LUZ… A LOS POETAS.
FUERZA… A LOS POETAS.
SELECCIÓN DE: JOSÉ
FRANCISCO COELLO UGALDE.
EN LA FRAGUA
Bajo una atmósfera
ardiente
de asfixiante
reverbero,
ceñido el mandil de
cuero
y en actitud colosal,
saca el hierro
enrojecido
el cíclope de la
hornaza
y lo forja y lo
adelgaza
con el martillo
triunfal.
Al firme golpe del
mazo,
brota una lluvia de
chispas
que como rojas avispas
zumban en sordo
rumor,
y es una música
heroica
la que da el yunque
de acero,
cuando descarga el
herrero
su golpe de forjador.
Y dice el hierro: “Soy
gloria,
soy resistencia, soy
vida,
y tu mano encallecida
me ablanda con tu
vigor.
Hace de mí lo que
quiere
la idea que en tu
mente late:
espada para el
combate
y arado para el
alcor.
Muchas veces me has
forjado
para instrumento de
lidia,
y muchas para
perfidia
me convertiste en
puñal;
otras, hiciste
eslabones
con el poder de mis venas,
para forjar las
cadenas
de la esclavitud
fatal.
Hoy que también eres
libre,
no me ablandes como
entonces
para convertirme en
bronces
que causen la
destrucción.
Ya el extranjero
insolente
con la patria no
trafica:
¡No me hagas yelmo,
ni pica,
ni machete, ni cañón!
Hazme estatua
duradera
que de tus héroes sea
gloria;
buril que alcance
victoria
en las luchas del
Taller;
barreno que abra los
montes
y forme el túnel
espeso,
para que pase el
progreso
que al mundo ha de
conmover.
Hazme arado, riel,
martillo,
alambre, locomotora;
hazme una fuerza
creadora
de progreso
universal.
¡Soy el hierro: dame
formas
con tu yunque y con
tu maza;
que me oprima tu tenaza
con su fuerza
colosal!
Pero si la Patria
sufre
alguna extraña
perfidia
y se aprestan a la
lidia
sus hijos, con
dignidad,
enciende pronto la
fragua,
apresta el yunque y
golpea;
fórjame arma de pelea,
arma de la libertad.
Convierte el arada en
plea
vibradora y acerada,
el barreno en firme
espada
y el pedestal en
cañón!
Y no descanses,
herrero;
forja y retuerce sin
calma…
¡Convierte en
martillo tu alma
y en yunque tu
corazón!
EN LA FÁBRICA
Abriéndose en hileras
de urdimbre complicada,
se agitan los telares
con musical rumor,
y van entretejiendo
la fibra delicada
que ha de cubrir al
pobre lo mismo que al señor.
Como cordajes breves
de límpidas alburas,
los hilos a millares
sacuden su tensión,
y el fabricante cuida
y enlaza las roturas
que causan en las
hebras las motas de algodón.
Los hilos que
recorren aquella rueca breve,
se enlazan a otros
hilos de forma transversal,
como si fueran copos
de escarmenada nieve
entrelazando el seco
ramaje de un rosal.
Los carreteles crujen
repletos con su trama
que hilan y
desenredan los peines a la vez;
y todo aquel cordaje
sutil se desparrama
sobre los bastidores
de hilada tirantez.
Giran vertiginosos
carretes y redinas,
que cantan al trabajo
sublime y redentor
y restiran los
tórculos las leves muselinas
que ya con forma
artística se enredan al tambor.
Cruje la maquinaria
con ecos soberanos
y sobre la grandeza
de aquel gigante altar,
levanta el pueblo
noble con su millón de manos,
las hostias con que
vuelve solícito a su hogar.
¡Oh lucha de los
pobres!... ¡Oh batalla del arte!
Tu vigor es progreso,
tu progreso es altar:
cada fábrica abierta,
para ti es un baluarte,
cada obrero un
soldado, cada triunfo un telar.
Mientras que cantan
gloria tus altas chimeneas
y escarmenados se
unen tus copos de algodón,
identifico mi alma
con tus mismas ideas
y con tus mismas
ansias lleno mi corazón.
MARTILLOS Y YUNQUES
Tienen como una
orquesta maravillosa
el yunque y el
martillo su diapasón,
y forman una música
cadenciosa
aplastando los
hierros junto al fogón.
De su cordaje férreo
la escala en coro,
sube, como el
incienso sobre el altar,
envuelta en un
enjambre de chispas de oro
que las fraguas
arrojan al resollar.
Los colosales ecos de
aquella orquesta
arrullan al herrero,
que como un dios,
sobre la lira yunque,
rimando asesta
violentos martillazos
de dos en dos.
¿Qué forjarán?... ¿El
hierro para los bravos
que luchan por el
triunfo de la igualdad,
o la triste cadena de
los esclavos
que en sus prisiones
lloran su libertad?
¿Forjarán los cañones
para la guerra,
o el riel para el
grandioso ferrocarril;
o el provechoso arado
para la tierra,
o la reja del antro
protervo y vil?
Herrero: ya no aceres
hierro que mate…
Si junto al yunque
luchas firme y tenaz,
no forjes
instrumentos para el combate,
forja bronces eternos
para la paz!
Fernando Celada,
poeta y autor de estos versos que hoy vienen a rememorarlo.
LUX. La revista de
los trabajadores. Año
XVIII, Números 11 y 12. Noviembre y diciembre de 1945, p. 45. Colección: “Fátima
Alvarado”.
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