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martes, 24 de junio de 2014

UN CONCURSO MÁS… Y EL ORIGEN DE LA PLÁTICA DE “LOS CINCO MINUTOS”.

CURIOSIDADES ELÉCTRICAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
  
   Nuevas convocatorias volvieron a aparecer en la Revista LyF, esta vez en su número 47, del año V, correspondiente al 1° de julio de 1958, p. 12 a 14 que aquí reproduzco:




   Como se recordará, meses atrás[1], la empresa hizo lo mismo acercándose con los hijos de los trabajadores de la división Necaxa, obteniéndose muy buena respuesta y mejores resultados por parte de niños que pusieron todo su ingenio para elaborar carteles cuya intención era hacerlos conscientes de un riesgo cotidiano que habrían vivido sus mayores por aquellas épocas. Por eso con el lema de “Cómo evitar accidentes”, aquel propósito fue de suyo interesante. Gracias a sus resultados luego se extendió, en los mismos términos por la división de “Pachuca”. Era necesario aquilatar tamaño asunto, de ahí que no sólo quedaba en el ámbito laboral. Permeó en el escolar, y en su nivel primario, lo cual permite percibir un enfoque cuya intención estaba dirigida a quienes con los años se habrían de incorporar a diversas fuentes de trabajo, con poco, mediano o alto nivel de peligro. Si el propósito de tal campaña quedaba comprobado con la posible baja en los índices de accidentes de trabajo, un ejercicio como el que ahora detenemos la vista, habría tenido positivos efectos.
   Del mismo modo, y ya en el espacio laboral, habría de generarse la que fue, con los años una actividad previa, antes de realizar el trabajo, sobre todo cuando se trataba de situaciones en que el riesgo mayor era la línea viva. Por eso fue que, al impulso de un concurso más, denominado “Una plática de cinco minutos sobre seguridad”, este punto siguió siendo práctica común. En el campo se oía con frecuencia que los trabajadores, antes de iniciar la jornada estaban inmersos en la “plática de los cinco minutos”. Creo que aquí se encuentra el antecedente de esa interesante conjunción de experiencias, donde lo mismo se advertía de los peligros, que se afirmaban puntos clave en las maniobras. Ya fuese el ingeniero residente responsable, o el sobrestante, uno u otro podían poner sobre aviso a quienes no estando en condiciones óptimas mejor desistieran de no arriesgar más de lo debido. Por eso era importante




   Como ingeniero que fui, consideré siempre importante que estas reuniones se dieran frecuentemente en el campo. De ese modo el equipo de trabajo, una cuadrilla sin más, entraba en una dinámica de respaldo, apoyo, comprensión y solidaridad como no se lo imaginan. Los riesgos, ya fuese estando cerca de la “yerba” o realizando maniobras, representaba siempre la presencia de altos factores de inestabilidad que, evidentemente influían en aquellas labores. Por tanto, era necesario –y así fue-, cobrar conciencia de lo que significaba aquel momento tenso o álgido de la jornada. Al terminar aquella “angustia”, era de verse y sentirse la satisfacción habida entre los compañeros que habían cumplido con su trabajo, bajo el duro reto de la responsabilidad.

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