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sábado, 8 de noviembre de 2014

EL GLADIADOR...

LUZ A LOS POETAS… FUERZA A LOS POETAS.

SELECCIÓN DE: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Durante un buen número de años, entre 1942 y 1952, los poemas elogiosos dedicados a Juan José Rivera Rojas no dejaban de aparecer en LUX. La revista de los trabajadores. conociendo la tendencia que tendría la revista por aquellos años es se aprecia a las claras un discurso postrevolucionario combinado con esa otra parte, la del líder sindical permeado de un halo mesiánico y autoritario a la vez, capaz de satanizar las tendencias ideológicas de izquierda porque era ese otro rumbo, el de una derecha a la alza el que parecía imponerse sin que nadie reclamara del mismo, salvo que se constituyera un grupo opositor, que seguramente lo hubo en términos bastante marginales.
   Esos diez años a que me refería líneas atrás son una muestra de adulación en la que incluso cayó la propia LUX, y en sus páginas queda el reflejo de aquel paso envanecido, el que supo imponer y forjar Juan José Rivera Rojas, hasta que un día de julio de 1952…

EL GLADIADOR.

Al C. Juan José Rivera Rojas.

La clarinada anunció que lucha habría;
el lábaro de noble causa tremolaste altivo
y cual un suceso de recordar festivo
lo agitaste con firmeza y gallardía.

Alta la frente, sin despegar los ojos
de la leyenda que encierra legítima esperanza
verán, que no es un sueño en el que se fe se afianza
sino que palpando el fruto, se sentirán gloriosos
los que a tu lado luchan en caminos hostiles y sinuosos.


Ya podrán contemplar tranquilos y sonrientes
el horizonte que preñado con nubes del ayer dudoso
hoy iluminado con la luz de un sol esplendoroso
el líquido precioso hallarán en todas fuentes
con que calmar la sed que de justicia sienten.

Tu ideal no es alcanzar la fama que envanece;
es el símbolo de la abnegación sublime
por lo que tu planta se mantiene firme
en la lucha que acrisola y ennoblece.

Yo no admiro al prohombre que ante su presencia la confianza crece;
yo no admiro al gladiador que gusta contender con enemigo fuerte
ni al optimista que piensa en su buena suerte;
sólo admiro al titán que lucha y vence.

Nadie podrá evitar que regocijado me sienta de tu gloria
ni encontrará en mi sencillo canto adulación;
error alguno no osará entibiar mi admiración
pensando que a pesar de todo, un lugar de honor habrá para ti en la Historia.

El hiriente dardo de la insidia nunca ha podido
abatirte en el campo del honor en donde siempre has vencido
y seguirás venciendo, con las mismas armas con que has combatido:
las que EL DERECHO Y LA JUSTICIA DEL TRABAJADOR te han ofrecido.

Cuernavaca, Mor., a 12 de octubre de 1950.

WENCESLAO CORONA G.


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