CENTROS DE TRABAJO EN
LUZ y FUERZA. ORÍGENES y DESARROLLO.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Hoy, en este 2015 que ya está avanzando, no
se tiene claro cuál es el destino de la célebre biblioteca del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Este importante compendio bibliográfico ha sido objeto del desdén, como si se
tratara de un estorbo, pues se le ha ubicado en los sitios menos apropiados, ya
sea para que una intensa lluvia termine inundando aquellos sitios donde se
encuentra; o por el hecho de que ya dañada la colección se sometiera a los
naturales “descartes”. O que el sitio destinado para su consulta fuera una
auténtica sala de conversación, donde no sólo se ocupaba con ese propósito sino
que podían entrar vendedores y se ofrecían todo tipo de alimentos, por lo que
el silencio, única razón de su existencia, no existía.
La actual dirigencia no tiene claro que
tiene un auténtico tesoro, pero la guarda “celosamente” en no sé qué lugar sin
estar al alcance de los lectores, interesados o investigadores que no tienen
acceso a tan valiosa colección. Ojalá que la justicia procure mover o
sensibilizar a estos señores para que un día ocupe dignamente el lugar que
merece… De no ser así, la Biblioteca del S.M.E. está condenada a desaparecer.
Veamos cómo era elogiada su presencia y su existencia allá por 1966. Siendo
esta una sección dedicada a los diversos centros de trabajo que existieron al
interior de Luz y Fuerza del Centro, no puedo omitir, por obvias razones, sobre
todo aquello que también sucedía en otras tantas instalaciones que
pertenecieron y siguen perteneciendo al S.M.E. Toca en esta ocasión, como ya se
ha hecho notar, el caso de la entrañable como olvidada Biblioteca.
Con la nota de Manuel Oropeza Castro que
entonces era el encargado de la Biblioteca del SME nos daremos cuenta de la
forma en que vivió mejores tiempos. Y es Oropeza Castro en esa entrevista hizo
un auténtico elogio al libro, a la biblioteca.
LUX. La revista de
los trabajadores,
año XXXVIII, N° 152 del 30 de junio de 1966, p. 33-35.
La biblioteca del Sindicato Mexicano de
Electricistas, que está al servicio de los trabajadores y agremiados del mismo,
cuyo acervo bibliográfico está formado con las siguientes obras, siendo las
principales: Obras de arte: música,
pintura, arquitectura, dibujo, grabado, fotografía, arte antiguo, arte
contemporáneo y moderno de México y arte general o universal. Literatura: novelas, ensayos, críticas,
cuentos, poesías, misceláneas, cartas, oratorias y otras obras de género
literario. Ciencias sociales: economía,
derecho, sociología, constituciones, legislaciones, socialismo, administración,
memorias, sobre diplomacia, finanzas, comercio, transportes, folklore, etc. Ciencias puras: matemáticas, botánica,
zoología, biología, física, química, geología, astronomía, topografía. Ciencias aplicadas: medicina, higiene,
anatomía, fisiología, histología, embriología, patología, cirugía, ingeniería,
agricultura, economía doméstica, industrias químicas, industrias mecánicas,
construcción, etc; contamos también en el acervo obras de historia, geografía,
biografías, descripciones de viajes. Todas estas obras son de autores famosos y
autoridades en la materia. También tenemos cinco colecciones completas,
Austral, Labor, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, Escritores
Mexicanos, Biblioteca del Estudiante Universitario. Entre el acervo contamos
(con) suficientes obras de consulta o de referencias que las hemos agrupado en
los estantes especiales por ser obras valiosas y de ediciones agotadas, por lo
que tenemos que tratarlas con sumo cuidado.
Para ser consultadas todas estas obras,
hemos elaborado nuestro catálogo diccionario que contiene autor, título y
materia, sin ello no sería posible que el lector supiera las clases de obras
que guarda nuestra biblioteca.
Como principales fines de toda biblioteca,
son los de instruir, documentar y recrear.
Es una satisfacción para el Sindicato
Mexicano de Electricistas el tener establecido el servicio de préstamo a
domicilio, para sus trabajadores y agremiados; por experiencia no se desconocen
los peligros a que se exponen los libros al salir fuera del local, tales como
riesgo en el transporte, extravío, robo, morosidad para su devolución, etc. Se
considera que es importante y urgente la ilustración o preparación de los
agremiados de esta agrupación.
Últimamente se ha mejorado el control tanto
del servicio de préstamos a domicilio como el préstamo en la sala de lectura de
la misma.
La cuestión del manejo del préstamo a
domicilio, ha sido tratado con criterio diametralmente opuesto por los
distintos países civilizados; son muy contadas las bibliotecas nacionales que
dan servicio a domicilio, y México ha optado el mismo sistema; únicamente
cuatro bibliotecas tienen servicio de préstamo a domicilio con muchos
requisitos: la Biblioteca Central,
de la Ciudad Universitaria; la Biblioteca
de Antropología, de la Secretaría de Educación Pública; la Biblioteca México, de la misma
secretaría; la Biblioteca Benjamín
Franklin, de la Embajada Norteamericana.
La biblioteca ha desempeñado papeles muy
importantes en distintas épocas, la mayoría de los gobernantes han pensado educar
a sus gobernados fundando bibliotecas. La historia dice que el hombre ha tenido
necesidad de cultivarse desde que tuvo el uso de razón; en consecuencia,
llegamos a esa casa de libros que es la biblioteca, morada eterna de la
sabiduría, que viene a constituir la suprema aspiración de todos los hombres
cultos de todo espíritu selecto.
Por la misma razón, las bibliotecas
existieron desde la más remota antigüedad estando su uso vedado a las mayorías;
Babilonia fue el escenario de una gran actividad intelectual bajo el reinado de
los monarcas asirios, y, especialmente, de Sardanápalo, el cual hizo construir
una biblioteca de tabletas de arcilla con caracteres cuneiformes, la forma
usual para escribir desde los tiempos de la remota Sumeria. Otra de las bibliotecas
más antiguas que menciona la historia, es la del soberano de Egipto,
Osymandias, que estableció en su palacio de Tebas y en el pórtico de la misma
mandó colocar la siguiente inscripción: Remedios
del alma.
El origen de las bibliotecas en México se
remonta al siglo XVI, después de la conquista; con la llegada de los misioneros
aparecieron los primeros libros, que al principio fueron ocupados para la
enseñanza del nuevo dogma en las iglesias y escuelas, que vinieron a constituir
la base de las bibliotecas en los conventos.
Como parte de nuestro trabajo
administrativo, constantemente hemos estado revisando los expedientes de
préstamos de libros, y hemos encontrado que muchos compañeros tienen adeudo
desde hace más de veinte años a esta fecha, de los cuales les estamos enviando
recordatorios a sus domicilios. En esta forma ya recuperamos parte de las obras
prestadas de esas fechas, algunas de ellas muy valiosas e importantes, como: Germania. Dos mil años de historia alemana,
por Juan Scherr, Radio electricidad
médica, por Hugo Walter Reilly. Construcciones
de hormigón armado, por Kersten, C. Principles
of Electricity and Electromagnetism, por Garlord P. y así sucesivamente
vamos logrando que libros que se consideraban ya perdidos, han vuelto a formar
parte del acervo bibliográfico de nuestra biblioteca. Este trabajo requiere
mucha tenacidad y gracias a la cooperación de todo el personal de la misma,
estamos logrando nuestro objetivo para poner nuevamente a la disposición de
nuestros compañeros estas maravillosas obras.
El bibliotecario es considerado “el alma de
la biblioteca”; el 75 por ciento del éxito de una institución bibliográfica se
debe de su capacidad técnica. El bibliotecario en la actualidad no debe ser
simplemente el conservador o guardián de los libros que todavía se conoce, o el
mercenario que a falta de otra ocupación desempeña un empleo cualquiera en una
biblioteca, sin más ideal que el sueldo que percibe. Su misión es mucho más
noble y trascendental: es el organizador de los tesoros intelectuales que tiene
a su cargo, para ser debidamente utilizados; el colaborador de los sabios en
sus trabajos e investigaciones; el divulgador del saber entre todas las clases
sociales y el educador real y efectivo del pueblo de la comunidad. También debe
tener una sólida y amplia cultura, una preparación especial en todas aquellas
materias que se refieren a la organización, catalogación, clasificación y
administración de bibliotecas; conocimiento de alguna legua o lenguas
extranjeras, amor al trabajo, moralidad, etc.
El objeto principal de clasificar los libros
que guarda una biblioteca, es poder tener juntos en los estantes todos los
libros que traten de una misma materia y cerca los unos de los otros, que se
relacionan del mismo asunto; por ejemplo, publicaciones que contienen asuntos
diversos y de distintos autores; las colecciones también se consideran en el
grupo de obras generales; obras de filosofía junto con las demás obras de la
misma índole; ciencias sociales, igualmente en el mismo anaquel, y así
sucesivamente. Cuando un lector se interese de literatura, encontrará todo el
material referente a dicho asunto y la totalidad de obras de literatura,
poesía, teatro, novela, etc., agrupados en los estantes.
La selección de libros es tan importante,
que puede decirse que el éxito de una biblioteca depende por igual de la clase
de libros que contenga y del bibliotecario encargado de la institución. Hay,
pues, que darle la necesaria atención, a fin de conservar en los anaqueles sólo
aquellos libros u obras que contribuyan a levantar el nivel intelectual moral
del pueblo. Teniendo experiencia un bibliotecario en su trabajo, está en
aptitud de poder cumplir una de sus obligaciones más importantes, guiando al
público lector en sus lecturas, recomendándole y sugiriéndole la clase de obras
que debe consultar para su desarrollo mental y moral.
Se ha llegado a reconocer que el libro es la
creación más importante del hombre, y que siendo tan antiguo como la escritura,
fue engendrado por el deseo innato en todo ser racional, de proclamar sus
sentimientos, invenciones y progresos, y transmitirlos a las nuevas
generaciones. Algunos creen que también intervino en su creación, el afán de
dejar a la posteridad un recuerdo de sus acciones y de su personalidad. Puede
decirse que cuantas materias más o menos consistentes ha producido la
naturaleza, han sido aprovechadas por la agudeza del ingenio humano para
perpetuar en ellas la escritura. La piedra, la tierra cocida en forma de
ladrillo, los metales, las hojas de los árboles, la madera, etc., han sido
fieles depositarios y trasuntos de las diversas etapas de la civilización del
hombre.
Hago hincapié que las novelas y los cuentos
para niños son los libros que más se leen en las bibliotecas, debido a su
carácter recreativo. Las novelas no sólo pueden proporcionar un rato de
agradable distracción, sino que muchas veces contribuyen a formar el carácter y
a ampliar la cultura de las personas. Para obtener estos resultados, las
bibliotecas deben ofrecer al público sólo aquellas de autores notables, con
temas inspirados en altos ideales; que sean muy amenas, que presenten con
exactitud la personalidad de los protagonistas, que estén escritos en lengua
correcta con términos fáciles y, en general, que dejen en el lector emociones
profundas, bellas, inspiraciones elevadas. Hay que excluir de las bibliotecas
las novelas inmorales y otras publicaciones pornográficas.
Ojalá que estas notas, llenas no solo de
recuerdo, sino de un incomparable afecto a los libros, represente la
posibilidad de que la actual dirigencia del SME ponga lo mejor de su parte para
salvar lo que queda de esa famosa colección bibliográfica que, en sus mejores
tiempos llegó a tener más de 10 mil volúmenes. Hoy día, bien a bien no sabemos qué
quede de ella y en qué condiciones.