Jornada, se dio a conocer una nota que, en el fondo no deja de hacer notar ciertas preocupaciones:

Disponible en internet. Junio 7, 2016 en:

Lo que se plantea aquí es esa realidad vulnerable de los soportes que no poseen garantías de conservación. Hemos llegado a puntos en los que la tecnología viene apuntando hacia expresiones microscópicas para la guarda y conservación de todo tipo de archivos (personales o institucionales). Alcanzaremos un momento en que se manejarán otras herramientas de guarda temporal o fija, pero lo importante es que suceda una migración correcta, apropiada y de que quienes custodien ese respaldo, sepan el valor de su contenido (y eso sucede cada vez que nos enfrentamos a un fallo en la computadora, o cuando “perdemos” información por errores humanos).
   La advertencia que INAI nos hace a todos quienes nos consideramos partícipes en la conservación patrimonial, a nivel de archivos históricos es que precisamente un archivo histórico como el de “Luz y Fuerza del Centro” es motivo de ese riesgo, en la medida en que no se pierdan sus valores documentales luego del atentado de que fue motivo con la extinción en octubre de 2009.
   Las nuevas tecnologías bien utilizadas deben permitirnos “garantías” de continuidad en la conservación de archivos de toda índole. Cada día que pasa, el papel desaparece para dar paso al procedimiento electrónico, lo mismo en trámites que en la reproducción de material fotográfico o por escrito. Construir una mejor cultura de conservación entre quienes integren un equipo de trabajo en los archivos, sean estos activos, semiactivos o históricos es la razón de fondo para que nada, o casi nada falle. Los archivistas o archiveros, concientizados en sus quehaceres son custodios perfectos que ofrecen garantías para que no se ponga en riesgo ese patrimonio que queda bajo su responsabilidad.
   Por desgracia el ambiente que pervive en muchos archivos públicos, e incluso privados es el de la indiferencia, y no por actitud de sus integrantes, sino por el hecho de que las instituciones suelen compensarlos con malos salarios. De ahí que los archivos sean y sigan siendo las zonas marginadas, las de “castigo”. Incluso los sitios donde se ubican estas áreas nunca son los correctos. La capacitación para ese personal prácticamente no existe. Si las autoridades pusieran en valor estas prioridades, nada se pondría en contra de los archivos. Al contrario, se podrían convertir en mejores espacios que se emparejaran con las también mejores condiciones laborales.
   Como hoy ya no existe para el gobierno la clase trabajadora. Como hoy el neoliberalismo o la postmodernidad ponen en riesgo a los obreros, ciertas autoridades –como las de la nota adjunta-, advierten de los riesgos a que quedan sujetos los archivos desde la parte eminentemente de las nuevas tecnologías. Eso está muy bien, pero también hace falta que el estímulo sea de otra naturaleza, dirigido en concreto a los trabajadores que destinan buena parte de su tiempo a los archivos. Buen sueldo, capacitación, buenos espacios y condiciones para trabajar son parte de una respuesta lógica, en la que no se necesita pensar mucho, sino actuar.
   No olvidemos que los archivos son los “cerebros” de las empresas. Sabedores de que “mente sana en cuerpo sano” es algo que también aplica en forma correcta en estas complejas estructuras gubernamentales o institucionales, es correcto. Pero ahí quienes laboran son seres humanos de carne, hueso y espíritu y son ellos quienes, como muchos integrantes de la clase trabajadora requieren ser atendidos en las condiciones elementales más dignas.

   Mi felicitación más sincera a archivistas y archiveros de este país.


Junio 9 de 2016.

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