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viernes, 29 de mayo de 2015

SOBRE EL PROGRAMA NACIONAL DE ELECTRIFICACIÓN EN 1960.

LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA. LÍNEAS DE TRANSMISIÓN… O LÍNEA DEL TIEMPO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.


   Es muy importante conocer la visión que la propia empresa, recién nacionalizada, tendría al respecto de la medida que tomó el entonces Presidente de la República, Lic. Adolfo López Mateos respecto de adquirir recursos eléctricos, tal y como lo expresó en su II Informe de Gobierno, el 1° de septiembre de 1960. Permítaseme incluir el segmento donde López Mateos se ocupa del asunto, antes de pasar a la mencionada opinión, emitida directamente por una empresa en plena transición.
   Aquel jueves 1° de septiembre, se escuchaban estas palabras: 

Adquisición de Recursos Eléctricos.

   He de informar a Vuestra Soberanía de la política que se ha trazado el Ejecutivo de mi cargo en una materia de esencial importancia para el país, y cuyo alcance y significación van más allá de un ejercicio anual o de un período presidencial, pues trasciende a la vida futura de México, a su desarrollo y a las generaciones que no sucedan.
   Está encaminada a que, como en el caso del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, la prestación de los servicios públicos de generación transformación y abastecimiento de energía eléctrica sea realizada por instituciones gubernamentales, órganos de la nación, a través de los cuales esté siempre presente, como último mandante de toda su gestión, el pueblo mexicano.
   Creo necesario, para explicar y fundamentar las medidas adoptadas por el Gobierno en este campo, precisar la situación real en que se encontraba la industria eléctrica mexicana, al tomar posesión de mi cargo.
   Tres grandes entidades tenían prácticamente el control de la industria.
   Por el sector público, la Comisión Federal de Electricidad y sus filiales, con una capacidad instalada de 1.063,830 kilovatios; por el sector privado, las empresas pertenecientes a la American and Foreing Power Company y las de la Mexican Ligth, llamada Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S. A., con capacidad de 932,812 kilovatios en conjunto.
   El servicio público de energía eléctrica se prestaba así a partes iguales por empresas estatales y por compañías privadas, teniendo éstas a su cargo los más amplios sectores de distribución y operando en grandes áreas como revendedoras de fluido eléctrico producido por la Comisión Federal de Electricidad.
   En el año 1933 se tenía una capacidad estimada de generación eléctrica, para servicios públicos, de 472,000 kilovatios.
   En los años siguientes y hasta 1945, esta producción creció muy lentamente, contribuyendo en pequeña escala a su aumento, la Comisión Federal de Electricidad.
   De 1946 en adelante la capacidad instalada aumentó rápidamente, con intervención cada vez mayor de la Comisión Federal de Electricidad y sus empresas filiales.
   Así en 1959, teníamos y a una situación diferente a la original: 1.063,830 kilovatios generados por empresas del sector público y 932,812 por plantas privadas.
   De los estudios realizados, se llega a la conclusión de que con el ritmo de crecimiento que lleva actualmente México, la capacidad actual de generación de energía eléctrica deberá duplicarse en el sexenio.
   Desde que inicié mi gobierno, tuve el convencimiento de que desarrollo del país estaba íntimamente vinculado con la creciente electrificación del mismo, y que era conveniente realizar cuanto esfuerzo e inversión se requirieran para incrementarla.
   Como además la energía eléctrica ha alcanzado mundialmente un rango superior al de los combustibles en las necesidades primarias de las nuevas economías, la administración pública no podía desentenderse de los problemas que presentaba, máxime cuando en México hemos sostenido tradicionalmente la tesis de que los recursos naturales y las fuentes de energía básicos, han de estar al servicio del desarrollo y de la elevación de los niveles de vida del pueblo mexicano.
   Mas nos encontramos al asumir el poder, con que de acuerdo con el régimen jurídico de las concesiones de servicios públicos para la generación, transformación y abastecimiento de energía eléctrica, se existían dos factores, si no contradictorios en las normas dispositivas mismas, sí con efectos diferentes a los previstos por el legislador en su aplicación práctica.
   Por una parte, la Ley de la Industria Eléctrica, como todo ordenamiento reglamentario de concesiones de servicios públicos, contiene los usuales preceptos sobre duración de las concesiones y el derecho de reversión del Estado sobre las mismas que teóricamente conducen a que en un momento dado se extingan las concesiones sin que esto signifique un gravamen para la nación.
   Sin embargo, en otro capítulo, la misma ley señala los plazos de duración y las normas aplicables a tarifas, disponiendo que le período de vigencia de una concesión empieza a contarse, no desde la fecha de su otorgamiento, sino en una posterior, variable, puesto que depende de diversos factores, entre otros, el período de duración de las obras y el tiempo que requieran los estudios y procedimientos que habrá de realizar la Comisión de tarifas Eléctricas; además de que en el caso de las inversiones vuelven a computarse dichos plazos; esto hace que la concesiones tengan una duración indefinida y nos lleva a concluir que en los términos de las disposiciones legales vigentes y en la práctica, las concesiones resultan serlo a perpetuidad.
   Efectivamente, ninguna de las concesiones otorgadas a las empresas que adquirimos, tiene en estos momentos una vigencia menor de 45 años, a pesar que muchas de ellas tuvieron su origen desde el siglo pasado.
   De ahí que desde este año, y en vista de que el momento era oportuno y se había llegado a él por caminos naturales, consideramos convenientes emprender una acción decidida del Estado en la prestación de los servicios públicos, eléctricos.
   Así, se dio el primer paso en abril próximo pasado, como se hizo del conocimiento público, al adquirirse las compañías pertenecientes a la American and Foreing Power Company, en una operación financiera muy favorable, que significó para la nación adquirir 369,000 kilovatios más que, sumados a la energía eléctrica ya instalada por el sector público, redujo la proporción del servicio prestado por las plantas privadas, a sólo un 28.7% del total de la capacidad instalada para ese efecto.
   A continuación ya fin de integrar definitivamente el sistema nacional de la generación, distribución y abastecimiento de energía eléctrica, y de que el pueblo mexicano sea el único dueño de la que se produce, hemos adquirido la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz y sus filiales, con una capacidad instalada de 585,000 kilovatios.
   La compra de sus acciones que se encontraban repartidas en muy diversos países, y de cuyo capital ahora tenemos el 90%, distribuido en un 95% de acciones comunes y en un 73% de preferentes, se hizo en condiciones altamente satisfactorias.
   Se adquirieron las acciones comunes a 20 dólares cada una y a 13 dólares las preferentes, en la inteligencia de que el valor en libros de las comunes es de 32 dólares y el precio de redención de las preferentes alcanza a 16.50 dólares.
   En estas condiciones, el pueblo de México ha erogado $ 650.000,000 que le permiten entrar en posesión de activos que representan $ 3,375.000,000 aproximadamente.
   Como es preciso llenar todos los extremos legales y en vista de que la asamblea de la empresa está señalada para el 26 de septiembre, el día 27 se tomará posesión de la misma.
   Como culminación de este proceso de reivindicación, inspirado en el más puro patriotismo, promoveré la adición del artículo 27 constitucional para que, como en el caso de los combustibles señalados en el párrafo sexto de ese precepto, no se otorguen concesiones a particulares para la prestación del servicio público de energía eléctrica.
   No puedo ocultar a Vuestra Soberanía la emoción de mexicano y gobernante al anunciar que con la compra de las empresas eléctricas y la reforma constitucional que propondré, la Nación será la única propietaria de una fuente de energía vital para su futuro desarrollo y abrigo la convicción profunda de que quienes actualmente laboran en la industria eléctrica, se percaten de su nueva situación, de trabajadores al servicio del pueblo mexicano; empeñando sus esfuerzos con renovado patriotismo en una gran tarea de solidaridad nacional.

   He aquí la postura de la empresa:

   El señor Presidente de la República, Lic. Adolfo López Mateos, durante su II Informe de Gobierno ante el Congreso de la Unión, dedicó un importante capítulo al programa nacional de electrificación; hizo el anuncio de la adquisición de la mayoría de las acciones de la Compañía Mexicana de Luz por el Estado y dio cuenta del propósito de su Administración de tomar a su cargo la electrificación del país.
   Esta trascendental declaratoria marca una nueva etapa en la historia de la energía eléctrica en la Nación y virtualmente da por concluida la participación de la iniciativa privada en la industria de generación y distribución de la electricidad.
   Este anuncio presidencial hace oportuno un somero comentario acerca de lo que la Compañía de Luz realizó en casi 60 años de tenaz y no siempre fácil labor, siempre impulsada por el entusiasmo que despiertan las obras o servicios trascendentales a la economía de un país en pleno desarrollo.
   Hace casi doce lustros, las pequeñas instalaciones eléctricas en la zona central de México no pasaban de ser prometedores experimentos y buen antecedente en una magna tarea que al ser iniciada por la Compañía de Luz, pondría en juego los impulsos creadores de una importante región que comprende la primera ciudad y capital de la República. Con la colaboración de las autoridades, de sus técnicos y trabajadores, la Empresa ha podido desempeñar una labor fructífera que queda en el país, a su servicio y como parte de su patrimonio.

Edificio LyF, o también conocido como Edificio “Verónica”, hacia 1960. Fotografía tomada por Jesús Gustavo Coello Ramírez ( Q.E.P.D.)

   El conjunto industrial de la Compañía de Luz es un gran sistema eléctrico: comprende 16 plantas hidráulicas y 3 térmicas con capacidad total de cerca de 670,000 KW., y una vasta y eficiente red distribuidora así como los equipos e instalaciones complementarias para la distribución de esta generación y de 352,000 KW., de otras plantas con lo que da servicio a 780,000 consumidores.
   Ahora queda bajo la administración y cuidado del Gobierno Federal, además de obras, máquinas y equipos, la experiencia acumulada de más de dos generaciones de administradores y técnicos, así como la de todo el personal que por muchos años ha tenido a su cargo la tarea de suministrar un servicio indispensable en demanda siempre creciente.
   En los momentos en que pasa la Compañía de Luz a formar parte de los organismos dirigidos por el Estado, que tendrán a su cargo la electrificación del país entero, la Administración de la Empresa siente la satisfacción del deber cumplido, agradece la colaboración de quienes en todo tiempo se la brindaron y hace suya la expresión del Sr. Presidente López Mateos al manifestar que la electricidad, como energía vital para el desarrollo del país, requiere del leal, persistente y desinteresado esfuerzo de quienes habrán de participar en una de las grandes tareas del México de hoy y de mañana.

   Lamentablemente, al llegar 2009, otro presidente, de cuyo nombre no queremos acordarnos, terminó por hacer añicos aquellos propósitos, con objeto de funcionar como un instrumento más a favor de los dictados neoliberales, mismos que han venido imponiendo los grandes capitales, que para eso fue necesario –si no en sus manos, las de Calderón, lo que ya habría sido no solo consumar el asesinato; también de cavar la tumba a este sector- que llegara Peña Nieto para culminar con aquel anhelo y que se refleja directamente en la Reforma energética y sus leyes secundarias. Estas nuevas condiciones, siguen poniendo al sector energético en vilo (ahora el blanco perfecto es PEMEX y C.F.E.).
   Lamentable que ese retroceso se vea empañado por todo el entramado que detonó en octubre de 2009 contra Luz y Fuerza del Centro, dejando una huella profunda y dolorosa en la comunidad de obreros electricistas, quienes fuimos despojados de nuestra fuente de trabajo y donde una buena parte de aquella enorme plantilla, sigue hasta hoy en condiciones aún más complicadas, gracias a las equivocadas decisiones del estado que no atina en generar un amplio programa de fuentes de trabajo, lo que supone el fracaso, la caída estrepitosa y lamentable de un sistema político que, habiendo recibido una herencia maldita, hoy no pueda resolver a satisfacción las demandas elementales de una buena parte de la población en este país.

Fuente: Revista LyF, año VII, N° 74, octubre 1° de 1960, p. 3 y 4.

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