POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Hoy, 18 de noviembre de 2013, la “Noticia”
que da sustento a buen número de publicaciones periódicas, es la movilización
convocada por el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como resultado de la profunda
inquietud que supone la aprobación de la reforma energética que impulsa el
gobierno en vigor, y que pone en un predicamento el futuro del uso de los recursos
prioritarios de que dispone el país. Conforme se aprecia el panorama, las cosas
no marchan nada bien, pues ello daría por resultado la entrega de estos
recursos a manos y capitales extranjeros, reduciendo a México a convertirse en
proveedor, pero también a una limitante que es la de la mano de obra, con lo
que la capacidad laboral se vería seriamente mermada en una ya de por sí
situación crítica como la que enfrenta el país, resultado de la pésima
administración que se ha hecho de sus destinos desde hace ya un buen número de
sexenios.
Llama la atención, dentro de lo que todo
esto ha significado un par de declaraciones, la de la Dra. Leticia Campos
Aragón, así como la de Laura Juárez que comentaré en tanto tengan ustedes de
realizar la lectura que viene a continuación, deteniéndome en las páginas en
que aparecen tales comentarios.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 3.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 5.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 6.
La
declaración de la Dra. Leticia Campos Aragón, quien además, se ha convertido en
una de las especialistas más reconocidas en materia eléctrica, vista desde la
perspectiva de la economía y la historia, nos dice que “la reforma propuesta
por Peña Nieto pretende quitar al sector energético su carácter estratégico”.
“El primer paso fue la extinción de Luz y
Fuerza del Centro, la cual no radicó en su ineficiencia operativa y financiera,
sino en la concentración de líneas que buscaban empresas de medios para la
oferta de servicios de triple play y
en el interés de compañías dedicadas a la producción de energías verdes”.
Es decir, el ataque de que fuimos víctimas
los trabajadores que nos encontrábamos en esta empresa estratégica, vino de
responder a los intereses de los grandes capitales que dominan en un ámbito que
rebasa la capacidad de gobernar, y a la que se doblegó el señor que ocupó la
presidencia el sexenio pasado, cuya ominosa actuación se encargó de devaluar
nuestras condiciones laborales, o las propias de la empresa, haciéndonos ver
como ineficaces operativa y financieramente, lo cual significó consolidar o
cerrar pactos de honor, no importando que la consecuencia a todo ello hubiese
sido sacrificar una empresa y a su plantilla de trabajadores, cosa gravísima si
la miramos a la distancia de aquella primera y lamentable acusación de que fue víctima,
justo en el informe que emitió el “innombrable” aquella noche de sábado 9 de
octubre de 2009.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 7.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 11.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 11 (Detalle).
Por
su parte, Laura Juárez, al haber publicado un trabajo en la revista Trabajadores, N° 96 de la Universidad
Obrera, deja ver una serie de “desbalanceos” comparativos entre lo que es y ha
sido el poder adquisitivo de los trabajadores, pero sobre todo, y como
resultado de la desocupación laboral forzada o forzosa, así como del cierre de
oportunidades, esto ha llevado a una buena parte de la sociedad ubicada en
condiciones irregulares de inserción o reinserción laboral, a tener que aplicar
“nuevas fórmulas de sobrevivencia económica”. Llama la atención de que en esta
nota de Patricia Muñoz Ríos, y como resultado de la lectura al serio trabajo de
Laura Juárez, se destaque el patrón de comportamiento habido entre los trabajadores
de Mexicana de Aviación y el Sindicato Mexicano de Electricistas, lo cual “revela
que casi la totalidad de los integrantes de estos gremios que perdieron su
empleo, se incorporaron a la economía informal de diversas formas, “desde
ofrecer servicios personales, hasta venta de comida, cosméticos, ropa, dar
clases particulares, elaboración de productos artesanales y otros”.
Juárez concluye diciendo que “hoy la
informalidad es uno de los rasgos estructurales del mercado laboral, debido que
hay escasez de empleos formales, porque la economía tiene bajo crecimiento, y
porque las corporaciones generan trabajos precarios para abaratas sus costos de
producción”.
Lo anterior, es síntoma gravísimo de lo que
muestra la realidad misma por la que pasa el país, cuyos intentos por
consolidar su economía se han quedado en nada. Lo único a ofrecer es una
insustancial estrategia de “outsourcing” como forma clandestina y de mínimas
garantías para que la clase trabajadora se contrate, sin que ello garantice sus
derechos de jubilación o de salud, entre otras prestaciones que son en nuestro
tiempo, figuras que ya no existen. Sin embargo, es la oferta que pone a
disposición cualquier gobierno incapaz de resolver, por la vía legítima, las
aspiraciones de quienes están en condiciones de laborar.
La Jornada, D.F., del 18 de
noviembre de 2013, p. 22.
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