Acostumbrados en estos tiempos a un nuevo
discurso de la modernidad, esta abarca aspectos que se podrían considerar como
“suicidas”. Y es que una de las últimas noticias que ha proporcionado el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, por sus siglas) deja a
cualquiera “congelado”: Tres de cada 5
empleos en el país, en la economía informal.[1] La noticia además, viene acompañada de
una gráfica que es el frío reflejo de la situación que viven muchas sociedades,
en particular la nuestra, sometida a los dictados que esa “modernidad”
encuentra en voceros como el Fondo Monetario Internacional o los gobiernos
neoliberales que ya se ve, son capaces de plegarse a tan perversos dictados.
México no ha sido la excepción en ese
sentido –sigue diciéndonos el contenido de esta nota-, que “Dentro del universo
de trabajadores sin acceso a ningún tipo de seguridad social, 13.7 millones
conformaron específicamente la ocupación en el sector informal, cifra que
significó un aumento de 0.2 por ciento anual y constituyó 28.7 por ciento del
total de ocupados (Tasa de Ocupación en el Sector informal). Adicionalmente,
2.1 millones de personas se desempeñaron en el servicio doméstico remunerado,
5.8 millones pertenecen al ámbito agropecuario y otros 6.6 millones a las
empresas, gobierno e instituciones”.
Todo parece indicar que este es el escenario
que buscaban o pretendían los gobernantes, desde aquellos terribles sexenios de
Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, hasta estos
últimos dos, el de Vicente Fox y Felipe Calderón, convencidos de una consigna
fatal: la de terminar con la clase trabajadora y ponerla en manos de los nuevos
sistemas-eje de la cosa laboral: el autsoursing,[2]
y otros métodos que hoy avala la nueva Ley Federal del Trabajo.
Tres días después, en el mismo diario, otra
nota deja al descubierto el oscuro panorama del trato que reciben quienes
tienen, hoy día que contratarse bajo estos métodos. Patricia Muñoz Ríos dice en
su nota: “La reforma laboral ha multiplicado la subcontratación y el outsourcing, pues los empresarios
mexicanos están abusando de estas figuras; además ha incrementado el despido de
personal antiguo y suprimido el pago de salarios caídos en los conflictos
obreros; está destruyendo el sistema de protección social, y no ha creado
empleos como se prometió”.[3]
En estos tiempos que corren, se veía venir
un escenario como este, lleno de desencantos, capaces de afectar la vida
laboral de cualquier trabajador dispuesto a entregar su mano de obra en cuanto
asunto tenga que ver con su legítima supervivencia, que no es solo pensar en la
manutención, sino en aquellos otros privilegios o derechos que se contemplan
como los de la seguridad social, un buen salario, compensaciones. De todo lo
anterior, y a la vuelta de los años, la justa jubilación y no un deterioro de
sus aspiraciones en los últimos años de la vida.
Qué tristeza, que coraje dan todo este tipo
de acontecimientos los que, sumados a hechos tan injustos como los de la
extinción de Luz y Fuerza del Centro,
misma que bajo el procedimiento de un improcedente decreto, sus propósitos nos
lanzaron a la calle a cerca de 45 mil trabajadores, dejando en condición
vulnerable a otro importante número de jubilados. Y todo esto ¿para qué? Si de la
siguiente etapa, que era previsible en todo sentido, con el “patrón sustituto”,
ni la CFE como “empresa de clase
mundial”, ni su sindicato, del que hasta el momento no se ha pronunciado de
manera firme y honesta al respecto, no se ha tenido una respuesta clara.
A más de tres años y medio de aquel atentado
a nuestra dignidad como trabajadores, ahora vienen a sumarse en forma
descontrolada todos estos otros síntomas en donde no se aprecia ningún sistema
de justicia, ni tampoco la seguridad jurídica para los trabajadores.
En ese sentido, la reportera del diario aquí
consultado sigue apuntando:
“La reforma (laboral) fue un instrumento
orientado únicamente a abaratar la fuente de trabajo y el despido, y no
resolvió problemas de fondo como la necesidad de contar con esquemas de
contratación colectiva que favorezcan la concertación y el desarrollo
productivo, una nueva política salarial o la transición a un sistema de
justicia laboral que lleve a la desaparición de las juntas de conciliación y
arbitraje.
“En cambio, las mínimas reglas que se
fijaron para regular la subcontratación y el outsourcing, además de que han sido ignoradas por los empresarios,
estos las han utilizado para abusar de las formas de contratación. Incluso, las
llamadas de empresas de servicios que subcontratan a ciento por ciento de su
personal, crecieron como hongos y están destruyendo totalmente el sistema de
protección social”.[4]
Si este gobierno no va a ser capaz de
encontrar el equilibrio en el tiempo que resta de su gestión, créanme que
estaremos ante un malestar imposible de controlar. No alcanzaremos, a mi
parecer las situaciones extremas que hoy se viven en España, por ejemplo, pero
el malestar social irá en aumento.
Señores del gobierno: Hagan su trabajo, pero
piensen en el trabajo de los demás.
15 de mayo de 2013.
NOTA:
Si desea
entrar en contacto con el autor de estos trabajos de investigación, recopilaciones,
y demás asuntos relacionados con la reconstrucción de la historia de Luz y Fuerza del Centro, o
simplemente conocer su obra, con gusto lo remito a la "liga" en
que aparecen sus datos curriculares:
En la cejilla
"Acerca del autor", se encuentran todo mi perfil profesional, así
como un archivo PDF que reúne toda mi obra, publicada desde 1987 y hasta
nuestros días.
Muchas
gracias.
[1] La Jornada,D.F., del sábado 11 de mayo
de 2013, sección ECONOMÍA, p. 24.
[2] Disponible
mayo 12, 2013 en: http://es.wikipedia.org/wiki/Subcontrataci%C3%B3n
La subcontratación, externalización
o tercerización (del inglés outsourcing) es el proceso económico
en el cual una empresa mueve o destina los recursos orientados a cumplir
ciertas tareas hacia una empresa externa por medio de un contrato. Esto se da
especialmente en el caso de la subcontratación de empresas especializadas. Para
ello, pueden contratar sólo al personal, caso en el cual los recursos los
aportará el cliente (instalaciones, hardware y software), o
contratar tanto el personal como los recursos. Por ejemplo, una compañía
dedicada a las demoliciones puede subcontratar a una empresa dedicada a la
evacuación de residuos para la tarea de deshacerse de los escombros de las
unidades demolidas, o una empresa de transporte de bienes puede subcontratar a
una empresa especializada en la identificación o empaquetación.
[3] La Jornada, D.F., del martes 14 de mayo de 2013, sección POLÍTICA, p. 15. “Abusan
empresarios de la subcontratación prevista en la reforma laboral: análisis”.
[4] Op. Cit.
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