SELECCIÓN DE: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Entusiasmado por este tema, que en sí mismo
produce un extraño remanso espiritual, y a la búsqueda de otros textos
relativos al título de esta serie, pude encontrar el que ahora comparto con
ustedes.
Discurso
de toma de posesión de Ricardo Bellveser Icardo como Académico Correspondiente
Electo en la Real
Academia de Bellas Artes de San Carlos. (Leído el 26 de
noviembre 2002).
Quoniam Deus lux est,
et tenebrae in eo non sunt ullae.[1]
San Juan
Dominus
illuminatio mea es el conocido lema de la Universidad de Oxford
–el Señor es mi luz–. Hacer equivalentes las ideas de Dios y de Luz es, en
Occidente, una sinonimia habitual y en casos como los de San Juan de la Cruz , Fray Angélico o Miguel
Ángel ésta puede llegar incluso a ser una cuestión primordial.
La luz en el arte –no solo en las artes
plásticas, escultura o pintura, sino también en la literatura en general o en
la poesía en particular– adquiere muy diversas significaciones de entre las
cuales las más usuales son las que la equiparan con Dios, pero no únicamente
con Dios sino, alternativamente, con el entendimiento, con el amor, con el
nacimiento y con la vida, aunque luz equivalente a Dios, como la usa el lema de
Oxford, sea una de las principales metáforas de la literatura y de la teología
general. Consecuentemente, su anverso serían las sombras y la oscuridad, que
representan el final, el mal, las tinieblas y la muerte.
Si
para San Juan, Dios es la luz y para Él no hay tiniebla alguna, para San
Agustín “la luz es el nombre propio de Dios”,[2]
idea que se repite en diversas culturas en las que, consecuentemente, se
identifica a Dios con el Sol, y con la inteligencia. Éste sería un segundo
vector: Luz igual a entendimiento, de modo tal que echar luz sobre una
cuestión, es aclararla, comprenderla, clarificarla, y tener luces es poseer
inteligencia suficiente. San Buenaventura une ambos conceptos y llega a la
conclusión de que el intelecto divino “es la suma luz, la verdad plena, el acto
puro”[3]
por lo que el reflejo de la luz en la conciencia, en las criaturas, en la
fuente, “combina toda un serie de elementos. (...) La luz no es sólo un reflejo
de la divina, pues las Inte-ligencias la poseen como algo propio; aunque haya
sido insertada por Dios en ellas”.[4]
El Génesis así lo dice: “Y dijo Dios: hágase
la luz y la luz se hizo” aunque no acabamos de aclararnos sobre si se trata de
la luminosidad o de la inteligencia, si concedió al mundo la opción de poder
ver o la de poder entender, o ambas.
Puestas así las cosas nos preguntamos: ¿Hay
algo más contundente que la luz en el arte? Cuando decimos color, técnicamente
estamos diciendo luz, pues una cosa y la otra son, en términos pertenecientes a
la moderna física, lo mismo, ya que ésta llama “luz” sólo a una pequeña parte
de la gran cantidad de radiaciones electromagnéticas existentes, con longitudes
de onda que van de 350 a
750 nanómetros.[5] Lo
que conocemos como luz transparente, o simplemente como “luz”, es la suma de
todas estas ondas de intensidades semejantes.[6]
El pintor cuando escoge qué color quiere poner a su obra, con esa mera opción
ya está estableciendo significados. El poeta también, sobre todo un poeta como
Vicente Gaos, en cuyos versos vemos luces verdaderas y luces que corresponden a
estados de ánimo o modos de ver la realidad, según la sabida diferenciación que
se produce al tratar este tema por sí mismo o alegóricamente, y también lo hace
en referencia a Dios, en este caso por medio de metáforas encadenadas al uso de
Gonzalo de Berceo o Fray Luis de León. La Naturaleza , por tanto, como traslación de un
estado de ánimo más que como una idealización neoclásica.
En la pintura también hay luces que nos
vinculan con Dios o que nos alejan de Él, como sucede con Fray Angélico, o con
el Bosco, con los pintores tremendistas o con las vanguardias... Por tanto, y
más allá de lo obvio, cabe preguntarnos ¿qué es la luz? Para Vicente Gaos es
Dios, el amor, el paisaje y la naturaleza; lo metafísico, el pensamiento y el
conocimiento; el nacimiento, la juventud y la infancia; la vejez y el ocaso y
la muerte. Estos son los principales valores metafóricos que adquiere, como
ahora veremos.
Para que nos podamos hacer una idea más exacta
del peso del concepto de “luz” en la obra del poeta valenciano, en sus Poesías
Completas[7]
que editó la
Institució Alfons el Magnànim, y que es, hasta ahora, la
edición más solvente de que disponemos, de los 197 poemas del primer tomo, en
151 poemas se usa directa y literalmente, una o varias veces por poema, la
palabra “luz”, y en 47 hay al menos referencias en distinto grado a la luz. El
segundo tomo está formado por 95 poemas de los cuales en 40 hemos hallado la
palabra “luz”, esto es, algo menos pero de todos modos de forma muy
significativa.
La obra de Vicente Gaos[8]
es en sus primeros poemas existencialista y neorromántica. Tras renunciar al
garcilasismo, su poesía se hace pesimista, pero con un pesimismo de raíz
unamuniana que luego dejará para poder entregarse comprometidamente al hombre y
las cosas, y acabar su trayectoria personal de un modo grave con hondos tonos
quevedescos.[9]
Para Diego Martínez Torrón, Vicente Gaos “es un poeta de la luz y el
equilibrio. De la luz por su anhelo de belleza, que debe mucho a la poesía
romántica. De equilibrio por su concepto de la vida como armonía humana (...)
Gaos es un funámbulo entre Dios y la nada”.[10]
También se da en Gaos la conciencia del
drama que supone el existir, lo que conlleva una responsable meditación sobre
la vida. Búsqueda de Dios y angustia de vivir, existencialismo y unamunismo que
en el camino de regreso, nos devuelven de nuevo a Fray Luis.[11]
Es generalmente aceptado que esta obra se
divide en dos grandes bloques: el primero que responde al primer tomo de sus
Obras Completas[12] y
que concluye con Profecía del recuerdo, y el segundo que reúne desde este libro
hasta el final, incluidos los últimos poemas entre ellos, claro está,
“Abjuración”.
El profesor Arcadio López Casanova sostiene
esta misma opinión aunque con ciertas reservas, pues, dice: “tal articulación
–con la fecha de 1956 como eje de división, tras editar, Profecía del recuerdo–
no supone, por supuesto, ningún tipo de ruptura con el cuerpo de ese conjunto”
. Sin embargo muchos son los que consideramos Profecía... como su libro más
significativo, por ser el que marca de forma firme e inequívoca el final de las
influencias garcilasistas y unamunianas y con ello el inicio de la parte más
propia, más original y más personal de su obra poética.[13]
Este profesor sí detectó “una especie de
“haces de luz” de focos en esa noche de la existencia desvalida” y cómo hay
“una dramática tensión entre “desarmonía-armonía buscada”, entre
“desarraigo-arraigo deseado”, entre noche absoluta –la desposesión– y un polo
de luz –universo de salvación– apenas entrevisto.”[14]
También Dámaso Alonso apreció el valor de la
luz en la poesía de Gaos, de modo que al señalar las materias que atraen al
poeta indicó que éstas eran: “Dios, el hombre, la vida, la muerte, la luz, la
niebla, la eternidad, la nada”. Le faltó al maestro, quizá, darse cuenta de la
función que el amor cumple en esta poesía. Tan es así que a la amada la llamará
unas veces “luz tan alta que a Dios mismo oscurece” o “luz más alta que Dios, luz
en la cima / que los ojos de Dios mismo lastima”. Otras veces en ella sondea la
luz de Dios:
Te veo sólo a ti, tus
ojos veo,
tu breve luz, su breve cielo ardiente.
¡Ah, en esa luz, la luz de Dios sondeo![15]
tu breve luz, su breve cielo ardiente.
¡Ah, en esa luz, la luz de Dios sondeo![15]
Esta actitud se había iniciado casi en los
años cincuenta, por consiguiente lo que se da en 1956 es el final de este
trayecto. En estas fechas Gaos había renunciado a su propia contemporaneidad y
se había refugiado en su obra, en sus obsesiones, en sus realidades. Falcó y
Rubio constatan cómo “a partir de 1948 y debido tal vez, no solo a su labor
docente en Estados Unidos, sino también, pensamos, a razones de índole
personal, se aleja progresivamente de la escena poética dominante, comenzando a
elaborar un tipo de escritura que se apartará paulatinamente de la de sus
contemporáneos”.[16]
De este modo, luz es conciencia de la
verdad, por ello esa luz nos golpea en la frente como a San Pablo en el camino
de Damasco; luz es vida, “dar a luz”, e inteligencia “tener muchas o pocas
luces”; la luz es Dios, lo luminoso, y luz es la fuerza divina, la misma que
cayó sobre María haciéndole engendrar el Hijo. Sus andversos son la oscuridad,
lo tenebroso, las tinieblas, la espesura, el ocaso, la decadencia y la muerte.
Veámoslo.[17]
LUZ = DIOS Y CIELO
La luz es, para Vicente Gaos, un equivalente
de Dios y por extensión del Cielo, y el Cielo es el lugar añorado, la luz hacia
la que nos dirigimos. Ir hacia ella es la única razón de nuestra existencia.
Nacemos inmersos en la oscuridad. La vida no es más que el tramo que separa
esta oscuridad de lo cotidiano de la luz eterna.[18]
Nacemos en tinieblas, como nació el propio Jesús que vino de lo oscuro de la
madre “y el drama oscuro empieza con la luz de María / oh luz original...”,[19]
pero luego esa luz es la que trae Jesucristo pues tras ser crucificado pudimos
ver “su luz vieja cediendo ante la nueva luz”.[20]
El hijo viene de esa orilla “donde la luz de Dios desnuda brilla, / con luz de
Dios aún sobre la frente”.[21]
Luz sobre la frente, dice, como una luz paulina.
Se pregunta Vicente Gaos cual es la razón
por la cual la vida sólo nos permite asomarnos “al borde de la luz, al borde
apenas” mientras existimos. El cielo y la tierra “son los dos espejos de tu
distante luz”, consecuentemente quiere creer en Dios aunque la falta de pruebas
le provoca graves y profundas dudas de fe. Tras morirnos ¿podremos ver a Dios?,
se pregunta. Tras morir “¿Seremos luz de tu luz?”.[22]
Ante estos escrúpulos, pues ignora hacia qué luz camina, le pide a Dios que le
dé alguna leve prueba de su existencia, aunque sea en sueños, y le exige que lo
haga pronto, pues no sabe cuánto tiempo podrá soportar las dudas y debe
aprovechar ahora que “hacia tu luz me muevo”.[23]
El resplandor de Dios se ha de estrellar sobre nuestras frentes de forma que
nos llegue “la luz que solo en sueño adivinamos”.[24]
No quiere dudar, no desea dejarse arrastrar
por esta dolorosa desconfianza, mira a lo alto por si hallara algo[25]
pero sólo oye noche. No duda de la existencia de la luz, pero ésta no le llega.
Le pide a un hombre en la noche que no mire al cielo “donde la luz, distante,
resplandece, / donde la luz sonríe...”, no debe creer ...”que al fin la luz
cerca amanece” en su noche. “Arriba están las claras luces bellas” pero no
están al alcance de la mano.[26]
Él vive la noche en la ciudad, la noche de
la gran ciudad, donde todo es huidizo y oscuro.[27]
Los hombres caminan entre el frío y pide a Dios que los mire “con tu remota luz
vigilante”, y los lleve a todos hacia la luz[28]
que vendrá a hacer justicia, a consolarnos, a poner las cosas en su sitio.[29]
Al mirar al cielo lo que vemos son las
esferas que ruedan suaves en “el silencio de la luz”. El silencio pues es el
lugar de los astros:
sí luz, sí luz, sí
música, sí alas,
inmelódica luz, música inmóvil,
música sideral, sin melodía,
luz de las aves, luz sobre las alas...
Música y luz, hermoso mundo
inmóvil.[30]
inmelódica luz, música inmóvil,
música sideral, sin melodía,
luz de las aves, luz sobre las alas...
Música y luz, hermoso mundo
inmóvil.[30]
No quiere melodías en el cielo, sino, como
Goethe, pide “Luz, más luz”.[31]
Las dudas hacen de él un ángel caído que oscurece toda luz:
Oh vida oscura,
triste teología
que cegaste mi luz adolescente.
Libre ya, vuelo hacia la luz creciente
Nadie oscurecerá este mediodía.
que cegaste mi luz adolescente.
Libre ya, vuelo hacia la luz creciente
Nadie oscurecerá este mediodía.
Por ello el poeta intenta remontar la
oscuridad hacia su aurora, “ángel caído, luz, luz de mi cima”.[32]
Se dirige al arcángel Tobías para que le guíe y le ayude[33]
y pide a Dios que le dé “solamente esta luz para mis nieblas”. El ángel bueno
aplaca “con luz pura mi sed de ser”, que es la forma de recuperar “la hermosa
luz de Dios nunca nublada”.[34]
Recordemos aquí Quoniam Deus lux est, et tenebrae in eo non sunt ullae (Porque
Dios es la luz y en Él no hay tiniebla alguna).
Sin embargo en otros momentos, el poeta
parece despertar de nuevo a su fe,[35]
salir de la pesadumbre, abandonar la oscuridad, la niebla. Entonces entiende
que la luz es también revelación, el modo de despertar del sueño oscuro de la
duda y la desesperanza.[36]
Dios vuelve a ser “una luz sin sombras / una
luz total” et tenebrae in eo non sunt ullae. Y mientras en sus entrañas es
“plena luz sorda”, fuera la luz solar se extiende hasta embriagar. Ante los
ojos de los mortales es “todo luz y paz” por ello le pide a Dios que le ciegue
del todo en la eternidad.[37]
El
poeta sabe que ha caído en la sima de la impureza, pero que puede elevarse a la
luz, que puede recuperar la pureza y ser “Luz en la luz”.[38]
Todo el amor que se brinde a Dios no es suficiente
El simbolismo de la luz llega en ocasiones a
concentrarse en ese corto repertorio de ideas. M. Meiss ha estudiado estos
aspectos y ha concluido en que uno de los simbolismos más potentes de la luz es
el de representar la idea de encarnación y nacimiento de Cristo.[40]
Esto llega hasta el extremo de que, frecuentemente, los cuadros de pintores
flamencos como es el caso concreto de Jan Van Eyck, llevan una inscripción,
siempre la misma, que comienza “Hec est speciosor sole super omnen...” (para
ella es más precioso que el sol...) y que concluye: “Para ella es el brillo de
la luz eterna y el inmaculado espejo de la majestad de Dios”. Consecuentemente,
la asimilación de Dios a la idea de luz está en el arte occidental en general,
está en la Teología ,
está en la poesía y se ha usado incluso para la explicación de complicados
misterios religiosos. Recuérdese sino cómo en la religión católica de corte
apostólico romano, la luz atraviesa el cristal sin romperlo ni mancharlo, como
el Espíritu Santo fecunda a María.
LUZ = AMOR
La luz es también amor, aunque en Vicente
Gaos éste sea, sobre todo, un amor terrenal, amor de amantes, de pareja, amor
pasional que exige un decorado apropiado, hasta incluso llegar a
representaciones no ausentes de afectación, como cuando recuerda que el primer
amor le llegó “entre la dulce luz de unos violines”41 y en la amada
halla el poeta la revelación mística, equiparando ese amor al amor de Dios:
Te veo sólo a ti, tus
ojos veo
su breve luz, su breve cielo ardiente,
su limpio azul, su clara agua de vida.
Ah, es esa luz, la luz de Dios sondeo42
su breve luz, su breve cielo ardiente,
su limpio azul, su clara agua de vida.
Ah, es esa luz, la luz de Dios sondeo42
No es muy usual esta equiparación entre los
dos principales amores, el de la amada y el de Dios, aunque ciertamente en
otros momentos utiliza una vía a lo San Juan de la Cruz , en donde ambos se
encuentran, de forma manera que el poeta se eleva, gracias al amor, hasta lo
luminoso.43
Pero es el amor en plenitud el que centra su
poesía. Hay una música interior del poeta que es “música de la luz, cielos
mejores” que abrasan su amor, se trata de una luz pasional44. Cuando el amor es
total, el corazón “te piensa luminoso”.45
A
partir de este momento todo es ascenso hacia la máxima de las pasiones y los
arrebatos. La mera visión del amor hace que una vida vulgar se convierta en una
vida “iluminada, luz en que surgiste / aquella tarde”.46 Cree el poeta que
siempre es así el amor, vivir enamorado es “embriagarse en la luz y girar
ciego”.47 Ama tanto que no halla satisfacción, aunque ella sea “luz mía, vida
mía, mi sendero”.48 Los amantes son astros de luz tan intensa que resultan
cegadores,49 por ello está oscurecido.50 Él le pide a ella que le permita
hundirse “en la insondable luz de tu mirada”.51
El
mundo es triste pero a veces el corazón “de pronto, siente una luz / que le
ilumina” de modo que “se abre a la luz de la mañana”, y se enamora, por lo que
va hacia una “luz alta de mi único cielo”. Precisamente cuando más triste estaba,
cuando “declinaba / la luz del sol sobre el mar oscuro”, llegó ella,
...La luz brillaba
sobre la tierra, las estrellas,
la luz, el mar, la noche, nada
me hablaba de Dios...52
sobre la tierra, las estrellas,
la luz, el mar, la noche, nada
me hablaba de Dios...52
La
amada es, en fin, “la luz y el fuego de mi corazón”53 y sobre cualquier otra
cosa, los amantes son seres complementarios de modo que solo están bien cuando
las dos partes, él y ella, están unidas.54
También
en esto hay conciencia del ocaso, puesto que cuando el amor declina lo primero
que se pierde es la luz, lo que da paso al deseo de la muerte, que es un deseo
similar al del amor o consecuencia de éste, pues la sangre del poeta “por ti se
hizo luz”.55 La muerte es el fin de la relación amorosa, pero el principio del
encuentro con Dios, el encuentro de una nueva existencia, el modo de ser “luz
en la luz”, luz de la vida, luz del amor, en la luz del cielo y la luz
divina56. Si la luz es energía, la muerte devuelve la energía a la energía, la
luz a la luz. En fin el amor es luz, es “primavera en luz naciente”. Esa “luz
cedida” llega a su corazón desde la frente de ella “sereno envío de tu amor
luciente. Amor, luz de tus ojos despedida”, es “mi ruiseñor bajo la luz
dorada”.57
LUZ =PENSAMIENTO /
CONOCIMIENTO
La
luz es también pensamiento, entendimiento y es conocimiento.58 Así lo señala el
Eclesiastés: Omne quod manifestatur, lumen est59. “Todo lo que se pone de
manifiesto es luz”. La luz puede llegar a ser el mismísimo pensamiento y sus
enseñanzas. Vicente Gaos evoca a su padre muerto recordando “la luz de tus
lecciones más hermosas”60 y nótese que he dicho que “evoca” a su padre. Para
Gaos la poesía es evocación y por ello sólo puede evocarse lo que no está
presente. Nos pone el siguiente ejemplo: “Hace unos años paseaba por las calles
de Madrid con Vicente Aleixandre. Nevaba intensamente y la ciudad ofrecía un
panorama admirable. Recuerdo que Aleixandre me dijo: “Excelente momento para
escribir un poema sobre el verano”.61
El
pensamiento es “luz de la inteligencia, vida alta”62 y es ésta una idea
constantemente reiterada63 en los siguientes poemas, la cual se expande por
casi la totalidad de sus libros. Así, el hombre en el destierro “pide luz para
su pobre frente”, para saber quién le ha desterrado y conocer “¿en dónde está
esa luz que el hombre siente”.64 Nuevamente una luz paulina, reveladora.
Le
da miedo la eternidad, no aspira a ella, dice, tiene bastante con “la luz de
esta noche en que me abraso”. Para qué la eternidad, pues si es eterno, “¿Qué
cielo exigiré para mi frente, /qué luz para mis ojos...”65 En el poema, Gaos
cantará “la hermosura luminosa” del mundo, y la inteligencia “con su luz
hermosa” iluminará la noche.66 Luz es lucidez, aquello que quizá era lo que
reclamaba Goethe en el instante mismo de su muerte.67 Se llega a la luz tras
atravesar la oscuridad, hay que cruzar las sombras.68
En
el mundo hay belleza, eso es indudable, hay amor, hay poesía, pero también hay
dolor, por ello a veces “la luz relampaguea”,69 de ahí que tengamos la sospecha
de que la vida puede ser un engaño. Por precaución el poeta pide no volver a
creer, “no vuelvas a encender mi triste frente / con esa luz en que creyera
antaño”.70
Dios
puso su mano sobre la frente del poeta niño, pero luego lo abandonó y éste vive
en la noche sin Dios, cuando él “necesita vivir iluminado”. Le dice a un
adolescente “Dame tu luz de amor más encendida”71 y a un pintor le habla de su
“celeste luz” casi terrena y de “la triste frente de la luz”72. Luminoso
también es el lenguaje del poeta, pues la poesía se vale de él y ya lo hacía
incluso “antes de la visita de tu luz, Dios mío”, de modo que vuelve a unir
todos los valores de la luz en una sola sintonía: la luz es Dios,73 es el amor
terrenal y es el pensamiento entre ambos; trilogía cristiana para un poeta
confesional.
En
Vicente Gaos se detecta también el drama de existir y la meditación sobre la
vida junto a la búsqueda de Dios –como ya hemos visto– y la angustia de vivir,
elementos de su cercanía a Fray Luis, Unamuno y el existencialismo.74
Dar
a luz es, en este ámbito, tanto un acto de nacimiento como de clarificación.
Todos los hombres iguales y hermanos nacieron de “honda luz, madre clara”75,
por ello una joven madre da “vuestra savia de luz”, pues “fluye tu luz de vida
sin medida”.76 La luz da vida en otros ámbitos de la vida, así para un pintor
al utilizar los colores equipara dar luz a dar sueño a la materia. En el cuadro
“cantaba” la intensa luz.77 La pintura es “Delgada luz estremecida”.78
Luz
es conocimiento,79 estamos en el mundo sin saber nada de nada y sin nada saber
nos vamos, sin apenas un poco de luz en la noche,80 en el fondo es el regreso
del gran dilema del árbol de la ciencia.81
LUZ= INFANCIA Y
JUVENTUD
La
luz es conocimiento, pero éste no se nos presenta siempre en estado puro. Hay
ideas injustas, inadecuadas, impropias, que ensucian la luz;82 mientras la casa
del poeta, y su corazón, estén en ruinas no habrá luz posible.83
La
mirada y el amor de una niña de quince años es “Oh luz divina de no sé qué
mundos”.84 La adolescente ha muerto y es enterrada “cuando la juvenil luz de tu
vida /aún había de arder...”.85 Una muchacha es una “columna de luz y ansia de
lava”86 y a una adolescente la llama “Hija reciente de la luz del día” y le
aconseja, ahora que ha abandonado la niñez: “vive en la luz del mundo”.87
Es
el triunfo de la primavera, el “fértil verdor. La luz exalta ahora...”.88 Sus
felices años de niño transcurrieron ... “A la orilla del divino / mar de
luz...”.89 Sin embargo el hijo es “Instantánea luz”. “Luz niña, Luz, luz sólo.
No, aún no sabe / qué es luz” y concluye: “...Deja que tu sueño acabe / en esa
luz que tu existencia humilla”.90
La
raíz del hombre son “Formas entre la luz. Ya nada inerte / Vértigo, luz,
errante y libre viento” y sigue:
Déjame amar, Señor,
en la luz pura
de esta mañana hermosa y fugitiva,
mientras tus sombras –dentro–
[me amenazan.
de esta mañana hermosa y fugitiva,
mientras tus sombras –dentro–
[me amenazan.
Mira Señor, la noche de mi hondura: No es
carne o luz mi entraña ciega y viva. Pero los cuerpos en la luz se enlazan.91
Llama a la juventud “luz creciente”, luz que
se abandona con los años, aunque mantiene la esperanza “Más volverá la luz a
vuestra frente”.92 Después mira hacia su infancia y se pregunta: ¿Me espera /
quieta, la luz que ardió un día en mi frente?93
LUZ= VEJEZ, OCASO Y
MUERTE
Ese dilúculo de la existencia hacia el que
nos dirigimos, también es medido por Vicente Gaos en términos de luz. En el
otoño “árida luz os ciñe la cabeza”.94
El
otoño, la parte final de la vida humana, es decadencia, “Oh cielo bajo, luz tan
tamizada / luz tan vencida...95
Con el viento del poniente “Canta la luz”
mientras que con el ocaso “El cielo está nevado de pájaros, de luz...”97
“Declinar la luz poniente” es, claro, la vejez misma98 pues en el principio de
los tiempos la luz fue “virginal”; ahora el trasluz es “luz filtrada / de la
tarde, la mágica / luz poblada de pájaros”. También se pregunta quién se
esconde “entre la luz poniente”, extraviado en una música ciega, “una luz
sorda”.99 Vive en este mundo “pero embriagado por la luz poniente”, y pese a
todo “dulce es la luz, dulce es vivir ahora”.100
Es el momento de hacer balance y quizá todo
nuestro embite no pasó de ser un sueño, una sospecha calderoniana:
La luz menguante de la luna, el amor de la
luz postrera, de que soñar con otra luz, no es más que soñar que se sueña.101
El poeta le pide a Dios que le de la muerte,
no para irse a otra vida, porque eso no le interesa, no quiere ser eterno, sino
para, por fin, no ser nada, para perderse “en tu noche sin luz, desestrellada.
/Bastante tengo con la luz del día” como para no desear morir.102 Para alcanzar
la tierra fecunda a la que irá tras la muerte “me elevo hasta la luz
resplandeciente”.103 Tras la muerte “a otra luz surgiremos, alto vuelo, / para
vivir de nuevo lo vivido”.104
En una elegía dice adivinar cuándo iba a
morir porque “Me lo decías con tus ojos / oscuros en que la luz / comenzaba a
temblar un poco”.105 En otra, el muerto está solo ante la noche, cerca de los
astros, tanto “que su infinita luz te abrasa el rostro”.106
Le
dice a la madre muerte que un día la abandonamos y “fuimos hacia la luz” (esto
es, fuimos hacia la vida), él acariciaba el pelo de su amada, y le miraba “Luz
suya, suya, hora / de amor, isla celeste” y pasó el tiempo “Así la vida. Días /
días sin luz, oscuro”.107 Morir quizá sea “dar luz al sueño”.108
El poeta ama la vida aunque ésta lleva
implícita la muerte, vivir es morir algún día; así la llama, “oh luz hermosa y
ciega de la muerte”,109 la flor está hecha “de luz primaveral...” pero la
muerte acecha, vive en el interior de la vida, se oculta en ella “tras de la
luz, la sombra que envenena”, y cuando mustia llega el momento de la “muerte
sin luz igual”.110
De
repente dice: Esto es la vida, y al fondo de la estancia “brilló mi muerte
entre la luz dormida” y comprendió que el fin era eso: “ésta la tersa luz, la
honda luz suave”.111
Recuerda la muerte de un joven amigo al que
pidió que despertara pues... “el campo está bañado de luz”... era un momento en
el que “la luz vibraba sobre la corriente con la misma indiferencia del agua”.
Se murió su amigo pero no él y se pregunta por qué él sigue “gozando de la luz,
del aire...”112
LUZ: ELEMENTO DEL
PAISAJE
Es aquí donde Vicente Gaos hace un uso más
“pictórico” de la luz, puesto que la somete a la intensidad de las tonalidades
para construir de este modo ambientes, para ver como “Mediodía de bronce luminoso
/ en celestes campanas se proclama”.113 Ahora está el campo en paz, el aire se
ha dormido “sobre la luz romana de las áureas vides”.114 En el atardecer en las
viñas “Toda la luz del cielo desciende / a glorificar la tierra desnuda”.115 Es
una hermosa presencia entre árboles y nubes. Los ojos del poeta tendido en el
césped, miran hacia el cielo y “atesoran la luz total”...116 Cuando el poeta
mira a las estrellas “en haz de luz y sueño, yo os confundo”.117
Seguimos en el campo. Matinal en primavera.
Han roto las “luces del alba”118 “Estaban los ciruelos / en flor, gloriosos en
la luz del huerto” y entonces pudo ver como su alma estaba traspasada “de
tierna luz, de tiernos brillos suaves”.119 Tarde de primavera ahora, “la luz se
había puesto tan dorada”,120 y estas luces matizan la plaza del pueblo, la
visión de los campos, el cielo mismo.121
Más
visiones pictóricas del poeta: “...una luz se filtra / entre los totales
colores”122. Su corazón es “un árbol ciego que la luz presiente”,123 y los
gorriones enloquecen al alba...124 El escorial está invadido “de luz fatal”. Es
Castilla “luz severa”,125 dice el poeta en comparación con otras luces de otros
sitios, junto al mar. La rosa crece “ligero tallo hacia la luz de un día”. La
encina, “desdeña la anunciación de la luz / y la caricia torpe del color...”
qué dulce y triste su tronco. Tristeza del árbol y del poeta que se apaga
“...cuando las estrellas, / con su luz, con su música”... llegan.126
La inspiración es un espíritu “veloz como la
paciencia eterna de la luz que atraviesa el espacio”.127 Hay un momento “mágico
en que la luz delgada y pura” nos enseña la hermosura del mundo, una luz que
“llega hasta el fondo...”128 también la alegría del sol.129
Y la luz es un auxilio de la memoria, pues
constituye el ambiente del recuerdo como el de un dormitorio, “con filtrada luz
que llegaba desde el despacho en que trabajaba mi padre”.130
Termino ya. Vicente Gaos utiliza también la
idea de luz de acuerdo con las formulaciones más comunes, tales como “dar a
luz”, por supuesto, o “A la luz de...” y el repertorio de metáforas, digámoslo
así, más habituales de modo que España es “agreste valle de mi luz primera”,131
(resulta evidente que aquí luz equivale a nacimiento). En plena esterilidad,
cuando nos sentimos acosados por la incertidumbre y la falta de inspiración,
hay que confiar en la “Luz creadora”. El principio pues fue la luz pues Dios
creó el mundo en primavera,132 hacemos cosas “bajo la luz del sol”,133 o cada
vez hay más luz sobre las copas de los árboles.134
Gaos ironizó, bromeó, se burló incluso de su
fe. Afirmó que no quería luz sino sombras. Hizo un inolvidable Padrenuestro
corrigiendo y rectificando la oración que Jesucristo dio a sus seguidores, se
inventó las Malaventuranzas y afiló su sarcasmo. Pero al final de su vida, en
los últimos instantes, quiso aclarar esto con una abjuración, y lo hizo con un
poema, inédito hasta las Obras Completas, que apareció entre sus papeles, con
esta abjuración:
ABJURACIÓN
No sé, Señor, si mi
obra, engendrada en el orgullo,
escrita a ciegas,
ha sido motivo de confusión y piedra de escándalo.
No sé si ha sido interpretada rectamente, o abominada con justo motivo.
Ni yo mismo sabía lo que me escribía.
Tal vez creí que iba por el buen camino cuando solo daba traspiés y trazaba
surcos torcidos,
renglones ripiosos, chapuzas temerarias de mal obrero
que en lo alto del andamio, ebrio y vacilante, al borde del abismo,
se mofaba de la profundidad, despreciaba el vértigo.
Si fue así,
si escribí sólo por amor propio, por engreimiento
por mera vanidad mundana,
para perecedera satisfacción de la carne, tentado por el demonio,
si fue así, Dios mío,
sé mi censor a fortiori, tú que todo lo puedes;
borra todas mis palabras, todas mis letras,
del alfa al omega, de la fecha a la cruz.
Bórralas, perdónamelas, vuélvelas papel en blanco,
dalas por no escritas por mí ni leídas por nadie.
Anonada mi presunción,
ilumina a los que por mi causa quedaron acaso
confusos o escandalizados.
Acepta esta abjuración, haz que crean en esta pública confesión mía,
en la que lleno de pesar, me retracto de todos mis desvíos y errores. Si por
mi culpa, me creyeran ateo y blasfemo,
que ahora me crean también vocado, no a la poesía,
a la obra mal hecha,
si no llamado por ti, Supremo Hacedor, poeta por antonomasia,
único creador verdadero.
Tú, Señor, sabes que en el fondo de todas mis paradojas, heterodoxias y
negaciones,
estabas siempre presente, aunque acaso distante;
Justamente ofendido, pesaroso y llamándome de continuo a tu gracia,
crucificado por cada palabra temeraria mía,
anhelante de verme al fin rectificar y dar buenos frutos.
Pues, aunque mi intención fuese buena,
la intención es estéril si no va acompañada de buenas obras.
Tú sabes
que cuando escribía nada, quería escribir creación,
cuando te pedía que no me amenazases con otra vida,
estaba sediento de ti, de más vida (eterna).
Que cuando –insensato de mí, temerario más allá de la raya, pobre criatura–
te exigía oscuridad, te estaba pidiendo luz;
cuando osaba llevarte la contraria,
volver al revés las Bienaventuranzas o el Padre Nuestro,
con ignorantes y baldías contradicciones, presumiendo de ingenio, como jugador
de ventaja,
era un desdichado, un miserable, un nuevo hijo pródigo,
un necio.
Pequé contra ti y tal vez conturbé a mis semejantes, a mis hermanos.
Padre, Señor, ahora que, lento a la ira y rico en clemencia,
me has recibido de nuevo en tu casa, me has perdonado y te has regocijado,
ahora que al fin me has mostrado sin lugar a dudas lo que era evidente,
quitándome la venda de los ojos, y el orgullo del corazón;
ahora que me has recordado lo que no debí olvidar nunca,
que tú eres el camino, la verdad y la vida,
recuérdamelo otra vez, cada día, incesantemente,
pues la carne es flaca, la memoria olvidadiza.
Déjame ir en adelante siempre por tu camino, sin entretenerme ni desviarme.
Déjame vivir en tu verdad y no apartarme mendazmente de ella.
Dame lo que quieras, enmiéndame y mándame,
como tú solo sabes hacerlo, sin palo ni piedra,
con mandatos que son súplicas,
con castigos que resultan a la postre inefables consuelos,
en este valle de lágrimas,
pues si lloro de veras, seré consolado.
Dame lo que quieras en esta vida
(no sé si vida mortal o muerte vital, es lo mismo),
y otórgame al fin la otra, dánosla a todos,
justos y pecadores, píos e impíos.
Danos la vida que no acaba
sino en ti,
en la abierta, en la misericordiosa
eternidad de tus brazos.
escrita a ciegas,
ha sido motivo de confusión y piedra de escándalo.
No sé si ha sido interpretada rectamente, o abominada con justo motivo.
Ni yo mismo sabía lo que me escribía.
Tal vez creí que iba por el buen camino cuando solo daba traspiés y trazaba
surcos torcidos,
renglones ripiosos, chapuzas temerarias de mal obrero
que en lo alto del andamio, ebrio y vacilante, al borde del abismo,
se mofaba de la profundidad, despreciaba el vértigo.
Si fue así,
si escribí sólo por amor propio, por engreimiento
por mera vanidad mundana,
para perecedera satisfacción de la carne, tentado por el demonio,
si fue así, Dios mío,
sé mi censor a fortiori, tú que todo lo puedes;
borra todas mis palabras, todas mis letras,
del alfa al omega, de la fecha a la cruz.
Bórralas, perdónamelas, vuélvelas papel en blanco,
dalas por no escritas por mí ni leídas por nadie.
Anonada mi presunción,
ilumina a los que por mi causa quedaron acaso
confusos o escandalizados.
Acepta esta abjuración, haz que crean en esta pública confesión mía,
en la que lleno de pesar, me retracto de todos mis desvíos y errores. Si por
mi culpa, me creyeran ateo y blasfemo,
que ahora me crean también vocado, no a la poesía,
a la obra mal hecha,
si no llamado por ti, Supremo Hacedor, poeta por antonomasia,
único creador verdadero.
Tú, Señor, sabes que en el fondo de todas mis paradojas, heterodoxias y
negaciones,
estabas siempre presente, aunque acaso distante;
Justamente ofendido, pesaroso y llamándome de continuo a tu gracia,
crucificado por cada palabra temeraria mía,
anhelante de verme al fin rectificar y dar buenos frutos.
Pues, aunque mi intención fuese buena,
la intención es estéril si no va acompañada de buenas obras.
Tú sabes
que cuando escribía nada, quería escribir creación,
cuando te pedía que no me amenazases con otra vida,
estaba sediento de ti, de más vida (eterna).
Que cuando –insensato de mí, temerario más allá de la raya, pobre criatura–
te exigía oscuridad, te estaba pidiendo luz;
cuando osaba llevarte la contraria,
volver al revés las Bienaventuranzas o el Padre Nuestro,
con ignorantes y baldías contradicciones, presumiendo de ingenio, como jugador
de ventaja,
era un desdichado, un miserable, un nuevo hijo pródigo,
un necio.
Pequé contra ti y tal vez conturbé a mis semejantes, a mis hermanos.
Padre, Señor, ahora que, lento a la ira y rico en clemencia,
me has recibido de nuevo en tu casa, me has perdonado y te has regocijado,
ahora que al fin me has mostrado sin lugar a dudas lo que era evidente,
quitándome la venda de los ojos, y el orgullo del corazón;
ahora que me has recordado lo que no debí olvidar nunca,
que tú eres el camino, la verdad y la vida,
recuérdamelo otra vez, cada día, incesantemente,
pues la carne es flaca, la memoria olvidadiza.
Déjame ir en adelante siempre por tu camino, sin entretenerme ni desviarme.
Déjame vivir en tu verdad y no apartarme mendazmente de ella.
Dame lo que quieras, enmiéndame y mándame,
como tú solo sabes hacerlo, sin palo ni piedra,
con mandatos que son súplicas,
con castigos que resultan a la postre inefables consuelos,
en este valle de lágrimas,
pues si lloro de veras, seré consolado.
Dame lo que quieras en esta vida
(no sé si vida mortal o muerte vital, es lo mismo),
y otórgame al fin la otra, dánosla a todos,
justos y pecadores, píos e impíos.
Danos la vida que no acaba
sino en ti,
en la abierta, en la misericordiosa
eternidad de tus brazos.
No
hace falta más para comprobar que Vicente Gaos es un poeta de la luz, es un
poeta iluminado, es un poeta deslumbrante.
©
Ricard Bellveser Icardo
[1] Porque Dios es la luz y en Él
no hay tiniebla alguna. San
Juan . I, i, 6 ss. Traducción de Domingo Ynduráin en Aproximación a San Juan
de la Cruz. Cátedra.
Madrid, 1990.
[2] Ynduráin. Ibidem, página 53.
[3] Ibidem, página 56.
[4] Ibidem, página 61.
[5] Los nanómetros son
milmillonésimas partes de un metro.
[6]
http://www.educaplus.org/luz/color.php
[7] Utilizo: Vicente Gaos. Obra
Poética Completa. Dos tomos. Institución Alfonso el Magnánimo. Diputación
provincial de Valencia. 1982.
[8] Vicente Gaos (1919-1980)
nació y murió en Valencia. Perteneció a una familia de escritores y artistas
entre los que destacan el filósofo José Gaos, el poeta Alejandro y la actriz
Lola. Fue profesor en Estados Unidos de 1948 a 1956.Excelente traductor de Rimbaud,
Shelley y Eliot entre otros autores extanjeros, prestigioso crítico y profesor,
autor de La poética de Campoamor (1955), Poesía y técnica poética (1955), Temas
y problemas de la literatura española (1959) y una elogiadísima edición de El
Quijote, fue su obra poética lo que le llevó a obtener el Premio Nacional de
Poesía, concedido meses después de su muerte.De esta obra destaca Arcangel de
mi noche (1943), Sobre la tierra (1945), Luz desde el sueño (1947), Profecía
del recuerdo (1956), Mitos para un tiempo de inctrédulos (1963), Concierto en
mi y en vosotros (1965) y Ultima Thule (1980). Sus poesías completas
aparecieron en 1959, y se reeditaron en 1974 y en 1982.
[9]
http://www.epdlp.com/gaos.hrml
[10] Diego Martínez Torrón.
“Vicente Gaos poeta de la diferencia”. El Mono Gráfico. nº 9. pág 6-15.
[11] Ver Mª del Pilar Palomo. “La
poesía en el siglo XX (desde 1939)”, Historia Crítica de la Literatura Hispánica.
21. Taurus. Madrid, 1988.
[12] Arcadio López Casanova,
“Poética de Vicente Gaos: la noche de los oscuros fuegos” en Ricardo Bellveser,
Manuel García, Pedro J. de la
Peña. Clásicos Valencianos Contemporáneos. Conselleria de
Cultura, Educació i Ciència. Generalitat Valenciana, 1988. P. 117
[13] Ver Domingo Ynduráin. “Epoca
contemporánea 1939-1980”
tomo 8 de la Historia
crítica de la literatura española al cuidado de Francisco Rico. Editorial
Crítica. Grijalbo, Barcelona 1981 y Angel del Rio. Historia de la Literatura Española.Desde
1700 hasta nuestros días. Volumen 2. Bruguera.Barcelona, 1982.
[14] Ibidem, nota 13, página 118.
[15] Dámaso Alonso. “La poesía de
Vicente Gaos”. Separata de Vicente Gaos. Obra Poética Completa. Institución
Alfonso el Magnánimo. Diputación provincial de Valencia, 1982 Págs 5 y 10.
[16] José L. Falcó y José V.
Selma. Ultima poesía en Valencia 1970-1983. Institució Alfons el Magnànim.
IVEI. Valencia, 1985. Página 14.
[17] Usaremos las siguientes
abreviaturas y siglas: PP: Primeras Poesías. AN: Arcángel de mi noche. ST:
Sobre la Tierra. LS :
Luz desde el sueño. PS: Poesías Sueltas. CMV: Concierto en mi y en vosotros.
UMS: Un montón de sombras. LSS: Las señales y la sabiduría. UT: Ultima Thule.
PI: Poesías inéditas.
[18] La vida es un camino “desde
la sombra hacia la luz postrera / hacia la luz eterna y verdadera”. ST Pág 198.
[19] “En aquella agua limpia, en
aquella luz pura / solo beben los pájaros...” LS Pág. 297.
[20] LS Pág. 298.
[21] LS Pág. 387.
[22] ST Pág. 203.
[23] “...un nuevo /sueño de luz
con que soñar despierto” ST Pág, 210.
[24] LS Pág. 294.
[25] “en busca de su luz resplandeciente”
AN Pág. 162.
[26] LS Págs. 395 y 398.
[27] El metro es un “animal
subterráneo que huyendo de la luz se retrae en la madriguera” LS Pág. 405.
[28] LS Pág. 406.
[29] “Una luz cierta brilla a lo
lejos” UMS Pág.201.
[30] PP. Pág. 93.
[31] AN Pág. 158, Esta cita se
reitera en su forma “licht, mehr licht” PI. Pág 293 ó “¿a qué esta locura / de
pedir luz más luz en vano?” CMV Pág. 165.
[32] AN Pág. 178.
[33] “Con tus alas de luz, ahora
me guías”. “Luz tuya, tuya”. AN Pág. 180.
[34] ST Pág. 209.
[35] “la lumbre de la fe” dice en
CMV Pág 117.
[36] “llegó hasta mi en la noche
tu luz pura” (...) “¡Oh torpe sueño en que sin luz sufría!/ Sin luz, sin luz ni
amor. No te esperaba” LS Pág.289.
[37] LS
Pág. 313.
[38] AN
Pág. 159.
[39] AN
Pág. 176.
[40] M.
Meiss. “Light as form and symbol in some fifteenth-century apinting.
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