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viernes, 18 de abril de 2014

56 AÑOS DE DIFERENCIA...

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Hace 56 años fue dada a conocer una importante circunstancia que involucraba a la empresa mejor conocida como Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. y sus Subsidiarias. El asunto, se publicó en la Revista LyF, edición mensual al servicio de los trabajadores de la misma, en el N° 43, año V, del 1° de marzo de 1958, p. 2 y 3 y se difundió en los siguientes términos:

NO ES COSA DE NIÑOS…

   La Comisión Económica de las Naciones Unidas en importante y reciente estudio, estima que la producción de energía eléctrica en México durante los próximos ocho años aumentará en un 185%. Esta predicción es parte del cuadro general de prosperidad que vislumbra la Comisión ponente respecto al porvenir económico de México. Aceptamos este augurio, del cual los mexicanos debemos sentirnos optimistas al observar el desarrollo del país en los últimos años.
   Para colocarnos en posición conservadora, digamos que el aumento en producción de energía eléctrica durante el citado plazo de ocho años, sea solamente de un 100% en vez del 185%. Esto quiere decir que la capacidad instalada en el país que a fines del año pasado era de 2.200,000 KW, llegaría a 4.400,000 KW y que en igual proporción se tendrían que ampliar la capacidad de las líneas de transmisión y redes de distribución. Conservando esta posición a fin de no incurrir en estimaciones exageradas, supongamos que del aumento total de 2.200,000 KW sólo una tercera parte en vez del 40% actual corresponde a la Zona Central servida por nuestra Empresa. Esto nos permitirá calcular un aumento en la capacidad de generación para nuestro sistema interconectado de 730,000 KW.
   No se requiere mucha imaginación para entrever el significado financiero de este problema, el que por otra parte ya había sido mencionado por la Empresa desde hace más de un año.
   En primer lugar sería necesario proyectar y construir nuevas instalaciones con capacidad de 730,000 KW, es decir, plantas que en conjunto sean 3 ½ veces mayores que el actual Sistema Hidroeléctrico de Necaxa o bien nueve de igual capacidad que la actual Planta de Nonoalco. Además, sería necesario ampliar en muchos kilómetros las líneas de transmisión a alto voltaje y en miles de kilómetros las líneas de distribución, amén de los correspondientes transformadores de distribución y medidores.
   En segundo lugar, que deberíamos mencionar en primero, sería necesario obtener financiamiento para este colosal programa. A los precios actuales la construcción de plantas y redes eléctricas para una capacidad de 730,000 KW tomando un precio unitario conservador de $5,000.00 por KW para generación y distribución, significaría una inversión de 3,650 millones de pesos (más de los 3,000 millones estimados por la Empresa con anterioridad) como necesidad de financiamiento en el próximo ciclo de ampliaciones.
   Hablar de una inversión anual en promedio de 400 a 500 millones de pesos, no es cosa de niños, pero tampoco debemos sentirnos desalentados por su magnitud. La Dirección de la Empresa cuenta con la simpatía y colaboración de las autoridades del país y con la indispensable participación de sus técnicos y trabajadores. En esta forma es como hemos logrado sortear los problemas durante el largo periodo de la vida de la Compañía, experiencia que debe estimularnos cuando sea tiempo de plantear y resolver este gigantesco problema de financiamiento y de construcción para los próximos ocho años.

   Pues bien, la nota de hace poco más de medio siglo, deja ver una perspectiva de avance que se preveía con objeto de alcanzar metas, de conformidad con el crecimiento mismo del país, el cual en muchos sentidos demandaba obra y servicios de infraestructura prioritaria como la de energía eléctrica. El día de hoy, 18 de abril de 2014, apareció una interesante apreciación del C. José Antonio Almazán González en la cual apunta: 
  

A 56 años vista, y con infinidad de comportamientos políticos y económicos no previstos, se tiene en estos momentos un escenario diametralmente opuesto a aquella mirada, donde además debe agregarse el impacto que ocasionó la extinción de Luz y Fuerza del Centro en octubre de 2009, lo cual viene a ser otro ingrediente que, en esa absurda argucia de los gobiernos panista y priista que han intentado gobernar este país entre 2006 y ahora pretenden alcanzar el 2018, no pudieron ni han podido incluir en su agenda la solución de diversos problemas que son de alto impacto, pero de sencilla aplicación. En las últimas líneas de su escrito, Almazán González plantea un argumento clarísimo en la solución de ese problema: “[El S.M.E.] Cuenta con mano de obra calificada y un registro sindical conquistado en 1933, el cual lo reconoce como sindicato nacional de industria. En la hora de las definiciones el SME honrará, como lo ha hecho, su pasado nacionalista y patriótico y continuará luchando por la renacionalización de la industria eléctrica”. Estas últimas palabras tienen un significado que, en el fondo guarda un alto grado de compromiso, pues ante las duras agresiones que frontalmente ha generado el estado a partir de la “Reforma Energética”, ese es un propósito que no conduce a otra parte más que a preparar el camino a los inversionistas extranjeros, quienes sin ningún propósito nacionalista, sino aquel que es eminentemente económico y financiero, vendrán a someter a la clase trabajadora, e incluso la desplazarán para imponer otro tipo de mano de obra; quizá bajo la degradante figura del “outsourcing”. De cometerse semejante sacrilegio, ello se convertirá en auténtica ofensa, con lo que se volverá a aquellas épocas en que los trabajadores mexicanos fueron explotados irracionalmente.
   Si los políticos fueran capaces de escuchar a la clase trabajadora, este sería otro país.


17 de abril de 2014.

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