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martes, 5 de noviembre de 2013

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Viendo y leyendo esta nota, publicada apenas en días pasados, entiendo que existen unas condiciones tan semejantes, aunque no iguales entre lo que fue el proceso de nacionalización y el que ahora se ve venir, que es de la privatización. Los escenarios históricos definitivamente han cambiado.

La Jornada, D.F., del 29 de octubre de 2013, p. 26.

   Dichas pérdidas no son casuales. Parecen ser parte del síntoma con el que se refleja el desmoronamiento que esperan las grandes firmas extranjeras para intervenir, para hacer una engañosa entrada triunfal para venir a “salvar” la infraestructura eléctrica o petrolera, dos patrimonios fundamentales en un país que, como México, se ha enfrentado a fenómenos de espirales económicas que parecen ser las maquinarias que producen el furioso oleaje que pone en predicamento a tan representativos patrimonios que vemos cada vez más lejos de la inicial condición que contemplaba el art. 27 de nuestra “parchadísima” Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

   Unos días después, el dicho se reafirmó con la siguiente nota:

La Jornada, D.F., del 1° de noviembre de 2013, p. 29.

   Y en este nuevo reporte, las siglas PEMEX y CFE vuelven a la escena en condiciones dramáticas que pintan un panorama terrible, donde como dice el cintillo: “Los adeudos de la compañía eléctrica representan 93% de su valor total, señalan reportes”, lo que significa saber o entender cómo fue posible que entonces absorbiera la enorme carga que significaba la extinción de Luz y Fuerza del Centro con todos sus activos y pasivos, adeudos y demás conflictos, si ahora, a cuatro años de aquel oscuro capítulo, la “empresa mundial” no es capaz de levantar vuelo, y mucho menos de dar un vuelco en la certeza y confianza ya no digo entre todas aquellas firmas extranjeras con la que está convenida, sino con los millones de clientes que tiene a lo largo y a lo ancho del país en su conjunto. Con un síntoma como el que actualmente manifiesta, al borde del colapso, no hay otra alternativa que la propia reforma energética venga con los brazos abiertos para su correcta salvación. Y eso ocurrirá con la presencia de los intereses extranjeros que, al igual que con PEMEX, están esperando se les entregue –por lo menos en forma simbólica-, el acta de defunción de una y otra empresas.
   Si los gobiernos proceden de conformidad a los intereses nacionalistas, nada de esto tendría que estar ocurriendo. Allí habría seguido presente Luz y Fuerza del Centro quizá con una mejor y más saludable inyección de presupuestos anuales, con finanzas muy saludables y dando la atención con que estábamos acostumbrados a servir a los favorecidos clientes del centro de este país. Si la Reforma Energética no tuviese que responder necesariamente con los dictados y condiciones rigurosas del neoliberalismo, ni tampoco de la postmodernidad, y mucho menos de la globalización que han venido como auténticos monstruos, destruyendo la ilusión, el futuro de buena parte de los sectores de la sociedad, a la que se ha sometido y condicionado a adaptarse a los nuevos esquemas no sólo de condición empresarial, sino laboral que ponen en vilo a la población mundial, porque definitivamente las cosas han cambiado en términos radicales, y a todo ese nuevo y terrible escenario, todos tenemos y tendremos que irnos adaptando para sobrevivir. Y esto último es dramático en la medida en que las tendencias globales todas apuntan hacia una sola dirección: un sístole y diástole que pone en riesgo al planeta en forma irreversible, con un capitalismo desatado, hambriento de nuevas posesiones, capitalismo y otros poderes políticos a los que nada interesa por ejemplo, el cambio climático, ni el nuevo reacomodo de las sociedades cada vez más afectadas en sus intereses en tanto trabajadores. Ese “tsunami”, producto de un nuevo pero desconocido Dr. Franskestein terminará desobedeciendo a su creador para ocasionar los daños más terribles, inimaginables. Que no sea así…

   No olviden ustedes estos tres esquemas que el panismo ya está pactando:

-Contrato de ganancia compartida;
-Contrato de producción compartida, o
-Licencia.

   Cualquiera de estas tres figuras se convierte en la "llave" que permitirá la incursión "como Pedro por su casa" del capital, los intereses y las empresas extranjeras que pretenden apoderarse del control de los sustentos estratégicos de este país: la electricidad y el petróleo.

6 de noviembre de 2013.


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