LUZ
y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA y SUS AUTORES INVITADOS.
SELECCIÓN DE: JOSÉ
FRANCISCO COELLO UGALDE.
Siempre que sale a la “luz” el nombre de
Frederick Stark Pearson, quienes nos sentimos electricistas, entendemos que este
ingeniero norteamericano representó la contundente presencia de un personaje
clave en los orígenes de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. Su
impronta no solo quedó plasmada en nuestro país. También dejó una reconocida
trayectoria en los propios Estados Unidos, Brasil y Cataluña, por lo que de
este último sitio, se recoge en esta ocasión un interesante texto de Emilio
Fernández Maldonado, General de Bridada de Infantería, DEM en la propia ciudad
catalana y quien publicó la presente colaboración en agosto de 2007. Por tal
motivo, me parece de vital importancia incluir en esta sección de invitados
especiales al Sr. Fernández Maldonado y sus impresiones al respecto de Pearson.
Y Pearson dijo: hágase la
luz en Cataluña.
Dentro de nada, en un suspiro en el frenético
caminar de la historia contemporánea, se conmemorará la llegada de una luz
nueva a Cataluña de la mano de un americano visionario que, al primer golpe de
vista, vislumbró un futuro esplendoroso que enseguida puso en marcha con un
entusiasmo tal que, después de casi cien años, aún resuena entre los
acontecimientos más decisivos de la época.
A veces, la historia es fácil de contar porque en su momento los hechos
que se produjeron también lo fueron. Y eso es lo que ocurrió a principios del
pasado siglo XX cuando el matrimonio virtual entre un americano providencial y
un catalán generoso y abnegado, puso en marcha una de las iniciativas más
fundamentales en el devenir industrial de Cataluña y una parte importante del
resto de España pero, fundamentalmente, en el Principado, desde las orgullosas
montañas leridanas hasta las tibias aguas de la costa mediterránea.
Pero la historia comenzó mucho antes. Comenzó cuando Frederick Stark
Pearson, futuro ingeniero y financiero, nació un 3 de julio de 1861 en Lowell,
Estado de Massassuchets (Estados Unidos) hijo de Hannah y Ambrose, del que
tempranamente quedó huérfano debiéndose enfrentar a la vida, como muchos otros
jóvenes en su época, con precariedad de medios, afectos y consejos de su
progenitor en un mundo difícil que comenzaba a rodar por la senda de una voraz
industrialización.
Gracias a los esfuerzos de su madre consiguió trabajo en la compañía de
ferrocarriles en la que su padre había sido destacado ingeniero, la Boston and Lowell Railroad,
ejerciendo desde el comienzo el importante cargo de jefe de estación de Medford
Hillside. De esta forma pudo ayudar a que su familia, madre y tres hermanos más
pequeños, enfocasen su existencia medianamente situados. Corría el año 1878.
Pero Fred pronto comenzó a demostrar sus anhelos de triunfar en la vida
por otros derroteros más amplios y, compaginando su trabajo con los estudios en
la cercana Universidad de Tufts, se graduó en Ingeniería Química, Eléctrica y
Minera en 1883, obteniendo el siguiente año un master que le permitió conseguir una plaza de
profesor auxiliar de química en el Instituto de Tecnología de Cambridge
(Massassuchets).
Pero el carácter inquieto de Pearson le impulsaba a nuevos retos y dos
años después, en 1886, puso rumbo al sur donde desarrolló una intensa actividad
en Tejas y Méjico, con la excusa de la búsqueda de metales preciosos, y después
en Brasil, con experiencias en los campos petrolífero e hidroeléctrico, donde
consiguió éxitos que más tarde pondría en práctica precisamente en Cataluña.
Regresó a Estados Unidos, concretamente a Boston, fundando diversas
compañías que le permitieron adquirir fama de eficaz financiero, como la West and Street Railway que
tenía el monopolio de la red urbana de transporte de la ciudad, una red aún en
manos de la tracción animal en sus desvencijados e incómodos tranvías que
Pearson pronto mecanizó con notable éxito.
Mientras tanto había contraído matrimonio con Mabel Ward, también nacida
en Lowell, el día 7 de enero 1887. Posteriormente tuvieron dos hijos y una
hija.
Su carrera continuó, trabajando como asesor en las empresas Dominion
Coal Company, Brooklyn Heights Railway Company, Electrical Development Company,
Light Eléctrica Company de Sommerville y Makefield Light Company, colaborando
en la fundación de las dos últimas.
En 1894 desarrolló un novedoso sistema eléctrico en Boston y ese mismo
año se convirtió en ingeniero jefe de los ferrocarriles metropolitanos de la
ciudad de Nueva York.
Pero no adelantemos acontecimientos. Nos encontramos en 1893 y Pearson
se encuentra desarrollando la ingente tarea de electrificar las más importantes
ciudades americanas y canadienses, como fue el caso de Toronto.
Volvió a Nueva York, como decíamos, con el cargo de ingeniero jefe de la
red urbana de transporte, la Metropolitan Street Railway Company, pero en 1894
la empresa le trasladó a Europa para adquirir experiencia en el tendido de
cables eléctricos subterráneos como fuerza motriz de los tranvías americanos.
En 1898, muy fatigado y con algunos problemas de salud, se desplazó a
Europa nuevamente, concretamente a Suiza y norte de Italia donde, además de
seguir algunos tratamientos médicos, se dedicó a estudiar con gran atención el
sistema eléctrico de esos países, pioneros en las nuevas técnicas de ahorro
energético. La experiencia fue definitiva pues encontró su verdadera vocación:
la construcción y explotación de grandes centrales hidroeléctricas.
Estamos a comienzos del nuevo siglo y Pearson continuó su tarea
profesional con nuevos bríos. En 1901, fundó la Mexican Ligth and
Power Company y la
Brazilian Ligth and Power Company, y abordó la construcción
de una monumental presa y su consiguiente central hidroeléctrica que conseguía
producir la energía necesaria para que, a través de una novedosa red de
distribución, llevar la luz a más de 150 km de distancia, hecho que puede considerarse
todo un récord en la época.
Dos años después realizó importantes infraestructuras de similar calibre
y entidad en las dos principales ciudades de Brasil, São Paulo y Río de
Janeiro, y en 1907 otra en Nueva York a cargo de la Electrical Development
Company.
El año 1911 es singularmente importante en nuestra historia pues marcó
el comienzo de su actividad en España, concretamente en Barcelona, donde
participó en su electrificación impulsando un estudio sobre las posibilidades
de la cuenca del Ebro en su vertiente pirenaica (Noguera Pallaresa y Segre) de
cara a la producción de energía eléctrica. Ese mismo año promovió la creación
de dos grandes empresas multinacionales: la Company
Power and Light
Traction, creada el 12 de septiembre en Toronto (Canadá), de ahí el nombre
por el que era conocido de La
Canadiense o La
Canadenca, en catalán, y la Ebro
Irrigation
and Power Company Limited (Riegos y Fuerza del Ebro), en Barcelona,
el 14 de diciembre del mismo año.
Y no suficientemente satisfecho con su específica actividad industrial
aún tuvo tiempo para proponer una original ordenación urbanística de Barcelona
en tres grandes zonas: comercial y de servicios, residencial e industrial.
Pero, volvamos atrás. Pearson llegó a Barcelona procedente de Londres,
con escala en Madrid, en el mes de junio de 1911, para entrevistarse sobre el
propio terreno con su buen amigo Carlos Montañés, un ingeniero catalán con el
que había establecido unas excepcionales relaciones humanas y profesionales y
que, poco antes, en la capital londinense, le había contado la vida y milagros
de una Barcelona con 600.000 habitantes, una pujante industria y unas
posibilidades de expansión que ya se aventuraban desde comienzos del siglo y
que solo esperaba el impulso decidido de un cambio de mentalidad que concretase
los sueños en proyectos plausibles de la mano del progreso energético. En
aquella altura, la mayoría de centros de producción de las áreas del Barcelonés
y del Vallés utilizaban como fuerza motriz el vapor generado por el consumo
desenfrenado del carbón. Si se conseguía sustituir esta energía cara y
contaminante en exceso por la más barata y limpia de las centrales
hidroeléctricas Cataluña se pondría a la cabeza del progreso industrial no solo
de España sino también de Europa.
Pearson, hombre de decidido carácter y de difícil trato por su
inagotable energía a la hora de llevar sus asuntos, salió entusiasmado de la
capital del Principado, con las ideas muy claras de que el futuro de Barcelona
estaba en su electrificación y que ésta debía buscarse no muy lejos, en el
Pirineo leridano, a base de grandes presas y saltos de agua como aquellos que
había construido en su periplo sudamericano.
No dejó respirar a su buen amigo Montañés quien, antes de su partida,
recibió toda clase de oportunas y meridianas órdenes para ponerse a trabajar en
un proyecto que Pearson tenía ya completamente diseñado en su cabeza.
Después de decidir que la mejor zona para llevar a cabo su idea era la Conca de Tremp y de arreglar
ciertos problemas con la adquisición de los derechos sobre las aguas del río
Noguera Pallaresa, Pearson decidió, como ya vimos, la creación de dos empresas.
La primera vio la luz legal con un capital social de 45 millones de
dólares y una finalidad empresarial muy clara: explotar hidroeléctricamente la
zona del Pirineo leridano con objeto de electrificar Cataluña y territorios
limítrofes.
Esta empresa, denominada Barcelona
Traction Ligth and Power Company Limited, era en realidad un
conjunto formado por unas compañías ya existentes, relacionadas con la
explotación de energía eléctrica, a las que se agregaron otras nuevas, como lo
fue la que a nosotros más nos interesa, la Ebro
Irrigation
and Power Company Limited que se legalizó en Barcelona, como
decíamos, con un capital de 2 millones de dólares.
Esta empresa, conocida entre nosotros por “Riegos y Fuerza del Ebro” fue
la que llevó el peso de las obras que se realizaron en Cataluña y que abarcaron
aspectos complementarios del que a simple vista parecía ser su único fin: la
producción de energía eléctrica. En realidad, las cosas fueron cambiando a
medida que se desarrollaba le proyecto, sobre todo teniendo en cuenta que el
asentamiento de la idea en la comarca elegida, el Pallars Jussà, no fue fácil y
hubo que ir adaptando nuevas expectativas para crear un clima favorable. De esa
forma, fueron apareciendo proyectos nuevos como la participación en el viejo y
malhadado del ferrocarril de Lérida a Francia por el Noguera, mediante tracción
eléctrica esta vez, el apoyo al desarrollo de la zona mediante el
aprovechamiento intensivo del agua por una tupida y moderna red de riego y el
impulso necesario para favorecer un posible asentamiento futuro de nuevas
industrias.
El tema del ferrocarril tuvo que aparcarse pronto pues nunca hubo una voluntad
política de construirlo a pesar de los esfuerzos realizados por la comarca
desde hacía muchos años. De hecho solo llegó a Tremp el año 1950.
En relación con el desarrollo económico de la zona a través del riego se
aprobaron proyectos de construcción de tres canales para regadío, dos en la
margen derecha del río y uno en la izquierda. Además, dentro de la política que
la Compañía
tuvo que adoptar para facilitar su implantación inicial, se aprobaron
concesiones de agua para la red de riego existente, así como otras para
necesidades del municipio de Tremp y el abastecimiento a la población, fuerza
para todas las localidades de la
Conca, en total había 24 en aquella época, y energía para uso
industrial y agrícola con significativos descuentos para las industrias que se
establecieran en la zona comprendida entre los Terradets y La Pobla de Segur.
Asistimos al comienzo de una secuencia
de actuaciones encaminadas a la construcción de una serie de presas que
sembrarán el Noguera Pallaresa y el Segre de centrales y que serán la envidia
de media Europa. Y todo comenzó en el mes de junio de aquel año, con la primera
de las siete visitas que Pearson realizó a Tremp a lo largo de su vida.
El proyecto original de construcción de presas y centrales eléctricas
comprendía un rosario a lo largo del río Noguera Pallaresa que comenzaba en
Sossís, cerca de La Pobla
de Segur hasta Camarasa y otras en el cauce del Segre.
De esta forma, por lo que al Noguera se refiere, fueron construyéndose
las siguientes centrales: Sossís en 1913, Talarn en 1916, Camarasa en 1920,
Gavet en 1931 y Cellers en 1935 y tres grandes embalses, el de San Antonio, el
de Terradets y el de Camarasa. En la cuenca del Segre, la central de Serós en
1914 y la central y embalse de Sant Llorenç en 1930.
La primera obra que se llevó a cabo fue la apertura de una carretera por
el desfiladero de los Terradets, imprescindible para poder pasar la maquinaria
necesaria de una forma rápida desde Lérida habida cuenta que el trayecto
habitual discurría por Artesa de Segre. La siguiente obra fue la construcción
del canal y la central hidroeléctrica de Sossís, cercana al Pont de Claverol,
que sirvió de proveedora de energía eléctrica al resto del proyecto. La obra
apenas duró once meses entre julio de 1912 y junio de 1913.
En 1914 las obras se vieron paralizadas por el comienzo de la Primera Gran Guerra
toda vez que los créditos fueron congelados por los bancos europeos y
americanos que financiaban el proyecto. En julio del siguiente año, no
obstante, se reiniciaron los trabajos y pocos meses después comenzó a
almacenarse agua completándose el llenado en mayo de 1916.
La red de saltos, presas y centrales tuvo un complemento imprescindible
sin el que nada hubiera sido posible: la distribución hasta llegar a Barcelona,
objetivo primordial del proyecto Pearson. A medida que aquéllas iban poniéndose
en funcionamiento la red de distribución avanzaba implacable camino de
Barcelona por tres ejes o “autopistas” eléctricas que enlazaban la producción
con el consumo. La primera unía Serós con Camarasa (donde se añadía la línea La Pobla de Segur-Tremp) y, a
través de Cervera e Igualada, llegaba a Sants, una sub-estación creada al
efecto; la segunda partía también de Serós llegando a Mora y Reus para terminar
también en Sants y la tercera, desde Capdella pasando por La Pobla de Segur, Manresa,
Tarrasa y Sant Andreu, la otra sub-estación que se construyó en el área del
Barcelonés.
Existe una coincidencia objetiva en todos los que han historiado a la Compañía consistente en
definirla como un fenómeno económico-social, verdadera adelantada en su época,
pues supo ver con idea de futuro el inmenso potencial que Cataluña podía
desarrollar a través de nuevas técnicas como la electrificación masiva
aprovechando el caudal de sus ríos montañeros que, irremediablemente y sin
reportar beneficio alguno, acababan perdiéndose en el mar.
Si nos referimos, por ejemplo, a la Comarca del Pallars Jussà, recordamos que a
principios del siglo XX se trataba de una zona alejada de los sectores
productivos y prósperos del país al estar sometida a la tiranía secular de una
geografía áspera y difícil que paulatinamente la iba ahogando en una economía
de montaña, sin posibilidades reales de expansión y progreso. Es verdad que
algunas cosas se iba arreglando con mucho esfuerzo, como las comunicaciones,
que habían sufrido un impulso grande en el último cuarto de siglo anterior con
la construcción de las carreteras a Tremp, La Pobla de Segur y Sort, procedentes de Artesa o el
comienzo, en 1907, de la construcción del ferrocarril hacia la frontera
francesa después de décadas de un impasse de carácter fundamentalmente
político. Pero no fue suficiente y la actividad económica quedó reducida a la
agricultura y ganadería y un comercio vecinal a base de las típicas ferias y
mercados de antecedentes ancestrales pero de localizado ámbito económico.
Ni que decir tiene que las condiciones
de vida, en todos los aspectos, seguían paralelas a este desarrollo
socio-económico y la típica austeridad montañesa era la principal virtud en la
que asentar el inmediato fututo.
Por eso, no cabe la menor duda que el impacto de La Canadenca en la comarca
no fue únicamente económico sino también social pues a través de lo primero se
consiguió un desarrollo espectacular que aún nos alcanza. Sin pretender ser
exhaustivos, hemos de poner sobre el tapete objetivo de la historia de Tremp y
su comarca los siguientes logros: resurgimiento de la Comarca en tiempos
difíciles, económica y políticamente hablando, incremento del estado de
bienestar de la zona fruto de la constante ampliación de las redes de
comunicaciones y marcadores de progreso como la potenciación de su
electrificación, con el consiguiente beneficio en todas las actividades
económicas, tanto en la agricultura como en la incipiente industria que se fue
creando alrededor de las obras, aumento de las inversiones, creación de puestos
de trabajo, implantación de empresas de todo tipo, aumento del comercio, el
transporte, la demanda de bienes de consumo, floreciente expansión del sector
habitacional, etc.
No obstante, el impacto social, coherentemente, se tradujo también en
efectos negativos que pronto sufrieron los apacibles vecinos de la comarca que
pasaron a “disfrutar” de una gran calidad de vida mezclada con los rigores de
un progreso mal organizado y peor digerido. Aumento de precios, crecimiento
irregular y desordenado de los servicios, proliferación de establecimientos de
ocio, bares y tabernas de todo tipo, casas de juego y de tipo sexual sin
control alguno, trifulcas y falta de seguridad, delitos en pujante alza y, en
fin, caos y discordia, falta de armonía y deterioro de los valores típicos de
las poblaciones montañesas.
La conclusión, no obstante, no puede ser negativa, ni mucho menos y por
eso la valoración del impacto de La Canadenca en la comarca debe considerarse no solo
positivo en términos reales, sino fundamental e imprescindible para entender el
hoy del Pallars. Nada hubiera sido igual sin el Doctor Pearson y su Compañía, a
pesar de los inconvenientes que a veces depara un progreso rápido y arrasador.
Pero nuestro querido personaje no pudo
ver terminada ninguna de esas obras pues la muerte se interpuso dramáticamente
en su camino cuando apenas contaba 54 años de edad.
Cuando estalló la Guerra y comenzaron los
problemas en la recepción de los fondos necesarios para poder continuar las
obras, Pearson consiguió salvar la
Compañía mediante un crédito de 800.000 libras
concedido por bancos ingleses en unas condiciones que aconsejaron renegociar la
deuda anterior así como las garantías hipotecarias, necesitando para ello del
acuerdo explícito de los accionistas y restantes grupos financieros que
participaban en el proyecto. Junto a su esposa, embarcó en el puerto de Nueva
York a bordo del “Lusitania” con objeto de asistir el día 11 de mayo de 1915 en
Londres a la perceptiva reunión del Consejo de Dirección.
Pero nunca llegaron porque el día 7 el barco fue hundido por un
submarino alemán en aguas territoriales de Irlanda, malogrando un prodigio de
talento financiero y emprendedor industrial que destacó sobremanera a caballo
del siglo XX, anticipando la modernización de nuestra Comarca y su desarrollo
socio-económico y cultural en muchos decenios y la de Cataluña, lanzada hacia
el futuro de la mano del progreso industrial.
Y los catalanes, generosos y agradecidos como pocos, muy pronto
expresaron su reconocimiento a tan insigne patricio. En 1928 se inauguró en
Barcelona un Monumento a su memoria en Padralbes. Tiene también una avenida a
su nombre en el distrito de Les Corts concedida por el Ayuntamiento en Pleno
del día 11 de mayo de 1915, es decir, cuatro días después de su fallecimiento y
una calle en Tremp, precisamente el paseo más importante de la ciudad que, ocho
días después de su desaparición, el Ayuntamiento le ofreció como muestra del
eterno agradecimiento de la comarca por su benefactora actuación.
Emilio Fernández Maldonado
General de Brigada de Infantería DEM
[Agosto de 2007]
Una
exclusiva para Portal ASASVE