LUZ
y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA. LÍNEAS DE TRANSMISIÓN… O LÍNEA DEL TIEMPO.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Si hay que ir entendiendo algunos
comportamientos previos a la transición que luego se concretó con la
“nacionalización” de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A.,
ocurrida en septiembre de 1960, es preciso conocer ciertos capítulos previos
como el que será motivo en la presente entrega.
ACCIONISTAS MEXICANOS
DE LA COMPAÑÍA DE LUZ.
Mediante la publicación oportuna que
hicieron los diarios, un grupo importante de instituciones financieras de la
capital hizo formal invitación a los inversionistas mexicanos para suscribir
Certificados de Participación de Crédito Bursátil, S.A. afiliado al Banco
Nacional de México, S.A., emisión respaldada con acciones preferentes y bonos
de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A., y con un monto de
$12,000.000.00 M.N. y Dls. 1,350,000.00.
El anuncio de esta oferta, la primera en su
género en nuestro medio destinada especialmente a los inversionistas mexicanos,
fue una noticia muy favorablemente comentada en los círculos bancarios y bien
recibida por el público.
También fueron favorables los comentarios de
la prensa mexicana, sobre el préstamos que la Société Financière de Transports et d´Entreprises Industrielles (Sofina)
concedió a la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz por un millón de
dólares, a efecto de que la colocación en México de los valores de la Compañía
de Luz no significase salida de divisas del país. En la misma forma, se comentó
el hecho de que el grupo de Bancos Internacionales, que en diciembre pasado
había otorgado a la Compañía un crédito por tres millones de dólares, le
concediera un crédito adicional por un millón de dólares, que incluyendo el
crédito otorgado por Sofina, asciende ahora a cinco millones de dólares. Con estas
sumas, la Compañía ha adquirido de la Comisión Federal de Electricidad el resto
de la emisión de sus bonos hipotecarios en dólares, logrando con ello una
economía por concepto de intereses.
Por esta razón, el Sr. William H. Draper
Jr., Presidente del Consejo de la Compañía, en su informe que rindió en la
Junta Anual de Accionistas celebrada en la ciudad de Toronto, Canadá, dijo:
“Hoy, gracias a la comprensión y cooperación
del Gobierno de México; a la mejoría general en la economía mexicana y a la
correspondiente mayor demanda de energía eléctrica, así como a la dedicación y
esfuerzo del Presidente y Gerente General Ing. Gustave Maryssael, y de todos
nuestros empleados y trabajadores en México y en Toronto, es para mí un placer
informar que se ha logrado un adelanto importante en la recuperación financiera
de nuestra Compañía y que vemos el futuro con confianza”.
“Nuestra situación es más favorable,
comparada con la del año pasado y la mejor posición de otras empresas de
servicios públicos, son buen augurio para el futuro de las inversiones de
capital privado en México”.
La emisión de valores a que aludimos,
corresponde sólo a una pequeña parte de los capitales que nuestra empresa
requiere para la ejecución de sus programas de ampliación y mejoramiento. Sin embargo,
todos los que colaboramos cotidianamente en nuestra Institución, debemos
sentirnos satisfechos y optimistas ya que este primer paso tiende a ofrecer al
inversionista mexicano, grande, mediano y pequeño, la oportunidad de ser
accionista de la Empresa, al lado de los accionistas extranjeros que por muchos
años han tenido confianza en su inversión y consecuentemente en el progreso del
país.[1]
Entre
otros aspectos del crecimiento de la empresa, estaba el de ampliar sus
servicios, prestados desde un gran edificio, el que luego se convertiría en el
entrañable edificio “Verónica”. Col. del autor.
Hasta aquí con el texto. Ahora bien, la
lectura del mismo deja entrever un mensaje que proviene desde la más clara
posición establecida por la empresa, al grado de permitírsenos conocer las
condiciones de riesgo financiero en que se mantuvo la misma durante por lo
menos, los años que van de 1950 a 1955, al grado de que tuvo que disponer de
recursos inyectados desde el extranjero, con la nueva opción de que tal
operación estaba abierta a la inversión mexicana, primera forma con la que el
financiamiento nacional se dejaba ver como forma de cooperación, aspecto que incluso
alcanza a la Comisión Federal de Electricidad misma, que entonces participó en
forma por demás concreta, al punto de destinar “bonos hipotecarios en dólares,
logrando con ello una economía por concepto de intereses” que le era
conveniente a la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. en esos momentos
de apuro.
Los nuevos proyectos de expansión y
crecimiento a que estaba sometida la propia Compañía no permitían un estado de
reposo. ¡Todo lo contrario! Este síntoma fue una clara muestra de su capacidad,
incluso en los momentos previos a la nacionalización, aunque era de esperarse
un estado depresivo en su economía, lo que fue señal clara de una urgente
intervención del estado, misma que se concretó en septiembre de 1960, como ya
quedó dicho al principio de las presentes reflexiones.
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