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sábado, 17 de enero de 2015

LA BIBLIOTECA DEL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS EN 1966.

CENTROS DE TRABAJO EN LUZ y FUERZA. ORÍGENES y DESARROLLO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Hoy, en este 2015 que ya está avanzando, no se tiene claro cuál es el destino de la célebre biblioteca del Sindicato Mexicano de Electricistas. Este importante compendio bibliográfico ha sido objeto del desdén, como si se tratara de un estorbo, pues se le ha ubicado en los sitios menos apropiados, ya sea para que una intensa lluvia termine inundando aquellos sitios donde se encuentra; o por el hecho de que ya dañada la colección se sometiera a los naturales “descartes”. O que el sitio destinado para su consulta fuera una auténtica sala de conversación, donde no sólo se ocupaba con ese propósito sino que podían entrar vendedores y se ofrecían todo tipo de alimentos, por lo que el silencio, única razón de su existencia, no existía.
   La actual dirigencia no tiene claro que tiene un auténtico tesoro, pero la guarda “celosamente” en no sé qué lugar sin estar al alcance de los lectores, interesados o investigadores que no tienen acceso a tan valiosa colección. Ojalá que la justicia procure mover o sensibilizar a estos señores para que un día ocupe dignamente el lugar que merece… De no ser así, la Biblioteca del S.M.E. está condenada a desaparecer. Veamos cómo era elogiada su presencia y su existencia allá por 1966. Siendo esta una sección dedicada a los diversos centros de trabajo que existieron al interior de Luz y Fuerza del Centro, no puedo omitir, por obvias razones, sobre todo aquello que también sucedía en otras tantas instalaciones que pertenecieron y siguen perteneciendo al S.M.E. Toca en esta ocasión, como ya se ha hecho notar, el caso de la entrañable como olvidada Biblioteca.
   Con la nota de Manuel Oropeza Castro que entonces era el encargado de la Biblioteca del SME nos daremos cuenta de la forma en que vivió mejores tiempos. Y es Oropeza Castro en esa entrevista hizo un auténtico elogio al libro, a la biblioteca.

LUX. La revista de los trabajadores, año XXXVIII, N° 152 del 30 de junio de 1966, p. 33-35.


   La biblioteca del Sindicato Mexicano de Electricistas, que está al servicio de los trabajadores y agremiados del mismo, cuyo acervo bibliográfico está formado con las siguientes obras, siendo las principales: Obras de arte: música, pintura, arquitectura, dibujo, grabado, fotografía, arte antiguo, arte contemporáneo y moderno de México y arte general o universal. Literatura: novelas, ensayos, críticas, cuentos, poesías, misceláneas, cartas, oratorias y otras obras de género literario. Ciencias sociales: economía, derecho, sociología, constituciones, legislaciones, socialismo, administración, memorias, sobre diplomacia, finanzas, comercio, transportes, folklore, etc. Ciencias puras: matemáticas, botánica, zoología, biología, física, química, geología, astronomía, topografía. Ciencias aplicadas: medicina, higiene, anatomía, fisiología, histología, embriología, patología, cirugía, ingeniería, agricultura, economía doméstica, industrias químicas, industrias mecánicas, construcción, etc; contamos también en el acervo obras de historia, geografía, biografías, descripciones de viajes. Todas estas obras son de autores famosos y autoridades en la materia. También tenemos cinco colecciones completas, Austral, Labor, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, Escritores Mexicanos, Biblioteca del Estudiante Universitario. Entre el acervo contamos (con) suficientes obras de consulta o de referencias que las hemos agrupado en los estantes especiales por ser obras valiosas y de ediciones agotadas, por lo que tenemos que tratarlas con sumo cuidado.


   Para ser consultadas todas estas obras, hemos elaborado nuestro catálogo diccionario que contiene autor, título y materia, sin ello no sería posible que el lector supiera las clases de obras que guarda nuestra biblioteca.
   Como principales fines de toda biblioteca, son los de instruir, documentar y recrear.
   Es una satisfacción para el Sindicato Mexicano de Electricistas el tener establecido el servicio de préstamo a domicilio, para sus trabajadores y agremiados; por experiencia no se desconocen los peligros a que se exponen los libros al salir fuera del local, tales como riesgo en el transporte, extravío, robo, morosidad para su devolución, etc. Se considera que es importante y urgente la ilustración o preparación de los agremiados de esta agrupación.
   Últimamente se ha mejorado el control tanto del servicio de préstamos a domicilio como el préstamo en la sala de lectura de la misma.
   La cuestión del manejo del préstamo a domicilio, ha sido tratado con criterio diametralmente opuesto por los distintos países civilizados; son muy contadas las bibliotecas nacionales que dan servicio a domicilio, y México ha optado el mismo sistema; únicamente cuatro bibliotecas tienen servicio de préstamo a domicilio con muchos requisitos: la Biblioteca Central, de la Ciudad Universitaria; la Biblioteca de Antropología, de la Secretaría de Educación Pública; la Biblioteca México, de la misma secretaría; la Biblioteca Benjamín Franklin, de la Embajada Norteamericana.


   La biblioteca ha desempeñado papeles muy importantes en distintas épocas, la mayoría de los gobernantes han pensado educar a sus gobernados fundando bibliotecas. La historia dice que el hombre ha tenido necesidad de cultivarse desde que tuvo el uso de razón; en consecuencia, llegamos a esa casa de libros que es la biblioteca, morada eterna de la sabiduría, que viene a constituir la suprema aspiración de todos los hombres cultos de todo espíritu selecto.


   Por la misma razón, las bibliotecas existieron desde la más remota antigüedad estando su uso vedado a las mayorías; Babilonia fue el escenario de una gran actividad intelectual bajo el reinado de los monarcas asirios, y, especialmente, de Sardanápalo, el cual hizo construir una biblioteca de tabletas de arcilla con caracteres cuneiformes, la forma usual para escribir desde los tiempos de la remota Sumeria. Otra de las bibliotecas más antiguas que menciona la historia, es la del soberano de Egipto, Osymandias, que estableció en su palacio de Tebas y en el pórtico de la misma mandó colocar la siguiente inscripción: Remedios del alma.
   El origen de las bibliotecas en México se remonta al siglo XVI, después de la conquista; con la llegada de los misioneros aparecieron los primeros libros, que al principio fueron ocupados para la enseñanza del nuevo dogma en las iglesias y escuelas, que vinieron a constituir la base de las bibliotecas en los conventos.
   Como parte de nuestro trabajo administrativo, constantemente hemos estado revisando los expedientes de préstamos de libros, y hemos encontrado que muchos compañeros tienen adeudo desde hace más de veinte años a esta fecha, de los cuales les estamos enviando recordatorios a sus domicilios. En esta forma ya recuperamos parte de las obras prestadas de esas fechas, algunas de ellas muy valiosas e importantes, como: Germania. Dos mil años de historia alemana, por Juan Scherr, Radio electricidad médica, por Hugo Walter Reilly. Construcciones de hormigón armado, por Kersten, C. Principles of Electricity and Electromagnetism, por Garlord P. y así sucesivamente vamos logrando que libros que se consideraban ya perdidos, han vuelto a formar parte del acervo bibliográfico de nuestra biblioteca. Este trabajo requiere mucha tenacidad y gracias a la cooperación de todo el personal de la misma, estamos logrando nuestro objetivo para poner nuevamente a la disposición de nuestros compañeros estas maravillosas obras.


   El bibliotecario es considerado “el alma de la biblioteca”; el 75 por ciento del éxito de una institución bibliográfica se debe de su capacidad técnica. El bibliotecario en la actualidad no debe ser simplemente el conservador o guardián de los libros que todavía se conoce, o el mercenario que a falta de otra ocupación desempeña un empleo cualquiera en una biblioteca, sin más ideal que el sueldo que percibe. Su misión es mucho más noble y trascendental: es el organizador de los tesoros intelectuales que tiene a su cargo, para ser debidamente utilizados; el colaborador de los sabios en sus trabajos e investigaciones; el divulgador del saber entre todas las clases sociales y el educador real y efectivo del pueblo de la comunidad. También debe tener una sólida y amplia cultura, una preparación especial en todas aquellas materias que se refieren a la organización, catalogación, clasificación y administración de bibliotecas; conocimiento de alguna legua o lenguas extranjeras, amor al trabajo, moralidad, etc.


   El objeto principal de clasificar los libros que guarda una biblioteca, es poder tener juntos en los estantes todos los libros que traten de una misma materia y cerca los unos de los otros, que se relacionan del mismo asunto; por ejemplo, publicaciones que contienen asuntos diversos y de distintos autores; las colecciones también se consideran en el grupo de obras generales; obras de filosofía junto con las demás obras de la misma índole; ciencias sociales, igualmente en el mismo anaquel, y así sucesivamente. Cuando un lector se interese de literatura, encontrará todo el material referente a dicho asunto y la totalidad de obras de literatura, poesía, teatro, novela, etc., agrupados en los estantes.
   La selección de libros es tan importante, que puede decirse que el éxito de una biblioteca depende por igual de la clase de libros que contenga y del bibliotecario encargado de la institución. Hay, pues, que darle la necesaria atención, a fin de conservar en los anaqueles sólo aquellos libros u obras que contribuyan a levantar el nivel intelectual moral del pueblo. Teniendo experiencia un bibliotecario en su trabajo, está en aptitud de poder cumplir una de sus obligaciones más importantes, guiando al público lector en sus lecturas, recomendándole y sugiriéndole la clase de obras que debe consultar para su desarrollo mental y moral.
   Se ha llegado a reconocer que el libro es la creación más importante del hombre, y que siendo tan antiguo como la escritura, fue engendrado por el deseo innato en todo ser racional, de proclamar sus sentimientos, invenciones y progresos, y transmitirlos a las nuevas generaciones. Algunos creen que también intervino en su creación, el afán de dejar a la posteridad un recuerdo de sus acciones y de su personalidad. Puede decirse que cuantas materias más o menos consistentes ha producido la naturaleza, han sido aprovechadas por la agudeza del ingenio humano para perpetuar en ellas la escritura. La piedra, la tierra cocida en forma de ladrillo, los metales, las hojas de los árboles, la madera, etc., han sido fieles depositarios y trasuntos de las diversas etapas de la civilización del hombre.
   Hago hincapié que las novelas y los cuentos para niños son los libros que más se leen en las bibliotecas, debido a su carácter recreativo. Las novelas no sólo pueden proporcionar un rato de agradable distracción, sino que muchas veces contribuyen a formar el carácter y a ampliar la cultura de las personas. Para obtener estos resultados, las bibliotecas deben ofrecer al público sólo aquellas de autores notables, con temas inspirados en altos ideales; que sean muy amenas, que presenten con exactitud la personalidad de los protagonistas, que estén escritos en lengua correcta con términos fáciles y, en general, que dejen en el lector emociones profundas, bellas, inspiraciones elevadas. Hay que excluir de las bibliotecas las novelas inmorales y otras publicaciones pornográficas.


   Ojalá que estas notas, llenas no solo de recuerdo, sino de un incomparable afecto a los libros, represente la posibilidad de que la actual dirigencia del SME ponga lo mejor de su parte para salvar lo que queda de esa famosa colección bibliográfica que, en sus mejores tiempos llegó a tener más de 10 mil volúmenes. Hoy día, bien a bien no sabemos qué quede de ella y en qué condiciones.

2 comentarios:

  1. A medio siglo de esa nota, ¿qué se sabe hoy de la biblioteca del SME?

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  2. En que instituciones se encuentran algunos libros de la biblioteca actualmente

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