POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
A invitación, sugerencia o insinuación de la
fotografiada, la portada de LUX muestra un tono color naranja. Y es que, quien
parece ser Norma Talmadge, actriz de cine mudo, cuya figura pudo haberse dado a
conocer en las exhibiciones de la época, en algo que no solo fue aquella
estela. También la de sus encantos, debajo de un naranjo que por eso los
editores de la revista decidieron darle el lugar de honor:
Portada de la revista LUX, octubre
de 1928.
De inmediato, la “Página del Comité” se
engalanó con la firma del entrañable Mateo Huarte, entonces Subsecretario de
Trabajo, quien invocó a la “Justicia”, como elemento de su discurso, mismo que
desborda a partir de ciertos y delicados acontecimientos que tuvieron lugar en
la “hermana División de Necaxa” debido al trato autoritario que manifestaba el
que fuera superintendente de la planta, un señor de apellido Proamer, quien al
excederse en sus funciones generó una serie de quejas. Derivado de ello, y en
un primer intento se formó una Comisión, misma que se trasladó hasta la planta
para entrevistarse con el causante de aquellos conflictos. Parece no prosperó
aquel empeño y la cosa empeoró al entrar en juego personas ajenas al Sindicato.
Tal fue la dimensión del problema que, Mateo Huarte mismo, designado para
acompañar al Secretario General en nueva comisión, acudieron el día 15 de
octubre de 1928 para visitar al señor W. H. Fraser, entonces Gerente General de
“The Mexican Light and Power Company, Limited”, o lo que es lo mismo la
Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. a quien pusieron al tanto de
aquel caso. Tal era la dimensión del mismo, que Fraser les prometió
acompañarlos, cosa que ocurrió un día después, cuando se encaminaron con rumbo
a la planta hidroeléctrica de Necaxa.
Llevadas a cabo las discusiones, y formado
el comité resolutivo, este tuvo que enfrentar la actitud temperamental de
Proamer, “que no se presta a esta clase de discusiones”, todo ello frente al
Sr. Fraser, a quien se le pidió constantemente “justicia por los atropellos
cometidos por los trabajadores, por los señores Proamer y Naier”, este último
también sujeto de cuestionamiento, convertido en esos momentos en un “mal
elemento para los trabajadores de esa División, sino aun para la República pues
parece ser un mal extranjero y de muy malos antecedentes”. El punto central de
todo aquello fue juzgar a Proamer quien “no es un hombre capacitado para tratar
con gente trabajadora de esta naturaleza, que si es verdad que no se les debe
tratar con mimos y palabras dulces, sí, con rigor, pero dentro de la decencia y
justicia a que un trabajador cumplido y honrado tiene derecho, pues muy fácil
le fue al señor Fraser comprender esta razón que muy atinadamente convirtió en
justica, acordado que el señor Superintendente fuera removido para evitar
futuros trastornos”.
Aún así, la redacción de LUX cuestionó algunas palabras emitidas
por Huarte. Aquí una muestra.
“Su poca costumbre de escribir para el
público, le hace incurrir impensadamente en otra falta de expresión, que quizá
suene mal en algunos oídos de compañeros trabajadores. Estamos con el
articulista, en que no se debe tratar a aquellos con mimos y palabras ducles; a nosotros como a él mismo, esto nos
resultaría empalagoso. Pero –dice- sí con
rigor aunque dentro de la decencia y
justicia…, etc. Creemos que con esto último bastaba. Con que los jefes sean
decentes y justos, nos conformamos. No hace falta que además nos pongan caras
de ogros al hablarnos o dar órdenes. Sospechamos que el compañero Huarte no
quiso expresarse así, pero lo hizo y nosotros no podíamos dejarlo sin
comentario”.
Huarte mismo, en su texto cerró con la frase
“Para la censura, el desprecio”. Pues ello le costó un severo extrañamiento de
la redacción, que así lo dejó asentado:
“Finalmente y en sus últimas líneas, comete
un error, y ese sí, intencionalmente. Para
la censura –dice- el desprecio.
No comprendemos cómo pudo escribir lo anterior un camarada que en nuestra
Agrupación ha ocupado el puesto más importante, el de Secretario General, y que
aspira nuevamente a ocupar. Loa censura no solamente debemos tolerarla, sino
que debemos pedirla y desearla todos, sea cual fuere el puesto que ocupemos. Si
nadie nos hace ver nuestros errores; si nos endiosamos hasta el punto de pensar
que somos infalibles, no seremos capaces de corregir los defectos en que
incurramos y esto, según el puesto que cada cual ocupe, siempre lleva
aparejadas graves consecuencias. Sólo los dictadores, los autócratas, no
admiten la censura, y creemos, compañero Huarte, que usted no aspira a erigirse
en dictador.
“Por lo demás, nuestra cordial felicitación
a los miembros del Comité que tan eficazmente laboraron por el destronamiento y
expulsión de los dos negreros que por tan largo tiempo amargaron la existencia
de nuestros camaradas de Necaxa…”
A lo que se ve, la parte crítica que
caracterizó a LUX no tuvo nada que
ver con tendencias o personajes. Si había que dejar caer la fuerza demoledora
de la razón con las palabras apropiadas, ese fue uno de los principios éticos
donde la libertad de expresión quedaba de manifiesto.
Habiendo dado cuenta del caso en particular,
de pronto nos encontramos con esta nota en la pág. 5, a un lado de “Temas
Sociales”:
Eran ya las primeras evidencias del que en
poco tiempo se convertiría en uno de los equipos de futbol más reconocidos y
populares en nuestro país.
En “Informaciones, Noticias y Comentarios
Gremiales”, se abundó en los hechos de Necaxa. Allí se reitera la expulsión de
Proamer y Naier. Para sustituir a aquel, fue designado el señor ingeniero H.
L´Hoist, quien era hasta esos momentos Superintendente en la División de
Toluca, considerado “caballeroso jefe, que en todo momento ha demostrado sus
mejores disposiciones a fin de que los trabajadores queden satisfechos de su
ecuanimidad y justiciero trato”. El común denominador que se mantuvo en las
diversas jefaturas de la Compañía fue habiéndose constituido a partir de la
presencia de un mando de origen extranjero, lo que representó en muchos
momentos la incómoda realidad que se percibía entre la figura del dominador y
el dominado y más aún cuando aquel pudiera mostrar ideas contrarias a las de
los propios trabajadores.
Se anuncia en esta misma sección el generoso
obsequio de 50 ejemplares del libro “Incienso y Lágrimas” escrito por Pascual
M. González, que fue en su momento Secretario del Interior de la “Alianza de
Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, S.A.” Estos fueron
repartidos en una de las asambleas y otros tantos obsequiados entre los
colaboradores espontáneos para con la revista.
En “Psicología”, el Profesor José Beristáin
dejó nuevamente plasmados una serie de valores relativos a este propósito
humano que puede contar con estímulos positivos, pero también negativos, según
sea el escenario donde se fundan sus intenciones.
Francisco de Celis, Secretario de
Instrucción, nos sorprende en “Los grandes inventos” con el tema “Invención de
la Lámpara Incandescente”. Allí trata con sorprendente dominio la forma en cómo
evolucionó el invento del que fue padre intelectual el famoso Tomás Alva
Edison.
Así comienza su colaboración: “Edison
celebra dos aniversarios cada año. El de su nacimiento, el 11 de febrero, y el
de la invención de la lámpara incandescente, el 21 de octubre”.
De Celis da un completo panorama sobre lo
que significó el quehacer del famoso inventor que estableció su domicilio y también
su laboratorio al interior del mismo en Menlo Park, Nueva York. La lámpara fue
un hecho a partir de aquella fecha ya conocida, durante el año de 1879. El
recuento de aquella hazaña es largo, y como no olvidar aquella vieja y única
grabación en voz de Porfirio Díaz, quien agradeció a Edison luego de un
intercambio epistolar, con palabras de aliento que quedaron rematadas con la
fecha del 15 de agosto de 1909. Ni tampoco aquel gesto del propio inventor,
cuando este envió al propio Sindicato
Mexicano de Electricistas y en 1926 una carta firmada de puño y letra de la
que hoy día poco se sabe, aunque el último dato que tengo al respecto es que se
encuentra bajo resguardo, lo cual ya es un respiro, dada la importancia del
documento y dado el desdén con que se actúa en contra de los patrimonios
culturales del S.M.E.
SE SUPRIME UNA SECCIÓN
FUNESTA.
Así se daba a conocer el siguiente y lamentable
hecho:
Hacía tiempo que los compañeros instaladores y montadores del D.F., que
forman el “Sindicato Mexicano de Electricistas Particulares”, nuestra hermana
Agrupación, venían gestionando, ya directamente, ya por medio del Comité
Central de la Confederación Nacional de Electricistas y Similares, que fuera
suprimida la Sección de Comprobación dependiente del Control Electrotécnico de
México, por considerarla una verdadera lacra social, que no sólo no rendía
ninguna utilidad al Gobierno, sino que también constituía una pesadilla para el
público, quien no podía menos de echarse a temblar cada vez que un Inspector de
dicha Sección aparecía a comprobar las instalaciones que se ejecutaban, por los
atropellos a que estas visitas daban origen.
La nota sigue, y se afirma en ella que el
entonces Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, Sr. Dr. Puig Casauranc,
intervino en forma puntual y decidida para suprimir aquel departamento. Por lo
tanto, en asamblea del S.M.E. celebrada el 16 de octubre se decidió enviar un
mensaje de agradecimiento a dicho funcionario, agregando que se le solicitara
también con objeto de “lograr la destitución del creador de esa vergüenza
gubernamental, ya que es, sin duda, el elemento que más se opone al progreso de
nuestra institución”.
Parece ser que la persona a quien se estaban
refiriendo nuestros antiguos compañeros como el fundador de dicha Sección, fue
uno de los Jefes de Control, el señor H. Hutchison, contra el que parece ser
existían numerosas quejas que ameritaban su destitución.
La “Pagina Científica” se ocupó en aquella
ocasión de los fenómenos de alta frecuencia revelados en los laboratorios de
una casa fabril norteamericana, lo que tenía que ver con el desarrollo de las
lámparas incandescentes y los experimentos en los tubos vacíos de gran
potencia. “Lecturas para obreros” sección a cargo del profesor J. R. Cruz dio a
conocer la Difusión científica “Cosmogenia” con ideas como la que sigue:
El poder que da fuerza y leyes a la materia, que lanza al espacio esos
mundos innumerables, designándoles un inmutable camino; ese poder desconocido,
ese arquitecto sublime del universo, queda para nosotros eternamente
incomprensible. La inteligencia humana que se eleva y se pierde en las altas
esferas de la especulación, encuentra una barrera inabordable sobre la cual se
hallan escritas estas dos palabras: DUDA y FE.
Y como en ese mes se recordaban una vez más a
los difuntos, no faltaron verdaderas muestras en verso que, a modo de “Calaveras
Sindicales” se elaboraron por “Simón el Enterrador”, versos que además tuvieron
un toque ultraísta, es decir, aquella forma literaria que se confrontaba con el
modernismo y que en México tuvo su mejor ejemplo entre el grupo de los “Contemporáneos”
que encontraron en el movimiento estridentista justo el oponente perfecto para
generar la que sería una de las mejores muestras que no solo quedó reducida al
rico despliegue de escritos, sino que también los artistas se unieron a dicho
movimiento y legaron diversas obras que en casos concretos como el de Ramón Alva
de la Canal o de Leopoldo Méndez, los que en su conjunto animaron más adelante
la creación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR, por sus
siglas), movimiento estético que hizo suyo el referente obrero. Como resultado
de esa influencia, vienen a continuación los diversos ejemplos en verso que
quedaron de manifiesto en LUX:
Desde luego la columna imprescindible de
Armando Raspa, y mejor conocida como “Sincronizando O.K.” volvió a hacer de las
suyas, poniendo a santos de cabeza y a líderes sindicales en evidencia.
En esta ocasión, el segmento de
ilustraciones, para el cual se utilizó un color violáceo muy al estilo de Revista de Revistas y otras
publicaciones semanales o mensuales de la época, presenta en su primera página
a Lon Chaney caracterizado al estilo operístico de Ruggero Leoncavallo y su
ópera “Los payasos”. Lo que llama la atención son tres apuntes de Miguel
Covarrubias donde ya se insinúan sus inclinaciones para crear y recrear los
sabores de la danza, representación por la que mostró enorme interés. Imposible
no compartir una muestra:
Como podremos ver hasta aquí, LUX ya no era una casualidad. El lugar que
ocupó en breves meses fue para conseguir elogiosos comentarios y una muy buena
reputación. Si bien sus “colaboradores” seguían siendo firmas como la de
Heriberto Frías, que en esta ocasión LUX recogió
de sus “Leyendas Históricas” la de “Guerrero Relámpago”.
Aparece por primera vez, si no me equivoco
el prospecto de quienes se lanzaban a la “Campaña Electoral”, siendo los
candidatos Felipe Bustos y Mateo Huarte para la Secretaría General; Vicente G.
Rodríguez para la Secretaría del Interior. José V. Arias, se propone “para
cualquiera de las Secretarías Interior o Exterior, en las que de seguro dará
magníficos frutos”. También estaban en aquella propuesta Carlos Álvarez Varela,
Tesorería o como Secretario del Trabajo. Carlos F. Padilla, se le propuso para
el puesto de Tesorero. Roberto Cornejo, Secretaría del Interior. Magdiel Romero,
Secretaría del Exterior; Alfonso Zetina, en la Secretaría del Exterior; Antonio
Vallejo, Secretario de Actas; Daniel Hernández, Subsecretaría del Trabajo;
Gregorio Azpeitia y Luis Carrillo para ocupar el cargo como Subsecretario
Tesorero. Finalmente se propuso la reelección tanto de Francisco de Celis y
José R. Cruz para las Secretarías de Instrucción. Esa fue la “planilla” en
1928.
No faltó la “Sección poética” con “Primer
Amor” de S.E. Ayala y “Sarcasmo” de Jesús G. Rodríguez, antiguos compañeros en
la recordada Compañía de Luz. “Una novela corta: La Venus de Color”, texto de
Adelardo Fernández Arias, llegó a su fin en este número de octubre.
También se publica el novedoso “Aviso
Telegráfico”, lugar en donde por un pago simbólico, diversos trabajadores
ofrecían sus servicios fundamentalmente como Electricistas.
Con el balance anterior, llega a su fin la
reseña del número correspondiente a octubre de 1928.