EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
El día de hoy, La Jornada publicó un extenso reportaje en el que se puede apreciar
la crítica situación de la que, para Felipe Calderón fue orgullosamente elevada
a “empresa de clase mundial”. Sin embargo, en el sólo cintillo de la misma nota
se indica que “Sus deudas [durante 2013] fueron equivalentes a más de cuatro
quintas partes del valor de sus activos”.
El asunto es muy grave, lo que es indicativo
–luego de dar lectura a los datos duros y fríos- de que su administración no
viene siendo la mejor, y de que ha sido incapaz de estabilizar sus condiciones
en cuanto al hecho de ser la única empresa responsable en estos momentos, de la
infraestructura eléctrica en el país, contando para ello que se ha comprometido
a la producción, generación, transmisión, distribución y comercialización de la
energía, tanto para consumidores domésticos como para industriales.
Esta observación no lo hago por el solo
gusto de hacer notar mi disgusto personal sobre los malos manejos en una
empresa de tales dimensiones, sino por el hecho de que a ese fallo se suma la
falta de voluntad política, al sentido común, no sólo del nefasto gobierno
anterior, sino del actual en el sentido de materializar una serie de aspectos
que, en concreto, tendrían que ver con la ya conocida y archiconocida petición
del movimiento de “Resistencia” que sigue manteniendo firmemente el conjunto de
miles de integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas que decidieron no
liquidarse, pero que se encuentran aptos y en condiciones para encontrar una
justa y digna reinserción laboral, tal y como lo acaba de plantear, por enésima
vez el Secretario del Exterior del propio SME, Humberto Montes de Oca, en otra
nota que apenas se publicaba ayer:
La Jornada, miércoles 2 de abril
de 2014, p. 42.
En estos momentos es prioritario sumar
voluntades y confrontarlas a situaciones reales que, como la enfrentada por la
CFE, permitan abatir esos síntomas de falta de productividad, mismos que se
reflejan en lo financiero, pero también en la calidad de servicio, y en los
elevados costos de sus tarifas, que ya vemos, no son casuales. En la medida en
que el problema de estabilizar una empresa no sea obtenido por el factor
presupuestal asignado anualmente, y por la función de sus empleados, en esa
medida seguiremos encontrando el reflejo de la pésima administración en un
servicio que se encuentra distante de ser el que ofrece su traído y llevado
slogan.
Si la Secretaría de Gobernación, la
Secretaría de Energía y Comisión Federal de Electricidad, muy al margen del “patrón
sustituto”, entendieran lo fácil que sería establecer estrategias de
solución, yo no diría que al garantizar la devolución de la materia de trabajo
a miles que esperan esa respuesta, solucione de golpe y porrazo la situación,
pero los problemas serían menores, sobre todo porque la zona central, que antes
estuvo bajo el dominio y control de Luz y Fuerza del Centro aportaba un
importante factor de beneficios, y toda su infraestructura, independientemente
del estado de deterioro que presentaba, funcionaba en condiciones normales. Regresar
a ese estado anterior viene a ser, técnica y económicamente viable para que
también la eficiencia encuentre su equilibrio. Tal escenario parece el más
práctico, pero si la autoridad en este país pretende seguir obstruyendo las
soluciones, por lo menos tres que ya planteó el SME, esto sería otra cosa.
Espero, como esperan muchos, miles en este
caso, que el gobierno y sus funcionarios se sensibilicen, y den soluciones
concretas a demandas justas.
4 de abril de 2014.
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