CENTROS
DE TRABAJO EN LUZ y FUERZA. ORÍGENES y DESARROLLO.
POR:
JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Toda empresa al enfrentar su proceso de creación o integración, debe
tener previsto, entre otros aspectos prioritarios, el servicio médico. En el
caso específico de la entonces The Mexican
Light and Power Company, Limited cuya nueva expresión llega hasta nuestros
días con el nombre de Luz y Fuerza del
Centro, cumplió y sigue cumpliendo con ese propósito, aplicado al personal
que aun labora y, en extensión del servicio, a sus familiares.
Desde el 24 de marzo de 1903 en que fue
concebida dicha institución destinada a la producción, generación, transmisión,
distribución y comercialización de la energía eléctrica, tuvo sus primeras
intervenciones en la emblemática planta hidroeléctrica de Necaxa, puesta en
funcionamiento a partir del 6 de diciembre de 1905. Relativo a
los antecedentes del servicio médico, se tienen estos datos, mismos que se
remontan al 31 de agosto de 1903: Cuando el proceso constructivo de la planta
hidroeléctrica Necaxa avanzaba, fue necesario considerar, entre el conjunto de
materiales “drogas
de todo tipo necesarias para proteger la salubridad de los empleados y
operarios de la empresa. La misma empresa se propone otorgar gratuitamente
asistencia médica profesional no sólo a sus empleados sino a todos los vecinos
del lugar a quienes también gratuitamente se proporcionarán las medicinas
necesarias”.[1]
Sin embargo no fue sino hasta el 15 de abril de 1909 en que quedó
constituido el Departamento de Accidentes
y Reclamaciones, que en un principio tuvo sus oficinas principales en
Indianilla, y el cual desde ese momento se responsabilizó del servicio médico
de la Compañía
en el Distrito Federal y sus alrededores. Con este documento -la circular Nº
100-, observamos que se trata materialmente, del acta de nacimiento del
“Servicio médico” en la empresa.
El 31 de agosto de 1917, fue nombrado el Dr. Jesús Sola como médico
oficial de las Compañías. Su consultorio estuvo ubicado en la 3ª calle de
Tacuba, Nº 14. Dicho doctor, sustituyó al Dr. Collantes quien antes había
presentado su renuncia.
Como dato curioso, incluimos a continuación la dotación de un botiquín
en 1920.
Para 1926, el registro de accidentes de trabajo supuso la aplicación de
una circular, la Nº 117 del 9 de julio que a la letra dice:
Con
respecto a los empleados y obreros que sufran accidentes en el desempeño de su
trabajo, sírvanse tomar nota de que en lo futuro al tratarse la cuestión de
indemnizaciones deberá enviarse un informe al Departamento Legal sobre: El
porcentaje de inhabilidad (según examen médico); la antigüedad del empleado y
si el empleado debe ser separado al pagársele la indemnización (…)
¿Qué implicaba esto?
Debido al hecho de que en tales circunstancias, los empleados podían
verse expuestos a la pérdida de alguna extremidad y que, por lo tanto, podrían
sufrir mutilación de la misma, el convenio estableció diversos costos en
compensación o indemnización para cumplir con el derecho de cubrir los gastos
de recuperación y rehabilitación de la pérdida, cosa que implicaba pasar al
terreno de encontrar las razones más justas para saber si se declaraba algún
tipo de incapacidad (temporal o permanente) para trabajar.
En enero de 1929, y a causa de la influenza que, como este año de 2009 afecto
a nuestro país, el Dr. A. R. Goodman, Jefe del Departamento Médico de las
Compañías, envió, a través de la publicación Electra los siguientes consejos:
Con fecha del 1º de agosto de 1929, y en la Circular Nº 114, se
establecieron las primeras obligaciones, (esto, entendido como si hoy día
emanaran tales aspectos de un Instructivo de Trabajo) o recomendaciones que
debían aplicar los médicos. Lo destacado era la aplicación de normas
sanitarias, visitas e inspecciones a diversos centros de trabajo, entre otras.
El responsable de la aplicación de dichas medidas fue el Dr. Charles Hardwicke,
el cual, desde sus oficinas en el Edificio de Gante, estaba pendiente de la
aplicación estricta de las mismas, aspecto que se concretaba con el hecho de
avisar directamente al Gerente General en turno (el Sr. W. H. Fraser), acatando
las instrucciones que este indicara. El mismo documento refiere el hecho de que
el cargo de puesto de Director Médico de las Compañías, ocupado por Hardwicke
era debido al hecho de la renuncia presentada por el Dr. A. R. Goodman.
Conforme avanzaba el tiempo y las nuevas necesidades de atención a los
pacientes o, en el peor de los casos los accidentes de trabajo, fueron factores
que influyeron para integrar, de manera concreta diversas responsabilidades. De
ese modo, comenzaron a generarse convenios, como el que se puso en vigor el 24
de febrero de 1931, cuando por Circular Nº 160 se indicaba en esencia que en
caso de accidente de trabajo ocurrido entre las 20 horas y las 7 del día siguiente,
todos esos casos “la Cruz Roja” se hará cargo de los mismos. Ello se debe al
hecho de que desde entonces, aplicaba, como hoy día, la Clase “A” (es decir de
aquellos que se sujetan a un ciclo de turnos).
La publicación oficial de las Compañías en 1931, la revista Electra, tuvo a bien difundir el
siguiente desplegado:
Por lo tanto, los exámenes estuvieron aplicados tanto a personal de
confianza como sindicalizados, si estos deseaban contratarse con “carácter
permanente o provisional”,
El 31 de enero de 1934, y a través de la Circular Nº 200, fue dado a
conocer el nombramiento del Dr. Armando Lafón del Valle, quien por muchos años
prestó servicios a las Compañías y sus subsidiarias, tal y como se manejaba el
término de la composición de esta empresa por aquel entonces.
La Revista LyF de julio de
1960, preparó un amplio reportaje sobre el mencionado profesional, acompañado
por los perfiles de otros dos emblemáticos doctores: Eduardo Uribe Rivera y
Jorge Eguiarte Pérez. A continuación, reproducimos tal documento.
Conforme avanzaban los años, y era necesario estructurar y organizar mejor las áreas, fue entonces que en el 19 de mayo de 1934, a través de la circular Nº 205 dirigida a todos los Jefes de Departamento, el Sr. W. H. Fraser Gerente General de las Compañías indicó que había sido creado el Departamento del Trabajo de estas Compañías, el cual tendría a su cargo: “Cuidar el cumplimiento, dentro de las propias empresas, a las disposiciones de la Ley Federal del Trabajo, y a las estipulaciones del Contrato Colectivo de Trabajo en vigor. Resolver respecto al alcance y aplicación que se debiera dar a dichas estipulaciones. Tramitar liquidaciones por separación o fallecimiento, préstamos a los trabajadores y en general todos los asuntos relacionados con el contrato mencionado”.
Auxiliar a los Jefes de Departamento para el arreglo y solución de las
dificultades y conflictos que tuviesen con los trabajadores” quedando al frente
del Departamento el Ing. Antonio Arceo.
El Ing. Antonio Arceo desempeñó durante nueve años su cargo de manera
admirable. Por ejemplo en abril de 1937 convino con el Sindicato Mexicano de
Electricistas, la creación de 8 puestos en el escalafón de “Puestos de Trabajo
y Médico”, en el que se iniciaría el mismo con el puesto de Ayudante de
Oficinista “F” con $3.00 de salario diario y terminaría con el de oficinista
“I” con $10.00 de salario diario.[2]
Con esto se establece, que dentro de la estructura de dicho departamento, fue
incluido el prioritario Servicio Médico.
El 1º de febrero de 1937, ingresó a las Compañías, el Dr. Ignacio Guzmán
Garduño con el puesto de “Médico del Distrito Federal”, el cual desempeñó hasta
su muerte, ocurrida el 6 de octubre de 1956.
El ya conocido Doctor Eduardo Uribe Rivera fue nombrado interinamente en
el Servicio Médico de las Compañías, durante la ausencia que tuvo, por razones
particulares, el Doctor Armando Lafón del Valle. Esto ocurrió a partir del 4 de
junio de 1938.
En la fotografía que aparece en la pagina anterior, observamos que
dentro del cuerpo de colaboradores que tuvo a su mando el Dr. Armando Lafón del
Valle, se encuentra la enfermera Ernestina Islas Maqueda, misma que prestó sus
servicios como “Ayudante de Médico” a partir del 29 de noviembre de 1949, con
un salario variable entre los 12 y 14 pesos. Dicha enfermera tuvo entre otras
responsabilidades: Ayudar a los médicos del departamento en su desempeño de
labores, inyectar, curar, vendar y en general atender a los pacientes,
principio que hasta nuestros días siguen aplicando en forma responsable el
actual cuerpo de enfermeras.
El Sr. Gustave Maryssael, entonces Presidente y Gerente General de la
Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A., autorizó un Memorandum con fecha 1º de noviembre de
1950, para establecer y oficializar, a partir de ese momento y de manera
permanente la atención médica al personal de confianza (Cláus. 19-II), mismo
servicio que se hizo extensivo a sus familiares.
Tres años más tarde, el 1º de diciembre de 1953, fue nombrado el Dr.
Jorge Eguiarte Pérez, como ocupante del puesto de “Médico ayudante” de la
Cláusula 19, por lo que con este documento, el mencionado profesional, fue
adherido al cuerpo médico de la compañía.
Con el paso del tiempo se fueron integrando otros profesionales como es
el caso de los hermanos Elena y Vicente Rivera Melo, tal y como ocurrió en
1954.
Para reafirmar las condiciones favorables que en 1960, tuvo el personal
de confianza con la prestación del servicio médico, estas condiciones
permitieron que en forma gratuita se realizaran diversos exámenes clínicos con
la frecuencia recomendada. Entre otros, estaban los electrocardiogramas y teleradiografías.
Otros datos relacionados con diversos exámenes y sus especificidades, los
encontramos referidos en la Circular Nº 275, fechada el 15 de febrero de 1960.
Hacia finales de la sexta década del siglo pasado se integraron nuevas
especialidades. Esto ocurrió con el anuncio que se transmitió a través de la
Circular (s/n) del 19 de noviembre de 1969, donde aparecen estos datos:
Dr. Jorge Millán, Dermatólogo (Piel)
Dr. Lorenzo Duarte, Hematólogo
Dr. Raúl Cicero, Neumólogo
Dr. Alejandro Sauter, Oftalmólogo
Dr. Enrique Suárez, Ortopedista.
El documento, a su vez, fue firmado por el Dr. Enrique Estevez
Valenzuela, entonces Jefe de la Sección Médica.
En cierta época de la historia de esta empresa, los diversos documentos
emitidos por la generalidad de las áreas ya no fueron turnados en calidad de
copia de Acuerdo, Convenio o Circular al Departamento de Archivo y Correspondencia,
por lo que entonces se entiende que cada área dispuso de sus propios archivos
en relación al acopio y guarda de estos mencionados documentos. De ahí que
hasta hoy día no haya sido posible recuperar en forma ordenada tales oficios
que, por otro lado, permanecen en forma bastante coherente en Archivo y
Correspondencia, aunque sin la uniformidad deseada.
En el antiguo edificio del Sindicato Mexicano de Electricistas, de
Antonio Caso Nº 45 (inaugurado el 15 de julio de 1941) hubo, durante un
importante periodo de tiempo el apoyo de los servicios médicos. Contaba
incluso, con una clínica, y ahí nacieron buena cantidad de los que hoy día
siguen siendo trabajadores en esta empresa. Esta clínica sumaba diversas
especialidades y es el antecedente más claro para lo que mencionamos a
continuación.
El 8 de mayo de 1978 fue puesta en
servicio la Clínica N º
26 del Instituto Mexicano del Seguro Social, en convenio con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S. A. y sus
Asociadas (en liquidación) para que sus trabajadores sindicalizados
contaran, a partir de ese momento, con la atención médica. En el acto
inaugural, el C. Presidente de la
República , C. José López Portillo, develó la placa alusiva al
hecho.
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Hoy día, la sección del Servicio Médico, se encuentra integrada por los
siguientes profesionales:
Gerente, Lic. Ana Elia Moreno
Subgerente, Dra. Alba Gurza Jaimes
Jefa del Servicio Médico, Dra. Rosa
Ruiz Carapia
Doctores
de confianza que prestan sus servicios:
Saúl Guerrero Curiel
Cristina Benítez S.
Julio Arturo García García
Maritza Echeverría Dávila
Armando García Acosta (Turno
vespertino)
Doctores
que prestan sus servicios a través del Instituto Mexicano del Seguro Social:
Angélica Guadalupe Pérez Medina
Rosalinda Villegas Navarro.
José Luis Camarga Valenzuela (Turno
vespertino)
Guadalupe Reyes Vaca (Turno
vespertino)
Personal
de enfermería:
Alicia Martínez Lupían
Yeni Yuyini Hernández Hernández
Clodina Santos Montero
Claudia Guerrero Arenas (Turno
vespertino)
María Consuelo Lupercio Mendoza (Turno
vespertino)
Y claro, cómo no recordar el importante Juramento de Hipócrates que, aunque les es más consubstancial a los
médicos o doctores, también aplica, en buena medida, a la participación de sus
más cercanos colaboradores. Entre ellos, se encuentran enfermeras y enfermeros.
He aquí las famosas palabras:
JURAMENTO DE
HIPÓCRATES
Juro por Apolo, médico, por Esculapio,
Higías y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de
observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco,
poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.
Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo
respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los
socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si
quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún
género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones orales y
demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que
se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie
más.
Estableceré el régimen de los enfermos de la
manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender,
evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la
administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de
aplicar a las mujeres pesarios abortivos.
Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con
inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican
a practicarla.
En cualquier casa donde entre, no llevaré
otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente
faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de
mujeres u hombres, libres o esclavos.
Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en
la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea
o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en
tales casos.
Si observo con fidelidad este juramento,
séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre
los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.
Investigación, redacción y
elaboración: Archivo Histórico de Luz y Fuerza del Centro.
México, agosto de 2009.
Acopio
de datos y elaboración de textos: Erandi García Soto.
[1] Laura L. González Gutiérrez: “La
hidroelectrificación en México. El caso de Necaxa, 1895-1906”. México,
Universidad Autónoma Metropolitana, División de Ciencias Sociales y
Humanidades. Licenciatura en Historia, 2003. Edición digital. 91 p., 82. El
dato procede del Archivo Histórico del Agua, Expediente 56536,
caja 4187, fojas 171-172. Lista de materiales necesarios que deben de estar
exentos de impuestos, fechada el 31 de agosto de 1903.
[2] Convenio 3601 del 26 de abril de
1937.
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