LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA.
DEL ANECDOTARIO ELECTRICISTA.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Hoy día, y me refiero a los acontecimientos
de este 2013 que sigue avanzando, se tiene un registro lo bastante abultado
sobre el exceso, los abusos que sigue cometiendo la Comisión Federal de
Electricidad al respecto de las tarifas que cobra a usuarios domésticos e
industriales, luego de que desde octubre de 2009, con la extinción de Luz y
Fuerza del Centro, tiene el control de todo este tipo de servicios en el país. Con
el consiguiente redireccionamiento de dicha responsabilidad, sus criterios,
sobre todo en el centro del país, que fue la zona de influencia de LyFC, el
fenómeno de “tarifas locas” se ha hecho un común denominador, con lo que los
valores que aparecen en recibos que nos llegan en forma bimestral, arrojan
cantidades que exceden la lógica y hasta el sentido común. No sabemos hasta
cuando se controlará dicha situación. Lamentablemente es un asunto en el que su
silencio o su incapacidad no dan lo suficiente para dar cara a la sociedad.
Sin embargo, el tema no es nuevo. Y no lo
es, si ya desde épocas como el año de 1956, existen cuestionamientos que, en
este caso particular, recayeron en la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz,
S.A., a partir de la opinión severa de un sector de empresarios que comenzaron
a hacer campaña de desprestigio, pero también a dejar en claro la situación de
crisis por la que pasaba la entonces CMLyFM, S.A. Desde luego, eran otras las
circunstancias, puesto que la propia empresa ya estaba empezando a dar señales de
inanición económica, misma que se vio respaldada muchas veces por el gobierno
el que, finalmente, en la persona del Lic. Adolfo López Mateos terminó por
nacionalizarla en septiembre de 1960. Es por eso que, en una entrevista que
realizó Fernando Revuelta al señor Guillermo Castro Ulloa, a la sazón
Presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, y que fue
publicada en La Hora de México en su
número de agosto de 1956.
Conviene compartir con los lectores de Luz y Fuerza de la memoria histórica tan
interesante como reveladora visión, la del sector integrado por la elite
empresarial en este país, hace 57 años, lo que significa entender hacia donde
apuntaban los destinos de una empresa vigilada por el grupo empresarial. Se trata
de una visión crítica muy dura, si sabemos que proviene de los estamentos que
cuidaban y siguen cuidando sus intereses económicos en aras de sacar la mayor
conveniencia para dicho segmento, y para lo cual sólo existe una mirada, la que
estos señores tenían en la escala empresarial. El resto de un universo laboral
sustentando en la mano de obra de los trabajadores prácticamente no existe. Se trata
de entender qué es lo que pensaba el pragmatismo del grupo cuya afirmación en
la economía de este país ya no sólo estaba convencido del “desarrollo
estabilizador” puesto en práctica por Adolfo Ruiz Cortines, presidente en turno
por aquellos días (entre 1954 y 1960), cuyo gobierno tuvo que enfrentar
diversos brotes de descontento, surgidos precisamente del sector obrero. Allí están
los telegrafistas, ferrocarrileros y miembros del magisterio que en aras de
mejores salarios o sustitución de líderes sindicales, amenazaron con la huelga.
Los disturbios no se hicieron esperar, pues tal situación socavaba el viejo
principio de la legitimidad de los gobiernos revolucionarios, puesto que tal movilización
dejaba ver que el sistema de alguna manera comenzaba a deslindarse de su
compromiso moral respecto al mejoramiento del nivel de vida de los
trabajadores, quienes no toleraban que la presencia de cierto liderazgo
estuviese emparentado precisamente con el gobierno, con lo cual, y como era de
esperarse, se desataron dichas reacciones sociales.
Pues bien, vayamos al contenido de aquella
interesante entrevista.
La Hora de México en su número de
agosto de 1956.
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