POR: JOSÉ
FRANCISCO COELLO UGALDE.
Termina 2013 con
un balance desalentador para el mundo en lo general, y México en lo particular.
Nuevos escenarios que de una u otra forma se esperaba que llegaran para
posicionarse en forma contundente, lo han hecho, cumpliéndose así viejas
aspiraciones impuestas por la postmodernidad y la globalización, afectando a millones de habitantes de este mundo que hoy padece la incongruencia, como si se tratara de otra expresión de la realidad venida de la vieja
película “Cuando el destino nos alcance”.
Con la
aprobación de diversas reformas que este sexenio nos ha impuesto, bajo la
inocente idea de que todo mejorará significativamente, una de ellas, la
energética pone en jaque a las fuentes naturales que detentan todavía PEMEX o CFE, pero que en breve serán puestas a la disposición de intereses
y empresas extranjeros (gracias a la acomodaticia modificación de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales), con el objeto de que tales recursos pasen a formar
parte y bajo el control de tales instancias, con el riesgo de que muchos
trabajadores sean despedidos, pues aquellas firmas que vienen de fuera traerían
su propia mano de obra. Si con la extinción de Luz y Fuerza del Centro en octubre de 2009 no fue suficiente, ahora
en este 2013 que termina, de no haberse dado en aquel momento, lamentablemente
por estos días tendríamos una situación similar, pues los dictados de tamaños
intereses no hubiesen tenido ninguna consideración para alinearse al
condicionamiento del que ya es todo un proceso en el que diputados y senadores,
bajo el principio satisfactorio de haber cumplido en pro y a favor del destino
de la patria lograron tamaña traición. Pudo observarse más de una imagen donde con patéticas carcajadas estos personajes "non gratos" celebraban la aprobación de esa reforma, como si lo que llegaron a cometer se hubiese convertido en
un episodio patriótico sin precedentes. Siendo en todo caso el hecho de que
culminaban con el anhelo de aquellos principios que la globalización ya hizo
realidad en la figura de firmas poderosas. Atentado de lesa humanidad en contra
de la clase trabajadora que ahora tendrá un panorama más difícil y complicado
para dignificar su presencia, misma que va perdiendo elementos de valor como la
seguridad social, beneficios de jubilación y otros ingredientes que se ganaron
a pulso a lo largo del siglo XX.
Ya lo advierte
Antonio Gershenson en su interesante colaboración publicada hoy en La Jornada:
La Jornada, D.F., del
29 de diciembre de 2013. Opinión, p. 15.
Sobre todo
cuando plantea sobre el hecho de que “sí se prevé la extinción de la CFE en un
plazo no mayor a cinco años, si en la reforma energética no se contempla un
marco de competencia “justo”, donde la paraestatal puede contar con la
totalidad de sus ingresos y con la autonomía de gestión y presupuestal de la
cual ha carecido todo el tiempo”. Además: “Se propone, para finales de enero
(de 2014), llevar a cabo un amplio trabajo de técnicos e ingenieros
sindicalizados, encaminado a que la CFE mantenga y desarrolle la producción,
para conservar las fuentes de trabajo. Se busca que la empresa sea más
eficiente y competitiva. Esto permite alargar la vida de las plantas y también
los puestos laborales”.
¿Será por esa
sencilla razón que los gobiernos –anterior y presente- no tuvieron el menor de
los propósitos de hacer viable el “patrón sustituto” para los ex – trabajadores
de Luz y Fuerza del Centro, cuando este asunto ya se dejaba venir con semejante
amenaza?
Complicada situación
de estos nuevos escenarios que ponen en jaque a los países del primero o del
tercer mundo.
Nuevos esquemas
de contratación ponen ya en serio predicamento a muchos trabajadores que
pretenden ganarse la vida en forma honesta, sabedores de que los ingresos que
perciban no serán, ni por casualidad la justa razón de sus esfuerzos. Ante la insensible
actitud de patrones, políticos y empresas que fijan su real condición, sólo se
esperarían una serie de nuevos capítulos plagados de injusticia, la que el
poder y la sinrazón han implantado, ignorando este esquema que la movilización
social puede ir más allá de lo previsto, y donde pueden surgir diversas
manifestaciones de repudio como nunca antes se habían presentado. Todo esto
conlleva un riesgo mayor, pues la fuerza del estado puede imponerse en forma
autoritaria, condescendiendo a lo que un nuevo grupo de patrones ordene. Si no
quieren unos, querrán otros y así, sucesivamente.
La presencia de
tecnología automatizada poco a poco ha desplazado la mano de obra calificada,
lo que representa en estos tiempos otro riesgo, y si las fuentes y recursos
naturales como el petróleo, el gas o la electricidad ya son susceptibles de ser
controlados en sus diversos procesos por este tipo de herramientas, lo anterior
también nos deja en seria y profunda reflexión sobre el papel que ha de jugar
la presencia de otros tantos miles o millones de obreros que han de quedar
sujetos a un destino que podría dejar fuera y con participación mínima del
hombre o la mujer en los procesos industriales que están por venir. Lo anterior,
hace recordar otro título cinematográfico: “Tiempos modernos” (1936) dirigida y
actuada por Charles Chaplin donde el hombre de aquella época se enfrenta al
contundente significado de la entonces segunda revolución industrial, llevada
al extremo de una presencia en la que la máquina, en sus distintas expresiones
desplaza al hombre y este, de una u otra forma, es consciente de que enfrentado a la máquina, esta requiere mantenimiento o supervisión. Si la máquina
entra en un estado de ensoberbecimiento y pretende, en el discurso (y también la realidad) ser la
encargada de hacer a un lado al obrero, entonces este nuevamente participa
declarando su inconformidad hasta que recupera sus principios básicos y elementales.
Este fotograma de "Tiempos modernos" podría ser la mejor muestra del patrón vs. trabajador,
aún a pesar de que el escenario signifique la contundente presencia de la
modernidad en todos esos equipos que integran tableros y maquinaria a la cual
se debe intervenir para obtener ciertos resultados.
No importa en qué sentido tenga que intervenir el
trabajador para lograr la eficiencia de la máquina, o de los sistemas de
producción. Su presencia no sólo es indispensable. Es prioritaria y vital.
¿Cómo responder ante el riesgo de una ruptura en la
cadena industrial? Ante todo ese engranaje, siempre el trabajador…
Y si la injusticia se apodera de sus derechos, otra
respuesta definitiva es la de la protesta, el reclamo. Brazo con brazo, el
grito de justicia venido desde aquella recia y gallarda actitud del “¡No nos
vencerán!” “¡Por la justicia y el derecho de los trabajadores!”
De todo lo
anterior parecen haberse olvidado ese grupo infame de empresas y políticos quienes
creen que con su “patriótico proceder” han instaurado la paz republicana
garantizando un futuro lleno de oportunidad para México y los mexicanos.
por lo tanto, es buen recordar que un
buen sector de esos mexicanos que ahora vemos en riesgo nuestro futuro, fuimos
los que espetamos a Enrique Peña Nieto, apenas había sido investido con la
banda presidencial en 2012 con esta lapidaria sentencia: Ya nos veremos en seis
años…
29 de diciembre de 2013.
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