LA LUZ y LA FUERZA DE UNA FOTOGRAFÍA. IMÁGENES HISTÓRICAS PUBLICADAS EN EL
BLOG: LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
En esos recorridos que tenemos todos por la
ciudad, de pronto encontramos diversos escenarios que pueden ser gratos o
desagradables a nuestra vista. Hay otras imágenes que, por su composición
resultan caóticas, e incluso harto disfrutables.
Pues bien, en ese andar citadino, de pronto
tuve oportunidad de cruzarme materialmente ante un “cuadro” que nos deja
observar la locura a que ha llegado el descontrol habido con tantas empresas,
sobre todo telefónicas, mismas que literalmente se cuelgan de tanto poste, de
concreto o metálico que encuentran a su paso. Y son postes que, en su mayoría
instaló en su momento la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A., que siguen
ahí, tan firmes como su historia.
El primer tiempo de esa imagen, lo tienen
ustedes a continuación:
Es
el cruce de la Av. Miguel Ángel de Quevedo con Av. Universidad, al sur de la
ciudad de México. La primera impresión es la de un día normal, aunque se
tratara del domingo 3 de agosto de 2014 a mediodía. Pueden ustedes comenzar a
admirar no sólo ese cielo azul que “dignifica” a una ciudad, sino todo el
movimiento vehicular que asombra y espanta, por la cantidad de automóviles que
transitan, junto con otros transportes como el trolebús que se ve al fondo. Casi
imperceptible se puede observar una fuente, la de la “Bañista” quien en su
desnudez, al mesarse el cabello, seguramente es porque en la imaginación
debemos entender que lo hace debajo de alguna caída de agua, la del arroyo que,
con su sonido reposado, además de no escucharse, no corresponde con el caos que
aquí se puede notar.
Entre
esos postes ya mencionados, podemos apreciar más de uno en la línea de 23 o su derivación a la de 13.2 K.V. cuyos hilos van de aquí para allá, siguiendo el
curso de las líneas de distribución.
Conforme la cámara me permitió acercarme,
tuve esta otra impresión:
Vaya,
por fin un árbol, pero eso sí, más cables, y un semáforo en verde. La “Bañista”,
inmutable, pero que no sabemos si el baño que recibe es aquella poética
descripción o la realidad de un baño de lluvia ácida así como toda la carga de
rayos solares y los ultravioleta que a esas horas del día se dejan caer con
peso monumental.
Acerquémonos
un poco más, con la mayor discreción que sea posible, para admirar con ojos de
curiosidad y tentación a la “Bañista” que sigue sin enterarse que andamos por
ahí, en afán curioso de descubrir sus encantos, como si al retornar en el
tiempo se viviera la estampa en el “Baño de la Cava” donde se vieron
involucrados la hermosa Florinda la Cava y el Conde Don Julián, de cuya
imprudencia vouyerista surgió un conflicto mayúsculo entre moros y cristianos: la guerra
de los ocho siglos. Una causalidad en la historia devino conflicto mayor entre
diversas culturas europeas y del medio oriente.
Bien, para no divagar en este intento por
descifrar el “enredo” al que deseo que lleguemos, incluyo aquí la tercera
imagen, que nos da idea más clara de la bella mujer en escultura y del tejido
impresionante de cables que van “in crescendo”:
Sus
líneas, las de un cuerpo de tentación, se comienzan a deformar nada más
apreciar esa telaraña de cables de todo tipo, que pareciera por su actitud, que
se lleva las manos a la cabeza evitando con ello que caigan encima de ella
alguno de esos hilos, o que la envuelva la espantosa manta que podría
confundirse con una toalla que sirva para secar su piel. Un ir y venir de todo
ese desmedido exceso, el de compañías privadas que, encontrando en postes ya
instalados hace muchos años, con la mano en la cintura han recurrido al
descarado hecho de “colgarse” de los mismos, sometiendo a esfuerzos mecánicos y
de tensión las capacidades de resistencia de muchos de esos "pilares", con el
riesgo inminente de que cedan, se doblen y caigan al piso de forma estruendosa,
ocasionando incluso, un efecto “dominó”, que las autoridades correspondientes
no han podido frenar.
Pobre “Bañista”, la que a diario en esa pose
sensual nos puede saludar en sitio tan conocido como es ese crucero de la
ciudad de México, siempre expuesta al riesgo de que esa “telaraña” de cables y
demás parafernalia, incluyendo lámparas y otros objetos le caigan encima hasta
hacerla desaparecer de un sitio que diversas circunstancias la llevaron hasta
ahí, cuando bien podría estar acompañando a otras figuras similares, como las
que uno se encuentra por ejemplo, en el camellón de Álvaro Obregón, en la colonia Roma, o en
la mismísima Alameda Central, junto a aquella que es un verdadero portento: “Malgré
tout” –a pesar de todo-, del gran
escultor Jesús F. Contreras.
A
pesar de todo, y a pesar de todos los pesares, lo que pudo ser un texto con
fuerte carga literaria, inspirada por la “Bañista”, se convirtió en esto otro:
la interpretación caótica de uno más de esos puntos en que la ciudad de México
ha sido invadida por cables que hoy día están allí, ante la paciencia de
autoridades y la complacencia de las compañías que no se detienen en su voraz
empeño de ganar clientela.
Aquí tienen ustedes la maravilla a que me refería líneas
atrás:
Malgré tout, de Jesús F.
Contreras.
Disponible en internet, agosto 3, 2014 en:
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