PONENCIAS,
CONFERENCIAS y DISERTACIONES.
II COLOQUIO DE
MOVIMIENTOS SOCIALES EN LA HISTORIA DE MÉXICO.
EL SINDICATO MEXICANO
DE ELECTRICISTAS FRENTE A LA EXTINCIÓN DE LUZ y FUERZA DEL CENTRO: SÍNTOMAS DE
UN DESENLACE ANUNCIADO.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Recientemente tuve la oportunidad de
presentar el tema que aquí se abordará, gracias al hecho de la convocatoria
emitida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia para participar en
el “II Coloquio de Movimientos Sociales en la Historia de México”. Agradezco al
comité que tuvo a bien aceptar tal propuesta y espero que al compartirla aquí y
ahora resulte de interés para muchos lectores que siguen día con día este blog.
Han transcurrido cinco años de la extinción
de Luz y Fuerza del Centro (LyFC por sus siglas). Antes de ocurrir
semejante situación, muchas voces advertían o señalaban el desenlace, dentro y
fuera de la institución. Los múltiples cargos para integrar el que fue juicio
sumario iban desde lo improductivo de la empresa, a lo irresponsable de su
personal. De lo costoso que su presencia seguía representando para el estado o
la sobregirada plantilla de empleados. El hecho es que un importante peso de la
opinión pública vio con buenos ojos aquella decisión presidencial, y desde
luego la prensa no desaprovechó el caso por lo que durante un largo periodo de
tiempo, el efecto de la caja de resonancia seguía destacando aquel asunto a
veces parcial o imparcialmente, pero también con notoria y dura crítica, con la
que parecía desahogaban sus venganzas pendientes por el mal servicio de una
empresa que acabó sus días con 106 años de existencia.
Por lo menos, desde 1975, la amenaza de
desaparición fue una constante. Se intensificó 10 años después con el convenio
de Delimitación de zonas del 14 de mayo de 1985 firmado por el Sindicato único de trabajadores
electricistas de la república mexicana (SUTERM por sus siglas) y el Sindicato
Mexicano de Electricistas (SME
por sus siglas), con la concurrencia de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE por
sus siglas) y la entonces Compañía de
Luz y Fuerza del Centro, S.A. y Asociadas (en liquidación) (CLyFC por sus siglas), convenio que
tuvo como objeto delimitar un polígono denominado “zona” que correspondería
como lugar de trabajo a los miembros del SME,
lo anterior para evitar diversos conflictos intergremiales, pero donde al pasar
diversos centros de trabajo ubicados en Michoacán y Guerrero a la
administración de CFE, la influencia
de la CLyFC se redujo en más del 50%
de su extensión original.
Con aquel amargo episodio, el SME vivía una descomposición más.
El 8 de febrero de 1994 se expide decreto
mediante el cual se creó Luz y Fuerza
del Centro como organismo público descentralizado, momento en el cual,
durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, el estado garantiza sanas
finanzas a una empresa que venía reportándose en números rojos.
Estos podrían ser algunos elementos que
posiblemente intervinieron en la extinción aludida. Veamos a continuación otras
tantas causas que se sumaron a aquella terrible medida.
Fernand Braudel, historiador francés que
impulsó una escuela historiográfica conocida como de “Los Anales”, dejó en su
obra El otoño de la edad media
claramente indicadas una serie de recomendaciones marcadas bajo el signo de
hechos ocurridos en la corta, mediana y larga duración. El hecho que hoy nos
convoca cae en el primer segmento, aunque para los periodistas, debe recordarse
que mientras más fresco sea el acontecimiento, tiende ser más periodístico, ya
que de alguna manera esto influye en el grado de beneficio que para la sociedad
pueda llegar a tener; y es que, algo que sucedió hace semanas quizá pueda no
contar con el provecho suficiente del análisis. Como bien dice una sentencia
muy popular en el medio periodístico “lo que sucedió ayer, ya no es noticia”, o
aquella de “no hay cosa más vieja que un periódico de ayer”, salvo que estemos
hablando de revelaciones actuales de un acontecimiento antiguo.
Ese es precisamente el motivo que nos
enfrenta al dilema sobre lo que ocurrió hace un lustro cabal. ¿En qué medida ya
es tiempo para hablar con reposo, capacidad, suficiencia y equilibrio de
análisis sobre la extinción de Luz y
Fuerza del Centro?
Ojalá que el siguiente ejercicio sirva para
estabilizar las inquietudes y poner en marcha nuestro anhelo por desvelar tanto
misterio en torno de este “electrizante” tema.
Han transcurrido cinco años de un hecho en
el que solo se percibe una dura realidad: Injusticia. Como recordarán, la noche
del 10 de octubre de 2009, y al calor de un partido de futbol, se empataba en
la transmisión un corte institucional, donde el mensaje del presidente de la
república –Felipe Calderón, de gris y triste recuerdo-, anunciaba en actitud
que hoy sigue pareciendo la declaración arrogante de un juicio sumario, que Luz y Fuerza del Centro (LyFC en adelante), y a partir de ese
momento, dejaba de existir.
Desde entonces la condición por la cual el
patrón había sido declarado muerto en esos precisos instantes, puso en alerta
máxima a 20 mil jubilados (a quienes posteriormente se solucionó relativamente su
situación respecto a supervivencia y pensiones) así como a 44,514 trabajadores activos
pues ello significaba, por lo menos para estos últimos la pérdida de empleo. En
el paquete ofrecido y preparado previamente por el gobierno, venía incluida la
propuesta de liquidación (aunque no tuvieron intención de ofrecer reinserción
laboral, ni patrón sustituto en forma concreta porque tengo la sospecha de que
no supieron medir la dimensión del problema, pero tampoco el de la correcta, oportuna
y hasta política solución), liquidación por la que optamos muchos (para 2010,
simplemente se liquidaron 27,406 sindicalizados y 784 de confianza), en tanto
que 15,603 decidieron lo que hoy ya es conocido como el movimiento de
“resistencia”.
Desde entonces, ha sido muy dura la batalla
para unos y otros en términos de la reinserción laboral. Llegar a un área de
bolsa de trabajo y hacerse notorio nuestro antecedente como empleados de LyFC significaba y sigue significando
enfrentar el estigma de haber pertenecido a una empresa que, hasta ese 10 de
octubre de 2009 alcanzaba 106 años de existencia, 95 de los cuales fue en pleno
maridaje con el SME.
En ese sentido es bueno recordar que la
reinserción laboral de los 15603 trabajadores del SME que no se han liquidado es inevitable, visto desde el ángulo de
la liquidación y extinción de LyFC.
Resulta que durante casi cinco años el proceso de liquidación de la propiedad
de Luz y Fuerza (plantas de
generación, subestaciones, líneas de transmisión y redes de distribución) no
avanzó absolutamente nada. Primero, porque hasta agosto de 2014 el Servicio de Administración y Enajenación de
Bienes (SAEB, por sus siglas)
estaba impedido de vender bienes nacionales conforme al anterior párrafo sexto
del artículo 27 constitucional, y después de esa fecha porque antes, o a la
par, de vender estos bienes se requiere resolver el tema del llamado pasivo
laboral.
El llamado pasivo laboral fue el mecanismo
financiero que el gobierno utilizó para colocar en posición de quiebra técnica
a LyFC, recién creada en 1994. Ese
año dicho pasivo laboral ascendió a mil 249 millones de pesos, pero para
diciembre de 1995 había crecido a 5 mil 468 millones, para 2000 ascendió a 30
mil 721 millones, en diciembre de 2005 fue de 68 mil 660 millones y para
diciembre de 2008 se incrementó a 102 mil millones de pesos. Y según se lee en
el Diario Oficial de la Federación, para octubre de 2009 fue de 2409 mil
millones de pesos, de los cuales 160 mil millones, correspondían a jubilados y
80 mil millones a trabajadores. La última cifra conocida proviene de la
Secretaría de Energía, en su libro blanco
sobre la extinción de LyFC, de
octubre de 2012 que reconoce un pasivo laboral de más de 286 mil millones de
pesos en obligaciones laborales para el pago de jubilaciones, compensación por
antigüedad y seguro sindical.
Por supuesto, el incremento desorbitado del
pasivo laboral no tuvo nada que ver con el crecimiento real del número de
jubilados del SME, y lo peor fue que
este pasivo laboral, resultado de estudios actuariales inflados, se mezcló con
costos reales de explotación. De tal manera que desde diciembre de 1995 LyFC fue colocada en quiebra técnica,
otra de esas amenazas con que entonces cargaba la empresa para su desaparición
en cualquier momento. Sin embargo, ahora el pasivo laboral ideado para crear
condiciones privatizadoras constituye un obstáculo para concluir la
extinción/liquidación de LyFC, pues
para disponer de sus bienes (venderlos al capital privado o entregarlos a CFE y legalizar su operación) el
gobierno requiere cumplir sus obligaciones laborales, lo cual implica negociar
con el SME las condiciones de reinserción laboral de los trabajadores que no se
han liquidado, así como el tiempo de servicios acumulado por cada trabajador.
Lo anterior, y antes de continuar me remite
a la información que fue dada a conocer el pasado 30 de octubre, en el sentido
de que tanto CFE como Petróleos Mexicanos. “rebasan los $3
billones de pesos en adeudos” lo cual es equivalente a 17.8% del producto
interno bruto. Así que algo no está funcionando bien, incluso antes de que
operen en su totalidad la reforma energética y sus leyes secundarias. Y esto es
claro, tomando en cuenta de que hasta octubre mismo, crecieron en más de 67 mil
682 millones tales pasivos, es decir sólo un 7.1% en los últimos nueve meses.
Finalmente, toda esta serie de datos duros se explica como sigue: En el caso de
los pasivos totales de la CFE,
resulta relevante que el nivel alcanzado al tercer trimestre de este año
representa ya 87.7 por ciento del valor de sus activos totales. Eso significa
que por cada peso que tiene la empresa en propiedades, equipos, instalaciones,
inmuebles y otros activos, adeuda más de 87 centavos.
Luego de aquel episodio que desde entonces
lo consideré como la “noche triste” para los electricistas, vino una campaña de
desprestigio contra LyFC, el SME y sus afiliados. Se dijo de todo,
nos acusaron de todo. En esto hubo razón y no, pero quien actuó en forma
desmedida no solo fue el aparato del estado, sino uno de sus principales
aliados: el bloque mediático, cuya acción frontal, no de todos pues como
siempre hay excepciones, terminó haciendo polvo lo que ya había sido
derrumbado.
En medio de aquella pulverización, la de una
comunidad y su infraestructura, poco a poco nos fuimos levantando y recuperando
de aquel artero ataque para entender lo que realmente había pasado. ¿Qué pasó?
Nos preguntábamos en medio de una penumbra terrible que significaba vernos
frente a la realidad del desempleo.
Del mismo modo, sabíamos que la
infraestructura toda, por lo menos la estratégica, quedaba bajo la custodia de
la CFE, en tanto que el resto
debería resolver su circunstancia por tratarse en su mayoría de arrendamientos.
Muchas plantas, dejaron de funcionar, otras fueron desmontadas, incluso bajo
protesta de propios trabajadores que las custodiaron. Pero hoy, el peligro latente
de desmantelamiento nos ha llevado, a un pequeñísimo sector de interesados a
buscar formas y procedimientos para protegerlos como sitios emblemáticos de la
arqueología industrial.
Habiéndonos preparado durante años en una
especialidad como el área eléctrica misma, nos veíamos y nos seguimos viendo
como expertos en ese particular y riesgoso conocimiento. Como limitante, se
sumaba al estigma ya mencionado, el factor edad, pero sobre todo frente a una
de las más crudas realidades de un país en el que sigue siendo notorio el
índice a la baja en términos de empleo y se ponen en vigor una serie de
esquemas que, planteados con una terminología supuestamente amigable pero
especulativa, todos ellos no son sino la viva representación de la esclavitud
moderna.
Ya lo
decía Arturo Alcalde Justiniani:
Golpear a los
trabajadores reduciendo sus condiciones laborales, ampliando sus jornadas,
domesticando a sus sindicatos y agilizando el despido barato, se ha convertido
en deporte nacional. Pese a lo lamentable, esta vorágine depredadora no
encuentra mínimos contrapesos, el sindicalismo está en su peor momento, la
justicia laboral impartida es una simulación y los gobiernos, salvo
excepciones, no tienen voluntad política para defender a la gente y optan por
ocultar los problemas o hacer causa común con las empresas que cada día
aprietan más duro a los trabajadores. Ello explica nuestra miseria salarial y
por qué en las comparaciones internacionales ocupamos los peores lugares en
todos los renglones laborales, salvo en el de la corrupción en el mundo del
trabajo y el de los altísimos salarios de funcionarios públicos o ejecutivos
empresariales, temas en los que desafortunadamente ocupamos los primeros
sitios. (La Jornada, 20 de septiembre
de 2014. Opinión “No más falsos honorarios ni subcontratados”, p. 20.
Para
quien quiera, allí están figuras tales como la subcontratación u outsourcing, a la que solo les falta
regularización de todos sus empleados, incluidos los de honorarios,
subcontratados y falsos temporales, con el fin de otorgarles estabilidad y
seguridad social.
En reciente declaración del abogado Néstor
de Buen, este apuntaba que la situación actual del país y de los trabajadores
está “de la fregada”. Y agrega:
“Este es un tema pavoroso. Desde los años de
Fidel Velázquez (quien dirigió la Confederación de Trabajadores de México,
organización del PRI, durante 40
años hasta su muerte en 1997) se estableció un sindicalismo corrupto,
totalmente al servicio de la empresa y del Estado. Cada vez ha ido a peor, porque
mi querido amigo Joaquín Gamboa Pascoe (el actual dirigente de la CTM) no ha cambiado en absoluto la
situación”.
En México, dice De Buen, “hace 30 años, los
sindicatos representan mayoritariamente intereses personales, no sociales. Los
dirigentes quieren un puesto político”. (La
Jornada, 3 de octubre de 2014, Economía, p. 29).
Para todos y cada uno de quienes estábamos
en condiciones de seguir trabajando nos preocupaba profundamente el hecho de
una justa reconquista del trabajo, el reconocimiento de la antigüedad en el
mismo ámbito, factor indispensable para jubilaciones, indemnizaciones y recuperación
de los servicios del IMSS, todo lo
cual se convirtió en un aspecto que pende de lo más delgado del hilo.
Hace no muchas semanas se consumaba un largo
anhelo por parte no solo del presidente en turno, de la legislatura que aprobó,
sino también de todo un sector económicamente poderoso del empresariado para
gozar los privilegios de la Reforma energética y sus leyes secundarias. Para
que no sucediera nada que incomodara sus propósitos, tuvieron que preparar el
asunto y entre los anticipos estuvo quitarse de en medio a LyFC y al SME, cuya
beligerante actitud habría sido de llamar la atención, como no fue el caso de CFE y sus trabajadores, que junto a un sindicato
que hoy lidera el extravagante Víctor Fuentes del Villar, guardaron un silencio
cómplice terrible. Pero no solo fue eso. Cuando hubo necesidad de asumir la
responsabilidad de una múltiple y compleja red de nuevos desempeños laborales,
la CFE misma no pudo responder, se
vio rebasada y aplicó, como hasta ahora la subcontratación. Como todos pudimos
comprobar, en la denuncia del patrón sustituto que nunca aplicó, ahora que
vemos el mismo síntoma de amenaza para con la CFE, es cuando uno dice: “de la que nos salvamos”.
Pues bien, esta amarga lección nos ha
llevado a entender muchas cosas. Un sindicato que acumuló más errores que
aciertos, que los tuvo, efectivamente; de ahí que fueran posibles infinidad de
las denominadas “conquistas sindicales”. Pero su más importante descomposición
se dio en tiempos recientes, donde el ensoberbecimiento y la arrogancia lo
perdieron. He ahí un buen punto de análisis para entender hasta dónde llegaron
las consecuencias de una unidad que nunca se dio, unidad que fue una frase, un
deseo constante y que solo se quedó en buenos propósitos. Es decir, nos
encontrábamos cobijados por un sindicato atípico, poderoso y combativo pero
compuesto hoy por jubilados y trabajadores sin empleo y sin fuente de trabajo,
o sea, un instrumento más político que sindical.
Y como hemos ido comprobando, a raíz de que
la Reforma Energética fue aprobada (justo el 11 de agosto del año en curso), se
dieron las condiciones para que tanto la CFE
como Petróleos Mexicanos fueran
sujetos de convertirse en dos importantes pilares de la economía nacional. Con
el paso de los días ya se sabía que la iniciativa privada tendría “manos
libres” para seguir desplazando, en este caso a la CFE misma, justo cuando ese segmento empresarial producía el 60% de
la energía en el país. Los políticos, por su cuenta, dijeron que “En dos años
la población recibirá los beneficios de la reforma, dice la CFE”, tal y como lo declaró el 7 de
agosto Enrique Ochoa Reza, director de la CFE,
punto que rectificó Pedro Joaquín Codwell días más tarde al afirmar que no
sería sino hasta 2016 cuando ocurra ese propósito. Para quien tiene los pies en
la tierra, esas afirmaciones son del todo dudosas, sobre todo cuando de la
misma empresa surgió, desde 2009 y hasta nuestros días todo un muestrario de
irregularidades en sus servicios, los de una empresa “de clase mundial” como la
consideraron algunos despistados. Declaraciones más sensatas estiman que ese
efecto podría tomar un buen número de años hasta en tanto no se estabilicen
precios, tarifas, pero sobre todo una infraestructura que sigue sujeta a
condiciones inestables y de servicio.
Justo para un gobierno neopriista como el
que encabeza Enrique Peña Nieto, este se habría apuntado un notable acierto en
sus lineamientos políticos, siempre y cuando la casualidad los llegara hacer
pensar en un nuevo capítulo de nacionalización, pero decidió apostar por las
consecuencias de la “Reforma”, con lo que este sector energético y prioritario terminó
abriéndose a los intereses privados, no solo nacionales. También extranjeros,
de ahí que se ponga en peligro no solo el control de la infraestructura, sino
el de su mano de obra, la cual corre serios riesgos de verse desplazada en
tanto nuevas empresas que tomen el control de una o de otra, traigan consigo su
propia plantilla de trabajadores como ya se dijo párrafos atrás. De ese modo,
hasta el mes de agosto, 515 empresas notificaron estar interesadas en generar y
distribuir energía.
Entre las dolorosas realidades se encuentran
aquellas en las que sigue a la alza el deterioro en el ingreso de los
trabajadores, fenómeno que comenzó a desbocarse desde 1974, por lo que las
remuneraciones de los asalariados mexicanos, medidas respecto del valor total
de los bienes y servicios producidos en la economía, cayeron a su nivel más
bajo en al menos cuatro décadas, por lo que la participación perdida por los
salarios se ha trasladado a la proporción de la riqueza que corresponde a las
ganancias empresariales. No es casual, por tanto, que hoy un buen número de políticos
demande un incremento al salario mínimo. A ver qué raja sacan del tema.
Para hablar del sindicalismo contemporáneo
no es necesario que recurramos a antecedentes históricos a partir de 1932, por
ejemplo. De 1906 a 1918 funcionó el anarco-sindicalismo; de 1918 a 1936, el
caudillismo sindical. El sindicalismo contemporáneo surge con la evolución
económica del país, a partir de proyectos de gran calado como el “desarrollo
estabilizador” impulsado, aunque no concretado durante los sexenios de Miguel Alemán
y Adolfo Ruiz Cortines. Por tanto, y en medio de estos En medio de estos
comportamientos surgió un 14 de diciembre de 1914 el Sindicato Mexicano de Electricistas que pervive hasta hoy, herido
de muerte, sujeto incluso a la disolución misma en caso de que persista su más
profundo anhelo: que se produzca la reinserción laboral, lo que parece, con los
años, cinco para ser exactos, una demanda perdida, como muchas otras que se
diluyeron precisamente en condiciones y momentos donde las autoridades mismas
no permitieron que la justicia hiciera su parte.
La lucha emblemática del SME fue modelo y referente durante
muchos años. Sin embargo, como toda institución orgánica, se enfrentó a
diversas etapas de estancamiento y esplendor; de vicios y virtudes que tampoco
hay que negárselas. Pero lo ocurrido en los más recientes años dejaba sentado
el hecho de una fragmentación, de una fractura con la que quedaban
perfectamente marcados los distanciamientos habidos entre las cabezas
principales de su dirigencia. Tengo la impresión de que este conflicto interno
quedó expuesto a la opinión pública, pero sobre todo dio elementos para que el
gobierno, habiendo encontrado prácticamente abierta la puerta, logró entrar en momentos
previos a la extinción misma contra LyFC.
El SME
vive varias huelgas a lo largo de casi un siglo de existir, lo que recuerda el
paso de otros tantos dirigentes que dejaron un limpio legado o una oscura
mancha en su trayectoria, por lo que no puede hablarse sino de un ente que
quedó sujeto al destino marcado por sus trabajadores y dirigencias. Su
ideología permeó en otros tantos sindicatos que pretendieron seguir sus pasos,
pero sobre todo, supo defender muchísimas causas legítimas bajo el lema “por la
justicia y el derecho del trabajador”. También sufrió duras derrotas, como la
que se dio con el Convenio de Delimitación de Zonas, con fecha 14 de mayo de
1985, y donde perdió puntos de influencia y control. Del mismo modo, en 1987 al
irse a la huelga, esta fue declarada como inexistente, lo cual representó un
parteaguas en su camino. Por tanto, esto significaba replantearse su propio
destino.
Un punto delicado, luego de todos los
acontecimientos que han cimbrado a este país desde hace casi dos meses es
Ayotzinapa. Como vemos, el doloroso ejemplo de Ayotzinapa no fue suficiente
razón para el gobierno, pues apenas pasada la dura prueba de la reunión de los
padres o familiares que sostuvieron con el presidente de la república hace unos
días, reunión cuya duración se fue más allá de las cinco horas, y donde los
resultados fueron entre otros, la firma de una minuta de compromisos, apenas
pasó el tiempo suficiente para que el gobierno “cerrara el trato” con respecto
a la aprobación definitiva de la publicación de los 24 reglamentos y
ordenamientos de las leyes secundarias de la reforma energética, con lo que ya
existen todas las condiciones para la libre competencia de empresas –tanto
privadas como del estado-. En medio de esa insensibilidad que no vieron, que no
apreciaron, en aras de los duros dictados que impone el modelo neoliberal, se
abre la opción de un futuro incierto pues ello parece indicar que la futura
clase trabajadora tendrá una difícil opción de colocarse dignamente en medio de
una oferta en la que todas aquellas empresas trasnacionales que se instalen en
nuestro país, traerán por lo menos a su propia plantilla (como ya se dijo
anteriormente), lo que podría impedir que las esperanzas de tantos y tantos
mexicanos se concrete para asegurarles a cada uno de ellos un futuro
prometedor.
La muy inoportuna declaración de Luis
Videgaray, en el sentido de que “los acontecimientos de Guerrero si bien cambió
ante el mundo, ello no implica que las inversiones en México no se vean
afectadas”. Tardías palabras luego de que en el resto del mundo esa imagen nos
produce pena ajena y los políticos no encuentran un término medio para “tapar
el ojo al macho” y salir airosamente en situaciones tan incómodas como estas,
que han puesto al país al borde del colapso. Más adelante comentó que “El
Estado mexicano está gastando considerablemente más en las fuerzas armadas y de
seguridad, pero también en la impartición de justicia”, y ya vemos los
resultados no son los que esperamos los mexicanos. Es cuestionable por ejemplo
el peligroso corte presupuestal que ha sufrido una vez más la cultura, pues 4
mil millones de pesos menos para ser ejercidos en 2015 significan un gravísimo
retroceso así como permitir con todo ello que sin el estímulo hacia la cultura,
muchas generaciones de estudiantes queden todavía más limitadas en términos del
conocimiento que hoy tanto se necesita para garantizar que el país avanzará
hacia ese estado deseable de estabilización y mejoría.
Como ciudadano digo: la actuación de la
clase política de nuestros días deja mucho que desear, de ahí que la sociedad,
en la que estamos inmersos todos los mexicanos, reclamamos mejores respuestas,
actitudes, desempeños de quienes formados bajo la teoría neoliberal, se nieguen
a entender que en el México que se niegan a ver, hay un permanente enojo y
desencanto. Su “México”, el “México” que ellos ven, es un “México” de ficción,
un “México” falso, en el que no pasa nada y todo es felicidad y armonía. Tienen
que entender que México, así, como está escrito, como es en la realidad, es
otra cosa. Ojalá lo entiendan algún día…
La jornada, Orbe, del 11 a 24
de octubre de 2014, p. 5.
Y agrego otro punto, antes de terminar:
Apenas este lunes 10 de noviembre, La
Jornada publicaba las declaraciones de Genaro Aguilar Gutiérrez,
investigador de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional (IPN, por sus siglas), el cual apunta que uno de cada 10 mexicanos,
cerca de 15 millones, vive con 1.25 dólares al día, es decir, unos 17 pesos, de
acuerdo con la línea de pobreza más conservadora del Banco Mundial. Y sigue el
investigador: Si en México se hubiera conservado el poder adquisitivo de los
trabajadores, hoy el salario mínimo debería ser de 5 mil 683 pesos con 39
centavos al mes. Considera que el salario mínimo hoy debiera ser superior a los
6 mil pesos mensuales y que aquellos trabajadores que deberían obtener entre 12
mil y 18 mil pesos al mes, lo cual significaría apenas un ligero aumento del
poder de compra que se tenía en México en 1980.
Creo que con estos beneficios, estaremos en
condiciones de comprar casas como la de Sierra Gorda N° 150, en las Lomas de
Chapultepec cuyo precio puede alcanzar los 94.5 millones de pesos… vamos, una
bicoca.
Termino subrayando un punto en el que, al
involucrarme no pretendo hacer protagonismo. En todo caso se trata de reafirmar
aquello que tiene que ver con ese afán de salvamento, intención dirigida hacia
sus patrimonios culturales. Mi paso y responsabilidad al frente del Archivo
Histórico en LyFC me llevaron a
alzar la voz. Por tanto, habiendo escuchado este grito, las autoridades
correspondientes tomaron cartas en el asunto y ya puedo confirmar que lo
reunido en aquella área, apenas la punta del iceberg respecto al rico historial
de la empresa, hoy día se encuentra bajo custodia del Archivo General de la Nación (AGN,
por sus siglas), lo mismo que la biblioteca del organismo, de la que se ha
hecho responsable el Museo Tecnológico de la CFE, en espera de que sepan conservar y aprovechar y conservar su
valioso acervo. De igual forma, espero que haya corrido la misma suerte la
reunión de diversos objetos, de pequeño, mediano y gran formato con los que
estábamos integrando un proyecto de museo. En cuanto al fondo cinematográfico,
este pudo llegar a la Universidad Nacional en un momento apropiado: 2006 y
desde entonces lo custodia la Dirección de Estudios Cinematográficos de la UNAM. Ojala que todas esas condiciones
priven en el caso del patrimonio cultural del SME, el cual actualmente se encuentra a la deriva, padeciendo todo
tipo de tribulaciones, por lo que tan triste situación me han llevado a localizar
cuanto material sea posible, con objeto de digitalizarlo, de ahí que les
anuncie por ejemplo, que LUX: La revista
de los trabajadores, medio de publicación del SME se encuentra rescatada en gran medida gracias a esa labor que
ya ha tomado varios años de recuperación. Asimismo, y este es un buen momento
para decirlo y compartirlo, pertenezco al Comité
para la Defensa del Patrimonio Cultural, tecnológico e industrial del sector
eléctrico, A.C. (CODEPACUTI.S.E.,
A.C. por sus siglas), organización
que, desde 2012 ha emprendido diversas tareas, tales como llamar la
atención a diversas instancias, nacionales e internacionales para encontrar
elementos suficientes y con ello generar las declaratorias pertinentes sobre
patrimonio industrial, así como recuperar en forma física otras tantas
instalaciones. Su actuación se ha extendido a congresos internacionales,
prepara diversas publicaciones y desea posicionarse a plenitud en un territorio
de difícil pero no imposible acceso: incursionar en todo aquello que tenga que
ver con el patrimonio cultural, tecnológico e industrial del sector eléctrico,
que está llamado a ser atendido fundamentalmente por especialistas y
académicos.
Necaxa es nuestro primer objetivo y
esperamos concretarlo. Ahora mismo, y aquí concluyo, debo compartirles que
están muy adelantadas las gestiones tanto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia como con el Instituto Nacional de Bellas Artes y
Literatura, buscando encontrar en una y otra instancia el respaldo
institucional para incluir esta planta emblemática en otro elemento más de sus
catálogos de conservación, garantizando así su pervivencia.
Muchas gracias.
Ciudad de México, 25
de noviembre de 2014.