PERFILES DE LUZ, O
GALERÍA DE PERSONAJES. RESEÑAS PUBLICADAS EN
EL BLOG: LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
LOS ABUELITOS DE LA
FAMILIA: SEVERIANO RODRÍGUEZ e IGNACIO QUINTANA ALCÁNTARA.
En la Revista
LyF, año VI, N° 60, del 1° de agosto de 1959, p. 11-13 se publicó un
interesante reportaje en el que dos viejos trabajadores cuentan sus historias y
lo hacen con un sabor que vale la pena recuperar con toda su esencia.
Vienen a continuación las impresiones de dos
trabajadores que cumplen 25 años de haber sido jubilados por nuestra Compañía,
habiendo conquistado el cariño de todo el personal, ya que son los “abuelitos”
de la familia LyF. Se trata de los señores Ignacio Quintana Alcántara y
Severiano Rodríguez.
Don Ignacio Quintana de 85 años de edad, se
jubiló el 2 de agosto de 1934, después de haber prestado sus servicios en la
Compañía de Luz durante 34 años. Actualmente vive con su hija Esperanza, la
mayor de los cinco hijos habidos en su matrimonio.
La historia de don Ignacio, relatada por él
mismo, se inicia en el año de 1900, cuando ingresó a la Compañía de Luz como
Ayudante de Instalador, con un sueldo de 50 centavos diarios. Pocos años
después, ascendió a instalador y posteriormente ocupó hasta su jubilación, el
cargo de Sobrestante del Departamento de Cables Subterráneos.
Durante
la época que pasó dentro de la Empresa, don Ignacio fue actor de numerosas
anécdotas, entre las cuales destaca, la que le aconteció en el año de 1932
cuando se encontraba arreglando una interrupción en un cable de alta tensión,
junto con su cuadrilla. Antes de iniciar la reparación, le informaron de la
Estación de Nonoalco que la corriente había sido cortada, por lo que
confiadamente empezó a arreglar la línea. De repente, al juntar las dos puntas
del cable, sintió un fuerte choque que lo hizo volar varios metros, al mismo
tiempo que escuchaba una fuerte detonación. Se había producido un corto
circuito en el cable que manejaba y que conducía 6,000 voltios. Por un
verdadero milagro salió con vida de este accidente que le originó serias
quemaduras en la cara y en el cuerpo. Con gran sentido del humor don Ignacio
comenta que este “toquecito” le sirvió mucho, pues ahora luce piel nueva. Después
de su jubilación, nuestro entrevistado trabajó durante varios años en un taller
eléctrico de su propiedad, en donde componía motores. Sin embargo a últimas
fechas y a consecuencia de un mal que le aqueja en las rodillas, ha preferido
dejar este tipo de actividades y dedicarse a descansar.
Antes de terminar, agradeció sinceramente la
atención de la Compañía, por haber recordado esta fecha memorable, ya que no
muchas personas pueden presumir de cumplir 25 años de jubilados y gozar de tan
excelente salud como la de don Ignacio.
El segundo de nuestros entrevistados es el
señor Severiano Rodríguez, a quien visitamos en su casa, acompañado de su
esposa y dos de sus hijos.
Nos recibió amable y sonriente, relatándonos
que cuenta 80 años de edad y que ingresó a la Compañía de Luz en el año de
1902, cuando la Empresa tenía sus oficinas en San Lázaro. Su primer puesto fue
de Ayudante de Instalador, con un sueldo de 75 centavos diarios y que años
después, ascendió a Instalador en el Departamento de Conexiones.
En 1914, plena época de la Revolución, don
Severiano pasó al Departamento de Medidores, como tomador de lecturas.
Un buen día, cuando se encontraba trabajando
en el pueblo de Tizapán, se topó sorpresivamente con un grupo de Zapatistas,
quienes inmediatamente lo apresaron. Sin ninguna averiguación, los soldados
pedían a gritos a su jefe superior que lo fusilaran. Don Severiano afirma que
nunca olvidará ese momento, porque todavía suenan en sus oídos las palabras de:
“¡québrelo mi jefe, que es Carrancista, québrelo!” casi muerto de miedo, don
Severiano trató de explicarles durante más de una hora, que él no era
guerrillero de ningún bando. En eso estaba, cuando llegaron los Carrancistas
iniciando un terrible tiroteo. Al verse atacados por sorpresa, los Zapatistas
se olvidaron del prisionero, cosa que éste aprovechó para escapar y salvarse de
la muerte en un hilo.
Esta es una de las muchas anécdotas que
componen la vida del simpático don Severiano, quien posteriormente fue cambiado
al Departamento de Pruebas de Medidores, en donde prestó sus servicios hasta su
jubilación. Se ha casado dos veces, la primera en 1902 y la segunda en 1921. De
sus dos matrimonios, viven actualmente nueve hijos, quince nietos y siete
bisnietos. El segundo de sus hijos, Leodegario, tiene ya 25 años de trabajar en
la Compañía de Luz y seguramente con el tiempo llegará a obtener una jubilación
tan meritoria como la que alcanzó su padre, don Severiano.
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