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viernes, 7 de marzo de 2014

LOS TRABAJADORES DE LA COMPAÑÍA DE LUZ y FUERZA MOTRIZ, S.A. y sus SUBSIDIARIAS Y SU RESPUESTA AL TEMBLOR DE JULIO DE 1957. (2 de 2).

PERFILES DE LUZ, O GALERÍA DE PERSONAJES. RESEÑAS PUBLICADAS EN EL BLOG: LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Otra versión muy interesante al respecto del tema abordado es la que emitió en su momento el propio Sindicato Mexicano de Electricistas. Gracias a que dispongo de una valiosa reproducción de la Revista Lux, de la que actualmente es imposible acceder a ella por los medios más apropiados ante el propio S.M.E., me permito recoger dicho testimonio, con objeto de que se conozca la opinión de sus dirigentes y trabajadores, la cual se aplicó en forma por demás efectiva para atender los conflictos generados por la fuerza de la naturaleza.
   Y así es. En la respectiva Revista LUX, número extraordinario de Informes del 1° de agosto de 1957, se apunta el siguiente balance, del que es fuente importantísima, el testimonio de Amado López Reta, de Líneas Aéreas, Inst. y Manto.:

   Después de haber descansado escasas ocho horas nos presentamos a nuestras labores a las 9.40 hs. del día 27. Ese día fue de intenso trabajo. Nuestro sobrestante el compañero Francisco Torres Ramírez, tenía que atender varias órdenes de trabajo y hacer los preparativos para las labores que deberían desarrollar los compañeros del turno de la noche.
   Nos disponíamos a rendir a las 22.50 hrs. cuando se le hizo ver al compañero Torres Ramírez la necesidad de que siguiéramos laborando tiempo extra dadas las apremiantes necesidades del trabajo, lo que aceptamos a pesar de encontrarnos demasiado cansados, pues estamos acostumbrados a estas frecuentes fatigas extenuantes que nos reportan unos cuantos centavos más.
   Fue en la colonia 20 de Noviembre donde proseguimos nuestra ardua labor. Serían como las 3.25 hrs. de la madrugada del día 28 cuando, estando entregados al trajín de nuestro trabajo notamos de improviso que comenzó a cimbrarse la tierra y en pocos segundos el temblor había adquirido una intensidad tremenda. Inmediatamente el compañero Torres ordenó que nos bajáramos de los postes al darse cuenta que éstos se doblaban y empezaban a descascararse, evitando así un posible accidente. Cuando ya todo estuvo en calma, comentábamos un tanto alarmados la magnitud del sismo cuando recibimos una llamada urgente del tablero de Operación Ciudad en el sentido de que nos trasladáramos a la colonia Narvarte para reparar líneas de alta y baja tensión que se encontraban obstruidas.
   En el trayecto hacia el desempeño de estas labores nos sorprendió la luz del día y entonces nos fuimos percatando de los estragos que había causado el temblor. Aquí y allá por dndequiera, se veían familias enteras tiritando de frío, con los rostros desencajados por el espanto y el dolor; edificios semidestruidos y bardas caídas recortadas en la penumbra del amanecer. Dispersas en el suelo, a lo largo de las calles, líneas telefónicas y líneas de alta y baja tensión, postes con transformadores que se hundieron hasta quedar a tres metros de altura, todo esto formando un maremágnum de hilos y de peligro.
   Hicimos de inmediato varias maniobras para dejar libres las líneas que aún estaban vivas y entrañaban un serio peligro. Para entonces ya teníamos 11 horas trabajando aparte de las del turno; sin embargo, no sentíamos el sueño ni el cansancio, lo único que sentíamos era un vacío en el estómago porque no habíamos probado alimento y sin duda a consecuencia de las horas intensas que habíamos vivido; pero todo esto lo olvidamos por servir a nuestros semejantes y por asistir a nuestro pueblo en el momento en que nos necesitaba. Sabíamos también que estábamos dejando un testimonio de nuestra responsabilidad como trabajadores.
   Después de realizar varios trabajos de tipo provisional, requirieron urgentemente nuestra presencia en la Cruz Roja, informándonos que había unas líneas caídas, cosa que no era del todo exacta; pero de todos modos se corrigieron las anomalías y se les dio servicio a esa institución. Luego nos llegó otra llamada de Operación Ciudad para que nos trasladáramos a la esquina que hacen las calles de Álvaro Obregón y Frontera.

Revista LUX, Número extraordinario de agosto de 1957, p. 1.

   Era impresionante el cuadro con el que nos encontramos. Un edificio totalmente desplomado rodeado de un mar de gentes, curiosos, policías, bomberos, médicos y enfermeros de las cruces Roja y Verde, periodistas, fotógrafos, gentes de todas las esferas sociales coordinando para intentar salvar a las personas sepultadas bajo los escombros, sin faltar las mujeres que lloraban desesperadamente. Al llegar nosotros nos encontramos con el Ing. Ortega que de inmediato nos ordenó cortar un tramo de línea de alta tensión que aún tenía potencia, pues dicha línea podía traer graves consecuencias para las grúas que quitaban los lazos de esa casa y maniobraban para remover los escombros y liberar a las víctimas.
   Otros compañeros en otros lugares, trabajaban para el restablecimiento de las líneas. Los operadores ingenieros, desde la hora del temblor, trabajaban incansablemente dirigiendo las maniobras de los cables de 20 y 6 KV… para esos momentos eran las 16 hs. Del día 28… así, operadores de Sistema Ciudad, Cables Subterráneos, Alumbrado Público e Ingeniería y nosotros, trabajamos por el bien de nuestros semejantes, olvidándonos del sueño, del hambre, del cansancio, pero demostrando que somos buenos mexicanos y sindicalistas.

   Hasta aquí el vívido testimonio de don Amado López Reta, a quien debe agradecérsele tan detallada descripción, pero sobre todo, por el hecho de haber resaltado el alto grado de responsabilidad de los trabajadores de la entonces Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, y cuyo factor de convencimiento como integrante del Sindicato Mexicano de Electricistas, deja por sentado la clara idea del perfil de un trabajador responsable capaz de hacer suyo el espíritu de solidaridad en momentos de difícil circunstancia, como la que aquí ha quedado plasmada.

   En otro sentido, la propia dirigencia informaba que, de las 300,000 construcciones de la ciudad de México, “donde vivimos cerca de cuatro y medio millones de habitantes”, demostraron solidez y seguridad, lo que evidencia la capacidad de los técnicos y de los trabajadores de la industria de la construcción. Los edificios seriamente dañados son más de 100 y en la mayoría de los casos se revela la irresponsabilidad y el espíritu de lucro que anima a las compañías constructoras y particularmente a las compañías de seguros que son dueñas de muchos de los edificios derrumbados o dañados.
   Más adelante apuntan: Desde que se inició el espantoso sismo en las primeras horas del 28 de julio, las cuadrillas de trabajadores electricistas llamadas violentamente de todos los rumbos de la capital, iniciaron la tarea indómita para devolver a la ciudad la energía eléctrica desarticulada por el fenómeno, trabajando incansablemente, sin perder un solo minuto, reparando líneas, cambiando transformadores quemados, supliendo postes derribados o rotos, descruzando líneas, en fin, demostrando un ejemplar espíritu de servicio social en bien de nuestros semejantes y en bien de una ciudad en la que vivimos y a la que amamos entrañablemente.
   Vaya nuestro saludo a los compañeros que intervinieron de manera tan ejemplar en los trabajaos que devolvieron a la ciudad de México el pulso de su vida normal. El pueblo mexicano observa a quienes le sirven y sabrá aquilatar su valor y darles el lugar que por su propio esfuerzo los trabajadores electricistas han conseguido en la vida y en la conciencia de la nación.

El cine “Encanto”.

Agradezco a la Sra. Fátima Alvarado haberme permitido acceder a su pequeña colección de la Revista LUX, de la que entonces era director su padre, el Sr. Luis Alvarado Tello.

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