LUZ
y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA y SUS AUTORES INVITADOS.
SELECCIÓN DE: JOSÉ
FRANCISCO COELLO UGALDE.
Un interesante texto es el que escribió
Gustavo Castro Soto, invitado especial a esta sección, y donde hace un recuento
sobre la forma en que fue definiéndose la industria eléctrica en este país,
desde la etapa porfirista hasta lo ocurrido durante el primer sexenio panista,
encabezado por Vicente Fox Quezada. Vale la pena
Los vientos de la Reforma al Sector
Eléctrico del país soplan con fuerza. El presidente Vicente Fox puede presentar
su iniciativa a partir del 15 de marzo, fecha en que da inicio el primer
periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión del 2002. Por su lado,
el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Verde Ecologista de
México (PVEM) y el Partido de la Revolución Democrática
(PRD), han anunciado sus propias iniciativas. Así, cuatro propuestas entrarán a
discusión para que, posiblemente, la decisión sea trasladada hasta el siguiente
periodo de sesiones que comenzará a partir del mes de septiembre.
El debate se centra en hasta dónde una
reforma al sector significa la privatización de la energía eléctrica mexicana,
de forma directa o indirecta, explícita o velada. Pero antes de entrar a
analizar el tema, recuperemos la memoria histórica, recorramos la historia de
nuestra luz, de la energía eléctrica en el país y lo que ha significado para
los mexicanos.
UNA HISTORIA DE LA LUZ MEXICANA
Los inicios de la energía eléctrica en
México se remontan a finales del siglo XIX cuando comienza el periodo
presidencial de Porfirio Díaz (1877-1911). Durante el porfiriato, en 1879 se
instala en el estado de Guanajuato, en la ciudad de León, la primera planta
termoeléctrica (de calor) generadora de energía eléctrica, utilizada por la
fábrica textil La
Americana. En esos primeros años, la energía eléctrica se
usaba para la incipiente industria textil y minera; y muy poco para el servicio
municipal, la iluminación de pocos espacios públicos y algunos pueblos. Dos años
después, en 1881 da inicio el alumbrado público en el país cuando la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica se hace cargo del alumbrado público
residencial en la capital de la República Mexicana. Para 1885 la cañería que
distribuía el gas para el alumbrado público en la capital era de 100 kilómetros, y se
contaba con 50 focos de luz eléctrica, 2 mil faroles de gas y 500 de aceite
para los barrios alejados del Centro. Diez años después de la aparición de la
primera planta termoeléctrica, en 1889 entró en operación la primera planta
hidroeléctrica en Batopilas, en el estado de Chihuahua y frontera con los
Estados Unidos. De este modo, las plantas generadoras empezaron a cubrir las
necesidades más allá de las fábricas y minas, atendiendo al comercio, al alumbrado
público y a las residencias de las familias más ricas.
Caída
de agua y casa de fuerza en Necaxa. Hacia 1904. Fotografía proporcionada por el
compañero (jubilado) Antonio Guadarrama S.
Durante el porfiriato llegaron a México
empresas transnacionales de muchos tipos, y fue cuando el sector eléctrico tuvo
un carácter de servicio público. Fue entonces cuando se colocaron las primeras
40 lámparas "de arco" en el actual Zócalo de la Ciudad de México, luego 100
lámparas a la plaza de la
Alameda Central y posteriormente a la Avenida Reforma y
otras principales calles de la ciudad. La demanda de electricidad atrajo a las
empresas extranjeras como a la
The Mexican Light and Power Company, de origen
canadiense, que se instaló en la capital en 1898 y más tarde se extendió hacia
el centro del país. En 1903 Porfirio Díaz le otorga la concesión de la
explotación de las caídas de las aguas de los ríos de Tenango, Necaxa y
Xaltepuxtla. La planta de Necaxa, en el estado de Puebla, fue el primer gran
proyecto hidroeléctrico, con seis unidades y una capacidad instalada de 31.500
MW, y comenzó a transmitir el fluido eléctrico desde Necaxa a la Ciudad de México en 1905.
Para ese año los canadienses ya controlaban a la Compañía Mexicana de Electricidad, la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica y a la Compañía Explotadora de las Fuerzas Eléctricas de San Idelfonso. Un año después, en
1906, esta empresa canadiense obtiene de Porfirio Díaz y autoridades estatales
nuevas concesiones en los estados de Puebla, Hidalgo, México y Michoacán,
extendiendo su poder. Adquirió también la planta hidroeléctrica del Río
Alameda, la Compañía de Luz y Fuerza de Toluca, la de
Temascaltepec y la de Cuernavaca. Comenzó a elevar la capacidad de la planta de
Necaxa y a modernizar las de Nonoalco y Tepéxic. De esta manera, la canadiense The Mexican Light and Power Company se
convirtió en la principal empresa transnacional que tenía en su poder la mayor
parte de la energía eléctrica de México, y su presencia se prolongaría hasta
1960. Cuarenta años después de que haya sido nacionalizada esta empresa por el
gobierno mexicano, en enero de 2002, el embajador de Canadá en México, Keith
Christie, expresó que la reforma al sector energético es fundamental para el
crecimiento de la inversión privada canadiense en México, y estaría anhelando
regresar al país con estas palabras: "Las empresas canadienses podrían
aumentar inversiones si el Congreso y el Ejecutivo ofrecen un mayor espacio
competitivo para la iniciativa privada".
Para 1910 se producían ya 50 MW de los
cuales el 80% las generaba la empresa canadiense The Mexican Light and Power Company (actualmente se generan
alrededor de 38 mil MW en todo el país). Con el inicio del siglo XX comenzó el
primer esfuerzo para ordenar la industria eléctrica por medio de la creación de
la Comisión Nacional para el Fomento y Control de la Industria de Generación
y Fuerza, conocida luego como Comisión
Nacional de Fuerza Motriz. Durante la segunda década del siglo XX llegó a
México la segunda empresa transnacional, ahora de origen estadounidense,
llamada The American and Foreign Power
Company, que instaló 3 sistemas interconectados en el norte. En el
occidente se extendió otra compañía con empresarios extranjeros formando la Compañía Eléctrica de Chapala, con sede en la ciudad de Guadalajara, en el estado de
Jalisco. Y el Sur, seguía sin existir.
A inicios del siglo XX la energía estaba
prácticamente en manos de 3 empresas privadas extranjeras: The Mexican Ligth and Power Company, The American and Foreign Power Company y la Compañía Eléctrica de Chapala, quienes adquirieron las concesiones e instalaciones de
la mayor parte de las pequeñas empresas extendiendo su poder y sus redes de
distribución, y creando un monopolio que duró 20 años. Y parece que no
aprendemos de la historia, ni del sentido común. Esto volverá a pasar de
continuar con la apertura a las inversiones de las grandes empresas transnacionales
en México. Esto sucede en cualquier rama de la economía, los peces grandes se
tragan a los chicos.
Pero es hasta diciembre de 1933, cuando el
Presidente substituto, el General Abelardo L. Rodríguez, envía al Congreso de la Unión la iniciativa que
decreta la creación de la
Comisión Federal de Electricidad (CFE), considerándose
por primera vez a la electricidad como una actividad de utilidad pública y que,
70 años después, pretende regresar como actividad y utilidad privada. Sin
embargo, la presión de las empresas transnacionales por mantener el monopolio
fue tan fuerte que lograron posponer por cuatro años más, hasta 1937, la
inauguración e inicio de operaciones de la CFE. Esto fue gracias
al nuevo Presidente de la
República, al General Lázaro Cárdenas del Río. Es curioso que
los generales del ejército aquél que ayer nos dio patria y soberanía,
rescatando los recursos estratégicos en manos de las empresas transnacionales
extranjeras, y entregándolas a manos del pueblo mexicano, son ahora los que
garantizan las inversiones de aquellos que ahora regresan por todo, son quienes
en América Latina y el Caribe persiguen y matan indios, desplazan comunidades
enteras y crean un ambiente de terror para que la Shell, Texaco, Mobil Oil,
Unión Fenosa, EDF, AES y otras empresas energéticas más poderosas del mundo,
sigan saqueando el Continente.
Mano de obra
calificada fue con la que contó Luz y Fuerza del Centro. Fotografía proporcionada
por el compañero (jubilado) Antonio Guadarrama S.
Resucitada ya la CFE en 1937 que nació muerta
con el decreto de 1933, las empresas extranjeras intentaron de inmediato
ahorcar al gobierno que exigía control y soberanía sobre el recurso
estratégico, y suspendieron sus planes de expansión por lo que en los primeros
cinco años de vida de la CFE,
la capacidad instalada en el país sólo se elevó de 629.0 MW a 681.0 MW. En 1937
México tenía 18.3 millones de habitantes y sólo tres empresas tenían en sus
manos el servicio de distribución de la energía eléctrica a 7 millones de
habitantes, que equivalen al 38% de la población mexicana. Esas empresas
distribuían la energía eléctrica principalmente a la población urbana que podría
pagar el servicio, y no al 67% de la población que se encontraba en el campo.
La
CFE comenzó a aumentar su capacidad de generación ante el
incremento de la población, ante la demanda del comercio, del desarrollo y la
industria del país, pero no contaba con redes de distribución, por lo que casi
todo lo que producía lo entregaba a las grandes empresas monopólicas. Por ello la CFE crea sus primeros
proyectos comenzando en 4 estados del país: Guerrero (Teloloapan), Oaxaca
(Suchiate y Chía), Michoacán (Pátzcuaro) y Sonora (Ures y Altar). Poco después,
el General Lázaro Cárdenas comienza el proceso de nacionalización de la
industria eléctrica.
Para 1946 la CFE tenía ya una capacidad de 45,594 KW. Era el
fin de la II Guerra
Mundial y las empresas privadas habían dejado de invertir, por lo que la CFE tuvo que rescatarlas generando energía para
que éstas la revendieran. En 1949 el Presidente de la República, Miguel
Alemán, expide un Decreto que hizo de la CFE un organismo público descentralizado con
personalidad jurídica y patrimonio propio. En 1960, de los 3,208 MW de
capacidad instalada en el país, la CFE aportaba el 54%; la canadiense The Mexican Light and Company Power el
25%; la estadounidense The American and
Foreign Power Company el 12%, y otras compañías el 9%. Sin embargo, el 64%
de los mexicanos no contaban con electricidad. Estas empresas privadas
invertían poco y se enfrentaban a las luchas sindicales que exigían justicia
laboral. Es durante la década de los 50´s y 60´s que se dieron las luchas sindicales
de los electricistas, médicos, ferrocarrileros y que culminaron con la matanza
estudiantil del 2 de octubre de 1968.
El 27 de septiembre de 1960, el Presidente
Adolfo López Mateos nacionaliza la industria eléctrica comprando con fondos
públicos y deuda externa los bienes e instalaciones de las empresas
transnacionales. El gobierno adquirió en 52 millones de dólares, el 90% de las
acciones de la canadiense The American
Light and Power Company y se comprometió con ellas a pagar los pasivos
(deudas) de esas empresas que ascendían a 78 millones de dólares. Por 70
millones de dólares obtuvo las acciones de la estadounidense American and Foreign Power Company. Sin
embargo, el gobierno los comprometió a invertir ese dinero en México para
evitar que todos esos dólares salieran del país. Al adquirir la Mexican
Ligth and Power and
Company, la nación mexicana adquirió 19 plantas generadoras que servían al
Distrito Federal y a los estados de Puebla, México, Michoacán, Morelos e
Hidalgo; 16 plantas hidráulicas y 3 térmicas; 137 km. de línea de
transmisión de doble circuito trifásico en el sistema de 220 KW; dos
subestaciones transformadoras de cerro Gordo, México y El Salto, Puebla; 38
subestaciones receptoras conectadas a la red de transmisión de 85 y 60 KV; gran
número de bancos de transformadores; 4,500 km. de líneas primarias de distribución
de 6 KV; 11 mil transformadores de distribución con capacidad de 670 mil KVA; y
6,800 km.
de líneas de baja tensión. Entre las plantas hidroeléctricas se obtuvieron:
Necaxa, Patla, Tezcapa, Lerma, Villada, Fernández Leal, Tlilán, Juandó, Cañada,
Alameda, Las Fuentes, Temascaltepec, Zictepec, Zepayautla y San Simón. Entre
las plantas termoeléctricas: Nonoalco, Tacubaya y Lechería. Además la nación
recibió el edificio situado en la esquina de Melchor Ocampo y Marina Nacional
de la Ciudad
de México y todos los inmuebles y muebles de las estaciones y plantas
termoeléctricas e hidroeléctricas, así como equipos y materiales de oficina.
Con el dinero del pueblo, se pagó todo esto.
Luego el gobierno garantizó legalmente este
recurso de la Nación
añadiendo el párrafo sexto del artículo 27 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos que dice lo siguiente: "Corresponde
exclusivamente a la Nación
generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que
tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se
otorgarán concesiones a los particulares, y la Nación aprovechará los
bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines". Esta es
la "traba no arancelaria" que el gobierno de Fox pretende eliminar
para legalizar lo que ya se está haciendo de manera ilegal y
anticonstitucional, ya que desde hace tres años, por la vía de los hechos, la CFE entrega la producción y
distribución de la energía eléctrica a las principales empresas transnacionales
de Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania y España, entre otros.
Un año después, en 1961, la capacidad
instalada de la CFE
había llegado a 3,250 MW y, de toda la energía que producía, vendía el 25%. De
no tener ninguna participación en la propiedad de las centrales generadoras de
electricidad, por estar en manos extranjeras, pasó a tener el 54%, siendo así la CFE quien dirigía la energía
eléctrica del país. En 1963 se crea la denominación social Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A. (LyFC). En ésta década se
configura la integración de los sistemas de transmisión entre el Sistema de
Operación Noroeste, Noreste, Norte, Oriental, Occidental y Central. Y el Sur
quedó nuevamente olvidado, todavía no existía para el desarrollo. En la década
de los 60´s la inversión pública se destinó en más del 50% a obras de
infraestructura entre los que se encuentran los centros generadores de energía
de el Infiernillo y Temascal. Al final de la década se habían construido ya
plantas generadoras por el equivalente a 1.4 veces lo hecho hasta esta época.
La construcción de presas hidroeléctricas se extendió en todo el mundo
generando millones de pobres expulsados de sus tierras y serios problemas
ambientales irreversibles.
Para 1971, la CFE tenía una capacidad instalada de 7,874 MW. Al
final de ésta década se dio un mayor crecimiento llegando a instalarse
centrales generadoras por el equivalente a 1.6 veces lo hecho hasta el momento.
En 1974 se le autoriza a LyFC a realizar los actos necesarios y procedentes
para su disolución y liquidación. En esta década todos los sistemas de
transmisión de energía eléctrica se encontraban interconectados, excepto Baja
California y Yucatán que se incorporaron al Sistema
Interconectado Nacional en 1990, quedando por fin el sistema de transporte
de energía cubriendo casi la totalidad del territorio mexicano. Durante la
década de los 70´s también se logró unificar la frecuencia eléctrica de 60
hertz en todo el país y en 5 años se logró la unificación más grande del mundo,
ya que se visitaron 2 millones 434,810 consumidores de energía para adaptar sus
equipos electrodomésticos a la nueva frecuencia; se convirtieron 32 centrales
generadoras, con 87 unidades; y se ajustaron 41 subestaciones.
Así, grandes obras de infraestructura, pero
mucha deuda externa pesaba sobre el país. Durante la década de los 80´s
disminuyó la inversión en la CFE
y, a partir de 1982 con el gobierno del presidente Miguel de la Madrid, comienza en México
la aplicación de las políticas neoliberales y los Programas de Ajuste
Estructural que empezaron a imponer el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. El país empieza a vender sus activos rápidamente cuando entonces el
gobierno administraba alrededor de 1,115 empresas paraestatales. En 1989 se
reforma la Ley del
Servicio Público de Energía permitiendo que el Ejecutivo Federal pudiera
disponer de la constitución, estructura y funcionamiento del servicio que venía
proporcionando la Compañía
de LyFC en liquidación. En este Decreto presidencial se afirmaba que "Las
empresas concesionarias, entrarán o continuarán en disolución y liquidación y
prestarán el servicio hasta ser totalmente liquidadas. Concluida la liquidación
de la Compañía de
Luz y Fuerza del Centro, S.A., y sus asociadas Compañía de Luz y Fuerza de
Pachuca, S.A., Compañía Mexicana Meridional de Fuerza, S.A., y Compañía de Luz y Fuerza Eléctrica de
Toluca, S.A., el ejecutivo Federal, dispondrá la constitución de un
organismo descentralizado con personalidad jurídica y patrimonios propios, el
cual tendrá a su cargo la prestación del servicio que ha venido proporcionando
dichas Compañías." Será hasta febrero de 1994 cuando se crea por Decreto
presidencial el organismo descentralizado Luz
y Fuerza del Centro, con personalidad jurídica y patrimonio propio.
Luego, la capacidad de endeudamiento del
gobierno mexicano se recuperó con la venta de empresas y el cumplimiento de las
políticas de ajuste. Para 1991, la capacidad instalada de energía eléctrica
ascendía a 26,797 MW. En la década de los 90´s se prepara el gobierno para
entregar nuevamente en manos privadas la energía eléctrica del país. El
presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) amenazó en varias ocasiones con la
privatización de la energía eléctrica sin lograrlo. Ahora, el presidente
Vicente Fox tiene que pagar la factura atrasada, y lanza argumentos tramposos
para justificar la desregulación del sector energético que ha traido malas
experiencias en los Estados Unidos, Chile, Argentina, Guatemala, Perú, entre
otros.
RADIOGRAFÍA ACTUALIZADA DE LA LUZ
La generación de energía eléctrica se hace
actualmente con 4 tecnologías disponibles: 1) centrales hidroeléctricas (usando
el agua como fuente de energía); 2) eólicas (usando la fuerza del aire); 3)
termoeléctricas (produciendo calor por medio de hidrocarburos como combustóleo,
gas natural y diesel; con vapor de agua, del subsuelo; o por medio del carbón).
4) Nuclear (con el uso de uranio enriquecido). Pues bien, al iniciar el año
2002, México registraba la existencia de 159 centrales generadoras de energía
en el país que incluye al Productor Externo de Energía -PEE- (inversión
extranjera). Todas estas centrales tienen una capacidad instalada de generación
de energía eléctrica de 37,650 MW (en 1938 la CFE tenía apenas una capacidad de 64 KW), e
incluye las 4 Centrales de PEE con capacidad total de 1,455.43 MW. De esta
capacidad instalada el 62.3% proviene de las termoeléctricas; el 24.94 proviene
de hidroeléctricas; el 6.91% de centrales carboeléctricas; el 2.22% de
geotérmicas; el 3.62 de la nucleoeléctrica de Laguna Verde; y el 0.01% de
eoeléctrica. La energía actual alcanzaría para todos los habitantes. Sin
embargo, en la llamada "demanda actual" tenemos que ubicar que es
necesidad de los Estados Unidos, como mayor consumidor de energía en el mundo
(y al que México le suministra energía desde 1905); y de las empresas que se
instalarán en la región en el marco del Plan Pueblá-Panamá y del Area de Libre
Comercio de Las Américas (ALCA). En este sentido, obviamente, la energía no
alcanzará.
Para conducir la electricidad desde las
plantas de generación hasta los consumidores finales se requiere de redes de
transmisión y de distribución, integradas por las líneas de conducción de alta,
media y baja tensión. Las subestaciones eléctricas sirven para transformar la
electricidad, cambiando sus características (voltaje y corriente), para
facilitar su transmisión y distribución. Para ello se usan las subestaciones de
transmisión y subestaciones de distribución de la energía. Pues bien, toda la
red de transmisión contaba, en 1994 cuando surgió el conflicto armado en
Chiapas, con 30,033
kilómetros que, para finales del 2001, llegaba a 38,848 km. de red de
transmisión con 113,556 MVA de capacidad. Hoy existen 275 subestaciones de
113,556 MVA y 1,371 con 33,078 MVA; 40,148 km. de líneas de subtransmisión; 5,858
circuitos de distribución con una longitud de 333,295 km.; 809,005
transformadores de distribución de 26,671 MVA; 221,079 km. de líneas secundarias
de baja tensión y 488,132
km. de menor voltaje.
Actualmente cuentan con electricidad 116,840
localidades de las cuales 113,350 son rurales y 3,489 urbanas. El servicio de
energía eléctrica llega al 94.7% de la población, y quedan por electrificar
85,120 localidades; 4,265 localidades de 100 a 2,499 habitantes y 80,855 localidades con
una población menor a 100 habitantes. En los últimos diez años se han instalado
52,169 pequeños módulos solares para el mismo número de viviendas. Como no se
pretende invertir mucho en el sector rural, para la CFE "Esta será la
tecnología de mayor aplicación en el futuro para las poblaciones pendientes de
electrificación en el medio rural." Por otro lado, el sector eléctrico en
el país cuenta con 930 oficinas de atención al público y 974 cajeros Cfemático.
Para finales de septiembre del 2001, la CFE y LyFC daban servicio a un
total de 24 millones 609 mil clientes en todo el país, los cuales han mostrado
una tasa de crecimiento anual del 4.3% desde que estalló el conflicto en
Chiapas en 1994. De todos estos clientes el 87.95% corresponde al sector
Doméstico que aporta el 24.50% de las ventas de la CFE; el 10.32% al sector
Comercial que aporta el 6.55% de las ventas; el 0.65% a Servicios con el 3.19%
de las ventas; el 0.59% al Industrial del que se recauda el 59.33% de las
ventas de energía; y el 0.49% al sector Agrícola que aporta el 6.43% de las
ganancias anuales. El sector eléctrico tiene una oportunidad de cobranza que ha
aumentado ligeramente del 98.5% en 1998, al 98.8% en el 2001. Para el año 2001,
del volumen de ventas totales de la
CFE, el 0.18% se exporta; el 77.11% corresponden de ventas
directas al público; el 22.71% se suministra a LyFC quien da servicio al
Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo, Morelos y Puebla.
Talento, disciplina y
responsabilidad siempre lo hubo por parte de todo el personal de Luz y Fuerza. Aquí,
frente a un tablero de control. Fotografía proporcionada por el compañero
(jubilado) Antonio Guadarrama S.
Según la misma CFE, la paraestatal es
"Una empresa de clase mundial con indicadores operativos". Sin
embargo, la campaña gubernamental hoy va encaminada a desprestigiar la empresa
para encaminarla hacia la privatización. Hay al menos tres modos de
privatización: 1)venta de los activos (las instalaciones) de la empresa estatal
para que la iniciativa privada se haga cargo directamente de esta actividad
económica; 2)liquidación de la empresa estatal, simplemente cerrándola, y como
es necesaria esa actividad económica, se le deja la vía libre a la iniciativa
privada; 3)apertura a que las empresas privadas inviertan en lo que sólo ha
sido exclusividad del Estado, creándose así mismo la competencia interna y
paulatinamente creando las condiciones para las opciones 1 y 2. Esta tercera
opción es por la que ha optado Vicente Fox, por ello repite intermitentemente,
una y otra vez, que la CFE "no se privatizará". Además insiste
en que, sin inversión privada, no será posible responder a la demanda creciente
de energía, por lo que es necesaria la Reforma Energética
que además ayudará a mejorar la calidad del servicio eléctrico y disminuirá los
precios. De lo contrario, serán necesarios los apagones.
Por lo pronto, aquí hay cuatro grandes
mentiras presidenciales. Primera, sí es una privatización velada y que se
acelerará cuando las empresas extranjeras, los peces grandes, puedan comerse a
toda competencia, los peces chicos, regresando nuevamente como a principios del
siglo pasado: la energía controlada por un puñado de transnacionales. Y esto no
es nuevo, en Centroamérica los signos de este monopolio son terribles. Segunda,
la inversión extranjera transnacional ya se está dando desde hace tres años de
manera anticonstitucional. Alrededor de 40 licitaciones se han hecho y la
mayoría ha sido ganada por empresas transnacionales de energía. Tercera, la
privatización de la energía sí aumenta los precios y acelera su incremento
cuando no hay competencia y se generan monopolios. Prueba de ello fue la crisis
de la energía en California donde luego del aumento de los costos por parte de
Enron, el gobierno californiano tuvo que realizar apagones por no contar con
tanto presupuesto. En Centroamérica, el servicio por parte de las
transnacionales es de pésima calidad además de realizar apagones.
La campaña gubernamental va también
acompañada de otras medidas: eliminar los subsidios, bajar la inversión estatal
y fortalecer una campaña de descrédito publicitario y argumentos falsos. Se
crea así un ambiente donde aquél que se atreva decir que se privatizará la
energía y que es necesario mantener la soberanía del país, le llueven los
calificativos de ´proteccionista´, ´retrógrado´, etc. Mientras el gobierno
tenga en sus manos el control energético, se le llamará monopolio. Si pasa a
una empresa transnacional, se le llama "libre comercio". Si se
subsidia a los pobres, se hace un escándalo; pero no si este va destinado a las
grandes empresas o si se subsidia millonariamente a los banqueros con el
Fobaproa.
La energía sí es un gran negocio, sí produce
mucha riqueza, sí puede seguir siendo parte de la soberanía de la nación, sí
puede ser una industria rentable y que al mismo tiempo subsidie a los sectores
más vulnerables. Nuevamente, nuestra soberanía, está en peligro. ¿La podremos
defender?
Fuentes:
-Comisión Federal de
Electricidad (CFE)
-Luz y Fuerza del
Centro (LyFC)
-Constitución
Política de la
República Mexicana
-CIEPAC.