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domingo, 3 de agosto de 2014

NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA ELÉCTRICA, POR DAVID BAHEN. 2 DE 2

LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA y SUS AUTORES INVITADOS.

SELECCIÓN DE: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
  
3.5 Conclusiones de los electricistas ante la nacionalización

De inmediato, con base en discusiones y acuerdos previos, la FNTICE sacó dos de las conclusiones acertadas más importantes de la nacionalización eléctrica, a saber, realizar la unidad sindical de los electricistas y reorganizar el proceso de trabajo mediante la integración de la industria eléctrica nacionalizada.

a) Unificación sindical

El 1º de septiembre de 1960, el mismo día que se anunció la nacionalización eléctrica, la FNTICE convocó a su Cuarta Asamblea Nacional Extraordinaria y al Congreso Constituyente de un sindicato unificado, a realizarse a partir del 5 de octubre, en San Luis Potosí (Solidaridad 1960e).
La anterior Tercera Asamblea Nacional Extraordinaria había acordado transformar a la FNTICE en un sindicato nacional de industria, el Sindicato Nacional de Trabajadores Electricistas de la república Mexicana (STERM).
El acuerdo se tomó debido a las nuevas circunstancias, ya que, la compra por el gobierno federal de las compañías dependientes de la Impulsora de Empresas Eléctricas aceleraba el proceso de transformación de la industria eléctrica bajo el control del Estado.
Se proponía hacer una revisión cuidadosa de la situación en su conjunto para preservar la estabilidad de los sindicatos de la FNTICE y la necesidad de garantizar los contratos colectivos.
En perspectiva general, la nacionalización de la industria eléctrica impone la integración de un sistema eléctrico nacional unificado, expresó la FNTICE. “Por tanto, las relaciones laborales entran en un período crítico que obliga a reforzar el frente interno sindical para asegurar la defensa de los intereses y derechos colectivos”.
La conclusión era acertada. “La situación concreta que se ha presentado impone modificar nuestras normas organizativas. Es evidente la necesidad de transformar nuestra Federación en un sindicato nacional de industria”.
Además de acertada, la conclusión era profunda al proponer la formación de un sindicato nacional de industria, forma moderna de organización del proletariado, en un sector estratégico.
La FNTICE consideró “promover un urgente cambio de impresiones con el Sindicato Mexicano de Electricistas para proponer, inclusive, la fusión sindical correspondiente”.
Terminada la Cuarta Asamblea Nacional Extraordinaria de la FNTICE se procedió a constituir el Congreso Constituyente del STERM.
Los sindicatos participantes en la unificación sindical fueron: Sindicato de Trabajadores de la Industria Eléctrica (STIE) en Acapulco, STIE en Aguascalientes, Sindicato de Obreros y Empleados de la Cía. Hidroeléctrica de Amacuzac (sección Matriz y sección Jojutla), STIE en Botello, STIE en Celaya, STIE en Coahuila (sección Matriz Saltillo, sección Piedras Negras, sección Monclova, sección Sabinas), Cooperativa de Cuautla, Sindicato de Electricistas de Culiacán, Sindicato de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas (STICE) de Chiapas (sección Matriz Comitán), STIE en Chihuahua (sección Matriz Boquilla, sección Chihuahua, sección Parral), STIE en Durango, STIE en Guanajuato, STIE en Hidalgo (sección Matriz Pachuca, sección Tulancingo), STIE en Irapuato, STIE en León, STIE en Mazatlán, STIE en Mexicali, STIE en Morelia, STIE, Gas, Agua y Drenaje de Nuevo León (sección Gas), STIE en Oaxaca, STICE de Occidente (sección Ciudad Guzmán, sección Colima, sección Uruapan), STIE en Pénjamo, STIE en La Piedad, STIE en Platanal, STIE en Puebla (sección Matriz, sección Atoyac, sección Tehuacán, sección Tlaxcala), STIE en Querétaro, STIE en Región Lagunera, STIE en El Sabino, STIE en San Luis Potosí, STIE en Tampico (sección Matriz, sección Ciudad Valles, sección Ciudad Mante, sección Río Micos), Sindicato de Trabajadores y Empleados de las Plantas de Abastecimiento de Energía y Agua Potable de Medellín, El tejar, Veracruz y su Bahía, STIE en Tepeji del Río, STIE en Veracruz, Sindicato de Obreros y Empleados de la Industria Eléctrica en Yucatán, STIE en Zacatecas.
Como delegados fraternos asistieron el SME, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Revolucionaria de Trabajadores (CRT), el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, la Confederación Revolucionaria de Obreros Textiles y al Federación Nacional de Cañeros.
El Congreso se realizó en el Teatro de la Paz con la asistencia de López Mateos y Francisco Martínez de la Vega, gobernador del estado.
En el discurso inaugural, Rafael Galván dijo: “Vamos a formar un sindicato industrial; pero un sindicato industrial de nuevo tipo”. Respecto a la industria señaló: “Es indudable que la nacionalización de la industria eléctrica tiene un significado mayor para nosotros que el simple cambio de patrón. El cambio de propiedad de la industria es trascendental y, en términos generales, encontramos que al no existir la propiedad privada en la industria eléctrica, se introduce un cambio fundamental en las relaciones de producción” (Solidaridad 1960f). También se refirió a la necesidad de despejar las relaciones como trabajadores de empresas nacionalizadas frente al Estado, administrador de las mismas.
Luis Aguilar Palomino, secretario general del SME, recordó que en la anterior revisión contractual, la FNTICE aprobó la huelga por solidaridad con el SME y expresó que “estamos obligados a estar cada vez más unidos”. Dijo que la nacionalización “es uno de los pasos más trascendentales en la historia mexicana en su etapa revolucionaria, y es más que suficiente para colocar al presidente López Mateos en los sitios reservados a los granes patriotas”.
Luego expresó que “si la industria eléctrica ha de convertirse en una sola unidad, los sindicatos de electricistas tendremos también que convertirnos en una sola organización” y agregó: “El Sindicato Mexicano de Electricistas pondrá su mayor empeño para que la unidad de los electricistas mexicanos sea una fecunda realidad”. Ante los electricistas que estaban sellando la unidad, excepto el SNE y el SME, Palomino culminó señalando que “no hay ninguna razón para suponer que no vayamos a marchar juntos hacia la unidad nacional electricista”.
El 8 de octubre de 1960 fue constituido formalmente el STERM siendo electo Rafael Galván como secretario general.

b) Integración de la industria eléctrica nacionalizada

Después del congreso del STERM, el Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas (CIME) de México invitó a Rafael Galván para hablar del Problema Obrero en la Industria Eléctrica.
Galván expresó que la nacionalización era demanda de los trabajadores. “Los trabajadores electricistas sostuvimos como una tradicional demanda, la relativa a la nacionalización de la industria eléctrica. Siempre estuvimos ciertos de que una industria fundamental para el desarrollo del país no podía estar en manos privadas y menos extranjeras, porque por propia experiencia sabíamos que las empresas concesionarias nada hacían que no fuera satisfacer sus propósitos de lucro” (Solidaridad 1960g).
Señaló que la nacionalización había puesto fin a esa situación y que los problemas de la industria eléctrica nacionalizada debíamos estudiarlos ahora con el mayor cuidado, con la más estricta responsabilidad. “La nacionalización eléctrica significa que el pueblo de México es ahora el dueño de la industria y, por simple definición, las finalidades esenciales de la industria eléctrica no pueden ser otras que elevar las condiciones generales de vida del pueblo de México”.
Galván reiteró que la nacionalización modificó sustancialmente las relaciones de producción y que eso planteaba determinar las relaciones como trabajadores con el Estado en tanto administrador de la propiedad nacional.
Señaló que “se ha pasado por alto la problemática de los cambios que necesariamente introduce en las relaciones de producción el cambio de propiedad relativa. Los funcionarios encargados de la administración de los bienes nacionales ordinariamente se sienten patrones y actúan como propietarios en lo referente al aprovechamiento de los rendimientos de las empresas que manejan. Y los trabajadores y sus organizaciones sindicales correspondiendo a semejante actitud, que rezuma ignorancia y ambición ilegítima, consideran generalmente que los cambios de propiedad no reportan otra consecuencia que la de un simple cambio de patrones”.
Entonces, dijo, “se han producido dos experiencias dolorosas. Una es aquella que se caracteriza por la connivencia entre los administradores de las empresas y los líderes sindicales, en la que actúan como cómplices recíprocos para asaltar a la propiedad social, con la circunstancia de que el administrador, como buen patrón, se lleva la parte del león, y el líder sindical no recoge sino las migajas. La otra experiencia se caracteriza por el choque violento entre el Estado y los trabajadores”.
Esa claridad política resuena con fuerza hoy en día. No se quedó allí, expresó que esas experiencias pueden ser superadas reconociendo que la realidad no está tan apegada a los principios teóricos. Por su supuesto, la superación implica una política de clase concientemente asumida y practicada.
Galván hizo referencia a los problemas laborales y sindicales en la industria eléctrica. Habló de la existencia al momento de tres sindicatos: el SME, el SNESCRM y el recientemente unificado STERM. El primero contrataba con la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz y Subsidiarias, el segundo con la CFE y, el tercero, “con la mayoría de empresas eléctricas del país, entre las que se cuentan todas las de propiedad de la antigua Impulsora, el grupo que encabeza la Nueva Eléctrica Chapala, y todas las demás que tienen a su cargo primordialmente los servicios eléctricos en 24 estados de la República”. Los CCTs del SME y STERM tenían muchas similitudes, no así el contrato del SNE con la CFE que era inferior.
A esa fecha, el SME agrupaba a cerca de 10 mil trabajadores de base y 3 mil eventuales, el SNE tenía aproximadamente 7 mil trabajadores de base y un número variable de eventuales, y el STERM a 7 mil trabajadores de base y 2 mil eventuales.
Al abordar la restructuración de la industria eléctrica señaló que, ésta implica la resolución previa del llamado problema obrero y que los aspectos laborales y sindicales no podían resolverse fácilmente conforme a las disposiciones legales. Planteó, entonces, que la restructuración de la industria implicaba la unificación de los sindicatos y la celebración de un CCT único.
Refirió que la FNTICE, desde 6 años atrás, había promovido la reestructuración de los CCTs y la organización más eficaz del trabajo. “Se consiguió la unificación de 72 contratos colectivos y progresivamente se fue logrando la reestructuración de dichos contratos colectivos conforme a un índice único”, de manera que a esas fechas se contaba con un contrato tipo.
En lo referente a la organización del trabajo se venía estudiando la correcta división del trabajo en tres ramas generales de actividad que correspondían a la generación, distribución y servicios administrativos.
La correcta división del trabajo se consideraba muy importante para reestructurar a la industria eléctrica. Al respecto, señaló que todos los técnicos debían ser considerados como trabajadores de base sindicalizados.

3.6 La Central Nacional de Trabajadores

El Congreso de fundación del STERM fue un indiscutible avance hacia la unidad de los electricistas, cuyo proceso se seguía cuidadosamente. Hacia fines de 1960, previa discusión del proyecto, se formó la Central Nacional de Trabajadores (CNT). Las organizaciones participantes fueron: el SME, el STERM, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la CRT, la Federación Revolucionaria de Obreros Textiles, la Unión Linotipográfica de la República Mexicana, la Federación Nacional Obrera Textil del ramo de la Lana, la Federación Obrera Revolucionaria y la Federación Nacional de Cañeros.
Luis Aguilar Palomino, secretario general del SME, fue electo presidente de la CNT. En varias partes del país, la CNT formó Consejos Regionales y el proyecto avanzaba.
En 1961, la Nacional Financiera, S.A. contrató los servicios de Electricitè de France para llevar a cabo una restructuración de la industria eléctrica.
“México, en opinión de Nacional Financiera, S.A., nacionalizó su industria eléctrica sin saber lo que puede y debe hacer con ella. Para que le enseñen, se contratan técnicos franceses” (Solidaridad 1961a). Esa acción del gobierno fue considerada por los electricistas del STERM como una humillación a los técnicos mexicanos, universitarios y politécnicos. “Como trabajadores electricistas tenemos que decir que no permitiremos que esto suceda”.
Con motivo del ataque a Playa Girón en Cuba, en abril de 1961, la CNT hizo una declaración oficial. “La agresión al pueblo de Cuba conmueve a la conciencia honrada de todos los pueblos del mundo. Un ejército mercenario ha invadido a la República de Cuba ofreciendo explicaciones que no son suficientes para ocultar la verdadera naturaleza de la agresión.
“Para los mexicanos la defensa de Cuba contra la agresión imperialista tiene, además del sentido de una solidaridad elemental hacia un pueblo hermano, la defensa de nuestra propia independencia y soberanía”
La invasión imperialista a Cuba fracasó. Cuba estaba presente en la atención de los mexicanos. DE hecho, la Revolución Cubana estaba en todas partes suscitando apasionados debates. En la revista Solidaridad todos los números incluían artículos que analizaban la situación y marcha de la revolución.

3.7 Discusión sobre la industria eléctrica

En el primer aniversario de la nacionalización eléctrica, el STERM organizó celebraciones en todas sus secciones sindicales. Además, intensificó la discusión acerca de la necesidad de formular el punto de vista de obrero sobre las empresas nacionalizadas.
“A los trabajadores que prestamos nuestros servicios en las empresas de propiedad nacional, nos incumbe específicamente la tarea de estudiar las nuevas relaciones de producción, pues se impone asegurar la debida conjugación de nuestros intereses con los intereses generales de la nación.
“En términos generales, la cuestión puede plantearse de la siguiente manera: ¿la nacionalización modifica las relaciones de producción existentes en las empresas privadas? Es incuestionable que los intereses de la empresa privada están absolutamente en contradicción con los intereses obreros, porque la motivación esencial de la empresa privada no es otra que el lucro, la explotación de los trabajadores. ¿Esta motivación desaparece con la nacionalización? En el caso de la empresa privada existe un grupo de propietarios de los medios de producción que lucra, se beneficia del trabajo; en cambio, en la empresa nacionalizada los medios de producción son propiedad de la nación, propiedad del pueblo podría decirse fundada y legítimamente y, por tanto, su función no puede ser la de obtener lucro como finalidad en sí misma. En consecuencia, la nacionalización introduce un cambio fundamental en las relaciones de producción al sustituir la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad nacional, cambio que determina, a su vez, la sustitución del interés de lucro por la utilidad pública”.
Esta discusión ampliada era llevada por el STERM a todas las asambleas seccionales, con el propósito de comprender la nueva situación, extirpar confusiones y vicios que se traducen en luchas estériles o derrotas, para definir colectivamente una política eléctrica independiente, misma que fue formulada paso a paso, no sin vicisitudes y problemas.
“La falta de comprensión sobre las nuevas relaciones de producción que determina la modalidad impuesta a la propiedad privada por la nacionalización, ha motivado en nuestro país múltiples consecuencias negativas. En todas las empresas nacionalizadas advertimos, en términos generales, que el Estado asume el control y administración de los bienes nacionales; pero tanto en la forma como en el fondo se mantienen relaciones de producción que corresponden, en esencia, a la empresa privada. Se soslaya la verdadera naturaleza de la propiedad nacional cuando se toma, en la práctica, como fuente para estimular la propiedad privada o para crearla, lo que ocurre en la medida en que los administradores aprovechan para su beneficio directo y de manera diversa los recursos propiamente nacionales o sociales, y en la mayor o menor proporción en que operan las múltiples formas de compenetración económica con la empresa privada. La explotación privada de la empresa nacionalizada produce un resultado negativo inevitable, porque se anulan las ventajas que determinan, en principio la modificación del régimen de propiedad y, en cambio, se mantiene una forma espuria de gestión privada, irresponsable y antieconómica” (Solidaridad 1961b).
En la discusión se abordaban las experiencias negativas ocurridas con los ferrocarriles y a la industria petrolera. ¿Se van a repetir en la industria eléctrica los mismos errores? Es preciso evitarlo”, decía el STERM.
“Sería iluso, sin embargo, esperar que las nuevas relaciones de producción se impusieran por decreto o de modo automático. Las deficiencias de las empresas nacionalizadas no podrán corregirse con medidas puramente burocráticas. La cuestión no puede resolverse tampoco en términos ideales, sino considerando los factores reales. Las nuevas relaciones de producción en las industrias nacionalizadas plantea la participación directa de los trabajadores. Al espeto, la discusión tiene implicaciones teóricas, políticas y prácticas”.
Los electricistas del STERM concluían señalando que “la restructuración de la industria eléctrica constituye una tarea urgente”. Conviene, por tanto, trazar las líneas generales de un proyecto de reestructuración, se afirmaba y, el primer paso, consistía en establecer un órgano central de coordinación que se transformaría en la industria eléctrica nacionalizada integrada.
Entre otros aspectos, se proponía la constitución del Instituto Nacional de la Industria Eléctrica (INIE). Pero, “la reestructuración industrial no se limita a la mera adopción de un aparato de dirección y administración; comprende, además, otros aspectos sustanciales. La correcta estimación de los recursos naturales y potenciales determina su máximo aprovechamiento para satisfacer en forma oportuna y eficiente la demanda eléctrica y extender los beneficios de la electrificación a toda la República”.
“Lo principal consiste en definir la política que va a seguirse”. Con ello, se planteaba la necesidad de una política eléctrica independiente “para proyectar el desarrollo de acuerdo con un sentido de integración nacional del sistema eléctrico, basado en el mejor aprovechamiento de los recursos y orientado a la satisfacción más económica y eficiente de las necesidades eléctricas del país”.
La integración industrial supone la reorganización del proceso de trabajo eléctrico. EL STERM proponía, de entrada, el reconocimiento general de los derechos de todos los trabajadores de la industria nacionalizada y su sindicalización. Pero, también, la unificación de las condiciones laborales.
Sobre la base de la reorganización del proceso de trabajo eléctrico a nivel nacional, implicado en la integración de la industria eléctrica nacionalizada, se proyectaba la necesaria unidad sindical. Esta cuestión no fue sencilla. “Cada quien prefiere que las cosas sigan como están”, se dijo con toda claridad. “pero esto es precisamente lo que no es posible”, se agregaba, porque la unidad de la industria eléctrica determina a su vez la unidad de los trabajadores del sector. Pero, ¿qué pasaba? “Esta verdad se comprende a medias pero no se acepta ni a medias”.
“El retardo en la integración industrial se toma como un tiempo bueno para que las cosas sigan como están y se pierda para estudiar y resolver aquellos problemas, cuya solución oportuna nos permitiría a los trabajadores encontrar los mejores caminos, las más adecuadas fórmulas para asegurar nuestros intereses y derechos; y que nos permitiría, además, constituirnos en un factor activo en la integración industrial y en la orientación misma de la industria”.
“Las bases para lograr la unidad de los electricistas están dadas objetivamente por la nacionalización de la industria; y sus fórmulas corresponden a la conjugación dentro de la entidad unitaria de los tres organismos (sindicales) existentes”.
Ciertos sectores consideraban que la unidad de los electricistas era inconveniente. Para algunos la unidad era un objetivo histórico y, como tal, lo posponían indefinidamente. Pero, ¿había otro camino, cuál?
El hecho es que se había recorrido ya más de la mitad del camino y la reestructuración de la industria eléctrica era inaplazable. Con la nacionalización el Estado había adquirido el 98% de las acciones eléctricas quedando un 2% en manos privadas con el compromiso de que tales acciones se extinguirían hacia 1999.
“La liquidación de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A., con vista a la unidad total de la industria, es lo único que representa problemas; pero cualquiera que sea la importancia de éstos, nada impide que objetivamente pueda trazarse y llevarse a la práctica la restructuración industrial, ya que todo aquello que la retrasa repercutirá cada vez más negativamente” (Solidaridad 1961c).

La unidad en un solo sindicato, con un solo contrato, junto con la integración de la industria eléctrica nacionalizada, banderas de la insurgencia obrera electricista

4- Integración de la industria eléctrica

4.1 Comisión Tripartita, 1966

La nacionalización no implicó la solución automática a los problemas industriales, laborales o sindicales. Fue la iniciativa política del STERM la que llevó a que se avanzara. En principio, las antiguas empresas privadas pasaron al control de Nacional Financiera, S.A. y coexistieron con la CFE. La primera medida, la unificación sindical en el STERM fue decisiva para lo demás. Paso a paso, desde antes de la nacionalización, se habían venido unificando las condiciones laborales entre los contratos colectivos de la FNTICE.
Con la nacionalización, el STERM impulso la reorganización del trabajo con el objetivo de preservar los derechos adquiridos en la perspectiva de la integración industrial. La CFE asumió el carácter de patrón sustituto y, en 1966, el STERM pactó un Contrato Colectivo de Trabajo, mismo que era administrado por las secciones en su ámbito de competencia de acuerdo a la estructura de sindicato nacional de industria.
El 6 de julio de 1966, la CFE, el SNESCRM y el STERM firmaron el Primer Convenio para la Integración de la Industria Eléctrica, conocido como convenio tripartita.
A ese momento, la CFE se había convertido en titular de las acciones de distintas sociedades anónimas, concesionarias del servicio público de electricidad, convirtiéndose así en empresas del Estado, filiales de la propia Comisión.
Debido a que el STERM tenía celebrados CCT’s con las empresas adquiridas y el SNESCRM contrataba con la CFE, se mantenían administraciones separadas. Esta situación originaba problemas que podían superarse al reconocer que todas las empresas eran propiedad del pueblo. De acuerdo al convenio, “eso conduce a negociar un instrumento que facilite el desarrollo de la industria y que garantice los derechos y conquistas de los trabajadores”.
Las empresas filiales de la CFE tenían celebrados contratos colectivos con el STERM. En cada contrato había una cláusula que decía: “En caso de que la empresa vendiere o traspasase sus propiedades o concesiones, o parte de ellas, en forma de que resulte una sustitución de obligaciones, se insertará en los títulos traslativos de dominio correspondientes, que las estipulaciones de este contrato no se modificarán en prejuicio de los trabajadores ni del sindicato; y la persona, empresa, institución oficial o descentralizada adquiriente, aceptará expresamente las obligaciones derivadas de tal sustitución”.
La CFE, por su parte, tenía celebrados contratos con el SNESCRM y, en la cláusula 5, se establecía que: “En caso de que la Comisión adquiera, posea o administre nuevas negociaciones que correspondan a la industria eléctrica, se aplicarán en ellas las disposiciones de este contrato”.
Los dos sindicatos reconocía en sus respectivos contratos la posibilidad de cambios necesarios en la organización de la industria eléctrica, sobre la base de preservar los derechos de sus representados.
El convenio se hacía para facilitar que la CFE registrara los activos de las empresas filiales y estableciera una administración única en la industria. Los dos sindicatos y la CFE reconocieron expresamente que era compatible la vigencia simultánea de los CCT´s diferentes “al sustituir la propia Comisión a sus filiales como patrón” y que esa compatibilidad debía consolidarse “favoreciendo la unificación de las condiciones de trabajo a través del ajuste y compensación de los contratos colectivos respectivos”. También se acordó que ambos sindicatos encontrarían las fórmulas que permitieran resolver los problemas de fondo mediante la unidad sindical”.
En consecuencia, se acordaron varias cláusulas para facilitar la organización y desarrollo de los sistemas eléctricos de la CFE y de sus filiales. En la cláusula Segunda, la CFE manifestó su propósito de “incorporar los activos y reconocer las obligaciones de todas sus empresas filiales”, y su voluntad de respetar los CCT´s vigentes del STERM y del SNESCRM. Eso fue considerado por ambos sindicatos como el camino más apropiado para la solución de los problemas que planteaba la eficiente prestación del servicio público de energía eléctrica en el país.
Con esta base, en la cláusula Cuarta, “operará la sustitución de patrón” establecida en los diversos CCT´s vigentes celebrados por el STERM con cada una de las empresas filiales de la Comisión.
De acuerdo a la cláusula Octava, los trabajadores se regirían conforme al CCT celebrado con el sindicato al que pertenecieren. 
En la cláusula décima se acordó la unificación y compensación de los CCT´s. A tal efecto, se constituyó una Comisión Tripartita parar llevar a cabo la medida en un período que vencería el 31 de agosto de 1972, conviniendo en reestructurar todos los contratos conforme a un modelo común.
La firma de este convenio tripartita representó un gran avance para la integración industrial y un gran triunfo para el STERM, cuyos derechos de sus representados fueron garantizados plenamente.

4.2 Comisión Cuatripartita, 1969

El 28 de enero de 1969, se firmó el Segundo Convenio para la Integración de la Industria Eléctrica, conocido como cuatripartita.
En el convenio tripartita se había reconocido que las diferencias de filiación sindical eran compatibles con el interés superior de consolidar e integrar el servicio público de energía eléctrica en la CFE y con el respeto de sus derechos. También se acordó la uniformidad y compensación de los contratos colectivos de trabajo así como la unidad de los electricistas, a realizarse en un periodo de seis años.
Ahora, el convenio tripartita se ampliaba con la participación del SME volviéndose cuatripartita.
A ese momento, la CFE tenía celebrados CCT´s con el SNESCRM y con el STERM, en éste último caso, por sustitución patronal respecto de diversas empresas filiales y en proceso de liquidación. En consecuencia, el convenio tripartita había contribuido a una administración unitaria de la industria eléctrica.
Los cuatro CCT´s del SNESCRM se habían integrado en uno solo; los veinte CCT´s del STERM estaban próximos a unificarse. Las disparidades se habían reducido considerablemente.
En el punto 11º del convenio cuatripatita se planteó que “Resulta contrario al interés profesional de los miembros del SME, trabajadores de la Compañía de Luz, perpetuar el manejo de la Ciudad de México y sus alrededores como una unidad separada, y correlativamente concebir al sindicato aisladamente, pues las oportunidades de desarrollo técnico y de participación en la obra nacional de electrificación se les irán reduciendo irremisiblemente, ya que la CFE está obligada legalmente a administrar el interés profesional de los trabajadores conforme al Convenio Tripartita de julio de 1966. Este fraccionamiento de la industria también impedirá la uniformidad progresiva de los contratos colectivos de trabajo y estorbaría la unidad sindical”.
En el punto 12º se decía que “la integración en CFE garantiza el desarrollo eléctrico de México” y que los mecanismos del convenio tripartita, ahora ampliados para incluir al SME, favorecían negociaciones de la Comisión con los tres sindicatos. El punto 14º establecía que el convenio cuatripartita daba plenas garantías al SME en cada una de las subsecuentes etapas de la integración.
En el punto 15º el SME expresó su deseo de impulsar el proceso de integración de la industria eléctrica y conjuntamente con los otros sindicatos declaró los siguientes propósitos:

a) Contribuir a la integración de la industria eléctrica nacionalizada...
b) Contribuir a la reestructuración de las instituciones que tienen a su cargo la prestación del servicio público, mediante su consolidación en la Comisión Federal de Electricidad.
c) Facilitar la organización del trabajo...
d) Contribuir a que se uniformen las condiciones de trabajo....
e) Perfeccionar y consolidar la nacionalización de la industria eléctrica como un servicio público organizado en el sistema nacional de la CFE...
f)...auspiciar bases de solidaridad, ayuda mutua y no agresión, con el propósito de crear las condiciones propicias para la constitución de un solo organismo sindical.
Entonces, se acordaron varias cláusulas. En al Primera, los tres sindicatos “reiteran su compromiso de facilitar la organización y el desarrollo de los sistemas eléctricos de la Comisión Federal de Electricidad.
En la cláusula Segunda, el SME manifiesta su adhesión al convenio tripartita “y su compromiso de colaborar en la incorporación e integración de los sistemas que opera la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A., y sus subsidiarias en el sistema nacional de electrificación confiado por la ley a la Comisión Federal de Electricidad”.
En la cláusula Tercera, la CFE manifestó que había cumplido lo indicado en el convenio tripartita respecto de la sustitución patronal con los derechos contenidos en los diversos CCT´s.
En la cláusula Quinta, la CFE expresó que en el proceso de integración industrial respetaría los CCT´s y derechos del SME.
De acuerdo a la cláusula Octava se convino en transformar a la Comisión Tripartita en Cuatripartita.
En la cláusula Décima Segunda se estableció que la CFE y los tres sindicatos “consideran que debe hacerse desde luego los trabajos de unificación de frecuencias en la periferia del Distrito Federal y su zona industrial vecina, que deberá atenderse después. Los firmantes solicitarán de las autoridades competentes que se den todos los pasos necesarios para que a partir de 1977 la industria eléctrica opere a 60 ciclos por segundo en todo el país”.
En la cláusula Décima Tercera se acordó que “Los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A. y de sus subsidiarias ejecutarán directamente las labores necesarias para la unificación de frecuencias a 60 ciclos por segundo en sus centros de trabajo y en todo lo que constituye su materia de trabajo”. Lo mismo harían el SNESCRM y el STERM.
En la cláusula Vigésima Segunda, los tres sindicatos ofrecieron su colaboración para la formulación de un proyecto de ley reglamentaria de la adición al párrafo sexto del artículo 27 constitucional, en materia eléctrica.
A nombre del SME el convenio cuatripartita fue firmado por Luis Aguilar Palomino en su carácter de secretario general. En las siguientes elecciones sindicales fue sustituido por Jorge Torres Ordóñez. Al poco tiempo el SME abandonó la Comisión Cuatripartita.

4.3 Interconexión del SEN

La unificación de frecuencia en todo el país representó un importante avance para la integración de la industria eléctrica nacionalizada. Al interior del SME hubo una discusión al respecto, proponiendo que la frecuencia fuera de 50 ciclos por segundo, que no prosperó.
El proceso de integración industrial continuó, lo mismo que la electrificación nacional. Más adelante se lograría la interconexión del Sistema Eléctrico Nacional. Otro gran paso se dio en 1972 con la formación del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM); resultado de la fusión del SNESCRM y el STERM.
El 27 de septiembre de 1974, Luis Echeverría, presidente de la República, determinó iniciar el procedimiento para la liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, y consolidar los activos de esta empresa en la Comisión Federal de Electricidad. Se había resuelto integrar a la industria eléctrica nacionalizada. “Discutamos todos la integración de la industria eléctrica”, se planteó en Solidaridad (1974a).
Durante 14 años no se había podido lograr la integración industrial. Funcionarios del propio gobierno de López Mateos reducían la nacionalización, a la que impropiamente llamaban “mexicanización”, a una “operación comercial mutuamente satisfactoria”. El propio López Mateos tuvo que salir al paso para decir que se trataba de “una conquista del pueblo”.
Sería hasta 1975 que se decretó la primera Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE) que sustituyera a la antigua Ley de la Industria Eléctrica. Había pasado más de una década sin dotar a la industria eléctrica “de la unidad requerida para superar el parcelamiento industrial impuesto por el régimen de concesiones y la existencia de múltiples empresas eléctricas”.
“La integración de la industria plantea entre las cuestiones urgentes las relativas a la determinación del organismo público y descentralizado que debería asumir en nombre de la nación la prestación del servicio público de electricidad”. Se pensaba que correspondería reconocer a la CFE pero, eso conllevaba, a la necesidad de abordar su restructuración. Eso no podía reducirse a sustituir a las antiguas empresas sino ir a fondo. “De lo que se trata es de crear una institución que al asumir en nombre de la nación la prestación del servicio público de electricidad se sustente sobre bases que aseguren su consolidación y desarrollo económico y social conforme a principios políticos y técnicos inobjetables”.
“Así, habrá que replantear la orientación de la prestación de este servicio público, a fin de garantizar que sea pilar del desarrollo independiente de México”. Se consideraba como una obligación de primer rango “determinar la política nacional de energéticos”.
Se volvió a reiterar que la nacionalización abrió otro proceso irreversible: el de la unidad sindical de los electricistas. Se decía que “lograr que la integración de la industria esté correctamente orientada y dirigida depende en parte fundamental de la intervención de los trabajadores, unidos democráticamente. Sin embargo, los trabajadores electricistas han dejado transcurrir el tiempo, envueltos en la bruma de la incomprensión y paralizados por la acción de intereses egoístas. La decisión de integrar la industria eléctrica viene a sacarlos del estancamiento y, por tanto, conviene abrir bien los ojos y reflexionar. Ya que la unidad sindical no ha podido ser el antecedente de la integración industrial, convendrá por lo menos que al resultar como consecuencia, sepan los electricistas encontrar las fórmulas y convenir los procedimientos más adecuados para conquistar la unidad sindical”.
Lamentablemente, las palabras eran unas y los hechos eran otros. “En efecto, con la complacencia notoria y en algunos casos la inspiración de algunos líderes de los organismos sindicales del SUTERM, y algunas corrientes dentro del SME, el sentido del proceso concebido hacia la unidad es regresivo”. En el SUTERM se saboteaba constantemente la unidad interna, en el SME había “la resistencia efectiva aunque no confesada entre una parte de su militancia... con la estrategia dilatoria de su Comité actual, siempre aparentemente dispuesto a bendecir la unidad en abstracto”. Se criticaba que “hasta ahora, no ha considerado congruente con esa lírica devoción a la unidad democrática dentro de la industria, un pliego donde concrete sus posiciones unitarias y precise las normas a su juicio necesarias para convertir en realidad esa democracia en abstracto de la que se muestra paladín incorruptible”.
Mientras se avanzaba en la integración otros promovían la desintegración. “Esa desidia aparente, esta obstrucción real, integran este proceso de desintegración precisamente cuando más se habla y se bendice la idea de la integración”.
El 20 de noviembre de 1974, el SUTERM llamó a consumar la nacionalización eléctrica. En un desplegado de prensa se dijo: “El SUTERM reitera al Sindicato Mexicano de Electricistas la invitación que le ha formulado en repetidas ocasiones para abordar abierta y francamente los problemas de la unidad sindical” (Solidaridad 1974c). También se dijo: “El SUTERM; repite una vez más: al producirse la integración de la industria eléctrica respetará, íntegramente, los derechos laborales y organizativos del SME, y sostendrá esta postura por todo el tiempo que resulte necesario para adoptar razonablemente los problemas de la unidad sindical”.
El 17 de diciembre de 1974, se protocolizó el acuerdo para que se disolviera la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y sus subsidiarias y para que la CFE adquiera de aquellas la totalidad de sus bienes y derechos de cualquier índole que integran su patrimonio” (Solidaridad 1974d). La liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, Compañía de Luz y Fuerza de Toluca, Compañía de Luz y Fuerza de Pachuca y de la Compañía Mexicana Meridional de Fuerza, era un hecho irreversible.
En 1975 se aprobó la primera Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (Ley eléctrica 1975). En la iniciativa del 20 de octubre, en el Artículo 4º transitorio se decía: “A partir de la fecha en que entre en vigor esta ley, quedarán sin efecto todas las concesiones otorgadas para la prestación del servicio público de energía eléctrica”. Se agregaba en un párrafo segundo que “Las empresas concesionarias, entrarán o continuarán en disolución y liquidación, y prestarán el servicio hasta ser totalmente liquidadas”.
El Sistema Interconectado Nacional se consolidaba en el país incluyendo a la región central del país. El SME nunca se definió.

La lucha de la insurgencia obrera electricista logró la integración
de la industria eléctrica nacionalizada

5. Conclusiones

La nacionalización de la industria eléctrica fue, ante todo, un acontecimiento político de la mayor importancia. Junto con la expropiación petrolera representa dos de los hechos más importantes de la post-Revolución Mexicana.
La nacionalización fue una propuesta de los electricistas. Los electricistas de la provincia, que laboraban para las empresas extranjeras, sacaron las conclusiones más importantes y correctas: 1- la unidad sindical democrática y 2- la integración de la industria eléctrica nacionalizada.
Estas propuestas formaban parte del programa de los electricistas de la FNTICE, luego, STERM. Con insistencia los electricistas ponían en énfasis en la necesidad de que la insurgencia obrera tuviera su programa. No nada más, los compañeros (as) llevaron a la práctica las banderas programáticas.
Fueron, precisamente, los electricistas del STERM los que comprendieron el significado y alcance de la nacionalización. En la práctica se conjugaba el programa y una dirección política consecuente.
Eso permitió a los trabajadores de las antiguas empresas extranjeras preservar sus derechos laborales, protocolizados mediante un convenio de sustitución patronal a cargo de la CFE. Para lograrlo, los electricistas se plantearon primero SER. Luego, integrados al proceso de trabajo eléctrico, lograron la contratación colectiva. Más adelante, avanzarían más con la formación del SUTERM.
La integración de la industria eléctrica fue una bandera crucial para consolidar la nacionalización, expresada después en la primera LSPEE.
De gran significación fue el impulso a la insurgencia obrera, con una movilización nacional sostenida en grandes jornadas por la democracia sindical. En el curso del movimiento, se depuraron las ideas y propuestas, reflejadas en el programa del STERM conocido como “¿Por qué Luchamos?”.
La nacionalización, sin embargo, no concluyó; la integración industrial, tampoco. Peor aún, vendría la represión político militar a los electricistas democráticos. La nacionalización se interrumpió, lo mismo que la unidad sindical y la contratación colectiva única.
Al igual que con la industria petrolera, faltó llevar a la práctica una política eléctrica independiente. Es decir, no fue suficiente rescatar la propiedad de los medios de producción para que la nacionalización se consolidara.
También faltó consecuencia política. La integración de la industria eléctrica nacionalizada plantea la unidad sindical. Pero esta no se concretó. La unidad de los trabajadores no es una abstracción ni se puede imponer burocráticamente, tampoco se puede ni se debe sustituir a los trabajadores. La mayoría de los electricistas asumieron concientemente sus deberes de clase pero otros no lo hicieron. Considerando la unidad como un “deber histórico” la pospusieron indefinidamente, jamás se logró y las consecuencias fueron negativas para todos.
Más adelante, la nacionalización sería pervertida mediante reformas regresivas de 1992 a la LSPEE.
Hoy la industria eléctrica se encuentra sometida a un severo proceso de privatización furtiva. La industria eléctrica de los mexicanos está desnacionalizada. Esto nos plantea enormes retos y desafíos: tenemos que recuperar lo perdido y en un nuevo “Comenzar de nuevo”, la insurgencia obrera y popular debemos recuperar a nuestro patrimonio colectivo con la re-nacionalización de la industria eléctrica.
La tarea no es sencilla y requiere del accionar organizado y conciente de los trabajadores y de la población en general. El panorama del momento es deplorable. No obstante, como en otros momentos aciagos, es pertinente, como decía Galván: “tocar el tambor del alba cuando la noche parezca más oscura”.

¡Este puño sí se ve!

Referencias

• Decreto 1960, Decreto de adición al párrafo Sexto del Artículo 27 Constitucional, en Diario Oficial de la Federación, 29 de diciembre de 1960.
• Franco D. 1959a, Un problema de México: la CTM, en Solidaridad VI, No. 78, 1º de septiembre de 1959.
• Franco D. 1959b, Un programa para la insurgencia obrera, en Solidaridad Vol. VI, No. 80, 10 de noviembre de 1959.
• Ley eléctrica 1975, Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, Diario Oficial de la Federación, 22 de diciembre de 1975.
• Ramírez R. 1959, ¡Discusión inaplazable!, en Solidaridad Vol. VI, No. 76, 1º de julio de 1959.
• Solidaridad 1959a, ¡Ayudemos a los ferroviarios!, en Solidaridad Vol. VI. No. 77, 1º de agosto de 1959.
• Solidaridad 1959b, Mirador obrero, en Solidaridad Vol. VI, No. 79, 10 de octubre de 1959.
• Solidaridad 1960a, La Nacionalización de la Industria Eléctrica. Manifiesto, en Solidaridad Vol. VI, No. 85, 15 de mayo de 1960.
• Solidaridad 1960b, Nacionalización de las Empresas Eléctricas, en Solidaridad Vol. VI, No. 87, 20 de julio de 1960.
• Solidaridad 1960c, Reestructuración eléctrica, en Solidaridad Vol. VI, No. 87, 20 de julio de 1960.
• Solidaridad 1960d, La Nacionalización Eléctrica y alguno de sus Problemas, en Solidaridad VI, No. 89, 27 de septiembre de 1960.
• Solidaridad 1960e, Convocatoria de la FNTICE a la Cuarta Asamblea Nacional Extraordinaria, en Solidaridad Vol. VI, No. 89, 27 de septiembre de 1960.
• Solidaridad 1960f, El STERM un Sindicato Industrial de Nuevo Tipo, en Solidaridad Vol. VI, NO. 90-91, 22 de diciembre de 1960.
• Solidaridad 1960g, Conferencia de Rafael Galván en el Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas de México, en Solidaridad Vol. VI. No. 90-91, 22 de diciembre de 1960.
• Solidaridad 1961a, Un insulto a México, en Solidaridad VI, No. 04, marzo de 1961.
• Solidaridad 1961b, La Industria Eléctrica, Base para una Revisión General, en Solidaridad VI, No. 99, 27 de septiembre de 1961.
• Solidaridad 1961c, La Reestructuración de la Industria Eléctrica es Inaplazable, enSolidaridad VI. No. 100, octubre-noviembre de 1960.
• Solidaridad 1974a, Discutamos todos la integración de la industria eléctrica, en Solidaridad 123-124, 1ª quincena de octubre de 1974.
• Solidaridad 1974b, Integración en las palabras; desintegración en los hechos, en Solidaridad N° 125, 1ª quincena de noviembre de 1974.
• Solidaridad 1974c, ¡A consumar la nacionalización eléctrica!, en Solidaridad 126, 2ª quincena de noviembre de 1974.
• Solidaridad 1974d, La integración de la industria eléctrica nacionalizada, un hecho, enSolidaridad N° 127, diciembre de 1974.


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