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jueves, 23 de enero de 2014

UN DÍA COMO HOY… 24 DE ENERO… (2 DE 2)

EFEMÉRIDES DE LUZ y FUERZA DEL CENTRO. UN DÍA COMO HOY… 24 DE ENERO…

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

UN DÍA COMO HOY… 24 DE ENERO… PERO DE 1915

ROJO Y NEGRO Número 1
Órgano del Sindicato Mexicano de Electricistas
Año 1, México 14 de Diciembre de 1915, Núm. 1
Comisión de redacción: 
Luis N. Morones, J. Rosales de la Vega 
y Antonio Dávalos.
  


¡Compañeros de lucha y de trabajo, salud!
Hoy hace un año que el Sindicato Mexicano de Electricistas fue constituido.
Rojo y Negro inicia hoy su labor.
   Nace al amparo de nuestra agrupación, ramificada considerablemente, y que ha de menester, por lo mismo, de un órgano de comunicación entre todos sus agremiados, a la vez que de propaganda de la doctrina sindicalista. Responde a una imperiosa necesidad de nuestro grupo.
   Heraldo de las nuevas ideas y adalid de nuestra causa, será mentor y tribuna: unificará nuestro criterio y luchará por nuestras justas aspiraciones.
   Hará obra de amor y de redención.
   Constituirá para todos nosotros un lazo más que nos estreche fraternalmente.
   Rojo y Negro reclamará su puesto en la palpitante lucha social, frente al enemigo; al lado de sus colegas en ideas y convicciones.
   Ofrece su concurso, humilde quizás, pero decidido seguramente, para aunarlo al común esfuerzo de todos nuestros compañeros los trabajadores en general, de todos nuestros hermanos de lucha, los obreros.
   Tal es nuestro programa.
   Compañeros del Sindicato Mexicano de Electricistas: Tenemos la esperanza de que este periódico que se inicia modestamente, y sin duda alguna desaliñado por la premura del tiempo de que se dispuso para su preparación, será mejorado notablemente en breve plazo, y en todo digno de nuestro importante Sindicato.
   Su utilidad es incontestable; en consecuencia, todos estamos obligados a no escatimarle nuestra cooperación. Su éxito, dependerá de nosotros mismos
Tenemos fe. Esperamos.
La redacción.

Bosquejos acerca de nuestro sindicato

   Difícil tarea en verdad la que me ha sido encomendada, hacer aunque sea a grandes rasgos la historia de nuestro sindicato, que en un año de vida ha tenido tantos hechos, tantos incidentes que seguramente no podré detallar con la amplitud que merecen; dar a la publicidad la historia de una agrupación obrera que en varias etapas de su vida ha atraído sobre sí la atención general; ofrecer a nuestros hermanos proletarios el informe de nuestros trabajos haciéndolos copartícipes de nuestras angustias y nuestras satisfacciones; presentar a la miopía de la caterva burguesa el ejemplo para ellos terrorífico de lo que puede la unión; someter al criterio de propios y extraños nuestros actos, ¡he ahí la obra! Reconozco que es superior a mis fuerzas. Mi notoria incapacidad es el mayor de los obstáculos para cumplir como quisiera, la misión que se me ha conferido. Sólo tengo mi voluntad, mi voluntad sin límites y el amor que profeso a nuestra agrupación como únicos elementos con que cuento para emprender la tarea. Si esto no es bastante, tómese cuando menos en consideración para disculpar mi falta de conocimiento en esta clase de trabajos.
   Fueron 56 o 60 empleados y obreros de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, de esta ciudad los que lanzaron la iniciativa de asociarse para buscar su mejoramiento, y, sin tendencias definitivas, se reunieron por primera vez el día 5 de diciembre de 1914 en la casa habitación del compañero Salvador F. Domenzáin, ubicada en la 5ª Calle de Dr. Lucio, N° 102, departamento 28.
   Algunos de los asistentes a aquella reunión pertenecieron a la Sociedad que en el año de 1911 comenzó a fundarse y que hubo de suspender sus trabajos por la infame presión que los altos jefes de la referida Compañía ejercieron sobre los que justamente pretendíamos unirnos para defendernos de la inmoderada explotación que veníamos sufriendo. Se hizo necesario que pasaran algunos años, que varias agrupaciones obreras comenzaran a obtener éxito en sus gestiones, que una excitativa lanzada por la Federación de obreros y empleados de la Compañía de Tranvías de México pusiera de manifiesto una vez más la imprescindible necesidad de unirse, para que el personal de la Compañía de Luz convocara a la junta a que me he referido.
   Fue allí donde por primera vez el elemento obrero, en un momento de clarividencia, decidió oponer al soberbio empuje de sus infames opresores el poderoso dique de la fuerza colectiva. Pero hasta ese grupo de trabajadores no había llegado la buena nueva; acostumbrados a asociarse para auxiliarse mutuamente, no pensaron nunca en el tremendo error en que se han basado apolilladas sociedades mutualistas, y, consecuentes con la rutinaria costumbre de quitar lo poquísimo que tiene el trabajador para darlo al que no tiene nada, acordaron como primera providencia la fundación de una Sociedad Mutualista y a pesar de que hasta a algunos de los miembros de la naciente sociedad había llegado la buena nueva, la palabra prodigiosa a cuyo solo enunciado habían caído postergados los ladrones de energías y los acaparadores de conciencias, todavía se pronunciaba con temor, con el espanto de todo lo desconocido, la palabra mágica de sindicalismo. Y sucedió lo que había de suceder: que desconocido el sistema de trabajo de los Sindicatos Obreros y habiendo llegado alterados en su totalidad los datos que acerca de esta clase de sociedades de resistencia decían tener los que se consideraban bien enterados, el error persistió, nombróse la mesa directiva y el señor presidente, amo y señor, tuvo a bien citar para una próxima reunión que tuvo verificativo el día 10 del mismo mes, en el Centro Cosmopolita de Dependientes, sito en la 4ª. calle de S. Juan de Letrán, N° 60. Asistió gran número de obreros y empleados de la Compañía de Luz dándose cuenta a los que no estaban enterados de los trabajos comenzados.
   En aquella reunión pudo observarse que en el elemento obrero encontraron eco las ideas avanzadas, el sistema nuevo de lucha explicado por varios compañeros, haciendo notar las inconvenientes e innumerables desventajas que acarrearía la sociedad mutualista al trabajador, y la mayoría anónima, con esa previsión que caracteriza a las multitudes, vaciló, y cuando se pidió la sanción de lo llevado a cabo tuvo la más hermosa de las protestas: abandonar el salón, mostrando así su inconformidad con lo acordado anteriormente y haciendo patente con este hecho la inclinación que había por adoptar otro sistema, otra nueva ruta de reivindicación y de progreso. Apenas si unos cuantos se dieron cuenta de que el presidente citaba a nueva reunión en el Salón de Sesiones del Departamento del Trabajo para el día 14 del mismo mes.
   En vista de la divergencia de opiniones y ante el temor, muy justificado por cierto, de que una gran mayoría no concurriera a la reunión del día 14, dando por resultado que la unificación no se llevara a efecto, el compañero Domenzáin, presidente de la Sociedad Mutualista en embrión, citó a una junta privada para cambiar impresiones el día 12 en la Sub-Estación de la Nana y convirtiendo la azotea de la referida Sub-Estación en Salón de sesiones, se discutió largamente por los 14 a 16 socios que asistieron acerca del carácter que se daría a la agrupación prevaleciendo la iniciativa presentada a favor de transformar en Sindicato la tantas veces citada Sociedad Mutualista.
   Así las cosas verificóse la asamblea del día 14, la concurrencia escaseó por parte del personal de la Compañía de Luz, no así el elemento obrero-electricista de otras compañías y electricistas que trabajaban por su cuenta. Hizo notar el Presidente la necesidad de definir de una vez por todas la índole que debería darse a la agrupación, exponiendo que por lo observado parecía que la opinión estaba dividida, pues mientras unos sancionaban el sistema mutualista, otros, renuentes con estas ideas, proponían la fundación de un Sindicato. Indicando la conveniencia de poner a votación las proposiciones que había, resultando de ella que por mayoría quedó aprobada la fundación del Sindicato. Sólo que por razones más o menos fundadas se tomó el acuerdo de que sería independiente de la Federación de Empleados y Obreros de la Compañía de Tranvías.
   Fue en aquella memorable asamblea donde por primera vez escuchamos absortos el verbo rojo, la frase libertaria que templó los espíritus y conmovió los corazones. El compañero José Colado, director interino del Departamento de Trabajo en aquella época, dio a conocer a los novicios sindicalistas la doctrina salvadora, y su palabra fue el toque de atención que despertó las conciencias dormidas, la tea incendiaria que hizo explotar en los cerebros tumefactos del hombre esclavo, de la bestia humana, la mole inmensa del perjuicio moral y de la resignación absurda, dando paso a la verdad, hija del raciocinio y de la conciencia.
   Jamás podré olvidar lo que se dijo y la impresión tremenda que causáronme los conceptos vertidos. Fue algo desconocido, algo sublime que conmovió a la falange obrera, que despertó del marasmo en que yacía y, ávida de luz, de verdad, de justicia, alzóse altiva, rebelde e irresistible para buscar reivindicaciones no comprendidas y pagar su deuda de odio, de atavismos innúmeros a los que trafican con sus energías. También el compañero Huitrón y algunos otros miembros de la Casa del Obrero Mundial reforzaron con su palabra vehemente y con su fe de convencidos las ideas emitidas e invitaron al nuevo Sindicato a formar parte de la Confederación Obrera.
   Procedióse enseguida a nombrar al comité ejecutivo por escrutinio secreto, quedando integrado en la forma siguiente:

Secretario general, Luis Ochoa,
Secretario del interior, Ernesto Velasco,
Secretario del exterior, Antonio Arceo,
Tesorero, Toribio Torres,v
Subtesorero, Jorge Castro,
Consejero, José Colado.

   Nombráronse también a los compañeros Salvador F. Domenzáin, Antonio Arceo y José E. Backler delegados a la Confederación de Sindicatos.
   Así terminó la asamblea del día 14, que fue el prólogo de los sucesos que se han desarrollado con rapidez vertiginosa y que en muchas ocasiones han despertado el interés público.
   Jamás se imaginaron los capitalistas insensibles, los pulpos insaciables de energías humanas, que el inmenso entusiasmo, que el aplauso delirante que estalló al proclamarse la fundación del nuevo Sindicato, sería el principio de una era nueva de reivindicación y de justicia, y que la fuerza irresistible y avasalladora de la unión había de hacer inclinar con la resignación de la impotencia muchas frentes altivas, muchos ojos feroces que hasta entonces habían mirado indiferentes, agitarse desesperado y hambriento al hombre-máquina. El gesto desdeñoso y el irónico comentario con que seguramente fue acogida por la burguesía la noticia de la formación del nuevo Sindicato no duró mucho tiempo porque los hechos posteriores han puesto en los rostros y en los labios de esos mismos hombres el gesto del temor y la palabra suplicante.

Luis. N. Morones

¿Qué es una sesión?

Colaboración

   Yo no sé de la ciencia de los sabios maestros que propagan las teorías socialistas; yo no he estudiado ni bebido en las fuentes de los Kropotkine, pero sí he sentido inflamarse mi sangre al sonar en mi alma la voz del que a Lázaro dijo: “¡levántate y anda!”
   ¿Qué es una sesión? Yo pienso mucho en esto cuando observo la casi apatía de una parte de nuestro pueblo que se aleja y parece despreciar el trabajo laborante de las ideas, y parece no ver la evidente fuerza transformadora que se genera en las asambleas, por la reunión de innumerables voluntades al servicio del anhelo del progreso. Que parece no ver ese signo de la imperecedera frase “la unión es la fuerza”.
   Para todo aquel que aspira a su mejoramiento intelectual es un vasto campo de enseñanza y de observación el que presenta la reunión de todos esos cerebros sometidos a la presión de la voluntad en busca de la idea, de la inspiración conciliadora en los conflictos de relación entre el que manda y el que obedece, entre el que ocupa un elevado puesto y el que se encuentra en los últimos escalones de la subordinación, entre el Capital y el Trabajo. Las discusiones indican cada una un sendero hacia la consecución del fin propuesto: y lo mismo el reflexivo como el inconsciente, el intuitivo como el razonador, cooperan al establecimiento de la nueva era que se extiende radiante ante el grandioso arcano del porvenir.
   Empleados y obreros todos somos iguales, y los lazos de confraternidad se estrechan; parece como que una divinidad consoladora extiende su manto protector y nos recuerda que todos somos hermanos porque todos somos humanos, porque todos tenemos un cuerpo y una vitalidad que se llama alma y que, además, esa vitalidad es una fuerza impelente y por tanto debemos encaminarla al mejoramiento, al progreso social.
   Mantenedores de ese ideal sublime, se reúnen los amantes de la libertad y del bienestar universal para aunar sus esfuerzos, y como las sacerdotisas de Vesta, velan, convocando a asambleas, porque el fuego sacro no se extinga y resplandeciendo continuamente intensifique su potencia iluminadora.
   En las asamblea de los Patricios Romanos la noción del derecho, en su cuna, fue convertida en ley por la expresión de las necesidades de todo un pueblo encauzadas por la discusión en un sendero de redención accesible para las mayorías; en las sesiones del Senado se decide el porvenir de la Patria; los grandes generales convocan al consejo para el mejor éxito de un plan de campaña, etc., etc. Así vemos que el reunirse es una ventaja, es la primera piedra; mejor, los cimientos de una gran obra, más aún, es una necesidad social.
   Nunca como ahora se ha manifestado más clara la necesidad del intercambio de ideas, nunca como ahora esa necesidad se ha presentado más precisa con su cortejo de satisfacciones y de bienestar realizado y nunca como ahora se ha visto el éxito coronando los esfuerzos de las juventudes varoniles en lucha con las viejas costumbres, con los viejos dogmas, y anhelando hacia el progreso, cuya fúlgida antorcha resplandece con llamaradas de estímulo. Siempre hacia delante!. Siempre hacia la gloria de la victoria!.
   La noche negra y tenebrosa de la opresión ha arrojado sus grises vestiduras y resurge bella y radiante y bella convertida en la Aurora, como una Venus surgiendo de las obscuras ondas.
   El conjunto de las atronadoras voces de libertad y justicia escúchase como el rugir de un huracán que arrastrará a su paso todo lo inicuo, todo lo falso, todo lo malo. Una sesión es el plinto donde descansa la estatua de la victoria, cuya mirada se eleva hacia la altura en alas de una idea redentora. Es la simiente que el labrador arroja sobre los fértiles campos y cuyo fruto recogerá más tarde. Es el emblema de la unión, de la paz y de la confraternidad.
   El espíritu que anima a los mortales continuamente les grita: “¡Levántate y anda!”

Conrado Castro Chavert,
del Sindicato Mexicano de Electricistas.

El Sindicato de Electricistas y la unificación

   El hombre aislado, dijo un gran filósofo, sería incapaz de investigar la naturaleza de una mosca”. Efectivamente, en el orden de investigación nunca hubiera salido de las formas rudimentarias en que se encontraba y pasado a la esfera actual de adelanto si no hubiera formado sociedad con los demás seres de su misma especie que le rodean. La concurrencia en el mundo de las ideas es la que ha transformado la vida y el cerebro del hombre a través de los siglos y le ha llevado a la civilización. Y en el orden material sucede otro tanto. ¿Qué hubiera hecho el hombre primitivo si hubiera permanecido vegetando internado en los bosques? Nada; pero la Providencia, que vela constantemente por el bien de sus hijos, le surgió la idea de unir su fuerza material a la de los demás, y de allí el progreso material al que ha llegado la gran familia humana.
   Mas la Humanidad, que se multiplicó rápidamente, abandonando sus tendencias que la habían guiado hasta entonces, y como una necesidad impuesta por la misma naturaleza de las cosas, proclamó “el mío y el tuyo” dogmatizando así la inviolabilidad de la propiedad. Creció naturalmente el número de propiedades, distinguiéndose en pequeñas y grandes propiedades, y entonces fue cuando diose la fatalidad de que la pequeña propiedad fuera absorbida por la grande propiedad, y de allí la distinción de propietario y no propietario, de señor y esclavo. En una palabra, nació entonces el antagonismo de individuo contra individuo, de clases contra clases, engendrado por la idea de justicia que partía del derecho de propiedad. Así fue como la igualdad material desapareció, y la dicha humana, que hasta entonces había hecho de la tierra una mansión de delicias, sólo fue concedida a unos cuantos privilegiados, mientras que la mayoría lloraba y llora hasta nuestros días en el desierto de la amargura y la desolación. La grande propiedad, llamada en la actualidad capitalismo, no se contenta con absorber las energías del pueblo obrero; si posible fuera para los que componen ese formidable elemento, harían que el operario volviera a arrastrar las cadenas de la esclavitud.
   Mas la hora de redención del trabajo ha sonado en esta hermosa parte del Continente Americano llamada México. Por doquiera se levantan instituciones que, llenas de amor hacia la inmensa mayoría de la Humanidad que sufre agobiada por la injusticia, no vacilan en proclamar la necesidad de unirse para oponer a los elementos contradictorios la influencia poderosa de la unificación. Tal es el fin que se propone el Sindicato Mexicano de Electricistas. Él quiere hacer de todas las energías individuales que trabajan en el ramo una sola energía capaz de contrarrestar la fuerza que le oponen a nuestro mejoramiento. Quiere, amparado por nuestra Constitución Política de 57 unir a todos los electricistas del país para formar un solo centro de operaciones, un núcleo poderoso de personalidades que se distingan en sus aptitudes intelectuales, por su valor en defender sus derechos pisoteados por los poderosos y que con sus virtudes conquisten el aprecio universal.
F.F.E. Paniagua
Diciembre 9 de 1915.

A mis compañeros

   Despertad, compañeros; ha llegado el momento de la emancipación del proletario.
   Yo como hijo de la gleba, os invito a tomar la bandera roja de la lucha del obrero contra el burgués; pues ya pasó el tiempo en que a nosotros se nos trataba como esclavos, como bestias y como parias, no permitiéndosenos lanzar un gemido sin ahogarlo con la blasfemia, el palo o el arma homicida.
   Ya acabó el tiempo en que la Dictadura prohibía la queja del obrero a balazos. El autócrata no existe y el burgués tiembla sólo al oír el clamor de la reivindicación social.
   ¡No desmayéis! ¡Adelante! ¡Preferid primero sucumbir antes que retroceder!
   Es obligación nuestra defender nuestros derechos. Ante todo, el valor civil. ¡Despreciemos cuanto oro haya en el mundo antes que vendernos!
   Compañeros, ¡dejad la negligencia! y venid hacia nosotros. Vuestros hermanos os esperan. Vuestros hijos os piden que les deis un nombre honrado, limpio y no de esclavos.
   Ellos tienen el derecho de exigirlo y nosotros el deber de otorgarlo porque la responsabilidad de vida en esos seres nos corresponde.
   Enfrentaos valerosamente con la situación y llegad a un mañana fructuoso, en el que con verbo libre defendamos nuestros derechos y los de nuestros hijos.
   ¡¡Viva la libertad!! ¡Viva el obrero! ¡Muera el Burgués!
¡¡Salud y revolución social!!

Obreros no parias

   La inmensa nave de los proletarios en el avance hacia el progreso ha encontrado, encuentra y encontrará siempre obstáculos que solamente llenos de fe y con el espíritu templado al rojo blanco, teniendo, como es natural, por lema la razón y la justicia, los vencerá y llegará a la meta aun a trueque de su propia existencia, y si este fuera el dilema, a pesar de todo arrojaríamos la simiente para que mañana los nuestros recojan el fruto de nuestra abnegación. Con la cara muy alta digan a los explotadores sin conciencia: aquellos nuestros hermanos los del rojo vengador no son parias, son obreros de ideas avanzadas. Imitémoslos.
   La humanidad, en el avance hacia el progreso, ha tenido, como dijera Zolá, que navegar sobre un mar de sangre; pues nunca se ha obtenido el triunfo sin la lucha ni se ha llegado a la cumbre sin sufrir los embates de la desgracia.
   Nosotros los que luchamos largos años, los que de veras podemos decir la realidad de las cosas por estar ligados con los que sufren el trato soez que dan los negreros o capataces convertidos en tentáculos del pulpo adinerado.
   Durante tres largos años que tenemos de estar formando la agrupación a que pertenezco, hemos tenido que luchar contra todo viento y marea para sacar avante nuestra idea; el camino es de lo más escabroso que se pueda imaginar. Quien no lo conoce nos ha colmado de majaderías, nos ha amenazado de pena de muerte, nos dice que estamos locos, que somos anarquistas, que somos agitadores, pero, ¿qué importa? Si en nuestra conciencia está nada menos que la razón y la justicia, y si no es verdad, que lo digan los triunfos que hemos obtenido a pesar de las maquinaciones y a pesar de las intrigas inicuas dignas de esquiroles.
   Cuando los pueblos despiertan del letargo en que yacen y demandan derechos conculcados, así como libertades arrebatas, no bastan para domeñarlos ni riquezas ni ejércitos porque la cólera desenfrenada de un pueblo que anhela libertad y justicia jamás ha podido ser contenido.
   El sacudimiento que transformó profundamente al mundo entero, que fue la simiente germinadora de todas las libertades, la Revolución Francesa, es la más gloriosa epopeya que se registra sobre la Tierra. Empurpurada por el combate se fecundaron los gérmenes que levantaron a Francia sobre las demás naciones.
   En todos los pueblos ha existido y existirá siempre una lucha eterna, una contienda de opresores y oprimidos, de próceres y vasallos. En estas luchas, las pasiones más bastardas han surgido en forma de partidos o banderas políticas, las cuales han tratado siempre de ahogar la razón, la justicia y la libertad.
   Estos partidos son los que en pugna sempiterna de la evolución social incuban tiranías y sujetan a los pueblos a yugos vergonzosos de opresión y levantan autócratas sobre pedestales de ignominia. Pero cuando estos partidos son arrollados por el torrente de una revolución social y libertaria miran derrumbarse tronos, hundirse imperios, rodar en el cadalso testas coronadas y cabezas de tiranos sobre las que arroja la gleba el escupitajo y el cúmulo de maldiciones que de antemano les reservan.
   Salud, compañeros. Mi verbo rojo es de desprecio para los ilusos ultramontanos que todavía sueñan en las malditas sombras de las capillas, para los traidores de la Ericsson, foco de reacción burguesa, y retrógrados, flor de estercolero.
   Para mis viejos camaradas, compañeros de trabajo; para los que juntos hemos luchado, mis sinceros consejos: lo de siempre, mucha unión, mucha honradez para responder siempre listos como los guardianes de la tumba de Napoleón gritaron al toque de alerta...
   ¡¡Presente!!

México, diciembre 11 de 1915
Luis Ochoa

De nuestras secciones

   En una de las pasadas asambleas se nombró en comisión a los compañeros Carlos C. Butt, Luis N. Morones y Manuel Leduc con objeto de reorganizar las secciones que este Sindicato tiene establecidas en Juandhó y Pachuca.
   Aprovechando la oportunidad de informar con más amplitud acerca de las gestiones e impresiones de los comisionados en los lugares citados, como primera nota que debemos hacer conocer a nuestros lectores es la que se refiere a la forma hostil con que fue recibida la comisión en Juandhó, naturalmente no por parte de nuestros compañeros sino del encargado o jefe de la planta de aquel lugar.
   No es de extrañarse. Contábamos con ello. Sólo que nunca imaginamos que al referirse a la presencia de nuestra comisión se expresara en los términos siguientes, textuales: “No puedo permitir por ningún motivo que miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas sean recibidos por empleados de esta planta en las casas propiedad de la Compañía”. Quizá el aludido jefe supuso que con esta actitud la comisión no podría cumplir con su cometido dado que los terrenos y habitaciones que necesariamente tendrían que ocupar nuestros delegados son propiedad de la ya citada Compañía.
   Desgraciadamente, el Sr. Cook, que es el jefe de quien se trata, no contaba con que nuestros enviados, con permiso o sin él, llevarían a término la labor que les fue encomendada.
   La Comisión se presentó en Juandhó, donde cree el Sr. Cook ser amo y señor, habiendo sido recibida cariñosamente por nuestros compañeros de aquella sección, a quienes previamente se había avisado su llegada.
   Se verificó una asamblea con la asistencia de la mayoría de nuestros compañeros que trabajan en aquella planta, así como en las de Cañada y Elba.
   Hacemos notar que la reunión se llevó a cabo en el Casino, propiedad de la Compañía, en medio del mayor entusiasmo, quedando solucionados los asuntos que originaron la visita de nuestros comisionados a la citada región. A pesar de que su estancia, una vez cumplida su misión, era ya innecesaria, permanecieron durante día y medio más a instancias de nuestros compañeros de Juandó.
   Por informes que hemos recogido sabemos que en la sección de Juandhó existe un espíritu de unión de todo punto laudable; sólo que se hace necesario estar en constante comunicación con aquellos compañeros a fin de darles a conocer lo poco que sabemos en asuntos de organización y mantener en ellos vivo el espíritu de solidaridad que debe caracterizar a las agrupaciones obreras.
   En Pachuca, el compañero Manuel Leduc, que en virtud de su servicio no pudo integrar la comisión que fue a Juandó, se encargó de preparar un mitin de propaganda sindicalista, del que nos ocuparemos más adelante.
   Reunida la comisión, se citó a una junta extraordinaria en el Salón Rojo, y es de lamentarse que nuestros compañeros de la Sección de Pachuca no hayan asistido en el número que esperábamos, pues apenas si unos doce o quince estuvieron presentes.
   ¿A qué se debió esto? ¿Falta de empeño por parte del comité de aquella Sección? ¿Apatía de los compañeros que la integran? ¡Quién sabe! Lo que sí es un hecho evidente es que tanto el Secretario General como el Tesorero de aquel comité pusieron de relieve su escasa o nula voluntad y poquísimo celo para cumplir los deberes que han contraído ante sus compañeros.
   Con el escasísimo quórum reunido se verificó la asamblea tratándose la mayoría de los asuntos pendientes, dándose cuenta con la misión de nuestros delegados y tomándose el siguiente acuerdo que estimamos de importancia: la remoción del comité y nuevas elecciones para la siguiente asamblea.
   El mitin que se verificó en el Teatro Bartolomé de Medina, aunque organizado a gran prisa y casi sin propaganda, fue de éxito lisonjero. Tomaron parte algunos elementos artísticos de la Compañía de Opera de la diva Adda Navarrete, que actúa en dicho teatro, así como las bandas del Estado y de la Brigada Segura.
   El elemento obrero asistió en número considerable y creemos haber dejado en él una favorable impresión y, lo que es más importante, la idea salvadora de que la doctrina socialista es el faro que guía al proletariado en su marcha hacia el progreso, y que la unión es el único medio, la sola arma que pueden esgrimir los trabajadores contra la inicua explotación de que somos víctimas.
Por lo que a nuestra Sección de Necaxa concierne, solamente diremos que asuntos muy delicados y de gran importancia promovieron el envío de otra comisión integrada por los compañeros Revilla, De la Peña y Larios. En su oportunidad daremos cuenta con el resultado de esta comisión.

Nuestros proyectos

   Si nuestros compañeros del Sindicato Mexicano de Electricistas, haciendo un pequeño esfuerzo, contribuyen para que esta publicación se ponga a la altura necesaria, creemos viable, y así se lo anunciamos, destinar en cada número una Sección Instructiva que tratará de cuestiones relativas a nuestro ramo, la Electricidad, y también tendrá nuestra publicación su página literaria, para la que solicitamos de los aficionados su colaboración.
   El precio de subscripción y las fechas en que aparecerá nuestro periódico serán determinados en la próxima sesión; pero creemos que aquél será tan reducido cuanto lo permita el costo de su publicación; se hará con la mayor frecuencia posible, teniendo en cuenta que los compañeros que intervengan en la formación del periódico son individuos que disponen del muy escaso tiempo que sus ocupaciones les dejan libre.

Bandera roja

La vida es una lucha sin fin. En sus anales
Brillan, entre negruras de odio, los fanales
Del triunfo, que señalan a no lejanos trechos
Batallas que ganaron los humanos derechos
Y es la pugna más ruda de los tiempos actuales
La de los productores contra los capitales.
En medio de lucha tenaz y formidable
De pueblos y de gentes, es lo más inefable
Descubrir un amigo, encontrar un hermano,
Un ser sin egoísmos que nos tienda su mano.
¡Benditas las uniones! Que la fuerza inmanente
de la justicia, cambia al débil en potente.
Huestes que se agruparon jurando de consuno,
Ser uno para todos y todos para uno.
Compañeros de lides, en la etapa presente
De nuestro Sindicato saludo al día naciente
De libertad. ¡Cayeron desechas en pedazos
Las cadenas del pueblo! Doloridos los brazos
Por el supremo esfuerzo, iza ya la bandera
Socialista que guiará la jornada primera. 
Ya no sea el proletario ni máquina ni bestia,
Dignifíquese, rompa su atávica modestia;
De su fuero de hombre nunca descienda un punto.
Valore sus esfuerzos en el social conjunto.
Esos brazos regidos por una inteligencia
Son factores del Arte, de la Industria y la Ciencia.
El progreso económico ya no juzgue ilusorio:
También es suya. Salga del secular retraso,
La riqueza infinita del patrio territorio
También es suya. Salga del secular retraso,
No vacile ni tema, ni camine al ocaso.
Mire que la ignorancia y el vicio son aliados
De toda tiranía. Nuestros antepasados
Heroicos, de la raza reclaman los honores
Y somos responsables ante nuestros mayores,
No acaparen los bienes las manos de unos cuantos.
Ni el prolífico suelo, con todos sus encantos,
Sea feudo y privilegio. El indigente supo
De crueles opresores desbaratar el grupo.
Al Trabajo se abre una senda florida,
Al Trabajo que es gloria y que es ley de la vida.
Bajo nuevos ambientes de igualdad y reforma
Prosigamos la lucha con la razón por norma,
Llevando como siempre la equidad por égida
Hasta que se vindique nuestra clase sufrida.
La libertad, sagrada es por sus beneficios,
Pero más porque cuenta inmensos sacrificios.
Hecha nuestra bandera con la sangre y el luto
Que nos dieron tan caro y preciado fruto,
Defendámosla siempre solícitos, leales,
Como emblema del triunfo de nuestros ideales.

Diciembre 1° de 1915.
J. Rosales De La Vega.

Homenaje

   En el año de 1911 funcionó en esta Capital el “Club Liberal de Empleados de Comercio”, primera institución en el país que propagó doctrinas de tendencia Sindicalista y luchó por la personalidad moral y dignificación de los empleados particulares.
   Entre los más entusiastas y laboriosos miembros de aquella agrupación trabajaron los señores Emilio Serrano, José Rosales de la Vega, Antonio Calvillo, Alfonso Cervantes, Fernando Ruelas, José Calvillo y Rafael de Ávila, que hoy son nuestros compañeros en el Sindicato Mexicano de Electricistas. Estos compañeros tienen hoy el honor de ofrecer al Sindicato, en el primer aniversario de su fundación, un estandarte simbólico, bandera de lucha para ellos, “Recuerdo de sus esfuerzos incipientes”.

FESTIVAL ORGANIZADO POR EL
SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS
-EN EL-
TEATRO MEXICANO
PARA CELEBRAR EL
1er. ANIVERSARIO DE SU FUNDACION
-MARTES 14-
DE DICIEMBRE DE 1915
A LAS 6 EN PUNTO

   Para celebrar el primer aniversario de la fundación del Sindicato Mexicano de Electricistas, se ha organizado un brillante festival en el teatro Mexicano, con la cooperación de elementos artísticos notables como son la de las señoritas Clara Sánchez y Consuelo escobar, que desempeñarán dos hermosos números de canto, y la de la señorita María Luisa López así como la Compañía dramática que dirige el primer actor Sr. Ricardo Mutio.
   A continuación publicamos el programa de la velada, y en otro lugar de este periódico encontrarán nuestros lectores la vibrante poesía que el compañero J. Rosales de la Vega compuso expresamente para el acto, del cual ofrecemos a nuestros lectores dar crónica en el próximo número.

I.- Obertura por la orquesta.
II.- Informe del Secretario General del Sindicato, compañero Carlos C. Butt. 
III.- Discurso por el compañero J. B. Jiménez, del S. M. de E. 
IV.- "Mi Chiamano Mimí", Bohemia, canto por la Srita. Clara Sánchez.
V.- Peroración por el compañero Luis N. Morones, del S. M. de E.
VI.- Pieza al piano por la señorita López.
VII.- Bandera Roja, poesía del compañero J. Rosales de la Vega del S. M. de E. recitada por C. S. Quirós.
VIII.- Aria de las joyas, Fausto, canto por la Srita Consuelo Escobar.
IX.- María rosa, drama en tres actos de Guimerá.
X.- Los corridos, juguete cómico.
XI.- Himno internacional por la orquesta.


Finalizará con el Himno Internacional por la Orquesta.


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