EFEMÉRIDES DE LUZ y
FUERZA DEL CENTRO.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
La Jornada, D.F., del domingo 9
de junio de 2013. Sección Política,
p. 15.
Hace unos días, se divulgaba en la prensa
esta nota, de suyo importantísima para todos aquellos que, desde hace más de
tres años y medio han conformado, al interior de una esperanza, el conocido
movimiento de la “Resistencia”, de todos aquellos trabajadores que no se
liquidaron, y que siguen formando, en espíritu, parte de la plantilla de Luz y Fuerza del Centro, pero
fundamentalmente animados por la llama del Sindicato
Mexicano de Electricistas.
En el contenido de la nota, aparece algo en
lo que, lo único que falta es afirmar como San
Agustín: “Hasta no ver… no creer…”. Y es que la postura de la Comisión Federal de Electricidad es
reconocer, en el fondo, que al proponer semejante posibilidad, es porque como
empresa paraestatal no ha tenido la suficiente capacidad para encarar la
problemática que plantea toda la infraestructura de producción, generación,
transmisión, distribución y comercialización de la energía, sobre todo en la
zona centro del país, donde Luz y Fuerza
del Centro tenía influencia y el control, desde 1903 y hasta 2009, año en
que el autoritarismo del sexenio pasado la extinguió, aduciendo además, una
serie de argumentos que poco a poco empiezan a revelar no sólo lo absurdo de la
medida, sino la mala fe con la que desde el presidente de la república y otros
funcionarios se le fueron materialmente “a la yugular”. Los tristes resultados
de este desagradable espectáculo, ya los iremos dando a conocer, pues
finalmente ha sido el tiempo, nuestro mejor aliado en tan terribles
circunstancias.
Pues bien, lo dicho y afirmado por la C.F.E. adquiere tintes de posibilidad
como nunca antes se habían presentado en esta larga noche de angustia. Solo
esperaríamos que la buena fe se dejara notar, pero sobre todo, que poco a poco,
esa reinserción, basada en la conformación de cuatro filiales de la CFE, “una
de ellas para dar servicio al Distrito Federal” sea una realidad concreta. De otra
forma, no sería nada deseable que un asunto de esta naturaleza y dimensión,
pasara a formar parte de amargas efemérides que bastante se han padecido al
respecto.
Invoco -concediendo el beneficio de la duda-, una vez más a San Agustín y afirmo, como el santo de Aquino: “Hasta no ver… no creer…”
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