EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Por un hecho aparentemente cotidiano, de los
que sucedieron en otras épocas, fue que se desató fuerte campaña en contra de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A.
(CLyFC., S.A., por sus siglas) Esto
ocurrió exactamente a partir de cierto número de apagones que ocurrieron al
mediar el mes de abril de 1967.
La prensa, sobre todo aquella que estaba
plegada al estado, publicaba notas verdaderamente agresivas en contra de una
empresa que, en su opinión, no estaba dando el servicio correcto, de ahí que se
destacara lo irregular que significaba prestar servicio a los entonces poco más
de seis millones de habitantes con que contaba la zona centro del país (y
más que la zona central, la sola ciudad de México, para evitar cualquier
confusión).
Desde el Sindicato Mexicano de Electricistas (S.M.E., por sus siglas), su líder el C. Luis Aguilar Palomino expresaba
o justificaba que los servicios de la CLyFC.,
S.A. estaban muy lejos de ser los adecuados para “la zona que servimos, que
ha crecido en número de consumidores y en consumo por servicio en forma
considerable”. El hecho es que ante la frecuencia de “apagones”, además de que
los usuario se veían seriamente afectado, estaba otro sector, el de los
industriales, quien aprovechando aquel pretexto, arremetió contra empresa y
sindicato.
Varios reportajes de los que dio cuenta El Heraldo de México y que incluyo poco
más adelante, dejan ver que se puso en marcha un dispositivo para generar
entrevistas y de estas aprovechar los testimonios que dejaban sin pies ni
cabeza a las instituciones destinadas al buen servicio de electricidad. Sin embargo,
y como ya quedó apuntado, fueron los industriales que se aprovecharon de aquel
síntoma en el que, desde 1966 “el Presidente Gustavo Díaz Ordaz pidió la
reestructuración de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, con el objeto de que
se pudiera mejorar los servicios al público y evitar perjuicios al país”. Por tanto,
las denuncias que provenían del sector empresarial eran como una especie de
dardos envenenados.
Se decía en esas mismas páginas del
periódico consultado
Añadió el Jefe de la
Nación a los representantes de los trabajadores, qu deberían considerar con
serenidad, con ecuanimidad, con equidad y justicia, las peticiones que formularan
(se refería al cuadro de peticiones que significaba la revisión al Contrato
Colectivo de Trabajo) y las contraproposiciones que hiciera la Compañía de Luz
y Fuerza del Centro, para que no olviden
ni por un momento que lo que estamos discutiendo no es un negocio particular,
sino una cuestión vital, importante, para grandes sectores del pueblo mexicano,
para la tranquilidad, para el esfuerzo, para el trabajo, para la vida cotidiana
de muchos de nuestros compatriotas que esperan que todos tengamos el suficiente
sentido de responsabilidad para no crear un grave problema al país…
…terminaba diciendo
Díaz Ordaz.
En una situación muy semejante a la que se
vivió poco antes de la extinción de Luz
y Fuerza del Centro (LyFC, por
sus siglas) en 2009, la que se planteaba en 1967, parece tener cercanía y
razones. Veamos.
“Si la empresa no ha mejorado sus servicios,
no puede tampoco quejarse de la carencia de dinero.
“Como ya lo publicamos en días pasados, el
gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz ha proporcionado a la Compañía de
Luz y Fuerza del Centro más de 1,500 millones de pesos para la realización de
nuevas obras.
“Pero al parecer éstas obras han servido
poco, ya que la ciudad está en peligro de nuevas interrupciones en el
suministro de energía”.
En todo caso, era el recurso que limitaba la
expansión y mejora del servicio eléctrico y no otra causa, frente al
crecimiento lineal que se estaba dando por entonces. La zona urbana, suburbana
y conurbada en este espacio territorial de nuestro país, llegó a tener en
aquellas épocas un aumento en población, así como del que se registraba
directamente en nuevas zonas residenciales o industriales, que ante su
desmesura, rebasaban las expectativas frente a los proyectos que la CLyFC., S.A. tendría que poner en
marcha, sin afectar los servicios. Y en todo caso, quedaba claro que su imagen
se deformaba pues no se puede dar de comer a diez bocas cuando hay 20 o 30
esperando lo mismo pero que esas 20 o 30 aparecieron prácticamente de la nada.
Otra declaración vino directamente de parte
del Lic. Héctor Barona de la O, gerente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (CANACINTRA, por sus siglas) quien
apuntaba sobre la gravísima amenaza que significa para la industria la
posibilidad de quedar sin energía eléctrica en el momento menos pensado y,
visiblemente molesto, puntualizó:
“El suministro de energía es el único
sistema de la República que rompe la unidad en los servicios”.
En medio de toda aquella gama de declaraciones,
vino en seguida la publicación de una “Editorial” en el propio Heraldo de México (véase 20 de abril de
1967), donde manifestaba en lo general
las “injustificables deficiencias de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro”.
Dado lo reciente que implicaba la “nacionalización”
(y que más bien debe entenderse como una “mexicanización”) de la energía
eléctrica en 1960, “hubo razones para pensar que el funcionamiento de tan
importante recurso económico, iba a mejorar visiblemente, pues al efectuar tal
hecho el gobierno contrajo el compromiso con la nación, de dar a ese servicio
un impulso que lo pusiera a la misma altura que el progreso de México requiere.
Cierto es que la nacionalización de una empresa puede representar el desastroso
peligro de su burocratización, pero si como entonces manifestó el propio
gobierno se iba a dar a la vital provisión de luz y energía eléctrica, todo el
desarrollo indispensable para satisfacer las demandas crecientes del país, hubo
motivos para pensar que ese elemento primordial para la vida contemporánea,
entraba en un nuevo cauce de desenvolvimiento y de mejores posibilidades de
servir a México. Pero por lo que vemos a la fecha, prevaleció entonces la
burocratización sobre la modernización; se antepusieron las pequeñas ambiciones
de funcionarios de distintas categorías a los requerimientos justos e inaplazables
de la vida económica, y nuestra populosa capital y una vasta e importante
región que la circunda, han sufrido y sufren hasta la fecha las consecuencias
de una situación, en la que sin querer ahondar ni hacer cargos individuales, es
tema del comentario público que hay incapacidad en el manejo de la industria
eléctrica (…)”
Hasta aquí con ese severo juicio, en el que,
por un lado, se destacan circunstancias propias e internas, tanto en la CLyFC.,
S.A. como en el S.M.E. Las aseveraciones demasiado sesgadas, así lo plantean,
sugieren o insinúan. El hecho es que no dejaba de tener razón el editorialista
en turno, aunque sin comprender que la CLyFC., S.A. como el S.M.E. son o eran,
en tanto instituciones entes orgánicos que podrían tener buen o mal
comportamiento, dependiendo esto de diversos factores. Uno de ellos, el
principal se fijaba en las condiciones económicas o presupuestales de que
disponía la empresa. Lo demás, se garantizaba a través de los compromisos
establecidos entre ambas partes para obtener, por consecuencia un buen
resultado. Y aun así, eso no era visible ni posible.
Finalmente, en otra edición del mismo
periódico consultado (la del 21 de abril de 1967) se llegó a afirmar que “La
Compañía de Luz y Fuerza del Centro tiene un retraso de dos años en su programa
de obras, lo que da como resultado que la ciudad de México se encuentre en una
situación crítica pues están en peligro de sufrir apagones ya no solo de horas,
sino de días.
“Lo anterior fue informado ayer por técnicos
de la propia empresa –de los cuales no daremos a conocer sus nombres para
evitarles represalias- los que describieron una situación sumamente grave, de
emergencia.
“El problema es éste:
“La Compañía de Luz y Fuerza del Centro
tiene plantas que sólo generan el 20 por ciento de la energía que distribuye al
público. El 70% restante es generado por la Comisión Federal de Electricidad,
la que vende el fluido a la compañía a un precio muy bajo (efecto que siguió
siendo utilizado hasta antes de la extinción. N. del A.).
“El precio a que vende la energía la
Compañía de Luz es caro; mucho más alto que el que se paga en las grandes
concentraciones urbanas e industriales de los Estados Unidos. Esto solo es
atribuible a una mala administración.
“No se puede afirmar que haya escasez de
energía: para la zona que cubre la compañía, se tiene una capacidad de
generación de 2 millones de kilovatios, 100 mil más que la demanda que es de
1.9 millones de kilovatios.
“Sin embargo, esa energía no puede ser
utilizada adecuadamente, debido al retraso de dos años que tiene la Compañía de
Luz y Fuerza del Centro en su programa de obras, principalmente en lo que se
refiere a la construcción de nuevas subestaciones y la reposición de redes de
distribución”.
El reportero concluye con lo que parece
representar era EL ORIGEN DEL PROBLEMA:
Como se puede ver, es demasiado grave la
situación de peligro en que se encuentra la ciudad de México. Interrogamos a los
técnicos sobre el origen del problema.
Les preguntamos si la interferencia sindical
había provocado el problema. Ellos contestaron que en una mínima parte.
¿Se podía sospechar de una falta de
capacidad técnicas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro), preguntamos. Ellos
contestaron que cuentan con técnicos de los más capaces del país.
“La mafia del señor Garduño (se refieren al
Lic. Eduardo Garduño, entonces nuevo Presidente y Gerente General de la
Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A.) tiene una gran culpa –señaló uno de
los técnicos- porque no han dejado desarrollar los planes de quienes sí conocen
la realidad del problema. Se ha integrado una especie de élite, de estado mayor
de Eduardo Garduño y sus miembros que son los únicos que deciden lo que se
hace, y los únicos que incluso tienen acceso a los planes generales de la
empresa. Actúan, francamente, como si la Compañía de Luz siguiera siendo
extranjera y no se hubiese convertido en una empresa de interés social”.
“Un técnico llegó a afirmar: “Reconocemos
que toda la ciudad está en peligro. Y haciendo una comparación con ciudades de
los Estados Unidos y Europa, el problema de la ciudad de México es
espantosamente grave”.
“La energía la cobra cara la Compañía de Luz
y Fuerza del Centro ya que por la concentración urbana e industrial a que
presta servicio, el precio debería ser el más bajo de todo el país. Por otra
parte, se han invertido más de 1,500 millones de pesos en los últimos tres
años, en nuevas obras, según ha dicho Garduño.
“Sin embargo, la ciudad de México se
encuentra en una situación de emergencia”.
He allí el quid del asunto. Al parecer todo
para indicar que los propios administradores bloqueaban, y daban línea a lo que
sí y a lo que no. Fenómeno aparentemente sintomático que pervivió y que luego,
hizo agua en sexenios como los de Ernesto Zedillo, Vicente Fox hasta quedar
eliminados para siempre, como sucedió en el infausto que le correspondió a
Felipe Calderón.
Para concluir, con estos datos, apenas una
breve síntesis de lo que sucedía al interior de la empresa, pero que era el
blanco del conflicto aquí ventilado, puede entenderse como uno más de los
capítulos en que el estado fue cercando lentamente a este sector y ya, para
2009 terminó poniéndolo ante el paredón, entregándolo –en apariencia a C.F.E.-.
Pero la realidad es que se le ponía, en charola de plata a los capitales
extranjeros quienes todos, como en su propia casa, podían entrar y salir, pues
contaban con la llave que había sido confeccionada con verdadero arte a partir
de la Reforma energética y sus leyes secundarias. Hoy, ya lo vemos, su
consecuencia aplasta a usuarios no sólo en términos de lo caótico que todavía
arrastra la C.F.E. para emitir recibos correctamente, sino también en lo que
respecta a otros elementos como el gas, el teléfono, la gasolina o el diesel,
que ya decía, manejan a su antojo los capitalistas extranjeros.
Gracias de veras por la llegada de esa
Reforma energética y sus leyes secundarias. Pero el hecho es que han producido
una grave afectación a los habitantes de este país, quienes seguimos
padeciendo, y seguiremos, eso parecer ser el futuro, hasta en tanto no existan
condiciones de una renacionalización, tal como estaba planteada en el ya
inexistente art. 27 de la Constitución Política de este país, que por cierto,
¿cómo se llama?
A continuación, tendrán ustedes oportunidad
de leer íntegramente los textos aquí consultados y analizados.
A lo mejor, todo esto se inscribe en el principio del fin para una empresa supuestamente "nacionalizada", a la cual fueron ahogando lentamente, hasta que fue necesario declarar la extinción.