EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Con motivo de que ha transcurrido un lustro de
la “artera agresión” contra Luz y Fuerza del Centro, aquel 11 de octubre de
2009, han vuelto a despertarse las voces y la conciencia para repensar el
profundo daño, la irreparable pérdida en muchos sentidos de que fuimos víctimas
(no cabe otro término) todos los trabajadores que laboramos para dicha
paraestatal. Felipe Calderón al consumar aquel grave “delito” en contra del
espíritu laboral y convertirse así en cómplice de los intereses del
neoliberalismo y de los capitalistas, dio el golpe final a una de las
aspiraciones que se habían venido configurando desde hace muchos años, pues
esos trabajadores, a su vez integrantes del Sindicato Mexicano de
Electricistas, se había convertido en el más férreo defensor de una causa justa
y digna como era la materia de trabajo, para lo cual era preciso entrar en el terreno
de la causa legítima para con los intereses de sus agremiados.
Hace apenas unos días, el también integrante
en su momento de esta “familia”, el sindicalista José Antonio Almazán González
publicó una excelente síntesis de acontecimientos de estos últimos años en La Jornada. Su contenido amerita ser
difundido a través de este blog, por lo que hago mías sus palabras, sus ideas y
pensamientos e incluyo esa valiosa reflexión, la que en muchos sentidos posee
los componentes más apropiados para entender, a cinco años vista la extinción
de Luz y Fuerza del Centro y la resistencia del Sindicato Mexicano de
Electricistas.
La Jornada, 15 de octubre de
2014, OPINIÓN, p. 27.
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