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viernes, 25 de octubre de 2013

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Esta es una visión particular que se tenía sobre Luz y Fuerza del Centro en 2006, y que deseo compartir con los lectores y “navegantes” de este blog.

EN 2006. LUZ Y FUERZA DEL CENTRO MANTIENE SU HEGEMONÍA. ASUME LA GLOBALIZACIÓN Y NO SE INTIMIDA CON LA PRIVATIZACIÓN.

   Para entender este primer gran aspecto, y antes de pasar a la materia que se analiza, quiero proporcionar una serie de datos concretos que nos darán una idea cabal sobre lo que estamos hablando.

DATOS DUROS EN 2006.

POBLACIÓN ACTUAL EN MÉXICO: 103, 263, 388 millones de habitantes, repartidos en una extensión territorial de 1, 959,248 km2, lo cual indica que existe una densidad de población equivalente a 52.70 hab/ km2

PRODUCTO INTERNO BRUTO: 9,138,549.00 (pesos corrientes), con un crecimiento real anual estimado del 5.1 (valor este último que no es real ni tampoco está confirmado).

PRODUCTO INTERNO BRUTO, INGRESO Y GASTO DE LA INDUSTRIA ELÉCTRICA: 1.5
De este valor, LyFC participa con el 1.6
En ingresos: 0.3
En gasto programable: 0.3
En gasto de obra pública: 0.1

GENERACIÓN BRUTA Y NETA DE ENERGÍA ELÉCTRICA (Gigawatts-hora)
LyFC con generación termoeléctrica e hidroeléctrica:
BRUTA: 2.072.6
NETA: 2.038.4
(que es la cantidad de energía eléctrica registrada en terminales de los generadores de plantas termoeléctricas y fuentes alternas).

COMERCIALIZACIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA (Gigawatts-hora)
LyFC participa en comercialización industrial, agrícola, doméstica, comercial y de uso general y servicio público: 31.438

USUARIOS DE ENERGÍA ELÉCTRICA (Miles de contratos)
LyFC participa en contratación industrial, agrícola, doméstica, comercial, uso general y servicio público con 5, 747.

CONSUMO DE ENERGÍA ELÉCTRICA POR ENTIDAD FEDERATIVA. (Gigawatts-hora) donde LyFC tiene tendida infraestructura
Distrito Federal: 13,366.5
Hidalgo: 2.958.5 (@)
México: 15.441.6 (@)
Michoacán: 7.071.7 (@)
Morelos: 2.116.6 (@)
Puebla: 6.462.1 (@)

Es decir, que contabilizando la población por entidad, tenemos un total aproximado de 36,036,030 lo que indica que LyFC proporciona servicio a más de la cuarta parte de la población del país en un punto neurálgico como es el mismo centro del territorio nacional, donde además, se encuentran concentrados varios factores del crecimiento económico

La densidad de población por estado es la siguiente:

Distrito Federal:       8,720.916
Hidalgo:                    2,345,514
México:                   14,007,495
Michoacán:              3,966,073
Morelos:                    1,612,899
Puebla:                     5,383,133
Total:                       36,036,030

Así que cada uno de nosotros como trabajadores, debemos prestar servicio a ± 800 o 900 mexicanos que se encuentran concentrados en los estados que se indican en la relación inmediata superior.

INFRAESTRUCTURA DE LA INDUSTRIA ELÉCTRICA (Capacidad instalada (Mw)
LyFC tiene infraestructura en termoeléctrica e hidroeléctrica equivalente a 879.3, considerando este valor a partir de la potencia real.

INFRAESTRUCTURA DE LA INDUSTRIA ELÉCTRICA (Capacidad de la Red eléctrica Km)
LyFC en transmisión, subtransmisión y distribución tiene una infraestructura de 32.667.6
LyFC en redes de subestaciones de distribución (Mva): 16.361.3
LyFC en redes de subestaciones de transformación (Mva): 13.076.3

INVERSIÓN IMPULSADA EN LA INDUSTRIA ELÉCTRICA (Millones de pesos en flujo de efectivo).
LyFC tiene un equivalente a 5.623.5

PERSONAL EMPLEADO EN LA INDUSTRIA ELÉCTRICA
LyFC, entre trabajadores de planta, temporal o provisional cuenta con: 40, 478.

INDICADORES DE PRODUCTIVIDAD DE Luz y Fuerza del Centro.


   En cuanto a la globalización, es un hecho que LyFC ha ingresado a este concepto, empujada por toda la circunstancia que opera en el ámbito mundial del crecimiento. La globalización supone una serie de amenazas a empresas como la nuestra siempre y cuando sepamos valorar con qué tipo de globalización nos enfrentamos. Varias áreas de la entidad se han certificado bajo la propuesta de la ISO9000:2000 cuyos propósitos son los de la calidad total. Sabiendo que el principal patrón de comportamiento en esta empresa es la continuidad de servicio. Conscientes de que por ahora no existe un competidor a la altura de LyFC pero que si nos descuidamos puede hacer acto de presencia de forma riesgosa, es por dicho motivo que se hace necesario considerar este factor como una forma de mejorar las condiciones al interior de la propia entidad, lo que implicará forzosa y necesariamente proyectar hacia fuera esa respuesta de calidad dirigiéndola, en esencia al cliente.
   Cuando la empresa, bajo la figura Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A. fue aumentada por el concepto “En liquidación”,[1] muchos de los trabajadores de aquella época (1974-1994) sospechaban que “En liquidación” era una amenaza constante de desaparecer. Sin embargo no fue así. Como se registraron algunos adeudos con las empresas que originalmente financiaron el capital de la Mexican Light and Power Company, no era posible culminar contratos de manera total, por lo que sus accionistas pidieron plazos y prórrogas pertinentes con objeto de que se cubrieron los adeudos pendientes.
   Sin embargo, la verdadera amenaza de liquidarnos, ha recaído en los últimos gobiernos neoliberales (los sexenios de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada y el más reciente de ellos: el de Felipe Calderón Hinojosa). El neoliberalismo comenzó a tener impulso desde el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), quien impulsó un proyecto económico capaz de desequilibrar empresas paraestatales con objeto de privatizarlas, recortando su plantilla de trabajadores, fijando horarios propios de la industria privada y peor aún, quedando reducida a figura decorativa los sindicatos y todo su proceso corporativo.
   No tenemos porqué temerle a la globalización, en muchos sentidos de nuestro tiempo estamos rodeados por ese fenómeno. Es posible que por esa causa LyFC pueda privatizarse. En todo caso, tenemos que armonizar tanto nuestro trabajo que seamos capaces de demostrar al estado nuestros altos niveles de calidad laboral. Es posible reducir cualquier tentación que provenga del gobierno en cuanto nuestros indicadores de productividad no sean afines a la exigencia del cliente.
   Respecto a la privatización, este será un aspecto en el que seguirá insistiendo el gobierno mientras no apoye eficazmente los propósitos de expansión y estabilización del sistema eléctrico nacional primero. De la influencia de LyFC después, destinando partidas presupuestales afines a las necesidades y/o prioridades que una y otra empresa tienen como reto para resolver la más importante de las filosofías o principios que debemos cumplir cabalmente sin renunciar a ese espíritu. Dicha filosofía se llama “continuidad de servicio”.
   Veamos en detalle algo acerca de la globalización.
   La globalización económica se traduce en el movimiento de bienes, servicios e información. Pero también supone que la gente se desplaza o sea desplazada. Por otro lado, la globalización es un término moderno especialmente usado para describir los cambios en las sociedades y la economía mundial que resultan en un incremento sustancial del comercio internacional y el intercambio cultural. El término fue utilizado por primera vez en 1985, por Theodore Levitt en The Globalization of Markets para describir las transformaciones que venía sufriendo la economía internacional desde mediados de la década de los 60. Toni Comín define este proceso como "un proceso fundamentalmente económico que consiste en la creciente integración de las distintas economías nacionales en un único mercado capitalista mundial".
La globalización es el proceso por el que la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unifica mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Así, los modos de producción y de movimientos de capital se configuran a escala planetaria, mientras los gobiernos van perdiendo atribuciones ante lo que se ha denominado la "sociedad en red". En éste marco se registra un gran incremento del comercio internacional y las inversiones, debido a la caída de las barreras arancelarias y la interdependencia de las naciones.
En los ámbitos económicos empresariales, el término se utiliza para referirse casi exclusivamente a los efectos mundiales del comercio internacional y los flujos de capital, y particularmente a los efectos de la liberalización y desregulación del comercio y las inversiones, lo que a su vez suele denominarse como “libre comercio” (en inglés: free trade).
Ahora bien, sobre la privatización podemos tener las siguientes apreciaciones:
La privatización es la acción por la que una empresa o actividad pública pasa al sector privado.
En el ámbito empresarial, se produce cuando el estado vende una empresa pública. es desde ese momento cuando el estado deja de tener control sobre esa empresa vendida, de forma que no tiene ni gastos de mantenimiento ni beneficios, pues este deber lo suplen los accionistas o dueños de la empresa.
El estado sólo controla la actividad y recibe beneficios según lo estipulado a través de los impuestos y el marco jurídico.
La privatización en los países subdesarrollados tiende a provocar que las empresas sean compradas por multinacionales extranjeras, de forma que a bajo coste (pues la mano de obra es más barata) recogen los mismos beneficios, los cuales no se reinvierten en dicho país productor sino que la multinacional los invierte en su propio país o bien en comprar otras empresas en otros países, continuando así la cadena.
La primera fase para la privatización de una empresa es la preparación de la venta, aún cuando la presión de la situación puede considerarse como uno de los factores más importantes que incide en la celeridad con la que se trata de vender la empresa también existen elementos de política determinantes para la preparación de la venta. La reestructuración es un paso previo a la privatización, en algunos casos la reestructuración es absolutamente necesaria para promover la competencia o facilitar la venta, pero la reestructuración tiene riesgos y plantea problemas importantes. En primer lugar, puede resultar una operación que consuma demasiado tiempo, dando lugar a que se pierda la oportunidad de privatizar. En segundo lugar, puede demandar recursos importantes de los cuales carece el estado. En tercer lugar, puede ocurrir que la reestructuración disminuya el número de potenciales interesados si ella no coincide con los programas de inversión que estos últimos tienen.
Por estas razones es posible concluir que la reestructuración de las empresas públicas como paso previo a su privatización sólo debe ejecutarse cuando se cumple alguna de las tres siguientes condiciones.
a) Cuando se requiere para permitir o promover la competencia
b) Cuando es absolutamente necesaria para hacer posible la venta, y
c) Cuando el estado tiene claras ventajas comparativas para el sector privado para adelantar la reestructuración de que se trate.
Reestructurar por estas razones, tales como la posibilidad de mejorar el precio de venta final de la empresa, implica suponer que el Estado tiene mayor capacidad de agregar valor que el sector privado, esta es una actividad de la cual precisamente se está retirando el estado. En este sentido cabe decir que las mismas razones que conllevan a la privatización, deben conllevar a dejar que sea del sector privado la tarea de la reestructuración de las empresas a privatizar.
La segunda fase de la privatización es el método de venta, hasta ahora se han experimentado una amplia gama de esquemas o modalidades de privatización y se sigue innovando en este campo. Por lo que no existe un patrón fijo, obviamente la modalidad de privatización ha estado en alto grado determinada por el tipo de empresa o actividad que se privatiza, pero en general, la fórmula que ha predominado es la de la búsqueda de un inversionista estratégico al cual se le vende un porcentaje de acciones con el control de la empresa. Otro porcentaje de las acciones, que suele estar entre el 4% y el 20%, se le vende a los trabajadores de la empresa privatizada y el resto lo lleva el gobierno al mercado de capitales. Este ha sido el esquema utilizado en la venta de empresas de telecomunicaciones, eléctricas y muchas otras. Podríamos decir que este ha sido el esquema predominante en las grandes empresas.
El objetivo de conseguir un inversionista estratégico para las grandes empresas que se privatizan ha predominado claramente sobre otros objetivos de política como el desarrollo del mercado de capitales. En la venta del bloque accionario al inversionista estratégico ha predominado ampliamente la licitación pública.
Ello ha contribuido de manera notable a darle transparencia a los procesos de privatización, lo que a su vez ha contribuido a darle a ésta viabilidad política. En este sentido es digno destacar que, siendo la privatización un proceso en el cual están involucradas continuas y cuantiosas operaciones mercantiles, no se ha convertido dicho proceso -como se pronostico en algunos casos- en un centro de escándalos o de corrupción en ningún país de América Latina. Luego de haber desarrollado el esquema sobre el método de venta se procede con el tercer paso, el criterio de selección de los compradores, al igual que con el método de venta no ha existido un único método ni siquiera en el interior de cada país para seleccionar los compradores finales de las empresas públicas a privatizar. Sin embargo, es posible apreciar un hecho y una tendencia dominante:
a) El precio ofertado ha sido el elemento más importante para la selección de nuevos inversionistas.
b) El precio ofertado tiende a ser el único elemento para decidir la selección del nuevo propietario.
En numerosos casos de privatización en América Latina, el precio ofertado por los inversionistas interesados ha tenido una ponderación alta o dominante en la selección final; pero ese no ha sido el único elemento. Se le ha dado alguna ponderación también a los planes de inversión de los competidores. Sin embargo, en los casos de privatización más reciente, el programa de inversión mínimo lo defiende el gobierno y se convierte este en una exigencia igual para todos los inversionistas. Estos, habiendo sido ya precalificados, compiten estrictamente sobre la base del precio ofertado.
La utilización de un único criterio (especialmente el precio) para la selección de los compradores de la empresa tiene dos grandes ventajas. Simplifica enormemente el proceso de selección, al remitirlo a un único indicador cuantificable y, por lo mismo, le dan gran transparencia al proceso. Habiendo sido previamente precalificados los potenciales inversionistas y habiendo sido igualmente definido el plan mínimo de inversión (cuando ello procede) por el estado, se asegura que cualquiera sea el que gane de entre los compradores, se habrá hecho una buena decisión
   Y a todo esto, ¿Qué es el neoliberalismo?

Adolfo Rivero Caro, nos permite reflexionar al respecto cuando nos dice:
El liberalismo es la ideología de la libertad. Para los liberales, la libertad es el valor supremo, entendiendo libertad como la ausencia de coerción. Si nadie me impide hacer algo, soy libre. La libertad, sin embargo, no es la ausencia de leyes, como piensan algunos. En efecto, si yo deseo algo que otros también quieren, ¿cómo impedir que nuestras libertades no entren en conflicto y conduzcan a la violencia? La respuesta está en el estado de derecho, en el imperio de la ley. La ley plantea las reglas del juego. Si todos estamos obligados a cumplirlas, somos libres[2] La ausencia de leyes sólo conduciría al imperio de la fuerza y viviríamos bajo la tiranía de los más fuertes.
En el terreno político, por consiguiente, el liberalismo está a favor del gobierno que más libertades le garantice a cada individuo, y que menos restricciones le imponga a sus actividades. Los liberales desconfían del gobierno y quieren restringir su poder sobre los ciudadanos. En definitiva, la historia de la humanidad ha sido la historia del poder aplastante del gobierno sobre el individuo, empezando con las monarquías asirias y los faraones egipcios hasta las monarquías absolutas que dominaron todo el mundo (con excepción de Inglaterra) hasta la Revolución Francesa. Las ideas esenciales del liberalismo fueron elaboradas por John Locke (1632-1704), Montesquieu (1689-1755), David Hume (1711-1776), Adam Smith (1723-1790) y John Stuart Mill (1806-1873), entre otros.
Debemos recordar que las monarquías absolutas y la existencia de una aristocracia hereditaria eran la norma en toda Europa (con excepción de Inglaterra) hasta el mismo siglo XIX. La única república que existía en el mundo occidental era Estados Unidos, heredero de las tradiciones británicas. América Latina, sin embargo, tenía una herencia muy distinta, la del absolutismo español con sus gobiernos despóticos y su corrupción institucionalizada[3].
Lenta y trabajosamente, sin embargo, las ideas liberales se fueron imponiendo en todo el mundo occidental. La palabra "liberal" se utilizó por primera vez en España, a principios del siglo XIX, para denotar simpatía por una monarquía constitucional, con una constitución parecida a la inglesa. El poder del gobierno sobre los individuos es lo viejo. Lo radicalmente nuevo es el respeto a las libertades individuales (también llamados "derechos humanos"). Es por eso que el socialismo y el comunismo son profundamente reaccionarios y por lo que, desde hace 200 años, la lucha política fundamental se desarrolla entre los liberales y sus enemigos.
En el terreno económico, la libertad es la ausencia de coerción gubernamental para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios más allá de lo indispensable para mantener la libertad misma. Durante toda la historia, el gobierno ha impuesto infinitas restricciones y regulaciones sobre la actividad económica de los individuos. Lo nuevo es la eliminación de esas restricciones. Pero eso es, justamente, lo que libera las energías creadoras de la gente. Los países más libres económicamente son los más ricos. Los más regulados, como Corea del Norte o Cuba están entre los más pobres.
A fines del siglo XIX, las ideas del liberalismo dominaban en todo el mundo occidental. El liberalismo, sin embargo, se vio prácticamente marginalizado durante la mayor parte del siglo XX. Eso se debió, en gran medida, a la desilusión con el capitalismo provocada por la I Guerra Mundial y luego por la Gran Depresión de los años 30. Todo el mundo creía que el capitalismo estaba en sus últimos estertores y que la economía planificada (a diferencia del libre juego del mercado) y la propiedad estatal (a diferencia de la propiedad privada) eran el camino a seguir. La Unión Soviética representaba "el futuro luminoso de la humanidad." En Estados Unidos, Franklin Roosevelt, un socialdemócrata, se apoderó del nombre de "liberalismo" (Estados Unidos es el único país del mundo donde los socialistas se llaman "liberales.").
Aunque estas políticas socialistas aceleraron la adopción de medidas de protección social que el capitalismo hubiera adoptado de todas formas, su proliferación eventualmente condujo a un grave estancamiento económico en Estados Unidos, Inglaterra y demás países occidentales. Fueron los gobiernos de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña, y Ronald Reagan en Estados Unidos los que dieron un brusco viraje, recuperaron las viejas ideas liberales y las aplicaron con un éxito espectacular. Desde principio de los años 80, el liberalismo volvió a considerarse como la única forma adecuada de gobernar. Era el nuevo liberalismo, el neoliberalismo. El modelo socialista se ha ido abandonando lentamente en todas partes, trasladando ahora el centro de su lucha al terreno cultural. El principal teórico liberal del siglo XX ha sido F. A. Hayek. Ludwig von Mises también ha jugado un papel de excepcional importancia. 



[1] A partir de 1974, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S. A. y Asociadas fue puesta en liquidación, reduciendo de manera sensible las inversiones y sometiéndola a una serie de políticas tarifarias, contables y financieras, lo cual provocó que sus ingresos estuviesen por debajo de sus necesidades de gasto.
[2] Véase La Evolución del Estado de Derecho, de Hayek.
[3] Véase La tradición estatista de América Latina, de Craig Roberts.

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