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viernes, 6 de febrero de 2015

PRESENCIA DE MAURICIO GÓMEZ MORÍN, ARTISTA.

LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA y SUS AUTORES INVITADOS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Hojeando la revista Cultura Urbana, en su edición de mayo-junio de 2005, publicación que impulsaba la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, encontré una serie de trabajos del pintor y artista mexicano Mauricio Gómez Morín (1956). En esos momentos, recordé a la “Bañista” de Quevedo y Universidad… (véase: http://kilowatito2009.blogspot.mx/2014/08/la-banista-de-quevedo-y-universidad.html), material que publiqué el 3 de agosto de 2014, el cual tenía que ver con esa imagen caótica en que han derivado prácticamente todas las calles de esta ciudad de México, invadidas por cables y más cables, aprovechándose materialmente de todos aquellos postes que, en momentos ahora muy significativos, instaló personal de Luz y Fuerza del Centro.
   El trabajo de Gómez Morín, bajo la técnica de la linoleografía o grabado en linóleo permite entender esa otra visión de la realidad, traducida en su magnífica interpretación, que hoy es motivo de las presentes notas.


   En dicha visión, encontramos la profundidad de una calle estrecha, a cuyo fondo, sin observarse pero que sí se percibe, se encuentra un luminoso sol que permite, quizá en esas primeras horas de la mañana, proyectar las extendidas sombras de los peatones que ya deambulan por una de esas pequeñas arterias urbanas con rumbo a un determinado lugar o a la nada. Dos “Hércules” que se aprecian a la izquierda dan, junto con la insinuación de también otras tantas columnas salomónicas razones suficientes para entrar a un espacio del que no se sabe mayor cosa. En primer plano se aprecia una coladera a medio abrir, piezas metálicas que el propio artista ha intervenido en la realidad y al parecer le obsesionan, pues constituyen o podrían constituir posibles válvulas de escapa ante tamaña parafernalia, como es la que el conjunto de este trabajo recoge los movimientos de anónimos ciudadanos, cuyas siluetas son espectros huidizos pero firmes en el linóleo. Poco más arriba, y este es otro de los motivos de considerar a Gómez Morín como el artista invitado en esta ocasión, es haber captado la caótica red de cables que se tienden y extienden a lo largo de la proyección y de la profundidad que dan sentido a este material. Remata su mirada ese par de zapatos que, lanzados en rigurosa apuesta y más precisa puntería quedaron colgados como una especie de afrenta o “milagro” por parte de anónimos seguidores de una inexistente religión a qué aferrarse.

   Entre tantos motivos, esa red de cables entrecruzados en todas direcciones, de “acometidas” y demás circunstancias no escaparon a la mirada de Mauricio Gómez Morín.

1 comentario:

  1. Querido amigo José Francisco, usted disculpe la tardanza en agradecer su escrito sobre mi grabado. Hasta hoy 25 de octubre de 2017 buscando algo en internet apareció la publicación de su comentario. Muy agradecido por sus palabras y por su prístina visión de lo que su servidor quizo mostrar de la realidad cotidiana en nuestro querido México. Yo quisiera agradecerle regalándole una copia de esta estampa. Muchísimas gracias!
    Usted me puede escribir al siguiente correo : condemugres@gmail.com

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